Vida de José Batlle y Ordóñez (Montevideo, 21 de mayo de 1856
- 20 de octubre de 1929), fue político y
periodista . Presidente de la República por dos períodos: 1903 - 1907 y 1911 -
1915.
“Sostenía Batlle que su verdadera vocación no había sido la
política. Lo que ansiaba cuando empezó a sentirse hombre era una gran
ilustración: hacerse en lo posible un sabio. Si no se hubiese entregado a la
filosofía, se habría engolfado en el estudio de los astros”(Domingo Arena,
1926)
La política estaba presente desde antes de su nacimiento el
21 de mayo de 1856, porque su abuelo, rico molinero y comerciante catalán,
debió expatriarse de Montevideo ante el triunfo de las armas patriotas. Su
padre hizo estudios en España y vuelto al país, participó activamente en el
Partido Colorado, alcanzó el generalato en la Defensa de Montevideo entre 1843
y 1851 y fue finalmente Presidente de la República entre 1868 y 1872.
En su primera juventud sin embargo, lleva adelante su
vocación de estudioso, y es socio del Ateneo del Uruguay donde integra la
Sección de Filosofía en 1878. Colabora en la Revista el Espíritu Nuevo,
semanario literario, científico y filosófico y publica en La Razón poesías
sobre temas religiosos. Durante dos años vive en Europa, y sabemos que siguió
conferencias de Ernst Renan y de Laffitte, en la casa de la calle Monsieur le
Prince, de Paris, donde había vivido Comte.
Pero en 1881 entre en la vida política, abandonando para
siempre la filosofía y la vida intelectual desinteresada, en ocasión de un
episodio de la dictadura de Santos: la mazorcada del 20 de mayo contra los diarios El Plata y
La Razón. En este último se inicia como periodista político, que será en
definitiva la constante de sus tareas hasta la hora de su muerte.
Siempre contra la dictadura de Santos, conspira, emigra a
Buenos Aires, participa en la Revolución del Quebracho, hasta que vuelve como
prisionero a Montevideo. En 1886 funda El Día, siempre como opositor, lo que le
significa cárcel, asilo en una embajada, emigra una vez más a Buenos Aires. En
1889 funda por segunda vez El Día, ahora para apoyar la candidatura de Julio
Herrera y Obes. En 1891 fue diputado por el departamento de Salto y en 1898
alcanza el Senado, ahora por Montevideo. Este cuerpo lo designa su presidente y
en ese carácter actúa como presidente interino de la República en 1899.
Durante los años posteriores a la revolución de Aparicio
Saravia en 1897, en que el país estaba gobernado desde Montevideo y desde la
estancia El Cordobés, donde vivía el caudillo blanco, José Batlle propugnó la
unidad del partido y defendió la tesis del gobierno partidario. El manifiesto
del Partido Colorado de 1901 es de su redacción, y será reelecto presidente del
Senado.
Las ideas de Batlle habían sido incorporadas al programa de
su partido, “hasta ser la orientación primordial y característica del
batllismo” (Guidici y Gonzalez Conzi). Una generación de hombres salidos de las
filas de las clases medias, intelectuales, profesionales e industriales, creen
en sus ideas. El inmediato éxito de los monopolios de la electricidad,
portuario y bancario prestigia la política de nacionalizaciones.
Hizo más, transformó al Uruguay, aumentando las
posibilidades de las clases medias, protegiendo a los trabajadores y evitando
parcialmente el drenaje al extranjero de sus riquezas.
Analizando el conjunto de las realizaciones de José Batlle y Ordóñez se
comprende que se le considere un ideólogo y se busque su inspiración en
lecturas de aprendiz de filósofo. Ya hemos sostenido y nos acompañan Antonio
Grompone y Alfredo Palacios que Batlle fue un realizador, un hombre de la
acción política, interprete de su pueblo más allá de esquemas ideológicos
preconcebidos.
