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domingo, 6 de octubre de 2013

Orígenes intelectuales del batllismo: José Batlle y Ordóñez escribe sobre entes del Estado y participación obrera


Las actividades industriales del Estado no deben ser fuente de oro sino de abaratamiento de bienestar. A aquellas actividades que tiendan a combatir causas de desmejoramiento humano como las que se relacionan con el alcohol y el tabaco, se les pueden pedir rendimientos monetarios, más no así a los servicios públicos de crédito, previsión, consumo, transportes, etc. cuyo mayor rendimiento consiste en la bondad y en la baratura de los servicios- una vez lograda la consolidación definitiva- que es un bien general. Encarézcase en buena hora el consumo  el consumo de bebidas alcohólicas y de tabaco que el encarecimiento significa reducción del consumo y, por lo tanto, mayor salud, pero procuremos abaratar y facilitar los otros servicios públicos en lugar de cercenar las actividades restringiendo su acción. Los enemigos del industrialismo del Estado saben bien que esos recursos que pretenden extraer los Entes Autónomos están destinados a la consolidación y al progreso, al rápido crecimiento de las instituciones que los poseen(El Día, 30 de junio de 1923)
La tendencia al desarrollo de las Empresas industriales del Estado es una característica de la época actual. Ella obedece fundamentalmente a tres causas. En primer término una causa fiscal que radica en la necesidad de hallar nuevos recursos para proveer a los gastos cada vez más crecientes que reclama el progreso de la nación. En segundo lugar una causa social que tienda a poner freno a las ganancias sin tasa del capitalismo, cuyos dividendos y beneficios se obtienen a base del dinero del pueblo. Por último una causa política que consiste en la necesidad ineludible en las organizaciones democráticas, el vincular lo más estrechamente posible, en todos los aspectos de la actividad social, al Estado con la masa de la Nación de que es aquél expresión jurídica(...) El Estado llegará hasta sufrir pérdidas con el propósito de beneficiar al productor, facilitándole la colocación de sus productos en el mercado donde haya mayor demanda de ellos(El Día, 30 de junio de 1923)
Los méritos de la participación como principio ordenador del contrato de trabajo pueden resumirse sintéticamente en breves palabras. En primer lugar crea una deseable y estrecha vinculación entre el capital y el trabajo, mostrando con hechos concretos que no hay razón para que ambos estén divididos y en pugna, sino que al contrario, ambos deben colaborar en íntima comunión de esfuerzos en la actividad productora del organismo social. El concepto de la lucha del capital y el trabajo debe dar lugar, cuando se haga estricta gestión distributiva a un nuevo y más elevado concepto: el de la solidaria cooperación de ambos elementos en la vida de la humanidad(...) el salario es el precio mínimo de un trabajo realizado y, por consecuencia no se puede bajar de él a ningún título. Cuando no hayan beneficios no habrá participación obrera pero no se puede ir más allá. Capital y trabajo son factores igualmente importante de la producción, y la mejor prueba de ello es que, sin el trabajo, el capital nada daría, o a lo sumo arrojaría un simple interés, siempre inferior a las ganancias que se obtienen dedicando el mismo capital a una actividad industrial. Fuera de esto el mismo proyecto de intervención directa, en la marcha y administración de las empresas públicas no solo a los obreros de ellas, sino también a sus clientes y consumidores haciendo que unos y otros estén representados en los directorios de dichas Empresas con lo cual se atribuye a éstas un carácter que les asemeja a verdaderas cooperativas de producción.(El Día, 10 de noviembre de 1923)

Ver:
El Dia ediciones del 30 de junio de 1923 y 10 de noviembre de 1923.

sábado, 5 de octubre de 2013

Orígenes intelectuales del batllismo: la lucha política entre reformistas y conservadores. Por González Conzi y Giudici.


