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sábado, 30 de julio de 2016

Anclado en el Pasado, 100 años después. José Batlle y Ordóñez y la derrota de 1916.



Feliciano Viera iba a resolver todos los problemas políticos en forma simultánea mediante una negociación entre los nacionalistas, colorados y anticolegialistas colorados sobre la reforma constitucional. El objetivo de Feliciano Viera era superar tácticamente en votos a Batlle.
El 30 de setiembre de 1916 los nacionalistas comienzan su acción publicando su Proyecto de Reforma Constitucional. Se parecía más al trabajo de un Corte de Apelaciones que el formular una nueva Constitución. El proyecto tenía como fundamento la pureza electoral. El Presidente de la República y el Vicepresidente serían electos por un Colegio Electoral con voto secreto. Los miembros del Colegio Electoral serían elegidos por votación proporcional por los votantes con voto secreto. El registro de votantes y el voto serían obligatorios. Los departamentos tendrían gobiernos departamentales en sus capitales y principales ciudades. El Presidente continuaría nombrando al Jefe Político de cada departamento: “El Estado no sostiene religión alguna. Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los templos que hayan sido construidos, total o parcialmente con fondos del Erario Nacional. Declara también exentos de toda clase de impuestos a los bienes destinados o consagrados al culto de las diversas religiones”
Este proyecto facilitaba  a los nacionalistas elegir a un Anticolegialista como Presidente de la República. En el Colegio Electoral nacionalistas y anticolegialistas podían acordar el voto para un candidato anticolegialista.  Batlle fue el único crítico con fundamentos del proyecto nacionalista. Don Pepe prefería una elección directa del Presidente de la República, podría aceptar un Colegio Electoral pero no uno elegido por representación proporcional sosteniendo “ un deplorable error que no puede producir otra cosa que un calamitoso engendro de camaraderías logradas al bajo precio de la renuncia a las ideas y de las concesiones acomodaticias de los peores intereses” El fundamento era que el parlamentarismo funcionaba bien en el exterior pero no en el Uruguay y que dejar a las iglesias construidas con fondos públicos en manos de la Iglesia Católica y eximirla de impuestos “ es una manera de sostener constitucionalmente el culto aparentando que no se sostiene”.
Feliciano Viera acelera el proceso y el 2 de octubre de 1916 en su periódico publicó la noticia de que el voto nacionalista para elegir a un anticolegialista como Presidente de la Asamblea Constituyente era “ un acto de evidente hostilidad al Presidente de la República que no podía de ningún modo mirar con buenos ojos una resolución que tiende, evidentemente a contrariar sus tendencias de armonizar y suavizar las aspiraciones políticas del momento” (La Razón,4 de octubre de 1916). Para explicar el alcance de esta nota se reúne con su ministro anticolegialista Amézaga y que la intención era calmar las relaciones y aspiraciones entre los nacionalistas y anticolegialistas. Gallinal, que fue al autor de la idea de nombra un presidente anticolegialista visitó a Amézaga para informarle que la idea no era contra el Presidente de la República. Nuevamente el periódico de Feliciano Viera incide  sosteniendo: “ el Presidente de la República mediará de un momento a otro ante la Convención de Constituyentes Colorados para que estudie la mejor manera de cambiar ideas con los constituyentes nacionalistas sobre los puntos más fundamentales de la reforma”(La Razón, 7 de octubre de 1916)
Batlle criticó el accionar del Feliciano Viera: “ Aclárese todo esto. Digase al fin a donde va y lo que se quiere. El País tiene derecho a saberlo. Y termínese con este atropellamiento de sucesos y cosas que dan la sensación de lo incierto e inestable. Y el Partido Colorado sobre todo, en estas elecciones, ha de saber qué rol desempeñar por él mismo” (El Dia, Acciones y hechos, 9 de octubre de 1916). Días después Batlle agregaba: “seguiremos fieles a nuestras ideas porque si la derrota del 30 de julio demostró una falta de organización en nuestras fuerzas partidarias, no demostró de ningún modo que estuviéramos equivocados en nuestro programa de adelanto moral y material”(El Día, 12 de octubre de 1916).  Al día siguiente a las 3 de la tarde el mediador anticolegialista para la unidad colorada, Blas Vidal se reúne con Feliciano Viera y este le informa:” que no tendría ningún inconveniente en propiciar una solución rápida ante las autoridades de su Partido pero consideraba como condición indispensable que los anticolegialistas redujeran sus pretensiones deducidas en la gestión anterior”. Paralelamente Rodolfo Mezzera el delegado colorado y hombre de confianza de Viera invitó a los delegados Nacionalistas y Anticolegialistas a un encuentro para “estudiar la posibilidad de un acuerdo sobre los puntos más fundamentales de la reforma” (La Razón, 14 de octubre de 1916).
Era el tiempo del contubernio entre nacionalistas y anticolegialistas y un discurso de Emilio Frugoni citado por el Dr. Caetano en la República Conservadora  que resume lo ocurrido hace 100 años y la efervescencia hoy entre antibatllistas y oportunistas:

“ El Partido del Poder ha renegado por completo de aquel hermoso y avanzado programa de reformas que Batlle quisiera hacer verdad y que fue sustentado por todos los colorados, cuando creían que Batlle había descubierto el secreto de conservar al Partido en una situación inconmovible, pero que aquellos y el Presidente de la República en su célebre manifiesto repudiaron al sentir que algunas de esas reformas haría peligrar las posiciones del Partido(…) no es lógico entonces que la clase trabajadora vote por el Partido del Poder que hoy no tiene programa porque repudió el de Batlle, que hasta ayer era el mejor”

lunes, 18 de julio de 2016

Batlle y Ordóñez, Domingo Arena, Baltasar Brum, Julio César Grauert y Luis Batlle Berres: Consolidación del Partido Colorado Batllista.







Vida de José Batlle y Ordóñez (Montevideo, 21 de mayo de 1856 - 20 de octubre de 1929), fue  político y periodista . Presidente de la República por dos períodos: 1903 - 1907 y 1911 - 1915.

“Sostenía Batlle que su verdadera vocación no había sido la política. Lo que ansiaba cuando empezó a sentirse hombre era una gran ilustración: hacerse en lo posible un sabio. Si no se hubiese entregado a la filosofía, se habría engolfado en el estudio de los astros”(Domingo Arena, 1926)
La política estaba presente desde antes de su nacimiento el 21 de mayo de 1856, porque su abuelo, rico molinero y comerciante catalán, debió expatriarse de Montevideo ante el triunfo de las armas patriotas. Su padre hizo estudios en España y vuelto al país, participó activamente en el Partido Colorado, alcanzó el generalato en la Defensa de Montevideo entre 1843 y 1851 y fue finalmente Presidente de la República entre 1868 y 1872.
En su primera juventud sin embargo, lleva adelante su vocación de estudioso, y es socio del Ateneo del Uruguay donde integra la Sección de Filosofía en 1878. Colabora en la Revista el Espíritu Nuevo, semanario literario, científico y filosófico y publica en La Razón poesías sobre temas religiosos. Durante dos años vive en Europa, y sabemos que siguió conferencias de Ernst Renan y de Laffitte, en la casa de la calle Monsieur le Prince, de Paris, donde había vivido Comte.
Pero en 1881 entre en la vida política, abandonando para siempre la filosofía y la vida intelectual desinteresada, en ocasión de un episodio de la dictadura de Santos: la mazorcada  del 20 de mayo contra los diarios El Plata y La Razón. En este último se inicia como periodista político, que será en definitiva la constante de sus tareas hasta la hora de su muerte.
Siempre contra la dictadura de Santos, conspira, emigra a Buenos Aires, participa en la Revolución del Quebracho, hasta que vuelve como prisionero a Montevideo. En 1886 funda El Día, siempre como opositor, lo que le significa cárcel, asilo en una embajada, emigra una vez más a Buenos Aires. En 1889 funda por segunda vez El Día, ahora para apoyar la candidatura de Julio Herrera y Obes. En 1891 fue diputado por el departamento de Salto y en 1898 alcanza el Senado, ahora por Montevideo. Este cuerpo lo designa su presidente y en ese carácter actúa como presidente interino de la República en 1899.
Durante los años posteriores a la revolución de Aparicio Saravia en 1897, en que el país estaba gobernado desde Montevideo y desde la estancia El Cordobés, donde vivía el caudillo blanco, José Batlle propugnó la unidad del partido y defendió la tesis del gobierno partidario. El manifiesto del Partido Colorado de 1901 es de su redacción, y será reelecto presidente del Senado.
Las ideas de Batlle habían sido incorporadas al programa de su partido, “hasta ser la orientación primordial y característica del batllismo” (Guidici y Gonzalez Conzi). Una generación de hombres salidos de las filas de las clases medias, intelectuales, profesionales e industriales, creen en sus ideas. El inmediato éxito de los monopolios de la electricidad, portuario y bancario prestigia la política de nacionalizaciones.
Hizo más, transformó al Uruguay, aumentando las posibilidades de las clases medias, protegiendo a los trabajadores y evitando parcialmente el drenaje al extranjero de sus riquezas.
Analizando el conjunto de las  realizaciones de José Batlle y Ordóñez se comprende que se le considere un ideólogo y se busque su inspiración en lecturas de aprendiz de filósofo. Ya hemos sostenido y nos acompañan Antonio Grompone y Alfredo Palacios que Batlle fue un realizador, un hombre de la acción política, interprete de su pueblo más allá de esquemas ideológicos preconcebidos.
Ver: Carlos m. Rama. Batlle: la conciencia social. En Enciclopedia Uruguaya Número 34, Arca, junio 1968.