Ver: Carlos m. Rama. Batlle: la conciencia social. En
Enciclopedia Uruguaya Número 34, Arca, junio 1968.
Domingo Arena. (Tropea, Italia, 7 de abril de 1870 —
Montevideo, Uruguay, 3 de mayo de 1939)
fue un abogado, periodista y político
de origen italiano. Arena es considerado como una de las personalidades
fundamentales del Batllismo y del Partido Colorado.
Domingo Arena nace en Italia, en un hogar muy pobre, el 7 de
abril de 1870. Nace en el sur, territorio que arrastró por siglos un atraso
tecnológico, con difíciles condiciones de vida, y por extensión con serias
dificultades laborales. El regionalismo salvaje en que se encuentraba dividida
la Península, a pesar de la Unidad recientemente alcanzada, trajo aparejado
como inmediata solución, la emigración.
En Calabria, región natal de Arena, la vida era dura. El
entorno familiar era el siguiente: su padre era zapatero remendón, su madre no
tenía mejor destino, su tarea era la común a la mujer en un medio rural: cuidar
a los hijos y entenderse de las tareas domésticas. Como muchos otros, que luego
conformarían una gran cantidad de apellidos italianos ilustres de nuestra sociedad
actual, la familia Arena emigró hacia el Río de la Plata, instalándose en
nuestro país en 1877.
Proviene Domingo Arena de una sociedad que buscaba la unidad
política dentro de una pluralidad ideológica. En Italia las ideas socialistas
no siempre conjugaban con las ideas nacionalistas, pero todo ese fermento
ideológico lo traía consigo la familia Arena desde su país natal.
Llegados a nuestro territorio, se trasladan al interior del
país. Se encontró Arena con un campo laboral reducido, simple y rural: fue
jornalero, peón de pulpería, changador. Todas estas actividades las compartía,
alternándolas, con un maestro rural que le proporcionaría enseñanza hasta el
séptimo año de escuela, hecho decisivo porque le permitiría entrar en la
Universidad de la República en la capital del país.
No se quedó conforme con su destino de peón y jornalero. Se
traslada a Montevideo para cursar estudios superiores: Debe trabajar para
continuar sus estudios: su primer trabajo fue en la Fiscalía de lo Civil de
Montevideo. Luego se desempeña como cronista en el diario “El Día”. A partir de
este momento su estrella comienza a brillar: se recibe de Doctor en Derecho, en
el campo periodístico asciende lentamente pero sin pausa: gacetillero,
cronista, reportero, editorialista y por último la dirección del diario en
forma conjunta con otro joven pujante como él: Pedro Manini Ríos.
Se vincula a la política, ascendiendo también en forma
rápida, diputado en 1904, luego Senador, Consejero Nacional, amigo personal y
confidente de José Batlle y Ordóñez.
Fue diputado durante varias legislaturas por los
departamentos de Montevideo, Soriano y Tacuarembó. También llegó a ser senador
y miembro del Consejo Nacional de Administración.
Murió en Montevideo, en 1939, a la edad de 68 años.
Baltasar Brum
Baltasar Brum Rodríguez (Costas del Catalán, entonces Salto,
hoy Artigas, 18 de junio de 1883 - Montevideo, 31 de marzo de 1933), abogado,
diplomático y político , presidente de Uruguay entre 1919 y 1923.
Formado en su adolescencia en el Instituto Politécnico de
Salto, estudió derecho en Montevideo, recibiéndose de abogado en 1909.
Dirigente estudiantil durante el período de sus estudios, instaló su bufete en
Salto, donde también se dedicó a la docencia y al periodismo.
Partidario incondicional de la ideología del estadista José
Batlle y Ordóñez, se prestigió rápidamente desde su temprana actuación política
en el Partido Colorado, en el que simbolizó a la generación más joven que
apoyara el batllismo.
El 1 de marzo de 1919
comenzó a regir la nueva Constitución que había venido a sustituir a la de 1830
que entre otras acusaciones le adjudicaban ser la causante de 72 revoluciones.
