martes, 30 de octubre de 2012
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Vida intelectual de la Argentina de fines del
siglo XIX y comienzos del XX.
Un balance historiográfico
•♦
Paula Bruno*historiapolitica.com/datos/boletin/Polhis9_BRUNO.pdf
siglo XIX y comienzos del XX.
Un balance historiográfico
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lunes, 29 de octubre de 2012
sábado, 27 de octubre de 2012
"Escribía en abril de 1950 Enrique Rodríguez Fabregat hijo, durante el gobierno de Francisco Vidal ante el pasaje de los restos del Libertador San Martín lo siguiente:
“MI país la República Oriental del Uruguay ha tenido siempre especial veneración por la figura del Libertador San Martín. Veneración que este año se traducirá seguramente, en forma expresiva, al cumplirse el primer centenario de su tránsito definitivo.
Como pruebas materiales de lo que afirmamos, tenemos que una larga avenida montevideana lleva su nombre preclaro; también lo luce una escuela pública, y dentro de pocos meses será inaugurado con toda solemnidad el monumento que perpetuará en el espíritu de los orientales las legendarias hazañas del vencedor de Maipo y San Lorenzo.
No fue el Libertador soldado del ejército del Uruguay; pero lo fue, infatigable del ejército de las libertades, y en sus filas no se conocen fronteras.
Además muchos hombres nacidos en mi patria lucharon y padecieron junto a él en sus eternos sueños emancipadores, motivo éste que obligaría, de por sí, a la admiración del Héroe. Recordemos al pasar, encabezando esa legión, a Enrique Martínez, Ventura Alegre, Ramón Anador, Hilarión de la Quintana, y Eugenio Garzón.
Del cancionero del Libertador San Martín, recordamos algunas coplas.
COPLAS
Al sonido del clarín,Relumbraron los aceros:Nos hicimos granaderosDe José de San Martín.
EPITAFIO A LOS VENCEDORES DE MAIPO
No es aquí donde yacen las cenizasDe los héroes chilenos y argentinosAquí viven gloriosas veneradasProduciendo el honor y el heroísmo.Nunca mueren los héroes, siempre viven.Sus hechos duran mientras hayan siglos.
DESPEDIDAS DE LAS CHILENAS AL EJERCITO LIBERTADOR
Ciudadanos ¿Qué os falta?Por nuestra parte nada,No hay cosa reservaday tan bizarra acción Las joyas los adornos Y el anillo querido De todo desprendido Se encuentra el corazón Si, patriota marchad...
Hermosuras de Lima Nobles y generosas Recibid obsequiosas A los hijos del valor Otro mérito no hallen Ante esos ojos bellos Que el que se ganen ellos Venciendo al opresor.Si valientes... ¡marchad!
Mil millones de pueblos Que se irán sucediendo Y los que están oyendo Este tan tierno adiós Tienen fijos los ojos En los libertadores:Id pues y vencedores Ganad mi admiración.¡Adiós!... ¡adiós!... ¡Marchad!
CIELITO DE MAIPO
El cielo de las victoriasVamos al cielo paisanos Porque cantando el cielitoSomos más americanos.
CIELITO DE MAIPÚ
Cielito, cielo que sí Americanos, unión y díganle al rey Fernando que mande otra expedición.
¡Viva nuestra Libertad Y el general San Martín Y publíquelo la fama Con su sonoro clarín!
El himno argentino también guarda en sus estrofas la gesta emancipadora, donde se exaltan los triunfos orientales.
“El valiente argentino a las armas Corre ardiente con brío y valo rEl clarín de la guerra cual truen oEn los campos del Sud resonó Buenos Aires se pone a la frente De los pueblos de incita Unión,Y con brazos robustos desgarran Al Ibérico altivo león.
Sean eternos los laureles Que supimos conseguir Coronados de gloria vivamos O juremos con gloria morir.
San José, San Lorenzo, Suipacha,Ambas Piedras, Salta Tucumán,La Colonia y las mismas murallas Del tirano en la Banda Oriental,Son letreros eternos que dicen:Aquí el brazo argentino triunfó Aquí el fiero opresor de la Patria Su cerviz orgullosa dobló."
miércoles, 24 de octubre de 2012
Dignidad en medio de la Infamia:Lisandro de la Torre
Por Felipe Pigna
No todo era infamia en aquella década del 30. Hubo quienes se opusieron decididamente a que la historia diga que nadie levantó la voz, que todos toleraron por igual aquel régimen fraudulento, represivo y corrupto inaugurado por el golpe de Uriburu y continuado por su colega el general Agustín P. Justo. Hubo quienes, a riesgo de su vida denunciaron valientemente lo que se estaba haciendo con el país, cómo se lo estaba hipotecando y cómo se le estaba marcando un rumbo dependiente y servil en beneficio de los intereses extranjeros asociados a una ínfima minoría y detrimento del resto. En aquella época de miseria, desocupación, de ninguneo del pueblo y de “fraude patriótico” como llamaban los dueños del poder a su persistente práctica electoral, argumentando que trampeaban las elecciones para salvar a la patria de la chusma radical o socialista, hubo un movimiento obrero combativo que comenzó a recuperarse y a combatir el modelo económico y social vigente y hubo personalidades políticas de la talla de don Lisandro de la Torre que desde el Senado de la Nación denunció al riñón del poder dejando a la luz sus negociados más escandalosos. La piedra de toque fue el Pacto Roca Runciman, firmado por el vicepresidente argentino, el hijo del “conquistador del desierto” en Londres el 1 de mayo de 1933. La histeria que había dominado a la clase dirigente argentina tras la firma del Pacto de Otawa entre Gran Bretaña, sus colonia y ex colonias, que reducía notablemente la cuota de compra de carne argentina, la llevó a aceptar concesiones lindante con la deshonra y transmitir a la sociedad de la época y la historia la inexacta versión de que no había otra alternativa que someterse a los designios de su Graciosa Majestad. De la Torre denunció el Pacto en estos términos:"El gobierno inglés le dice al gobierno argentino no le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros. En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tiene cada uno su cuota de importación de carnes y la administran ellos. " .
Un notable historiador inglés señala el perjuicio causado a la Argentina por la firma del pacto del coloniaje como lo llamó Jauretche: “Hasta la firma del pacto Roca-Runciman, la industria argentina de alimentos y materias primas era la más competitiva del mundo. Había demostrado repetidamente su capacidad para superar todas las grandes crisis mediante el aumento de la producción. Pero en 1932 Inglaterra siguió por un camino equivocado y la Argentina se prestó a ello. (…) No es cierto que la Argentina no tuviera alternativas. Si los intereses dominantes del país hubiesen levantado los ojos de la perspectiva inmediata, podrían haber visto las alternativas a lo que de hecho hicieron: una campaña en pos de nuevos mercados; un esfuerzo decidido para atraer capitales a la industria y para mejorar la infraestructura, con miras a reducir sus costos de producción y abrir el camino a nuevos mercados.”
Nada de esto se hizo y el pacto benefició a un pequeñísimo grupo de criadores invernadores vinculados al gobierno y a unos pocos frigoríficos extranjeros y perjudicó notablemente a miles de pequeños y medianos productores agropecuarios y los frigoríficos de capital nacional.
Lisandro, tomando las demandas de estos sectores y en defensa de los intereses nacionales comenzó una prolija investigación sobre el negocio de la carne en nuestro país y comenzó a denunciar en el Senado al frigorífico Anglo por evasión impositiva y explicarle al país el entramado de la corrupción que implicaba directamente a funcionarios del presidente Justo. “Si en Estados Unidos, en Australia o en África del Sur, empresas extranjeras monopolizaran el comercio de carnes en esta forma, y despojaran a los productores de la mayor parte del fruto de su trabajo, creo, sin temor de exagerar, que verían muy pronto sus establecimientos destruidos. Y en cualquiera de esos países, si un ministro de Agricultura hiciera lo que hace el ministro nacionalista señor Duhau: entregar a los frigoríficos clandestinamente la cuota que por un tratado internacional estaba destinada a los ganaderos argentinos, y mantener esa situación meses y meses, correría serios peligros personales..”