Domingo Arena. (Tropea, Italia, 7 de abril de 1870 — Montevideo, Uruguay, 3 de mayo de 1939) 

fue un abogado, periodista y político de origen italiano. Arena es considerado como una de las personalidades fundamentales del Batllismo y del Partido Colorado.
Domingo Arena nace en Italia, en un hogar muy pobre, el 7 de abril de 1870. Nace en el sur, territorio que arrastró por siglos un atraso tecnológico, con difíciles condiciones de vida, y por extensión con serias dificultades laborales. El regionalismo salvaje en que se encuentraba dividida la Península, a pesar de la Unidad recientemente alcanzada, trajo aparejado como inmediata solución, la emigración.

En Calabria, región natal de Arena, la vida era dura. El entorno familiar era el siguiente: su padre era zapatero remendón, su madre no tenía mejor destino, su tarea era la común a la mujer en un medio rural: cuidar a los hijos y entenderse de las tareas domésticas. Como muchos otros, que luego conformarían una gran cantidad de apellidos italianos ilustres de nuestra sociedad actual, la familia Arena emigró hacia el Río de la Plata, instalándose en nuestro país en 1877.

Proviene Domingo Arena de una sociedad que buscaba la unidad política dentro de una pluralidad ideológica. En Italia las ideas socialistas no siempre conjugaban con las ideas nacionalistas, pero todo ese fermento ideológico lo traía consigo la familia Arena desde su país natal.

Llegados a nuestro territorio, se trasladan al interior del país. Se encontró Arena con un campo laboral reducido, simple y rural: fue jornalero, peón de pulpería, changador. Todas estas actividades las compartía, alternándolas, con un maestro rural que le proporcionaría enseñanza hasta el séptimo año de escuela, hecho decisivo porque le permitiría entrar en la Universidad de la República en la capital del país.

No se quedó conforme con su destino de peón y jornalero. Se traslada a Montevideo para cursar estudios superiores: Debe trabajar para continuar sus estudios: su primer trabajo fue en la Fiscalía de lo Civil de Montevideo. Luego se desempeña como cronista en el diario “El Día”. A partir de este momento su estrella comienza a brillar: se recibe de Doctor en Derecho, en el campo periodístico asciende lentamente pero sin pausa: gacetillero, cronista, reportero, editorialista y por último la dirección del diario en forma conjunta con otro joven pujante como él: Pedro Manini Ríos.

Se vincula a la política, ascendiendo también en forma rápida, diputado en 1904, luego Senador, Consejero Nacional, amigo personal y confidente de José Batlle y Ordóñez.
Fue diputado durante varias legislaturas por los departamentos de Montevideo, Soriano y Tacuarembó. También llegó a ser senador y miembro del Consejo Nacional de Administración.
Murió en Montevideo, en 1939, a la edad de 68 años.