Era carnaval y Baltasar Brum juró como
Presidente de la República, ante la Asamblea General, órgano que lo había
electo de acuerdo a las disposiciones transitorias incluídas en la propias
Constitución. Brum fue el último presidente electo por esta vía indirecta,
todos los demás, a partir de José Serrato serían elegidos por voto popular. Del
mismo modo ocurrió con la rama colegiada del Poder Ejecutivo, el Consejo
Nacional de Administración. Los nueve miembros, seis del Partido Colorado y
tres del Partido Nacional fueron electos de la misma forma. En 1925 se llegó a
la expresión más contundente de la coparticipación: el Consejo Nacional de
Administración presidido por Luis Alberto de Herrera y la presidencia de la
República por José Serrato. El nuevo régimen
determinó claramente la profundización de la democracia política con ele
lectorado ampliado por el desarrollo del voto universal masculino, las mujeres
votaran a partir de 1938, la Cámara de Diputas presenta representación
proporcional garantizando la participación de: Partido Nacional,, Unión Cívica,
Partido Socialista y el Partido Comunista. En realidad hubo elecciones todos
los años entre 1919 y 1933.
Durante el período presidencial de Baltasar Brum, el Partido
Colorado sufre varias rupturas, ya se había producido la escisión del Partido
Riverista y ahora se estaba desarrollando la separación del sector radical
conservador liderado por el Dr. Feliciano Viera, presidente del Consejo
Nacional de Administración. Brum generó ásperos debates en el Parlamento al
anunciar que existen incompatibilidades para realizar sus tareas los miembros del
Poder Ejecutivo. La polémica crece cuando el propio Batlle y Ordóñez eleva una
moción ante la Convención Nacional del Partido Colorado para que se invite a
los miembros colorado del Poder Ejecutivo de
las Cámaras, de los Ministerios, y de las Juntas Económico. Administrativas
de la capital para que concurran a reuniones mensuales en la "Casa del
Partido". Batlle pretende que la agrupación de Gobierno funcionara
totalmente: Sostenía Batlle:
" Dentro de la nueva constitución, ningún miembro del
Gobierno puede ser árbitro del Partido o de la política, y su casa particular
no puede constituirse en centro de los negocios públicos. La Casa del Partido,
debe ser ahora el centro donde se reúnan, conversen y cambien ideas todos los
hombres representantes de la agrupación a que pertenecen"
El objetivo era aumentar el poder del Partido Colorado con
una cada vez más amplia participación del pueblo en la vida política. Los
representantes del partido debían alinearse con el programa y las normas que
emanen de la autoridad partidaria. El Dr. Feliciano Viera se opuso a esta idea
negando la obligación de los representantes de alinearse a las autoridades
partidarias. Ya se estaba gestando otra división, ahora la Unión Colorada
liderada por el Dr. Augusto Turenne, ya coexistian cuatro fracciones coloradas:
batllismo, riverismo, vierismo y la unionista.
Durante la administración del Dr. Brum se produce además la
divisón del Partido Socialista como resultado del conflicto generado a partidos
de la III Internacional. Un sector del Partido Comunista, seguidor de la
Internacional queda dirigido por Eugenio Gómez. En tanto que un Partido
Socialista un tanto deprimido queda bajo la dirección del Dr. Emilio Frugoni.
El 28 de febrero de 1923, en el último día de su mandato,
Baltasar Brum inauguró en Montevideo el monumento a Artigas en la Plaza
Independencia, siendo uno de los momentos más importantes del culto laico a la
figura del Protector.
Participó luego de entregar la presidencia de las luchas
internas del Partido Colorado, y volvió a ocupar un cargo en el gobierno en
1931, cuando integró el Consejo Nacional de Administración.