Tras una minuciosa investigación De la Torre había llegado a la conclusión de que el Frigorífico Anglo había incurrido en delitos contra el Estado, concretamente fraude y evasión impositiva, y que esa irregularidad había sido tolerada por los ministros Federico Pinedo de Hacienda y Luis Duhau de Agricultura que concurrieron al Senado ante el requerimiento del senador santafecino. Las barras estaban llenas de gentes del pueblo que iban a apoyar al valiente democrata-progresista. En plena sesión el ministro Duhau amenazó públicamente a De la Torre diciéndole: “¡Ya pagará todo esto el señor senador punto por punto!... ¡Ya pagará bien caro todas las afirmaciones que ha hecho!” . Pero lo increíble, lo que nunca se había visto en el recinto de ningún senado del mundo estaba por llegar. El 23 de julio de 1935, mientras Lisandro seguía despejando todas las dudas sobre la complicidad del gobierno en general y los ministros en particular con el negociado de las carnes cuando, según el relato del diario La Prensa, en un momento de su alocución Lisandro fue empujado por el ministro Duhau y cayó al piso al ver lo que había provocado escapó de la escena cayendo él también al piso. Se produjo un griterío y que fue acallado de pronto por el sonido de disparos que dieron de pleno en Enzo Bordabehere el compañero de De la Torre, el senador electo por Santa Fe, quien había tratado de interponerse entre don Lisandro y su atacante.
El atacante comenzó a huir pero fue detenido por el agente de policía Cofone quien lo entregó al subcomisario Florio que dispuso su inmediato traslado al departamento central de Policía. Allí fue reconocido inmediatamente por los Palacios y Cantón, y se pudo entonces identificarlo: su nombre era Ramón Valdéz Cora, tenía 42 años y había sido comisario de Vicente López. Su foja de servicios no lo dejaba muy bien parado: había sido procesado por estafas reiteradas, extorsión a prostitutas y falsificación de documentos. Era “mano de obra ocupada” por el Partido Demócrata (que era el curioso nombre que se daba entre nosotros el partido conservador), y un hombre de confianza del señor ministro de Agricultura Luis Duhau.
Al prestar declaración ante el Juez Miguel Jantus, Valdez Cora reconoció la autoría del atentado que le costó la vida e Enzo Bordabehere. Nada dijo de los autores intelectuales del crimen, pero señaló que actuó al ver que eran agredidos “sus amigos políticos”.Fue condenado a 20 años de prisión pero quedó en libertad en 1953 por “buena conducta”. Los instigadores y responsables directos del crimen, como correspondía a gente de su “alcurnia y prestigio” gozaron de la más absoluta impunidad judicial y gozan de cierta impunidad histórica otorgada por aquellos que necesitan que olvidemos el episodio porque es una foto nítida de aquella desgraciada década infame y de aquella clase dirigente argentina.
Al mediodía del 5 de enero de 1939, dos años después de haber renunciado a su banca de senador, quizás recordando a su admirado Leandro Alem, puso fin a su vida disparándose un balazo al corazón.
Por Felipe Pigna
No todo era infamia en aquella década del 30. Hubo quienes se opusieron decididamente a que la historia diga que nadie levantó la voz, que todos toleraron por igual aquel régimen fraudulento, represivo y corrupto inaugurado por el golpe de Uriburu y continuado por su colega el general Agustín P. Justo. Hubo quienes, a riesgo de su vida denunciaron valientemente lo que se estaba haciendo con el país, cómo se lo estaba hipotecando y cómo se le estaba marcando un rumbo dependiente y servil en beneficio de los intereses extranjeros asociados a una ínfima minoría y detrimento del resto. En aquella época de miseria, desocupación, de ninguneo del pueblo y de “fraude patriótico” como llamaban los dueños del poder a su persistente práctica electoral, argumentando que trampeaban las elecciones para salvar a la patria de la chusma radical o socialista, hubo un movimiento obrero combativo que comenzó a recuperarse y a combatir el modelo económico y social vigente y hubo personalidades políticas de la talla de don Lisandro de la Torre que desde el Senado de la Nación denunció al riñón del poder dejando a la luz sus negociados más escandalosos. La piedra de toque fue el Pacto Roca Runciman, firmado por el vicepresidente argentino, el hijo del “conquistador del desierto” en Londres el 1 de mayo de 1933. La histeria que había dominado a la clase dirigente argentina tras la firma del Pacto de Otawa entre Gran Bretaña, sus colonia y ex colonias, que reducía notablemente la cuota de compra de carne argentina, la llevó a aceptar concesiones lindante con la deshonra y transmitir a la sociedad de la época y la historia la inexacta versión de que no había otra alternativa que someterse a los designios de su Graciosa Majestad. De la Torre denunció el Pacto en estos términos:"El gobierno inglés le dice al gobierno argentino no le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros. En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tiene cada uno su cuota de importación de carnes y la administran ellos. " .
Un notable historiador inglés señala el perjuicio causado a la Argentina por la firma del pacto del coloniaje como lo llamó Jauretche: “Hasta la firma del pacto Roca-Runciman, la industria argentina de alimentos y materias primas era la más competitiva del mundo. Había demostrado repetidamente su capacidad para superar todas las grandes crisis mediante el aumento de la producción. Pero en 1932 Inglaterra siguió por un camino equivocado y la Argentina se prestó a ello. (…) No es cierto que la Argentina no tuviera alternativas. Si los intereses dominantes del país hubiesen levantado los ojos de la perspectiva inmediata, podrían haber visto las alternativas a lo que de hecho hicieron: una campaña en pos de nuevos mercados; un esfuerzo decidido para atraer capitales a la industria y para mejorar la infraestructura, con miras a reducir sus costos de producción y abrir el camino a nuevos mercados.”
Nada de esto se hizo y el pacto benefició a un pequeñísimo grupo de criadores invernadores vinculados al gobierno y a unos pocos frigoríficos extranjeros y perjudicó notablemente a miles de pequeños y medianos productores agropecuarios y los frigoríficos de capital nacional.
Lisandro, tomando las demandas de estos sectores y en defensa de los intereses nacionales comenzó una prolija investigación sobre el negocio de la carne en nuestro país y comenzó a denunciar en el Senado al frigorífico Anglo por evasión impositiva y explicarle al país el entramado de la corrupción que implicaba directamente a funcionarios del presidente Justo. “Si en Estados Unidos, en Australia o en África del Sur, empresas extranjeras monopolizaran el comercio de carnes en esta forma, y despojaran a los productores de la mayor parte del fruto de su trabajo, creo, sin temor de exagerar, que verían muy pronto sus establecimientos destruidos. Y en cualquiera de esos países, si un ministro de Agricultura hiciera lo que hace el ministro nacionalista señor Duhau: entregar a los frigoríficos clandestinamente la cuota que por un tratado internacional estaba destinada a los ganaderos argentinos, y mantener esa situación meses y meses, correría serios peligros personales..”
Tras una minuciosa investigación De la Torre había llegado a la conclusión de que el Frigorífico Anglo había incurrido en delitos contra el Estado, concretamente fraude y evasión impositiva, y que esa irregularidad había sido tolerada por los ministros Federico Pinedo de Hacienda y Luis Duhau de Agricultura que concurrieron al Senado ante el requerimiento del senador santafecino. Las barras estaban llenas de gentes del pueblo que iban a apoyar al valiente democrata-progresista. En plena sesión el ministro Duhau amenazó públicamente a De la Torre diciéndole: “¡Ya pagará todo esto el señor senador punto por punto!... ¡Ya pagará bien caro todas las afirmaciones que ha hecho!” . Pero lo increíble, lo que nunca se había visto en el recinto de ningún senado del mundo estaba por llegar. El 23 de julio de 1935, mientras Lisandro seguía despejando todas las dudas sobre la complicidad del gobierno en general y los ministros en particular con el negociado de las carnes cuando, según el relato del diario La Prensa, en un momento de su alocución Lisandro fue empujado por el ministro Duhau y cayó al piso al ver lo que había provocado escapó de la escena cayendo él también al piso. Se produjo un griterío y que fue acallado de pronto por el sonido de disparos que dieron de pleno en Enzo Bordabehere el compañero de De la Torre, el senador electo por Santa Fe, quien había tratado de interponerse entre don Lisandro y su atacante.