Baltasar Brum
Baltasar Brum Rodríguez (Costas del Catalán, entonces Salto, hoy Artigas, 18 de junio de 1883 - Montevideo, 31 de marzo de 1933), abogado, diplomático y político , presidente de Uruguay entre 1919 y 1923.

Formado en su adolescencia en el Instituto Politécnico de Salto, estudió derecho en Montevideo, recibiéndose de abogado en 1909. Dirigente estudiantil durante el período de sus estudios, instaló su bufete en Salto, donde también se dedicó a la docencia y al periodismo.
Partidario incondicional de la ideología del estadista José Batlle y Ordóñez, se prestigió rápidamente desde su temprana actuación política en el Partido Colorado, en el que simbolizó a la generación más joven que apoyara el batllismo.
El 1 de marzo  de 1919 comenzó a regir la nueva Constitución que había venido a sustituir a la de 1830 que entre otras acusaciones le adjudicaban ser la causante de 72 revoluciones. Era  carnaval y Baltasar Brum juró como Presidente de la República, ante la Asamblea General, órgano que lo había electo de acuerdo a las disposiciones transitorias incluídas en la propias Constitución. Brum fue el último presidente electo por esta vía indirecta, todos los demás, a partir de José Serrato serían elegidos por voto popular. Del mismo modo ocurrió con la rama colegiada del Poder Ejecutivo, el Consejo Nacional de Administración. Los nueve miembros, seis del Partido Colorado y tres del Partido Nacional fueron electos de la misma forma. En 1925 se llegó a la expresión más contundente de la coparticipación: el Consejo Nacional de Administración presidido por Luis Alberto de Herrera y la presidencia de la República por José Serrato. El nuevo régimen  determinó claramente la profundización de la democracia política con ele lectorado ampliado por el desarrollo del voto universal masculino, las mujeres votaran a partir de 1938, la Cámara de Diputas presenta representación proporcional garantizando la participación de: Partido Nacional,, Unión Cívica, Partido Socialista y el Partido Comunista. En realidad hubo elecciones todos los años entre 1919 y 1933.
Durante el período presidencial de Baltasar Brum, el Partido Colorado sufre varias rupturas, ya se había producido la escisión del Partido Riverista y ahora se estaba desarrollando la separación del sector radical conservador liderado por el Dr. Feliciano Viera, presidente del Consejo Nacional de Administración. Brum generó ásperos debates en el Parlamento al anunciar que existen incompatibilidades para realizar sus tareas los miembros del Poder Ejecutivo. La polémica crece cuando el propio Batlle y Ordóñez eleva una moción ante la Convención Nacional del Partido Colorado para que se invite a los miembros colorado del Poder Ejecutivo de  las Cámaras, de los Ministerios, y de las Juntas Económico. Administrativas de la capital para que concurran a reuniones mensuales en la "Casa del Partido". Batlle pretende que la agrupación de Gobierno funcionara totalmente: Sostenía Batlle:

" Dentro de la nueva constitución, ningún miembro del Gobierno puede ser árbitro del Partido o de la política, y su casa particular no puede constituirse en centro de los negocios públicos. La Casa del Partido, debe ser ahora el centro donde se reúnan, conversen y cambien ideas todos los hombres representantes de la agrupación a que pertenecen"

El objetivo era aumentar el poder del Partido Colorado con una cada vez más amplia participación del pueblo en la vida política. Los representantes del partido debían alinearse con el programa y las normas que emanen de la autoridad partidaria. El Dr. Feliciano Viera se opuso a esta idea negando la obligación de los representantes de alinearse a las autoridades partidarias. Ya se estaba gestando otra división, ahora la Unión Colorada liderada por el Dr. Augusto Turenne, ya coexistian cuatro fracciones coloradas: batllismo, riverismo, vierismo y la unionista.

