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martes, 17 de septiembre de 2013

Orígenes intelectuales del Batllismo: Del liberalismo al estatismo en el 900, la visión de la academia. Por Barrán y Nahum


"El reflotamiento del poder etático y la ampliación de su espacio se cumplió en res etapas de nítida caracterización en nuestra historia: el militarismo (1876-1886), el civilismo (1886-1903) y el primer batllismo(1886-1916), precedida o dominada cada una de ellas por una grave crisis política o económica que ambientó el crecimiento constante de su rol, promovido tanto por gobiernos "conservadores" como "progresistas"
Los logros del régimen militarista fueron decisivos en el plano de la construcción de un poder coactivo incontratable. El fusil Remington primero, la ametralladora y el cañón Krupp después, el telégrafo y los ferrocarriles, al tecnificar la guerra y elevar el costo de las campañas militares, operaron siempre a favor del Estado. El poder regional de los caudillos recibió un golpe casi mortal.
También fue modernizado el aparato administrativo y jurídico, reorganizado el servicio de correos, sustituídos los  alcaldes por Jueces Letrados departamentales (con lo que la justicia ganó en tecnicismo y eficiencia), promulgados los Códigos de procedimiento Civil, Instrucción Criminal y el Código Rural. Este último y el Registro de Embargos tendieron a asegurar la propiedad en su concepción burguesa.
Ahora sí podía desarrollarse en relativa paz la tecnificación agropecuaria y la racionalización de la explotación ganadera que permitía pasar de la estancia cimarrona a la empresarial basada en criterios capitalistas.
La coincidencia de tres tipos de influencias permitió otra intervención estatal que habría de tener singular trascendencia en el desarrollo de la nación uruguaya: la universalización de la enseñanza primaria gratuita y obligatoria. El realismo del régimen militar latorrista, el deseo del "ala progresista" de la clase alta rural de tener un personal capacitado, y el positivismo filosófico que empezaban a penetrar en la elite intelectual, hicieron posible la aprobación del Decreto-Ley de Educación Común de 1877, obra de José Pedro Varela. El apoyo sostenido que los gobiernos sucesivos le brindaron de allí en adelante, hizo mucho por elevar el nivel cultural y la conciencia cívica de la población, rasgos que acentuaron en el siglo XX conformando una característica específica de la nación uruguaya en Latinoamérica.
La burguesía mercantil de origen extranjero y la clase alta rural, que no sentían los principios liberales con la misma fuerza que el antiguo grupo dirigente patricio, apoyaron y se sirvieron del régimen militar. El restablecimiento del Patrón Oro, la reaunudación del servicio de la deuda pública, las garantías al inversor británico y la propiedad rural, la constitución del Estado por fin moderno y poderoso que pudiera imponerse a la "anarquía" caudillista, todo ellos fue una obra que, al mismo tiempo que las benefició, dio al Estado una fuerza y un espacio propios cada vez más amplios.
Los gobiernos civilista de 1886 y 1903, aunque politicamente se colocaron en las antípodas de los militares, continuaron y acrecentaron esa tendencia. Durante su dominio, las clases altas impulsaron al Estado a ocupar los campos que ellas no podían o no querían cubrir por vivir en un país dependiente, donde los recursos económicos privados eran escasos, donde la mentalidad no ambientaba el uso racional de los capitales y la capacidad técnico-administrativa de los sectores dominantes era insuficiente.
La ley ferroviaria de 1888 marcó la intervención directa del Estado en el terreno económico pues el Poder Ejecutivo quedó autorizado a construir ferrocarriles emitiendo empréstitos especiales, a intervenir en la fijación de las tarifas en ciertas circunstancias y a recuperar las concesiones a particulares sin compensación a los noventa años de usufructuadas.
El equipo político civilista abandonó la postura de extremo liberalismo económico típica de sus antecesores, defendió el estatismo y con tal conducta tendió un cabo hacia el batllismo del Novecientos."

Ver:
Barrán, J.P y Nahum, B. "El problema nacional y el Estado: un marco histórico" en CINVE: "La crisis uruguaya y el problema nacional" Montevideo, 1984. Páginas 18, 19 y 20.