El atacante comenzó a huir pero fue detenido por el agente de policía Cofone quien lo entregó al subcomisario Florio que dispuso su inmediato traslado al departamento central de Policía. Allí fue reconocido inmediatamente por los Palacios y Cantón, y se pudo entonces identificarlo: su nombre era Ramón Valdéz Cora, tenía 42 años y había sido comisario de Vicente López. Su foja de servicios no lo dejaba muy bien parado: había sido procesado por estafas reiteradas, extorsión a prostitutas y falsificación de documentos. Era “mano de obra ocupada” por el Partido Demócrata (que era el curioso nombre que se daba entre nosotros el partido conservador), y un hombre de confianza del señor ministro de Agricultura Luis Duhau.
Al prestar declaración ante el Juez Miguel Jantus, Valdez Cora reconoció la autoría del atentado que le costó la vida e Enzo Bordabehere. Nada dijo de los autores intelectuales del crimen, pero señaló que actuó al ver que eran agredidos “sus amigos políticos”.Fue condenado a 20 años de prisión pero quedó en libertad en 1953 por “buena conducta”. Los instigadores y responsables directos del crimen, como correspondía a gente de su “alcurnia y prestigio” gozaron de la más absoluta impunidad judicial y gozan de cierta impunidad histórica otorgada por aquellos que necesitan que olvidemos el episodio porque es una foto nítida de aquella desgraciada década infame y de aquella clase dirigente argentina.
Al mediodía del 5 de enero de 1939, dos años después de haber renunciado a su banca de senador, quizás recordando a su admirado Leandro Alem, puso fin a su vida disparándose un balazo al corazón.
creartehistoria: Presentación sobre la Ilustración (siglo XVIII)
creartehistoria: Presentación sobre la Ilustración (siglo XVIII): Breve presentación sobre las características de la Ilustración (siglo XVIII), sus principales representantes y postulados.De forma sintétic...
martes, 23 de octubre de 2012
La Política obrera durante el primer batllismo.
José Batlle y Ordóñez es uno de los primeros en la historia social de país que pide justicia para los sectores obreros. Su pensamiento de fines del siglo XIX con este tema no cambió en absoluto cuando llega al gobierno. Desde la presidencia declara su imparcialidad dentro de las luchas entre el trabajo y el capital y aconseja a los obreros a ser solidarios en la lucha y sostenía en El Día en noviembre de 1895: "Los problemas sociales ni siquiera merecen la atención de los políticos del viejo régimen. Finaliza el año 1895 y algunos gremios obrerors se declaran en huelga hartos de soportar horarios de trabajo que llegaban a diez y nueve horas. El proletariado comenzaba a organizarse en centros de resistencia a fin de luchar con mayor eficacia contra la opresión que los capitalistas ejercían y que la ley amparaba. En aquellos oscuros tiempos, de calamitosos gobiernos, la acción gremial del proletariado corría pareja con la acción pública del ciudadano. Este no hacía política. Y el gobierno era función trascendental a cargo de un círculo multicolor de privilegiados blancos, colorados y constitucionalistas y el obrero trabajaba mucho, dormía poco y ... a veces comía"(...)"Se ha comprobado que en los tranvías se trabaja duramente de quince horas diarias o más con lo cual no restan al empleado de esas empresas más que ocho o nueve horas que debe repartir entre el reposo y el cultivo a sus tendencias individuales y morales, de sus relaciones sociales, de sus relaciones de familia,etc. Se ha comprobado que en las panaderías se trabajan 19 horas diarias, lo cual debe considerarse en el obrero como un suicidio y en el patrón como un asesinato" El Día, diciembre de 1895. la democracia social es el ideal último del batllismo y parte de un momento en que la huelga era un acto contra la ley "era mirada como una sublevación por las autoridades policiales y en general por el poder público enemigo por naturaleza de las sublevaciones" El Día mismo artículo mencionado.
Sostiene Batlle en un editorial " Simpatizamos con las huelgas. Cuando una se produce y se produce bien, de una manera reflexiva, con probabilidades de éxito, con elementos de resistencia que ponen verdaderamente en jaque a los patrones, nos decimos: he ahí los débiles que se hacen fuertes y que, después de haber implorado justicia, la exigen. Y nos olvidamos de que estamos más bien enrolados, en el número de aquellos que para sentir como proletarios, y soñar con un estado político en el que la riqueza se halle mejor repartida y pasen de manera más equitativa que ahora, sobre grandes y chicos, las fatigas del trabajo social"El Día 3 de enero de 1896. La inercia legislativa era aliada de los intereses de los sectores patronales, era época de los contratos individuales laborales. Comienza entonces la democratización de la vinculación laboral. Batlle estimula la organización sindical :"La mayor dificultad que ha obstaculizado hasta ahora el arreglo de las cuestiones surgidas entre obreros y patrones ha sido la resistencia decidida, tenaz, airada, que estos últimos han puesto siempre a entenderse con las comisiones directivas que los centros, que los conjuntos de obreros nombran en su representación. No queremos dicen los patrones, tratar con esas comisiones, queremos tratar directamente con nuestros obreros, con nuestra gente, como hemos tratado hasta ahora.Diferentes razones para justificar lo injustificable"El Día 9 de enero de 1896. Se busca el adecuado equilibrio entre el capital y el trabajo para poder solucionar la cuestión social, el origen radicaba en la forma de producción y la forma de distribución de la ganancia, para el batllismo la ley será el mecanismo de regulación. Inmediatamente viene un complejo proceso que lleva a la jornada laboral de 8 horas. Pero eso merece un tratamiento exclusivo.
domingo, 21 de octubre de 2012
sábado, 20 de octubre de 2012
La Guerra del Paraguay
Por Felipe Pigna
La del Paraguay, llamada por Alberdi de la “Triple Infamia”, fue la primera guerra del Estado nacional unificado tras la derrota del interior en Pavón y en ella se estrenó el ejército que había hecho sus primeras armas apuntado contra los propios argentinos que habían osado oponerse al modelo centralista del puerto de Buenos Aires. Las campañas represivas de los coroneles de Mitre contra los montoneros del Chacho Peñaloza y Felipe Varela asolaron los llanos riojanos y catamarqueños, arrasando poblaciones enteras que intentaban una última defensa de sus artesanías y su forma de ganarse la vida ante la invasión de los productos importados.
La historia autodenominada “seria” nos enseñó que el Paraguay era la tierra del atraso gobernada por una monstruosa dinastía de dictadores. Para esa versión de los hechos, lo mejor que le podía pasar al Paraguay era la cruzada civilizadora de sus vecinos que le llevarían las ventajas del mundo moderno.
Uno de los “civilizadores”, el Brasil, era el último imperio esclavista de América, gobernado por una dinastía coronada. En él, la mayoría de la población no gozaba de los más elementales derechos humanos. En el Paraguay no había un solo esclavo, en Brasil había dos millones.
El otro civilizador, la Argentina, estaba gobernado por un poder impuesto por el puerto al resto del país mediante la violencia. Nadie votaba libremente en la Argentina de los años sesenta del siglo XIX. La mayoría de la población no accedía a la educación elemental y estaba muy por debajo de los niveles básicos de subsistencia.
El Paraguay, constituía entonces un modesto intento por conformar un capitalismo de Estado. Comparado con los de sus poderosos vecinos, los logros del Paraguay eran notables.
Hasta 1865 el gobierno paraguayo, bajo Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, construyó astilleros, fábricas metalúrgicas, ferrocarriles y líneas telegráficas. El Paraguay era la única nación de América Latina que no tenía deuda externa.
No es cierto que los paraguayos eligieran vivir aislados. Sus proyectos de infraestructura se concretaron gracias a la importación de maquinaria y técnicos ingleses que hasta 1865 cubrían el 75% de las importaciones paraguayas. La diferencia estaba en la decisión del gobierno de utilizar la técnica importada para intentar un desarrollo nacional.