Durante la administración del Dr. Brum se produce además la divisón del Partido Socialista como resultado del conflicto generado a partidos de la III Internacional. Un sector del Partido Comunista, seguidor de la Internacional queda dirigido por Eugenio Gómez. En tanto que un Partido Socialista un tanto deprimido queda bajo la dirección del Dr. Emilio Frugoni.
El 28 de febrero de 1923, en el último día de su mandato, Baltasar Brum inauguró en Montevideo el monumento a Artigas en la Plaza Independencia, siendo uno de los momentos más importantes del culto laico a la figura del Protector.
Participó luego de entregar la presidencia de las luchas internas del Partido Colorado, y volvió a ocupar un cargo en el gobierno en 1931, cuando integró el Consejo Nacional de Administración.
En es cargo lo sorprendió el golpe de estado del 31 de marzo de 1933, en el que el presidente Gabriel Terra, con apoyo de la Policía y el sector mayoritario del Partido Nacional disolvió el parlamento y suspendió la Constitución de 1918.
Baltasar Brum trató de instar al batllismo a resistir el golpe de Estado, y se atrincheró en su casa particular del centro de Montevideo, calle Río Branco casi Colonia, dispuesto a rechazar a la policía cuando está fuera a arrestarlo. Acompañado por su hermano y algunos partidarios, mantuvo un breve tiroteo con los policías y permaneció a la espera de un levantamiento popular contra la dictadura que no llegó a producirse. Salvo en el caso de algunos sectores de la izquierda y del propio batllismo, el golpe fue mirado con cierta indiferencia por la población. Incluso en torno al domicilio de Brum, se había reunido una multitud de curiosos que contemplaban los hechos como si se tratara de un accidente de tránsito.
Al promediar la tarde de ese día, 31 de marzo de 1933, se habló insistentemente que el gobierno de Terra autorizaría a Brum a abandonar el país garantizando su seguridad personal, pero en todo caso éste declinó la oferta. En aquellos momentos de incertidumbre, y comprobando que su resistencia no arrojaba fruto alguno, Baltasar Brum corrió hacia el centro de la calle en solitario, y tras gritar ¡Viva Batlle! ¡Viva la libertad! disparó su arma contra su corazón, dándose muerte.
El suicidio de Brum ha sido interpretado de diversas maneras por contemporáneos del hecho, sin ninguna duda fue la acción más valiente de una persona por sus valores: dar su vida.