En es cargo lo sorprendió el golpe de estado del 31 de marzo
de 1933, en el que el presidente Gabriel Terra, con apoyo de la Policía y el
sector mayoritario del Partido Nacional disolvió el parlamento y suspendió la
Constitución de 1918.
Baltasar Brum trató de instar al batllismo a resistir el
golpe de Estado, y se atrincheró en su casa particular del centro de
Montevideo, calle Río Branco casi Colonia, dispuesto a rechazar a la policía
cuando está fuera a arrestarlo. Acompañado por su hermano y algunos
partidarios, mantuvo un breve tiroteo con los policías y permaneció a la espera
de un levantamiento popular contra la dictadura que no llegó a producirse. Salvo
en el caso de algunos sectores de la izquierda y del propio batllismo, el golpe
fue mirado con cierta indiferencia por la población. Incluso en torno al
domicilio de Brum, se había reunido una multitud de curiosos que contemplaban
los hechos como si se tratara de un accidente de tránsito.
Al promediar la tarde de ese día, 31 de marzo de 1933, se
habló insistentemente que el gobierno de Terra autorizaría a Brum a abandonar
el país garantizando su seguridad personal, pero en todo caso éste declinó la
oferta. En aquellos momentos de incertidumbre, y comprobando que su resistencia
no arrojaba fruto alguno, Baltasar Brum corrió hacia el centro de la calle en
solitario, y tras gritar ¡Viva Batlle! ¡Viva la libertad! disparó su arma
contra su corazón, dándose muerte.
El suicidio de Brum ha sido interpretado de diversas maneras
por contemporáneos del hecho, sin ninguna duda fue la acción más valiente de
una persona por sus valores: dar su vida.
Julio César Grauert.
(Montevideo, 13 de noviembre de 1902 - 26 de octubre de
1933), político perteneciente al Partido Colorado, asesinado por la dictadura
de Terra. Desde muy joven se destacó como orador en las luchas estudiantiles
por la Reforma de Córdoba y el Instituto Ariel. Fue cofundador de la FEUU,
Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay el 26 de abril de 1926, en
ese mismo año se graduó como abogado con excelentes calificaciones. Participó
activamente en la Convención del Partido Colorado Batllista llamando la
atención de José Batlle y Ordóñez y de sus grandes colaboradores don Domingo
Arena y Justino Zavala Muniz.
Julio Cesar Grauert fue miembro de la Junta Departamental
y presidente de la misma en el año 1927
con 25 años. En 1928 fue electo diputado
nacional siendo reelecto en el siguiente período con su propia agrupación
"Principismo Batllista
AVANZAR". Proyectó y llevó adelante el seguro de desempleo, el seguro de
maternidad y trabajó mucho por el magisterio. Planteó otros proyectos en
defensa de los obreros y de los explotados del campo que no pudo concretar por
la disolución de las cámaras hecha por el Terrismo. Su personalidad se
caracterizó en ser aséptico a todo lo material. Marcó una línea radical cercana
al marxismo pero indudablemente radical batllista. Como lo recuerda Hierro
Gambardella:
(...)Muchos habían sido sus amigos y lo querían; otros lo
estimaban por sus libros, sus artículos, sus discursos. Pero otros más, que
seguramente eran la mayoría de aquel pueblo dolido, solo sabían que había
muerto. Y que desde ese momento, por haber caído como cayó, había nacido entre
todos. Fue por eso, que con gravedad levantaron en sus hombros el féretro y lo
llevaron en combate, entre sablazos que lastimaron la caja mortuoria y, a la
vez, el alma de la República.
Filósofos, poetas, pensadores, han vibrado mucho y muy
intensamente sobre una categpría estremecedora: La inmortalidad. Por lo menos
desde el Renacimiento, con la floración de la conciencia individual y su
auto-limitación de ente perecedero, se ha pensado que es el supremo tributo
para las más altas potencias del ser humano. Es el pago que se ofrece por
cuanto dan los héroes y los genios; y a la vez, la esperanza superior que puden
acariciar quienes no tienen otras.