En Ibicuy se construyó una de las primeras acerías y fundiciones de América Latina bajo la dirección del ingeniero inglés John William Whitehead. Se tendieron líneas telegráficas entre Asunción y Paso de la Patria, dirigidas por el ingeniero alemán Roberto von Fisher Trevenfeldt, y se construyó el ferrocarril que unía la capital con Trinidad.
Desde la época de Gaspar Rodríguez de Francia, el Paraguay no se cansaba de pedirles a los “liberales” de Buenos Aires “la libertad del Río de la Plata, el Paraná, el Uruguay y el Paraguay como vías internacionales” sin obtener ningún resultado.
Un año antes de comenzar la guerra, el propio presidente Mitre reconocía los logros del Paraguay y elogiaba a su colega Francisco Solano López, comparándolo con el rey Leopoldo I de Bélgica: “V.E. se halla bajo muchos aspectos en condiciones más favorables que las nuestras. A la cabeza de un pueblo tranquilo y laborioso que se va engrandeciendo por la paz y llamando en este sentido la atención del mundo; con medios poderosos de gobierno que saca de esa misma situación pacífica, respetado y estimado por todos los vecinos que cultivan con él relaciones proficuas de comercio; su política está trazada de antemano y su tarea es tal vez más fácil que la nuestra en estas regiones tempestuosas, pues como lo ha dicho muy bien un periódico inglés de esta ciudad, V.E. es el Leopoldo de estas regiones, cuyos vapores suben y bajan los ríos interiores enarbolando la bandera pacífica del comercio.”
Al Paraguay lo fueron encerrando y así se fue consolidando un modelo proteccionista y donde el Estado tomó un rol protagónico. Así se fue creando un modelo de propiedad muy particular basado en las “Estancias de la Patria”, de propiedad estatal, que explotaban monopólicamente los rubros más rentables de la exportación: la yerba y el tabaco. El modelo brasileño era muy diferente, casi antagónico, como señalaba Alberdi: “En vez de consagrar una parte al cultivo de cereales y animales para la subsistencia de la población, lo destinan todo a la producción de azúcar, de tabaco, de café, que los enriquece a ellos a expensas del pueblo trabajador, que muere de hambre.
Nadie quería ir a pelear contra el Paraguay. Para los hombres del interior estaba claro que se trataba de una guerra fratricida. Ante la oposición generalizada, el gobierno de Mitre decidió lanzar una violenta represión y obligar a los díscolos a incorporarse al ejército como sea. León Pomer publica en su libro sobre la guerra un recibo extendido por un herrero catamarqueño cuyo texto es el que sigue: “Recibí del gobierno de la provincia de Catamarca, la suma de 40 pesos bolivianos por la construcción de 200 grillos para los voluntarios [sic] catamarqueños que marchan a la guerra contra el Paraguay”.
Así marchaban los soldados argentinos al frente, esposados, encadenados, absolutamente contra su voluntad.
Mitre había hecho un pronóstico demasiado optimista sobre la guerra: “En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en 3 meses en la Asunción”. Lo cierto es que la guerra duró casi cinco años, le costó al país más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. Benefició a comerciantes y ganaderos porteños y entrerrianos cercanos al poder, que hicieron grandes negocios abasteciendo a los ejércitos aliados. El jefe de las tropas brasileñas decía: “Nuestros aliados no quieren acabar la guerra, porque con ella están lucrado y empobreciendo al Brasil. Desde que Mitre llegó ha procurado por todos los medios posibles demorar la marcha de las operaciones.”
Al pueblo paraguayo le fue quedando claro que su supervivencia dependía del resultado de la guerra, que se prolongará hasta marzo de 1870 por su heroica resistencia. Francisco Solano López con lo que quedaba de su ejército, su inseparable compañera, Elisa Lynch, la “princesa de la selva”, sus cuatro hijos y sus últimos seguidores que se negaban a entregarse, llegó a Cerro Corá el 14 de febrero de 1870.
Su ejército estaba compuesto mayoritariamente por niños y mujeres, y tenía el jefe de estado mayor más joven de la historia, su hijo Panchito, de sólo 14 años.
Las campanas de las iglesias se habían transformado en cañones que, a falta de balas, disparaban piedras, huesos y arena. Al mediodía del 1º de marzo, las tropas brasileñas llegaron al lugar. La lucha era demasiado desigual y la batalla duró poco.
López, al frente de lo que quedaba de su heroico pueblo, fue herido de un lanzazo. Le ordenó a Panchito proteger a su madre y sus hermanos. Varios soldados se abalanzaron sobre el hombre más buscado por la Triple Alianza. Nadie quería perderse las 100.000 libras que los “civilizadores” ofrecían por la cabeza del mariscal.
El presidente paraguayo se defendió como un tigre acorralado y mató a varios de sus atacantes. El general Cámara, a cargo del pelotón atacante, lo intimó a que se rindiera y le garantizó su vida. Pero a López ya no le importaba sino su dignidad, siguió peleando, bañado en sangre, hasta que Cámara ordenó “maten a ese hombre”. Un certero disparo le atravesó el corazón.
Los soldados atacaron los carruajes que trataban de huir. Panchito montó guardia frente al que ocupaban sus hermanos y su madre, Madame Lynch. Los brasileños le preguntaron si allí estaban la “querida” de López y sus bastardos. Panchito defendió el honor nacional y familiar y fue fusilado en el acto.
A Elisa Lynch le tocó dar la última batalla de esta guerra miserable y despareja. Con toda su enorme dignidad, descendió de su carro, cargó el cadáver de su hijo y buscó el de su marido. Cavó con sus manos una fosa y enterró los dos cuerpos y parte de su vida.
El Paraguay había quedado destrozado, diezmada su población, que pasó de unos 500.000 habitantes a 116.351, de los cuales sólo el 10% eran hombres en edad de trabajar y el resto, viejos, mujeres y niños. Su territorio fue arrasado.
Alberdi hacía su propio balance de la guerra: “la destrucción de los telégrafos, de los vapores, de los ferrocarriles, del gobierno que dotó a Paraguay de esas cosas, de su población de más de un millón de habitantes, los mismos de que ha sido despoblado, libertándolo de López, que no le dejó deuda, para dejarlo en feudo o hipoteca del Brasil y del Stock Exchange, sus acreedores actuales por más millones de pesos fuertes que los que vale todo el Paraguay.”
Un documento reservado dirigido por el marqués de Caxías al emperador del Brasil: nos informa que “El general Mitre está resignado de lleno y sin reserva a mis órdenes; él hace cuanto yo le indico, como ha estado muy de acuerdo conmigo, en todo aun en cuanto a que los cadáveres coléricos, se arrojen a las aguas del Paraná, ya de la escuadra como de Itapirú para llevar el contagio a las poblaciones ribereñas, principalmente a las de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe que le son opuestas […]. El general Mitre está también convencido que deben exterminarse los restos de las fuerzas argentinas que aún le quedan, pues de ellas no divisa sino peligros para su persona.”
Al terminar la guerra, en un rapto de sinceridad, Mitre declaró: “Hijo de un pueblo que todo lo debe al comercio, y que funda en él la prosperidad del presente, es natural que mis simpatías le pertenezcan y que mi razón esté a su servicio. En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio. Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado.”
Por Felipe Pigna
La del Paraguay, llamada por Alberdi de la “Triple Infamia”, fue la primera guerra del Estado nacional unificado tras la derrota del interior en Pavón y en ella se estrenó el ejército que había hecho sus primeras armas apuntado contra los propios argentinos que habían osado oponerse al modelo centralista del puerto de Buenos Aires. Las campañas represivas de los coroneles de Mitre contra los montoneros del Chacho Peñaloza y Felipe Varela asolaron los llanos riojanos y catamarqueños, arrasando poblaciones enteras que intentaban una última defensa de sus artesanías y su forma de ganarse la vida ante la invasión de los productos importados.
