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jueves, 15 de septiembre de 2011

Las Raíces del Modelo Republicano

Las raíces del modelo republicano

El modelo republicano francés se considera como el cumplimiento de las promesas de la Revolución Francesa. Esto se concibe ante todo en su fase inicial de constitución como liberal y cuya máxima  expresión fue la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que contiene los principios que reivindica  el modelo republicano: los derechos del Individuo, el reconocimiento de la soberanía de la nación y la igualdad ante la ley.
Fue un proceso de herencias históricas y filosóficas, al ser herederos de la filosofía del siglo XVIII, por lo tanto los republicanos depositan una confianza absoluta en la razón humana, una visión positiva del progreso y la organización científica de las sociedades. Esto lo podemos ver en el pensamiento positivista de Comte. Claramente esta visión convierte a los republicanos en durísimos adversarios de la religión. El fundamento, no el fundamentalismo, lleva a la concepción que la educación va a llevar irremediablemente al fin de las creencias religiosas, que si se mantienen, es solo por la ignorancia.
Los Republicanos sostienen que existe una moral universal, que emana del imperativo categórico de Kant, por lo tanto el neokantismo es el fundamento del modelo republicano. No es extraño que se considere al caso Dreyfus como el disparador de la mitología republicana, considerando a los defensores de Dreyfus auténticos republicanos y que solo merecen ese calificativo los que se mostraban proclives a combatir el clericalismo y a luchar con fuerza por una sociedad laica, una República laica. Por el contrario los que desconfiaban del sistema judicial y los altos mandos del ejército se consideraban antirepublicanos.
Por esta razón la francmasonería va a adquirir gran relevancia a comienzos del Siglo XX, va a significar la inspiración espiritual e intelectual del régimen, templo del positivismo e iglesia de la República.

Ver: Berstein, S. Los regímenes políticos del Siglo XX. Ariel Historia. Barcelona 1996. Pp.30-31


lunes, 5 de septiembre de 2011

Sarmiento, según Vicente Fidel López de Felipe Pigna (Página Oficial)


Sarmiento, según Vicente Fidel López

El 11 de septiembre de 1888 moría en Paraguay Domingo Faustino Sarmiento, uno de los principales impulsores del sistema educativo del país. En su honor, en esta fecha se conmemora el día del maestro.Además de dedicarse sin descanso a la enseñanza, Sarmiento fue periodista, militar, diplomático, escritor, gobernador y presidente.

Para recordarlo transcribimos a continuación una  semblanza del “padre del aula” trazada por el historiador Vicente Fidel López a finales del siglo XIX.

Autor: Vicente Fidel López, Historia de la República Argentina, continuado por Emilio Vera y González y ampliado por Enrique De Gandía, tomo VI, Buenos Aires, Sopena, 1970, págs. 677-680.

Era don Domingo Faustino Sarmiento un hombre al que, sin hipérbole, puede calificarse de excepcional y extraordinario. En una época en que no escasearon las grandes figuras, se destacó notablemente por su inteligencia poderosa, por su vasta preparación y por la originalidad y la valentía de sus juicios.

Carecía de títulos académicos, pero no los necesitaba para hacer una figura airosa en cualquier parte en que se discutiese un  tema serio. Había estudiado solo, pero había estudiado mucho y con método. Siendo muy joven se dedicó a la enseñanza, y tal vez, por ser ésa la primera profesión que le proporcionó el sustento, fue, durante toda su vida, apasionado difundidor y propagador de la instrucción pública, y cuando llegó a puestos en que pudo llevar a la práctica sus ideas, su primera preocupación fue el fomento de la enseñanza.

Era de modestísimo origen, y con razón podía vanagloriarse de haberse levantado por su esfuerzo de su humilde condición, hasta llegar a la presidencia de la república.

Como escritor, fue también notable; si no por su forma, que era incorrecta, y que cuando no reflejaba intencional descuido, demostraba un rebuscamiento excesivo, por su originalísimo estilo, por la profundidad de sus pensamientos, por la rudeza con que, en ciertos momentos, exponía las más atrevidas ideas, y porque en todos sus escritos ponía de relieve su carácter dominante, tenaz, impetuoso y enérgico, y la exagerada conciencia que tenía de su propio valer.
Sus mejores obras son, sin duda, Recuerdos de provincia y Facundo.

No había en Sarmiento nada que se ajustase a la norma común: sus facciones eran el reflejo fiel de su interior. Todo era en él desmesurado: sus afectos, sus virtudes, sus méritos, su talento, sus defectos y sus pasiones.

Era hombre que valía mucho, sin la menor duda; pero él estaba persuadido de que valía muchísimo más; se creía un genio, y lo decía sin el menor empacho.

Al actuar en política, cuando encontró un obstáculo en su camino, y para suprimirlo halló que el medio más rápido era el crimen, no vaciló un momento y lo suprimió. Benavides, Virasoro, el Chacho, dicen bien a las claras que ese hombre que, en el fondo era cultísimo y sincero, amante –cuando su espíritu estaba sereno- de lo justo, de lo bueno y de lo humano, arrastrado por la pasión, no se detenía ante el asesinato ni ante actos de suprema barbarie, como la exhibición de la cabeza del Chacho en la punta de una pica, en la plaza de Olta.

Siempre que le tocó reprimir una revuelta, fue inexorable, y mostró ser duro de entrañas.

Sin embargo, la República le debe inmensos servicios. Puestos en una balanza sus actos buenos y malos, es indudable que los primeros pesan más que los segundos. Entusiasta amante de todo progreso, hizo avanzar a la República, como ningún otro presidente. (…)

Ese gobierno, sin embargo, que tanto hizo y tanto dejó trazado, puede decirse que no disfrutó de tranquilidad un solo momento.

http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/organizacion_nacional/sarmiento_segun_vicente_fidel_lopez.php