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sábado, 20 de agosto de 2016

El batllismo y el Estado: El crecimiento desde lo social.


A lo largo de las décadas del 30 y del 40 se debatía intensamente dentro del Partido Colorado. Sea a favor o en contra del Golpe de Estado del Dr. Gabriel Terra o los alcances estratégicos de las empresas públicas o el rol del Estado. Era un momento en el que se integraban sin complejos técnicos especializados al Estado.  Durante el terrismo el Estado uruguayo profundizó radicalmente sus mecanismos de regulación aumentando su capacidad técnica. A partir de 1931 se establece el Contralor de Cambios, antecedente del Contralor de Exportaciones e Importaciones en 1941 con el rol estratégico de llevar adelante la promoción industrial. En 1931 se establece la ANCAP, en 1935 se realizó una profunda reestructura del BROU llevándolo al rol de Banco Central al desarrollar y perfeccionar su departamento de emisión. Tomás Berreta y el Ing. José Luis Buzzetti publican en octubre de 1946 el libro  “Esquema de un planeamiento económico y social” sostenían en su trabajo la necesidad de planificar para orientar el ritmo del progreso en aras de un mejoramiento social y “ esta planificación ha de alcanzar objetivos económicos y sociales, a través de planes industriales, agrario, de obras pública, saludo pública y vivienda, régimen monetario, fomento de la instrucción pública, nacionalización de los servicios públicos(…) La iniciativa privada debe y puede desenvolverse paralelamente a esta planificación” Posteriormente bajo la conducción del neobatllismo desde el Poder Ejecutivo a través de su ministro de Economía, Nilo Berchesi se desarrolló un complejo sistema de planificación integrado por distintos organismos: 1) Consejo de la Economía Nacional previsto desde la Constitución de 1934. 2) Oficina Nacional de Planificación como órgano asesor del Poder Ejecutivo. 3) Comisiones de Planificación.  En este momento comienza a diluirse la estrecha relación entre los técnicos y los políticos. Y en definitiva comienza a debilitarse la capacidad técnica del Estado.
Históricamente el rol del Estado era y es el suporte ideológico del batllismo. El desarrollo de las capacidades del Estado se asocia con la capacidad que tiene el País y la defensa del interés nacional frente al capital extranjero. De allí viene la protección a los sectores populares frente a la deshumanización capitalista. La Instalación de numerosas empresas y servicios públicos llevaron al Estado a tener la capacidad de control de actividades estratégicas para el país: economía, finanzas, transportes, comunicaciones y energía. En un informe sobre el “capitalismo de Estado” ( The Economist 2002) se aggiorna la visión histórica del batllismo en la relación empresas estratégicas-Estado. En ese artículo hace referencia a empresas públicas o públicas controladas por el Estado. Y como conclusión afirma que de las 200 compañías más grandes del mundo, el 10% son de propiedad de diferentes Estados.
En la mayoría de las ocasiones, cuando el Estado utiliza la palabra innovación lo hace  con esquemas oxidados y anclados a comienzos del Siglo XX. Se repiten discursos que recetan soluciones para las empresas pero sin aplicarlo en el propio Estado.. O bien se reparten subvenciones y cargos sin ningún impacto significativo más que el efímero clientelismo político. Siguiendo el trabajo dirigido por el Dr. Gerardo Caetano en la obra “ la provocación del Futuro” queda claro que el Estado debe reforzar y fortalecer su capacidad de aprendizaje y cooperación entre las diferentes instituciones que lo componen, fortalecer sus mecanismos de rendición de cuentas, los procesos de contratación de funcionarios. Es en este contexto que se desarrolló en la visión del batllismo con énfasis en la modernización con eje estratégico en el Estado y las empresas públicas. El Estado es el gran protagonista del batllismo como agente económico y como regulador. Las políticas sectoriales tuvieron un rol trascendente. Se puso el eje en las políticas sociales y en los derechos de los trabajadores promoviendo el intervencionismo cuyo ejemplo más concreto fue la política de nacionalizaciones y estatizaciones. Para el siglo XXI el desafío del batllismo es ser fiel a sus principios  de que una idea genera otra  y una reforma antecede a otra buscando adelantarse a los requerimientos de la sociedad y del progreso.
Siempre se ha discutido el modelo batllista de desarrollo desarrollado entre 1911 y 1930 en el cual el debate entre la diversificación productiva, proyectada y con éxitos relativos, o  la construcción de un modelo urbano con servicios y  desarrollo fuerte del sector público.  Se puede afirmar que el modelo batllista apuntaba a tres objetivos: modernizar y diversificar la estructura de producción con énfasis en la industria y la expansión de un modelo agrícola. Se debía, entonces, desarrollar el mercado interno generando un buen entorno de bienestar social y nacionalizar la economía para reducir los riesgos de la dependencia extranjera y sus crisis y euforias cíclicas. La retención de la mayoría de los recursos del país van de la mano de que las compañías extranjeras reduzcan su accionar siendo sustituidas por empresas del Estado. Finalmente redistribuir los ingresos elevando el poder adquisitivo de la población y universalización el acceso de la población a bienes y servicios.
Desde el punto de vista económico el batllismo planteaba:
1) Modernización de la ganadería y expansión de la agricultura de forma combinada.
2) Desarrollo de la industria manufacturera nacional sustituyendo las importaciones.
3) Expansión de servicios en las finanzas, los transportes, comunicaciones, turismo, enseñanza y salud.
4) El incremento de la participación del Estado en los aspectos productivos y comerciales.
5) Reforma fiscal con el objetivo de estabilizar y aumentar la recaudación del Estado con el objetivo  de una mejor redistribución. También desconcentra la propiedad de la tierra. (georgismo)
Siguiendo a Benjamin Nahum el Estado para el primer batllismo tenía estos componentes: “La idea básica era que el Estado representaba a toda la sociedad y por encontrarse por encima de todas las clases sociales debía no solo arbitrar sus disputas, sino también impulsar su progreso mediante un crecimiento sostenido de la economía. Esa finalidad social era lo que daba derecho al Estado para -invadir- el campo de la actividad económica privada, desde que - el interés general- era superior al particular de las empresas”. El propio ministro José Serrato sostenía en 1911 que “ los monopolios constituirán un poderoso recurso fiscal a fin de que las cargas nuevas no contribuyan a hacer más desigual la distribución de la riqueza”