La historia autodenominada “seria” nos enseñó que el Paraguay era la tierra del atraso gobernada por una monstruosa dinastía de dictadores. Para esa versión de los hechos, lo mejor que le podía pasar al Paraguay era la cruzada civilizadora de sus vecinos que le llevarían las ventajas del mundo moderno.
Uno de los “civilizadores”, el Brasil, era el último imperio esclavista de América, gobernado por una dinastía coronada. En él, la mayoría de la población no gozaba de los más elementales derechos humanos. En el Paraguay no había un solo esclavo, en Brasil había dos millones.
El otro civilizador, la Argentina, estaba gobernado por un poder impuesto por el puerto al resto del país mediante la violencia. Nadie votaba libremente en la Argentina de los años sesenta del siglo XIX. La mayoría de la población no accedía a la educación elemental y estaba muy por debajo de los niveles básicos de subsistencia.
El Paraguay, constituía entonces un modesto intento por conformar un capitalismo de Estado. Comparado con los de sus poderosos vecinos, los logros del Paraguay eran notables.
Hasta 1865 el gobierno paraguayo, bajo Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, construyó astilleros, fábricas metalúrgicas, ferrocarriles y líneas telegráficas. El Paraguay era la única nación de América Latina que no tenía deuda externa.
No es cierto que los paraguayos eligieran vivir aislados. Sus proyectos de infraestructura se concretaron gracias a la importación de maquinaria y técnicos ingleses que hasta 1865 cubrían el 75% de las importaciones paraguayas. La diferencia estaba en la decisión del gobierno de utilizar la técnica importada para intentar un desarrollo nacional.
En Ibicuy se construyó una de las primeras acerías y fundiciones de América Latina bajo la dirección del ingeniero inglés John William Whitehead. Se tendieron líneas telegráficas entre Asunción y Paso de la Patria, dirigidas por el ingeniero alemán Roberto von Fisher Trevenfeldt, y se construyó el ferrocarril que unía la capital con Trinidad.
Desde la época de Gaspar Rodríguez de Francia, el Paraguay no se cansaba de pedirles a los “liberales” de Buenos Aires “la libertad del Río de la Plata, el Paraná, el Uruguay y el Paraguay como vías internacionales” sin obtener ningún resultado.
Un año antes de comenzar la guerra, el propio presidente Mitre reconocía los logros del Paraguay y elogiaba a su colega Francisco Solano López, comparándolo con el rey Leopoldo I de Bélgica: “V.E. se halla bajo muchos aspectos en condiciones más favorables que las nuestras. A la cabeza de un pueblo tranquilo y laborioso que se va engrandeciendo por la paz y llamando en este sentido la atención del mundo; con medios poderosos de gobierno que saca de esa misma situación pacífica, respetado y estimado por todos los vecinos que cultivan con él relaciones proficuas de comercio; su política está trazada de antemano y su tarea es tal vez más fácil que la nuestra en estas regiones tempestuosas, pues como lo ha dicho muy bien un periódico inglés de esta ciudad, V.E. es el Leopoldo de estas regiones, cuyos vapores suben y bajan los ríos interiores enarbolando la bandera pacífica del comercio.”
Al Paraguay lo fueron encerrando y así se fue consolidando un modelo proteccionista y donde el Estado tomó un rol protagónico. Así se fue creando un modelo de propiedad muy particular basado en las “Estancias de la Patria”, de propiedad estatal, que explotaban monopólicamente los rubros más rentables de la exportación: la yerba y el tabaco. El modelo brasileño era muy diferente, casi antagónico, como señalaba Alberdi: “En vez de consagrar una parte al cultivo de cereales y animales para la subsistencia de la población, lo destinan todo a la producción de azúcar, de tabaco, de café, que los enriquece a ellos a expensas del pueblo trabajador, que muere de hambre.
Nadie quería ir a pelear contra el Paraguay. Para los hombres del interior estaba claro que se trataba de una guerra fratricida. Ante la oposición generalizada, el gobierno de Mitre decidió lanzar una violenta represión y obligar a los díscolos a incorporarse al ejército como sea. León Pomer publica en su libro sobre la guerra un recibo extendido por un herrero catamarqueño cuyo texto es el que sigue: “Recibí del gobierno de la provincia de Catamarca, la suma de 40 pesos bolivianos por la construcción de 200 grillos para los voluntarios [sic] catamarqueños que marchan a la guerra contra el Paraguay”.
Así marchaban los soldados argentinos al frente, esposados, encadenados, absolutamente contra su voluntad.
Mitre había hecho un pronóstico demasiado optimista sobre la guerra: “En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en 3 meses en la Asunción”. Lo cierto es que la guerra duró casi cinco años, le costó al país más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. Benefició a comerciantes y ganaderos porteños y entrerrianos cercanos al poder, que hicieron grandes negocios abasteciendo a los ejércitos aliados. El jefe de las tropas brasileñas decía: “Nuestros aliados no quieren acabar la guerra, porque con ella están lucrado y empobreciendo al Brasil. Desde que Mitre llegó ha procurado por todos los medios posibles demorar la marcha de las operaciones.”
Al pueblo paraguayo le fue quedando claro que su supervivencia dependía del resultado de la guerra, que se prolongará hasta marzo de 1870 por su heroica resistencia. Francisco Solano López con lo que quedaba de su ejército, su inseparable compañera, Elisa Lynch, la “princesa de la selva”, sus cuatro hijos y sus últimos seguidores que se negaban a entregarse, llegó a Cerro Corá el 14 de febrero de 1870.
Su ejército estaba compuesto mayoritariamente por niños y mujeres, y tenía el jefe de estado mayor más joven de la historia, su hijo Panchito, de sólo 14 años.
Las campanas de las iglesias se habían transformado en cañones que, a falta de balas, disparaban piedras, huesos y arena. Al mediodía del 1º de marzo, las tropas brasileñas llegaron al lugar. La lucha era demasiado desigual y la batalla duró poco.
López, al frente de lo que quedaba de su heroico pueblo, fue herido de un lanzazo. Le ordenó a Panchito proteger a su madre y sus hermanos. Varios soldados se abalanzaron sobre el hombre más buscado por la Triple Alianza. Nadie quería perderse las 100.000 libras que los “civilizadores” ofrecían por la cabeza del mariscal.
El presidente paraguayo se defendió como un tigre acorralado y mató a varios de sus atacantes. El general Cámara, a cargo del pelotón atacante, lo intimó a que se rindiera y le garantizó su vida. Pero a López ya no le importaba sino su dignidad, siguió peleando, bañado en sangre, hasta que Cámara ordenó “maten a ese hombre”. Un certero disparo le atravesó el corazón.
Los soldados atacaron los carruajes que trataban de huir. Panchito montó guardia frente al que ocupaban sus hermanos y su madre, Madame Lynch. Los brasileños le preguntaron si allí estaban la “querida” de López y sus bastardos. Panchito defendió el honor nacional y familiar y fue fusilado en el acto.
A Elisa Lynch le tocó dar la última batalla de esta guerra miserable y despareja. Con toda su enorme dignidad, descendió de su carro, cargó el cadáver de su hijo y buscó el de su marido. Cavó con sus manos una fosa y enterró los dos cuerpos y parte de su vida.
El Paraguay había quedado destrozado, diezmada su población, que pasó de unos 500.000 habitantes a 116.351, de los cuales sólo el 10% eran hombres en edad de trabajar y el resto, viejos, mujeres y niños. Su territorio fue arrasado.
Alberdi hacía su propio balance de la guerra: “la destrucción de los telégrafos, de los vapores, de los ferrocarriles, del gobierno que dotó a Paraguay de esas cosas, de su población de más de un millón de habitantes, los mismos de que ha sido despoblado, libertándolo de López, que no le dejó deuda, para dejarlo en feudo o hipoteca del Brasil y del Stock Exchange, sus acreedores actuales por más millones de pesos fuertes que los que vale todo el Paraguay.”