La tradición del Partido Colorado es de libertad y de justicia. Sustento estos principios en la Defensa; combatió por ellos, con Venancio Flores, contra los enemigos de adentro y de afuera, fueron sus hombres los que más rudamente atacaron las tiranías. La constante adaptación a las necesidades de cada momento de la vida nacional; la continua renovación de sus valores históricos e ideológicos, completan su tradición. Esta podría definirse así: adaptación incesante del concepto tradicional - libertad y justicia- a las necesidades de cada época.
El batllismo, que es el verdadero Partido Colorado, tiene, pues, esa tradición. Nació luchando por la libertad, y su gran obra realizada y sus propósitos bien definidos del presente se apoyan en aquellas tendencias tradicionales para establecer el nuevo régimen en el que, total y definitivamente triunfen la libertad y la justicia.
Es el batllismo quien mantiene firmemente la tradición colorada porque, obedeciendo a la ley histórica del Partido, realiza una revisión completa de los valores para establecer la libertad de los oprimidos y la justicia para todos, acomodando su acción política a los reclamos de la hora presente.
La tradición de libertad y justicia vincula, pues, a todos los batllistas, ya que la acción del Partido- como lo dice su programa- se apoya en esas tendencias históricas, en general. No puede originar divisiones, por lo tanto, aquellos que debe ser razón de estrecha solidaridad. Cada afiliado está en el perfecto derecho de criticar uno o más hechos históricos del Partido, si a su juicio ellos contrariaron la justicia o la libertad. Más aún; siempre que un afiliado se apoye en los principios tradicionales de libertad y justicia puede atacar casi totalmente el pasado del Partido. Demostrará  ser así más tradicionalista que los que aceptaren en toda su integridad aquel pasado, sin haberlo sometido a examen.(...)Batlle que es el que más ha hecho en la República por la libertad y la justicia es por eso el más tradicionalista de los Colorados. Y las generaciones venideras que inspirándose en Batlle y siguiendo su ejemplo den termino a la obra por él comenzada serán la síntesis misma de la tradición del Partido Colorado, implantando un régimen social en el que reinarán sin trabas la libertad y la justicia : " Sostener que un pueblo debe luchar por establecer la justicia y la libertad entre los elementos componentes y sostener que no debe luchar y prepararse para luchar en defensa de esa misma justicia y de esa misma libertad, es sencillamente absurdo"(El Día, 5 de mayo de 1917) El batllismo aspira a implantar en la República el sufragio universal absoluto. Considera que el reformismo, y sólo el reformismo puede ser la palanca capaz de remover el actual sistema de organización social, fundado en el privilegio.
Enemigo de los métodos violentos, adversario irreductible de todo procedimiento revolucionario, el batllismo considera que no solo " es más eficaz el voto que el tiro o la pedrada en la calle" sino que ve en el sufragio la manera única de alcanzar la implantación del nuevo régimen de justicia y de libertad por el que lucha.
La ignorancia y la pasión forma todavía una fuerte alianza reaccionaria. Y aplazan, necesariamente la solución final que el batllismo persigue. Entretanto hay que " ir realizando ideas cada vez más avanzadas en la medida de lo posible" El batllismo debe hacer llegar a todos su programa de realizaciones inmediatas. Las masas populares perciben con más claridad y persiguen con más intensidad las reformas de posible realización a corto término. Y en nuestro ambiente los hombres de pueblo muestran en general poca aptitud para apreciar reformas a largo término.
La acción del batllismo es progresiva. La vía legislativa es la que utiliza para realizar conquistas tras conquistas. Gracias a la política de partido, que Batlle impuso, el batllismo asegura una acción efectiva y eficaz. Pero para dar verdadera fuerza a esta práctica y acción el programa deberá cumplirse. Progresivametne los legisladores, simples ejecutores de la voluntad del pueblo, irán realizando conquista  tras conquista. Para realizar sus fines el batllismo integra a burgueses y a proletarios, con justicia y libertad para todos los hombres procedan de donde procedan. Por eso no hace un llamado excluyente a la clase obrera, aunque sus mayorías electorales están constituídas principalmente por proletarios que son las víctimas de los privilegios del presente, su arenga es  "hombres que amaís la libertad y la justicia, uníos"En mayo de 1917, mientras se asimilaban las consecuencias de la derrota electoral del Colegiado, El Día, comienza a publicar una polémica que va a extenderse durante tres meses, entre José Batlle y Ordóñez y el Secretario General del Partido Socialista del Uruguay, Celestino Mibelli. Es importante esta polémica porque Batlle define sus diferencias con el socialismo marxista.. Por otro lado los argumentos de Mibelli ocurren a poco de ocurrida la Revolución Rusa que tendrá como consecuencia la división del Socialismo en nuestro país. En 1913 Batlle había vinculado la campaña en favor de sus apuntes colegialistas con el voto pro-colegiado de los obreros, y su argumento era que los que eran socialistas en otros países debían ser  colorados en Uruguay. Era, según Batlle, el único partido que podía realizar las mejoras de la calidad de vida del trabajador y que la postura socialista era utópica y soñadora. Ante la pregunta de Pedro Manini Ríos de " ¿Somos colorados o somos socialistas?" Domingo Arena, en una entrevista realizada por el Diario Socialista "La Vanguardia", sostuvo que "somos socialistas sin programa". Luego en El Día sostuvo que no había entre colorados y socialistas una oposición frontal de principios debido a que el Partido Colorado realizaba lo que los socialistas programaban..