Entre 1920  y1921 el Uruguay enfrentó la fuerte caída de los precios internacionales y en especial el de la lana, cae la faena en los mataderos, lo que originó desocupación y perdidas salariales, pero entre 1920 y 1930 se retornó al crecimiento económico lo que mostró que el modelo de desarrollo del poder del Estado asignándole un rol en el proceso económico y social era todavía viable.  Fue un proceso de reforma política pacífica, basado en el apoyo de grupos sociales interesados en contar con un gobierno eficiente y no corrupto sostenido en la modernización mediante el crecimiento económico, división del trabajo. La industrialización incipiente trajo la urbanización y esta exigió mejoras en los niveles educativos y de formación ciudadana. La consecuencia fueron nuevos actores sociales separados de la sociedad agrícola y el desarrollo político. El problema latente será la relación entre el desarrollo político y el fantasma del clientelismo y la corrupción.
Corresponde ahora hacer referencia a Francis Fukuyama en su obra “Origen y decadencia de la política” (Deusto, 2015, pág. 261) que cita a Ernest Gellner: “ Una sociedad que vive para el crecimiento tiene que pagar necesariamente un determinado precio . El precio del crecimiento es la innovación permanente. La innovación permanente a su vez, presupone una incesante movilidad ocupacional, tanto entre generaciones como en ocasiones, en el curso de una vida(…) el perfil general de una sociedad moderna es ser alfabetizada, con movilidad social, con cultura compartida, homogénea, trasmitida por la alfabetización e inculcada desde la escuela…” Ese fue el Modelo batllista de desarrollo, y debe ser el motor ideológico en el siglo XXI.


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