Un documento reservado dirigido por el marqués de Caxías al emperador del Brasil: nos informa que “El general Mitre está resignado de lleno y sin reserva a mis órdenes; él hace cuanto yo le indico, como ha estado muy de acuerdo conmigo, en todo aun en cuanto a que los cadáveres coléricos, se arrojen a las aguas del Paraná, ya de la escuadra como de Itapirú para llevar el contagio a las poblaciones ribereñas, principalmente a las de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe que le son opuestas […]. El general Mitre está también convencido que deben exterminarse los restos de las fuerzas argentinas que aún le quedan, pues de ellas no divisa sino peligros para su persona.”
Al terminar la guerra, en un rapto de sinceridad, Mitre declaró: “Hijo de un pueblo que todo lo debe al comercio, y que funda en él la prosperidad del presente, es natural que mis simpatías le pertenezcan y que mi razón esté a su servicio. En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio. Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado.”
jueves, 18 de octubre de 2012
miércoles, 17 de octubre de 2012
lunes, 15 de octubre de 2012
sábado, 13 de octubre de 2012
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jueves, 11 de octubre de 2012
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miércoles, 10 de octubre de 2012
lunes, 8 de octubre de 2012
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domingo, 7 de octubre de 2012
Paul Kennedy "Nunca vi tantas cosas tan mal al mismo tiempo"
Paul Kennedy: "Nunca vi tantas cosas tan mal al mismo tiempo"
de Juan Martín Sánchez, el El Sábado, 6 de octubre de 2012 a la(s) 12:19 ·
Para el autor de Auge y caída de las grandes potencias, hoy falta liderazgo para encarar las crisis mundiales
Por Ennio Caretto | Corriere della Sera
Hoy somos testigos de cambios desastrosos en el mundo árabe. Desde Túnez hasta Siria, se producen manifestaciones con las cuales los grupos extremistas esperan alzarse con el poder. Como historiador, nunca pensé que la «primavera árabe» conduciría inmediatamente a la democracia. Pero tampoco imaginamos una situación como ésta, que amenaza con salirse de control. Para colmo, no es el único grave problema que debemos afrontar, hay cinco o seis más, empezando por la crisis económica y financiera de Occidente. Nunca en mi vida vi tantas cosas andando tan mal al mismo tiempo."
Así lo afirma Paul Kennedy, autor de Auge y caída de las grandes potencias -un libro que marcó una época y que será reeditado en pocos meses-. "Hay una ausencia de liderazgo; los gobiernos no saben hacia dónde ir. Deberíamos conformarnos con que en los próximos 15 años logremos al menos estar menos mal", agrega el gran historiador inglés.
"Todos los pueblos quieren una vida normal. Pero pocos lo consiguen. He visto por televisión la visita del Papa al Líbano, su plegaria por la paz, sus gestos de reconciliación entre los credos y el apoyo que ha recibido de los musulmanes. Los libaneses y el resto de los árabes están hartos de la guerra, piden serenidad y estabilidad. Pero hay gente que rechaza la paz con las armas", afirma.
El prestigioso historiador de la Universidad de Yale -cuyo próximo libro, sobre la Segunda Guerra Mundial, se llama Los ingenieros de la victoria - teme que la situación en Medio Oriente empeore: "El otro peligro es Irán. Pero no sólo es peligroso el régimen iraní, sino que, para mí, también es peligroso Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel".
Volvamos a la "primavera árabe "...
-Las esperanzas que había despertado ya están muertas. No debemos distraernos con los eventos de Benghazi de la semana pasada: los países a los que no hay que sacarles los ojos de encima son Egipto, Siria e Irán. Es allí donde se decidirán los próximos acontecimientos del mundo árabe. No nos ilusionemos, repito, con la democratización del mundo islámico: en mi propia nación, Inglaterra, el Parlamento nació después de un siglo de guerra.
¿No hay manera de prevenir las provocaciones, como el video que profana a Mahoma?
Entre nosotros, hay una minoría que piensa que el islam es venenoso, así como en el mundo musulmán hay una minoría que piensa que el veneno viene de Occidente. Los nuevos dispositivos, como el iPod, los celulares, las videocámaras particulares que nos transmitieron las imágenes de la "primavera árabe" nos hicieron creer que la libertad de expresión absoluta no sólo podía derribar un dictadura, sino también conducir a la democracia. Ahora, los nuevos medios nos hacen temer que la absoluta libertad de expresión produce los efectos contrarios. Es un problema de fondo, difícil de resolver, sobre el cual tanto la política como el derecho deberían pronunciarse.
Según usted, ¿la decisión de YouTube de bloquear el acceso al video sobre Mahoma en algunos países musulmanes constituye un acto de censura ?
Las leyes de Occidente protegen la libertad de expresión, pero también le ponen límites. No se puede incitar al odio racial o religioso, por ejemplo. Naciones como Holanda o Alemania, que padecieron este tipo de incitaciones durante la Segunda Guerra Mundial, son más severas con quienes fomentan la violencia que Estados Unidos, donde la Primera Enmienda tiene un peso enorme. En esto también hace falta llegar a un equilibrio. Pero es justamente un bien escaso en estos tiempos.
¿Francia no podía prohibir la publicación de las caricaturas?
La libertad de expresión también es un enorme problema para los grandes medios. Están en dificultades. Sus decisiones dependen de cómo responder a ciertas demandas. ¿Cuándo es legítima esta libertad y cuándo no? ¿Qué consecuencias podría tener? El sistema perfecto no existe.
¿Por qué dice que nunca en su vida vio tantas cosas andando tan mal al mismo tiempo?
Porque no sólo atravesamos una angustiante "pos-primavera árabe", sino que Europa está en crisis por sus deudas; Estados Unidos está paralizado por el enfrentamiento entre Barack Obama y el Congreso, y empantanado en una campaña presidencial desesperante; China y su ambición crecen parejo y desordenadamente, y su líder desaparece durante un mes; la India no se recompone económicamente; Afganistán está cada vez más cerca del precipicio, y la lista sigue. Nadie parece saber qué hacer.
¿Por eso habla de ausencia de liderazgo?
Tomemos, por ejemplo, la crisis económica y financiera. Acá en Estados Unidos, la Reserva Federal gasta 40.000 millones de dólares al mes en comprar los securities de los fondos, dólares que terminarán una vez más en las arcas de los bancos, cuando deberían destinarse a obras públicas que generen puestos de trabajo. En Europa, Alemania boicotea al Banco Central Europeo, que quiere comprar deuda de Italia y España, lo que a su vez amenaza con ampliar otra vez la tasa diferencial de esos países. Y en Rusia lo mismo, ahora a Vladimir Putin lo cuestionan abiertamente. Hay mucha desorientación y contradicciones profundas en el liderazgo actual.
¿No cree que la situación pueda solucionarse rápidamente?
Me temo que no. Si Europa sigue por el camino de la austeridad, su crisis se agravará, un grave problema sobre todo para Italia y España, que tienen tasas de desocupación juvenil muy altas. Estados Unidos está dividido. Por una parte, tolera; por la otra, no tiene demasiadas ganas de ayudar, y no se sabe qué camino tomará. Pensar que la situación pueda mejorar en lo inmediato sería un insulto al intelecto. En cuanto a nuestros líderes, tal vez, se trate también de un tema generacional. Son personas que se hicieron adultas en la década del sesenta y setenta, con una visión del mundo distinta de nuestra generación que la precedió.
Paul Kennedy, historiador Británico.
de Juan Martín Sánchez, el El Sábado, 6 de octubre de 2012 a la(s) 12:19 ·
Para el autor de Auge y caída de las grandes potencias, hoy falta liderazgo para encarar las crisis mundiales
Por Ennio Caretto | Corriere della Sera
Hoy somos testigos de cambios desastrosos en el mundo árabe. Desde Túnez hasta Siria, se producen manifestaciones con las cuales los grupos extremistas esperan alzarse con el poder. Como historiador, nunca pensé que la «primavera árabe» conduciría inmediatamente a la democracia. Pero tampoco imaginamos una situación como ésta, que amenaza con salirse de control. Para colmo, no es el único grave problema que debemos afrontar, hay cinco o seis más, empezando por la crisis económica y financiera de Occidente. Nunca en mi vida vi tantas cosas andando tan mal al mismo tiempo."