Los que vivimos aquellas jornadas de estupor tuvimos, no
obstante, un privilegio superior; sentimos que para aquel muerto nacía la
inmortalidad y nacía de nosotros, se depositaba en nuestro espíritu para crecer
desde él a lso tiempos de la República.
Ya Grauert no sería el abogado, el publicista, el político
supremamente desinteresado que ejemplificó con una vida austera el servicio de
sus ideas. El nimbo del martirologio cubrirá para siempre la dimensión de su
persona. Y si aquél pueblo había crado una inmortalidad era porque Grauert era
también inmortal.(...) En la madrugada de julio de 1930 un grupo de estudiantes
universitarios de distintas facultades reclamaban en la Facultad de Derecho
reformas que estaban planteadas desde mucho tiempo atrás. Los estudianes izaban
en cestas los alimentos y bebidas que simpatizantes hacían llegar a la facultad
pero rodeados por Policías y Bomberos. En la tarde la Cámara de Representantes
votaba una investigación, mientras el diputado Julio César Grauert hacía llegar
por altavoces los avances de una negociación exitosa que determinaba la
evacuación de la Unoversidad sin
represalias con la promesa de una reforma universitaria. En el viejo café "Sportman" en la esquina de Andes y
Mercedes había una rueda de batllistas radicales, Con Grauert y Rodriguez
Fabregat a la cabeza, tambien estaba Zavala Muniz. Cuenta Aldo Ciasullo que el
1 de abril de 1933 que la casa de sus padres en la calle Bonpland, Washington
Fernández traería a tres refugiados de la dictadura y perseguidos en
consecuencia: Justino Zavala Muniz, Antonio Fusco y Julio Cesar Grauert. Esa
noche y durante toda la jornada siguiente se realizan las reuniones de
dirigentes batllistas a los que se suman: Edmundo Castillo, Antonio Rubio,
Enrique Rodriguez Fabregat, Andrés Martinez Trueba, Luis Batlle Berres y Luis
Abdala. 48 horas después el inusual movimiento en esa casa de familia determinó
el allanamiento policial sin consecuencias porque habían decidido cambiar de
sitio de reunión. En octubre de 1933 debido al 4to. aniversario de la muerte de
Batlle, el Partido Colorado decidió honrar su memoria con actos públicos en
todo el país, los que deberían realizarse en locales cerrados debidos a los
requerimientos de las autoridades. La delegación que fue a Minas estaba
integrada por Pablo Minelli, Juan F. Guichon, Julio César Grauert. Federico
Capurro, María Navarra y Carlos Massiotti. El 23 de Octubre en el teatro
"Escudero" el acto logró enfervorizar a la gente que acompaño a la
delegación en caravana hasta las afueras de la ciudad de Minas, fue el último
acto de Grauert. Son interceptados a las afueras de Mosquitos y baleados.
Mal atendido lo trasladaron al Hospital
Militar, donde murió gangrenado el 26 de octubre con sólo 30 años, dejando
huérfanas a 2 niñas de 5 y 6 años. Y un camino que se debe recorrer para que el
retorno del batllismo sea una realidad.
Luis Batlle Berres.
(Montevideo, 1897-1964). Miembro desde muy joven del Partido
Colorado, fue diputado desde el año 1921. De 1933 a 1938 permaneció en el
exilio, por ser contrario a la dictadura del presidente Gabriel Terra. Tras
regresar a Uruguay, retomó su carrera periodística y política. Presidente de la
Cámara desde 1942 hasta 1946, fue elegido por el presidente, Tomás Berreta, para
ocupar la vicepresidencia; tras la prematura muerte de éste, fue designado
presidente, puesto que ocupó desde 1947 hasta 1951. El 1 de marzo de 1955, tras
la implantación del sistema colegiado en el poder ejecutivo, fue elegido
consejero nacional, ocupando este puesto hasta el 1 de marzo de 1956.