Celestino Mibelli conocía desde dentro al batllismo incipiente, había trabajado durante ocho años en El Día. La política de Balle sobre el producto periodístico era cobrar multas en caso de errores en la compaginación o en las faltas de redacción. Celestino realizó mal un trabajo y se le  multó con un peso de su salario, al argumentar que eso era un robo fue despedido, el sostendría desde otras tribunas que en realidad fue despedido por su forma de pensar. El 30 de julio de 1916 Mibelli y Frugoni fueron electos como constituyentes socialistas. En 1919 es electo diputado socialista por Montevideo. Al dividirse el socialismo, Mibelli es uno de los fundadores del Partido Comunista del Uruguay, siendo dos veces diputado por ese partido. En 1927 fue expulsado del Partido Comunista, dirigido de forma ortodoxa por Eugenio Gómez.
La polémica con Batlle en 1917 fue muy importante para él, le permitió hacer publicidad socialista en el medio más fuerte de ese entonces y contra los conceptos del dos veces presidente José Batlle y Ordóñez que era, además, uno de los mejores polemistas de ese entonces.
Mibelli sostenía, 1917, que los capitalistas hacía guerras para ganar mercados y obligaban a los trabajadores, que eran el 90% de la población a morir en ese objetivo y argumentaba:" Sean uruguayos o turcos, ingleses o chinos(...)la organización capitalista ha separado a los habitantes de cada nación en dos clases...que no tiene ni intereses, ni pasiones, ni sentimientos solidarios y armónicos. Por el contrario se consideran enemigos. Y lo son en realidad"(...)Unos viven merced al salario y los otros del suelo, las máquinas, los medios de transporte..." En definitiva la raíz del mal estaba en la propiedad y propone Mibelli la fusión de estos grupos diferenciados en una nueva organización social sin patrones ni asalariados.
Batlle sostiene por el contrario que " Lo que entendemos nosotros es que la sociedad, gran familia, debe asegurar a cada uno de sus miembros los medios necesarios de subsistencia, al fuerte,al entendido y al diligente como al débil, el ignorante y el perezoso, de tal modo que en todo momento pueda cada hombre tener la fuerza, la salud y el tiempo necesario para darse una dirección en la vida sin que se vea forzado a someterse por la miseria y completar esta base de acción de cada individuo con todas las instituciones tendientes a difundir los conocimientos...."(...)" Y habiendo en todas las clases ciudadanos numerosos que aceptarían las ideas de justicia (...) no es la lucha de intereses, que rebajará moralmente a todos la que debe entablarse, sino la de las ideas que convence y enaltece." 
Finalmente Batlle sostiene que en el Uruguay no se realiza lucha de clases y que la divergencia de opinión con el Sr. Mibelli " es que el piensa que la lucha política debe entablarse entre aquellas dos primeras clases: la acomodada y la proletaria; y nosotros creemos que debe establecerse entra las dos últimas: la reformistas y la conservadora"
En resumen se discute sobre un país de clases medias en el cual los ricos fueran menos ricos para que los pobres fueran menos pobres y los mecanismos para lograrlo: Reforma o Revolución.
"Hemos dicho siempre que no consideramos que los bienes de que el hombre puede disponer están repartidos con justicia. De esto se deduce que hay dos clases de hombres: los que tiene más de lo que les corresponde y los que tiene menos. Hemos reconocido, pues, este conflicto. Lo que hemos negado es que la desigualdad sea deliberada y obra de la voluntad inmoral de los que poseen más. La hemos atribuido a la dificultad de hacer una justa distribución. Hemos negado asimismo que la manera de hacer bien esa distribución sea la enemistad de las clases y de sus luchas. Esto no destruiría la injusticia. La agrandaría. La clase vencedora se quedaría con cuanto pertenecía a la vencida.
El remedio esta en la demostración de lo que debe hacerse y luchar para que se realice sin rechazar concurso alguno bien intencionado. Lo que hemos afirmado y demostrado es que las sociedades no se dividen en dos clases enemigas, perfectamente definidas y separadas, entre las cuales no pueda haber más relación de sentimiento que el odio, ya que la una solo se preocupa de explotar a la otra. Hicimos notar además que , entre el extremo de la clase capitalista y el de la clase obrera, hay una escala casi infinita de posiciones ocupadas por personas que no se consideran explotadoras ni explotadas. Lo que se quería demostrar es que entre la clase capitalista y la obrera hay una escala de situaciones ocupadas por personas de las que no se podría decir que pertenecen a una u otra clase"(El Día, 3 de junio de 1917)

Ver:
González Conzi, Efraín, Guidici, Roberto. "Batlle y el batllismo" 2da. edición. Editorial Medina, Montevideo, 1959. Páginas 375-391.