Así lo afirma Paul Kennedy, autor de Auge y caída de las grandes potencias -un libro que marcó una época y que será reeditado en pocos meses-. "Hay una ausencia de liderazgo; los gobiernos no saben hacia dónde ir. Deberíamos conformarnos con que en los próximos 15 años logremos al menos estar menos mal", agrega el gran historiador inglés.
"Todos los pueblos quieren una vida normal. Pero pocos lo consiguen. He visto por televisión la visita del Papa al Líbano, su plegaria por la paz, sus gestos de reconciliación entre los credos y el apoyo que ha recibido de los musulmanes. Los libaneses y el resto de los árabes están hartos de la guerra, piden serenidad y estabilidad. Pero hay gente que rechaza la paz con las armas", afirma.
El prestigioso historiador de la Universidad de Yale -cuyo próximo libro, sobre la Segunda Guerra Mundial, se llama Los ingenieros de la victoria - teme que la situación en Medio Oriente empeore: "El otro peligro es Irán. Pero no sólo es peligroso el régimen iraní, sino que, para mí, también es peligroso Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel".
Volvamos a la "primavera árabe "...
-Las esperanzas que había despertado ya están muertas. No debemos distraernos con los eventos de Benghazi de la semana pasada: los países a los que no hay que sacarles los ojos de encima son Egipto, Siria e Irán. Es allí donde se decidirán los próximos acontecimientos del mundo árabe. No nos ilusionemos, repito, con la democratización del mundo islámico: en mi propia nación, Inglaterra, el Parlamento nació después de un siglo de guerra.
¿No hay manera de prevenir las provocaciones, como el video que profana a Mahoma?
Entre nosotros, hay una minoría que piensa que el islam es venenoso, así como en el mundo musulmán hay una minoría que piensa que el veneno viene de Occidente. Los nuevos dispositivos, como el iPod, los celulares, las videocámaras particulares que nos transmitieron las imágenes de la "primavera árabe" nos hicieron creer que la libertad de expresión absoluta no sólo podía derribar un dictadura, sino también conducir a la democracia. Ahora, los nuevos medios nos hacen temer que la absoluta libertad de expresión produce los efectos contrarios. Es un problema de fondo, difícil de resolver, sobre el cual tanto la política como el derecho deberían pronunciarse.
Según usted, ¿la decisión de YouTube de bloquear el acceso al video sobre Mahoma en algunos países musulmanes constituye un acto de censura ?
Las leyes de Occidente protegen la libertad de expresión, pero también le ponen límites. No se puede incitar al odio racial o religioso, por ejemplo. Naciones como Holanda o Alemania, que padecieron este tipo de incitaciones durante la Segunda Guerra Mundial, son más severas con quienes fomentan la violencia que Estados Unidos, donde la Primera Enmienda tiene un peso enorme. En esto también hace falta llegar a un equilibrio. Pero es justamente un bien escaso en estos tiempos.
¿Francia no podía prohibir la publicación de las caricaturas?
La libertad de expresión también es un enorme problema para los grandes medios. Están en dificultades. Sus decisiones dependen de cómo responder a ciertas demandas. ¿Cuándo es legítima esta libertad y cuándo no? ¿Qué consecuencias podría tener? El sistema perfecto no existe.
¿Por qué dice que nunca en su vida vio tantas cosas andando tan mal al mismo tiempo?
Porque no sólo atravesamos una angustiante "pos-primavera árabe", sino que Europa está en crisis por sus deudas; Estados Unidos está paralizado por el enfrentamiento entre Barack Obama y el Congreso, y empantanado en una campaña presidencial desesperante; China y su ambición crecen parejo y desordenadamente, y su líder desaparece durante un mes; la India no se recompone económicamente; Afganistán está cada vez más cerca del precipicio, y la lista sigue. Nadie parece saber qué hacer.
¿Por eso habla de ausencia de liderazgo?
Tomemos, por ejemplo, la crisis económica y financiera. Acá en Estados Unidos, la Reserva Federal gasta 40.000 millones de dólares al mes en comprar los securities de los fondos, dólares que terminarán una vez más en las arcas de los bancos, cuando deberían destinarse a obras públicas que generen puestos de trabajo. En Europa, Alemania boicotea al Banco Central Europeo, que quiere comprar deuda de Italia y España, lo que a su vez amenaza con ampliar otra vez la tasa diferencial de esos países. Y en Rusia lo mismo, ahora a Vladimir Putin lo cuestionan abiertamente. Hay mucha desorientación y contradicciones profundas en el liderazgo actual.
¿No cree que la situación pueda solucionarse rápidamente?
Me temo que no. Si Europa sigue por el camino de la austeridad, su crisis se agravará, un grave problema sobre todo para Italia y España, que tienen tasas de desocupación juvenil muy altas. Estados Unidos está dividido. Por una parte, tolera; por la otra, no tiene demasiadas ganas de ayudar, y no se sabe qué camino tomará. Pensar que la situación pueda mejorar en lo inmediato sería un insulto al intelecto. En cuanto a nuestros líderes, tal vez, se trate también de un tema generacional. Son personas que se hicieron adultas en la década del sesenta y setenta, con una visión del mundo distinta de nuestra generación que la precedió.
Paul Kennedy, historiador Británico.
La tensión entre la Libertad como poder de participación y la Libertad como protección de los derechos individuales.
Esta tensión floreció en el ambiente académico angloamericano. Si hablamos de lenguajes políticos distintos que se refieren a la misma problemática, uno de ellos es el que los académicos definieron como republicanismo y elogiaba la participacioón activa en la vida pública, elevando ese accionar a la esencia de la libertad. El republicanismo tiene raíces muy antiguas pero tomaremos los escritos y pensadores de la Antiguedad clásica y de la ciudad de Florencia durante el period renacentista. Para esto pensadores el republicanismo sostenía que, por su naturaleza como ser social el hombre lograba su realización cuando deja de lado su interés particualr para procuarar el bien común. La libertad republicana era democrática cuando se refería a los derechos compartidos por el conjunto de la comunidad. Pero tenía un aspecto excluyente, basada en la clase social, cuando daba por cierto que sólo los ciudadanos que eran dueños de propiedades poseían aquella cualidad definida como virtud cuando su moral permitía trasladar lo privado al bién común. Bejamin Franklin escribió en relación a esta interpretación " solo un pueblo virtuoso es capaz de ser libre"
Si la libertad republicana era una cualidad cívica y social, solo los ciudadanos de un Estado Libre con el consentimiento de sus sobordinados, la libertad en el Siglo XVIII era considerada esencialmente individual y privada. Si seguimos a John Locke, el gobierno se establece para asegurar la vida, las libertades y las propiedades que son en defintiva los derechos naturales de todos los hombres. Por lo tanto libertad no significaba participación cívica, sino autonomía personal sin estar sometido a la voluntad, incierta, desconocida y arbitraria de otro hombre. Para que esto sucediera debía darse protección a los espacios de vida privada e intereses de las personas, entre los cuales estaban los familiares, religiosos y los económicos, de los intereses del Estado.
Según Edmund Burke: "La libertad que me fascina no es la libertad solitaria, desconectada, individual y egoísta, como si todo hombre tuviera que regular el conjunto de su conducta en función de su propia voluntrad. La libertad a la que me refiero es la libertad social" Queda bastante claro que el liberalismo abría l apuerta a quienes no tenían derechos. Por esto mismo el liberalismo y el republicanismo acabarían siendo vistos como concepciones alternativas y contradictorias de la libertad. En el siglo XVIII el liberalismo y el republicanismo muestra a muchos héroes de la Independencia simultáneamente republicanos con un gran interés por el bien público y por las obligaciones de los ciudadanos con el sistema de gobierno y liberales por su preocupación por los derechos individuales. Ambas ifeologías inspiraban un compromiso con el gobierno constitucional, con la libertad de expresión y religiosa y con limitar el poder arbitrario. Ponían, además énfasis en la seguridad de la propiedad privada como fudamento de la libertad. A ambvos lados del Atlántico era una verdad absoluta pensar que las personas dependientes no tenían volutad propia y por lo tanto no podían participar de los asuntos públicos. Quienes no controlaban su propia vida no podían ni debían contar con voz ni voto en el Gobierno del Estado. La libertad política exigía independencia económica. Thomas Jefferson sostenía que la dependencia "engendra sumisión y venalidad, ahoga el germen de la virtud y prepara instrumentos adecuados a los designios de la ambición"
Defender la libertad, entonces, en términos de independencia económica significaba establecer una marcada línea de separación etre las clases capaces de gozar plenamente de sus beneficios y las que no.