Descendiente de comerciantes españoles emigrados desde
Cataluña a Uruguay en el primer cuarto del siglo XIX, atraídos por el gran
crecimiento económico que estaba experimentando el país, Luis Conrado Batlle Berres
se educó vinculado al mundo de la
política Vinculado por tanto desde su infancia al Partido Colorado, en 1921
Luis Batlle Berres se presentó en las listas del mencionado partido y fue
elegido diputado. Su llegada al Parlamento coincidió con los gobiernos de
Baltasar Brum (1919-1923) y de José Serrato (1923-1929), seguidores del
batllismo. En este momento, Uruguay disfrutaba de un periodo de bonanza
económica propiciada por el aumento de la actividad comercial y era considerado
uno de los países más avanzados dentro de América Latina, gracias a las
reformas emprendidas por José Batlle y sus seguidores. En 1931 subió al poder
el colorado Gabriel Terra, en un momento en que la economía del país se
encontraba estancada y en claro retroceso como consecuencia del estallido de la
Crisis de 1929. La crisis mundial dejó sentir sus efectos en Uruguay a partir
de 1930. El nuevo presidente se encontró con que sus poderes eran limitados,
puesto que la reforma constitucional de 1917 le obligaba a gobernar bajo la
estricta vigilancia del Consejo de Administración. Descontento con esta
situación, en 1933 Gabriel Terra, tras disolver el parlamento y el Consejo de
Administración, asumió poderes dictatoriales y estableció una poderosa censura.
Batlle Berres, en estos años, era
director del periódico El Día de Montevideo, fundado por José Batlle. Este
periódico se creó con la idea de acercar la información a las sectores más
desfavorecidos, por este motivo se vendía a precios casi simbólicos. El diario
fue toda una revolución, puesto que la mayoría de los periódicos se vendían por
suscripción y sólo estaban al alcance de las clases altas. Ante la resolución
del presidente Terra, Batlle Berres protestó abiertamente y desarrolló una
fuerte oposición. A consecuencia de ello se vio obligado a permanecer en el
exilio durante cinco años. A lo largo del periodo que estuvo fuera de Uruguay,
residió en Argentina y Brasil junto con su familia; años antes había contraído
matrimonio con la argentina Matilde Ibañez Tálice.
En 1938 Luis Batlle Berres regresó a Uruguay y retomó su
carrera periodística. Fundó y dirigió Radio Ariel y, tras la llegada al poder
del general Alfredo Baldomir (1938-1942), fue de nuevo diputado y se incorporó
a la vida política uruguaya. El Partido Colorado estaba fuertemente fragmentado
debido a las diferencias surgidas entre sus miembros tras el estallido de la
Segunda Guerra Mundial; unos eran favorables a permanecer neutrales, mientras
que otros eran partidarios de intervenir. En 1942 llegó al poder Juan José
Amezaga (1942-1946), el cual reunificó el Partido Colorado y logró un
aplastante triunfo en las elecciones. En esa legislatura Batlle Berres ocupó un
puesto destacado como presidente de la Cámara.
Las elecciones de 1946 dieron el triunfo a Tomás Berreta,
que ocupó su cargo en 1947 y nombró vicepresidente a Batlle Berres, el cual
ocupó la presidencia tras el fallecimiento de Berreta hasta agotar la
legislatura (1947-1951). El nuevo presidente tuvo que hacer frente a las
críticas, lanzadas por algunos sectores de su partido, por haberse proclamado
heredero del batllismo. La oposición estaba dirigida por César y Lorenzo Batlle
Pacheco, hijos de José Batlle, que opinaban que ellos eran los verdaderos herederos
del batllismo, aunque en la práctica eran mucho más conservadores que su primo
y presidente.