Julio César Grauert.
(Montevideo, 13 de noviembre de 1902 - 26 de octubre de 1933), político perteneciente al Partido Colorado, asesinado por la dictadura de Terra. Desde muy joven se destacó como orador en las luchas estudiantiles por la Reforma de Córdoba y el Instituto Ariel. Fue cofundador de la FEUU, Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay el 26 de abril de 1926, en ese mismo año se graduó como abogado con excelentes calificaciones. Participó activamente en la Convención del Partido Colorado Batllista llamando la atención de José Batlle y Ordóñez y de sus grandes colaboradores don Domingo Arena y Justino Zavala Muniz.
Julio Cesar Grauert fue miembro de la Junta Departamental y  presidente de la misma en el año 1927 con  25 años. En 1928 fue electo diputado nacional siendo reelecto en el siguiente período con su propia agrupación "Principismo  Batllista AVANZAR". Proyectó y llevó adelante el seguro de desempleo, el seguro de maternidad y trabajó mucho por el magisterio. Planteó otros proyectos en defensa de los obreros y de los explotados del campo que no pudo concretar por la disolución de las cámaras hecha por el Terrismo. Su personalidad se caracterizó en ser aséptico a todo lo material. Marcó una línea radical cercana al marxismo pero indudablemente radical batllista. Como lo recuerda Hierro Gambardella:
(...)Muchos habían sido sus amigos y lo querían; otros lo estimaban por sus libros, sus artículos, sus discursos. Pero otros más, que seguramente eran la mayoría de aquel pueblo dolido, solo sabían que había muerto. Y que desde ese momento, por haber caído como cayó, había nacido entre todos. Fue por eso, que con gravedad levantaron en sus hombros el féretro y lo llevaron en combate, entre sablazos que lastimaron la caja mortuoria y, a la vez, el alma de la República.
Filósofos, poetas, pensadores, han vibrado mucho y muy intensamente sobre una categpría estremecedora: La inmortalidad. Por lo menos desde el Renacimiento, con la floración de la conciencia individual y su auto-limitación de ente perecedero, se ha pensado que es el supremo tributo para las más altas potencias del ser humano. Es el pago que se ofrece por cuanto dan los héroes y los genios; y a la vez, la esperanza superior que puden acariciar quienes no tienen otras.
Los que vivimos aquellas jornadas de estupor tuvimos, no obstante, un privilegio superior; sentimos que para aquel muerto nacía la inmortalidad y nacía de nosotros, se depositaba en nuestro espíritu para crecer desde él a lso tiempos de la República.
Ya Grauert no sería el abogado, el publicista, el político supremamente desinteresado que ejemplificó con una vida austera el servicio de sus ideas. El nimbo del martirologio cubrirá para siempre la dimensión de su persona. Y si aquél pueblo había crado una inmortalidad era porque Grauert era también inmortal.(...) En la madrugada de julio de 1930 un grupo de estudiantes universitarios de distintas facultades reclamaban en la Facultad de Derecho reformas que estaban planteadas desde mucho tiempo atrás. Los estudianes izaban en cestas los alimentos y bebidas que simpatizantes hacían llegar a la facultad pero rodeados por Policías y Bomberos. En la tarde la Cámara de Representantes votaba una investigación, mientras el diputado Julio César Grauert hacía llegar por altavoces los avances de una negociación exitosa que determinaba la evacuación  de la Unoversidad sin represalias con la promesa de una reforma universitaria. En el viejo café  "Sportman" en la esquina de Andes y Mercedes había una rueda de batllistas radicales, Con Grauert y Rodriguez Fabregat a la cabeza, tambien estaba Zavala Muniz. Cuenta Aldo Ciasullo que el 1 de abril de 1933 que la casa de sus padres en la calle Bonpland, Washington Fernández traería a tres refugiados de la dictadura y perseguidos en consecuencia: Justino Zavala Muniz, Antonio Fusco y Julio Cesar Grauert. Esa noche y durante toda la jornada siguiente se realizan las reuniones de dirigentes batllistas a los que se suman: Edmundo Castillo, Antonio Rubio, Enrique Rodriguez Fabregat, Andrés Martinez Trueba, Luis Batlle Berres y Luis Abdala. 48 horas después el inusual movimiento en esa casa de familia determinó el allanamiento policial sin consecuencias porque habían decidido cambiar de sitio de reunión. En octubre de 1933 debido al 4to. aniversario de la muerte de Batlle, el Partido Colorado decidió honrar su memoria con actos públicos en todo el país, los que deberían realizarse en locales cerrados debidos a los requerimientos de las autoridades. La delegación que fue a Minas estaba integrada por Pablo Minelli, Juan F. Guichon, Julio César Grauert. Federico Capurro, María Navarra y Carlos Massiotti. El 23 de Octubre en el teatro "Escudero" el acto logró enfervorizar a la gente que acompaño a la delegación en caravana hasta las afueras de la ciudad de Minas, fue el último acto de Grauert. Son interceptados a las afueras de Mosquitos y baleados. Mal  atendido lo trasladaron al Hospital Militar, donde murió gangrenado el 26 de octubre con sólo 30 años, dejando huérfanas a 2 niñas de 5 y 6 años. Y un camino que se debe recorrer para que el retorno del batllismo sea una realidad.