James Harrington, un autor inglés interesado en la idea del estado libre en su obraCommonwealth of Oceana, de 1656, señaló la existencia de dos períodos en lahistoria del pensamiento y la práctica de los gobiernos; el primero, iniciado por Dios mismo con la creación del Commonwealth de Israel, dio lugar a la era “en la que el concepto de autoridad política fue analizada en términos de libertad cívica e igualdad ”.Luego, siguió un período largo y una declinación melancólica en la era de la prudencia moderna, que, finalmente, llevó a una era inaugurada por Julio César cuando dejó del ado “la libertad de Roma” abriendo el camino a los bárbaros, que deformaron la faz del mundo con sus formas de gobierno. Comenzó entonces el esfuerzo por erradicar los restos de la antigua prudencia, sustituyéndolos por el pensamiento político moderno. El líder de este movimiento destructivo fue T.Hobbes. Skinner se remite entonces a la obra de J.Rawls “A Theory of Justice”, en la que este autor asume la tesis de Hobbes referente al carácter egoísta de nuestros impulsos,que nos llevan al interés propio y al aumento de nuestra libertad personal -lo más posible- incluso en perjuicio de la de los demás. Esta teoría de la justicia está basadaen la idea de la limitación del altruismo.Para un teórico neo-romano, como Maquiavelo, el problema es más complicado. Para este autor, la mayoría del pueblo sólo quiere no ser dominado, por lo que su deseo principal es vivir libremente, persiguiendo sus propios fines lo más lejos posible, sin inseguridad o innecesaria interferencia. Quieren, en particular, ser capaces de disfrutar el beneficio común de una forma libre de vivir. Skinner cita El Príncipe, para sostener cómo se vive como hombres libres y no como esclavos, según Maquiavelo. Aquellos quieren vivir sin temor, conduciendo a su familia sin ansiedadpor su honor o bienestar, estando en una posición libre de poseer su propiedad sin desconfianza. Estos son los beneficios que nos permiten reconocer y gozar el hecho de que hemos nacido en la libertad y no como esclavos. Sólo se puede ser libre,siguiendo este razonamiento, en una comunidad basada en instituciones libres, en las que todos, como ciudadanos, participen. Nadie, en esas circunstancias, estará sometido a la voluntad de ningún particular o grupo. “La exigencia básica de Maquiavelo es que si queremos prevenir que nuestro gobierno caiga en manos de individuos o grupos tiránicos,debemos organizarnos de modo que éste permanezca en manos de los ciudadanos como un todo.” En el pensamiento de Maquiavelo, la libertad es una forma de servicio,siendo la devoción al servicio público la condición necesaria para mantener la libertad personal. La libertad, tanto pública como privada, sólo puede ser mantenida si la ciudadanía en su conjunto dispone de la cualidad de la virtúd. Por el contrario, sucede que muchos de los ciudadanos son corruptos, colocando sus intereses privados por delante del bienestar público. El ocio y la ambición pueden pervertir las instituciones libres. El pueblo, confundido por una falsa imagen del bien, a menudo busca su propia ruina.
En la concepción republicana de la política resulta crucial el concepto de la virtud cívica. Esta noción, elaborada desde Tucídides, Aristóteles y Cicerón hasta Maquiavelo, persiste en el republicanismo moderno, desde Milton, Rousseau y los padres de la Constitución norteamericana hasta hoy. Sin hacerse ilusiones sobre la virtud del hombre, comprenden, aristotélicamente, que es menester confiar en el ciudadano medio, trabajador y honrado, que hace posible la ciudad y la práctica política.
La tradición republicana no es contradictoria con los principios liberales, sino que los complementa y potencia mediante una participación ciudadana efectiva. Para ello, es preciso reforzar ciertos elementos, todavía muy débiles, de las democracias representativas que predominan en la actualidad: fomentar una cultura cívica más robusta, alcanzar una mayor igualdad social y organizar unas instituciones políticas que aumenten la calidad de la participación, en especial mejorando los mecanismos de deliberación a efectos de adoptar las decisiones políticas más adecuadas a los intereses de todos
Ver: Foner, Eric. La Historia de la libertad. Península. Barcelona 2010. Capítulos I y II. http://www.fder.edu.uy/contenido/ideas/documentos_2011/garcia-bouzas/maquiavelo
sábado, 6 de octubre de 2012
martes, 2 de octubre de 2012
Batlle y el problema obrero según Efrain González Conzi y Roberto Giudici.
Batlle es el primero en el país que pide justicia para las clases obreras y es el primero también en comenzar a realizarla. No hay solución de continuidad entre la acción del recio periodista, erguido siempre contra toda clase de tiranías, y la del Presidente de la República que, desde los balcones de la casa de gobierno proclamaba su imparcialidad en las luchas entre el trabajo y el capital, exhorta a los obreros a mantener la solidaridad en la lucha. A pesar de su encumbramiento repite aquí palabras más pañabras menos, sus brillantes alocuciones de la Plaza Independencia en las que, con todo el calor de su juventud batalladora, alienta a los obreros en su protesta contra horarios monstruosos.
El proletariado comenzaba a organizarse en centros de resistencia a fin de luchar con mayor eficacia contra la opresión que los capitalistas ejercían y que la ley amparaba. En aquellos oscuros tiempos, la acción gremial del proletariado corría pareja con la acción pública del ciudadano. Este no hacía política. Y en el gobierno era función trascendental a cargo de un círculos priviligiados blancos, colorados y constitucionalistas; y el obrero trabajaba mucho, dormía poco... y a veces comía.
La seguridad de que la democracia social-ideal último del batllismo- puede realizarse, surge de la comparación entre aquellos tiempos. Una huelga en 1895 era un acto contra la ley "era mirada como una sublevación por las autoridades policiales, y, en general por el poder público, enemigo por naturaleza de la sublevaciones" Sostenía Batlle:
" Los hombres que viven del trabajo material, ejercitan un derecho y cumplen un deber al congregarse en asociaciones gremiales para prestarse recíprocos auxilios y mejorar las condiciones del trabajo: ejercitan un derecho decimos, porque la asociación con fines lícitos está permitida por la razón y por la ley a todos los habitantes de la República; cumplen un deber, porque es un deber ponerse en condiciones de prestar auxilios a sus semejantes en situaciones difíciles y de mejorar la propia situación, sin desconocer la equidad ni el derecho de los demás. Establecido esto, es evidente que la primera agresión en la lucha entre los empleados y a las empresas de tranvías, partió de estas últimas. Ellos agredieron en efecto injustamente, a sus empleados, cuando despidieron a tres de ellos por la única falta de haber iniciado la formación de la sociedad de socorros mutuos, en el ejercicio de un derecho, en el cumplimiento de un deber los empleados no hicieron más que asumir una actitud digna y provocada por el desmán de las empresas, cuando exigieron que la injusticia fuera reparada...La bondad de la causa está, pues, de parte de los vencidos. Y ¿ no es entonces más irritante aun el abuso que se ha hecho de la victoria? El Día, 11 de Diciembre de 1895. Y agregaba Batlle: "Entre nosotros el movimiento obrero debe ser considerado como el advenimiento del pueblo trabajador a la vida pública, y asi visto ese movimiento adquiere una importancia nacional"
Ver: Batlle y el batllismo, Guidici y González Conzi, Ed.Medina 2da edición, abril de 1959. Página 305 y siguientes.
creartehistoria: El historiador Eric Hobsbawm muere a los 95 años
creartehistoria: El historiador Eric Hobsbawm muere a los 95 años: El historiador británico Eric Hobsbawm, uno de los más importantes del siglo XX, murió a los 95 años por causa de una neumonía. Hob...
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