Luis Batlle Berres fue responsable del aggionamiento del
batllismo partiendo de la base de su comprensión de la realidad que se vivía en
el mundo de posguerra con sus imponentes cambios en todos los órdenes. El 14 de
agosto de 1947, Luisito sostenía en su famoso discurso: "Nosotros, los que
fuimos formados en los últimos aleteos de la filosofía liberal del siglo pasado
y dimos los primeros pasos hacia la socialización de ciertas actividades del
organismo social, comprendemos que tenemos que continuar ese ritmo para encauzarlo
por las vías normales. Apresurarse a ser justo, es asegurar la tranquilidad; es
bridarle al ciudadano los elementos principales y básicos para que tenga la
felicidad de vivir y hasta él lleguen
los beneficios del progreso y de la riqueza. Apresurarse a ser justos es luchar
por el orden y es asegurarse el orden". Buceando en el pensamiento de Luis
Batlle, años antes en una exposición de congresistas americanos realizada en
Chile con la Segunda Guerra Mundial en desarrollo sostenía en abril de 1944: "La
Democracia no es solo libertad. Los pueblos reclaman algo más. La Democracia no
tiene por que suponer necesariamente una evolución lenta en su marcha y
discusión prolongada para atreverse a dar un paso por el progreso y por la
justicia social" Es claro que el batllismo del período, denominado Neo
batllismo, fue un movimiento policlasista que buscó y consiguió en parte una
alianza entre los industriales, la pequeña burguesía, las clases medias y el
sector obrero. Desde el punto de vistas económico el eje fue el proceso de
industrialización que logró el apoyo tanto de los sectores estatistas como de
los sectores dirigistas en materia
económica.
El rol del Estado para Luisito era el de contribuir con gran
energía a mantener la paz social. No toleraba la lucha de clases porque la
visión del batllismo era la del hombre por encima de la sociedad. Retomando su
discurso de 1947 sostenía: "Cuando se amasa la riqueza entre el
capitalista y el trabajador, lo que se produce es de todos y tiene que
repartirse con equidad para que no exista el que lo tiene todo y el que no
tiene nada, porque eso no es ni la tranquilidad ni la paz, ni la justicia; eso
es la arbitrariedad y con arbitrariedad no podemos asegurar la paz
social..."
Mucho se ha debatido sobre el rol de la lista 15, de su
relativo apoyo al sistema colegiado en su momento o su inconveniencia de
instaurarlo en 1952, pero es innegable que Luis Batlle Berres tuvo grandes
coincidencias con Don Pepe: ambos fueron industrialistas, se basaron en la política de sustitución de
importaciones, el instrumento fue diferente con el sistema de cambios
múltiples. Ambos vieron al mercado interno como motor de desarrollo y fuente de
empleo. Y sin dudas el rol del Estado intervencionista, laico y tolerante.
"El discurso de Luis Batlle se entronca con la
tradición liberal, tal como había sido reinterpretada por el batllismo de Don
Pepe. Luis Batlle hizo frecuentes invocaciones a la justicia social, con un
énfasis claro del papel tutelar del Estado para proteger a los más necesitados de
la sociedad. También Luisito atacó a los que consideraba demasiado ricos a los
que consideraba enemigos de la sociedad pero lejos de considerarse un discurso
que presentase a la sociedad enfrentada en lucha de clases. Para Batlle Berres
los demasiado ricos y los necesitados era casos límite de una sociedad en la
cual la mayoría de la población estaba bajo el amigable paraguas del Estado
batllista. Por esta razón el
neobatllismo tuvo un gran apoyo en la clase obrera, pero con un discurso
no clasista presentándose como una alternativa a una postura de lucha de
clases. Los trabajadores participaban en la vida política no en cuanto tales,
sino en cuanto ciudadanos del Estado Batllista . El hecho de que el orden
social fuera libre y en armonía y sin antagonismos sociales no obedecía a un
orden natural preestablecido, por el contrario al resultado directo de la estrategia
anticipatoria de los gobiernos batllistas. Más claro que el primer batllismo,
la visión neobatllista fue la mediación
entre los distintos sectores sociales a través de la tutela estatal"