 Luis Batlle Berres.
(Montevideo, 1897-1964). Miembro desde muy joven del Partido Colorado, fue diputado desde el año 1921. De 1933 a 1938 permaneció en el exilio, por ser contrario a la dictadura del presidente Gabriel Terra. Tras regresar a Uruguay, retomó su carrera periodística y política. Presidente de la Cámara desde 1942 hasta 1946, fue elegido por el presidente, Tomás Berreta, para ocupar la vicepresidencia; tras la prematura muerte de éste, fue designado presidente, puesto que ocupó desde 1947 hasta 1951. El 1 de marzo de 1955, tras la implantación del sistema colegiado en el poder ejecutivo, fue elegido consejero nacional, ocupando este puesto hasta el 1 de marzo de 1956.
Descendiente de comerciantes españoles emigrados desde Cataluña a Uruguay en el primer cuarto del siglo XIX, atraídos por el gran crecimiento económico que estaba experimentando el país, Luis Conrado Batlle Berres se educó  vinculado al mundo de la política Vinculado por tanto desde su infancia al Partido Colorado, en 1921 Luis Batlle Berres se presentó en las listas del mencionado partido y fue elegido diputado. Su llegada al Parlamento coincidió con los gobiernos de Baltasar Brum (1919-1923) y de José Serrato (1923-1929), seguidores del batllismo. En este momento, Uruguay disfrutaba de un periodo de bonanza económica propiciada por el aumento de la actividad comercial y era considerado uno de los países más avanzados dentro de América Latina, gracias a las reformas emprendidas por José Batlle y sus seguidores. En 1931 subió al poder el colorado Gabriel Terra, en un momento en que la economía del país se encontraba estancada y en claro retroceso como consecuencia del estallido de la Crisis de 1929. La crisis mundial dejó sentir sus efectos en Uruguay a partir de 1930. El nuevo presidente se encontró con que sus poderes eran limitados, puesto que la reforma constitucional de 1917 le obligaba a gobernar bajo la estricta vigilancia del Consejo de Administración. Descontento con esta situación, en 1933 Gabriel Terra, tras disolver el parlamento y el Consejo de Administración, asumió poderes dictatoriales y estableció una poderosa censura.  Batlle Berres, en estos años, era director del periódico El Día de Montevideo, fundado por José Batlle. Este periódico se creó con la idea de acercar la información a las sectores más desfavorecidos, por este motivo se vendía a precios casi simbólicos. El diario fue toda una revolución, puesto que la mayoría de los periódicos se vendían por suscripción y sólo estaban al alcance de las clases altas. Ante la resolución del presidente Terra, Batlle Berres protestó abiertamente y desarrolló una fuerte oposición. A consecuencia de ello se vio obligado a permanecer en el exilio durante cinco años. A lo largo del periodo que estuvo fuera de Uruguay, residió en Argentina y Brasil junto con su familia; años antes había contraído matrimonio con la argentina Matilde Ibañez Tálice.
En 1938 Luis Batlle Berres regresó a Uruguay y retomó su carrera periodística. Fundó y dirigió Radio Ariel y, tras la llegada al poder del general Alfredo Baldomir (1938-1942), fue de nuevo diputado y se incorporó a la vida política uruguaya. El Partido Colorado estaba fuertemente fragmentado debido a las diferencias surgidas entre sus miembros tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial; unos eran favorables a permanecer neutrales, mientras que otros eran partidarios de intervenir. En 1942 llegó al poder Juan José Amezaga (1942-1946), el cual reunificó el Partido Colorado y logró un aplastante triunfo en las elecciones. En esa legislatura Batlle Berres ocupó un puesto destacado como presidente de la Cámara.

Las elecciones de 1946 dieron el triunfo a Tomás Berreta, que ocupó su cargo en 1947 y nombró vicepresidente a Batlle Berres, el cual ocupó la presidencia tras el fallecimiento de Berreta hasta agotar la legislatura (1947-1951). El nuevo presidente tuvo que hacer frente a las críticas, lanzadas por algunos sectores de su partido, por haberse proclamado heredero del batllismo. La oposición estaba dirigida por César y Lorenzo Batlle Pacheco, hijos de José Batlle, que opinaban que ellos eran los verdaderos herederos del batllismo, aunque en la práctica eran mucho más conservadores que su primo y presidente.
Luis Batlle Berres fue responsable del aggionamiento del batllismo partiendo de la base de su comprensión de la realidad que se vivía en el mundo de posguerra con sus imponentes cambios en todos los órdenes. El 14 de agosto de 1947, Luisito sostenía en su famoso discurso: "Nosotros, los que fuimos formados en los últimos aleteos de la filosofía liberal del siglo pasado y dimos los primeros pasos hacia la socialización de ciertas actividades del organismo social, comprendemos que tenemos que continuar ese ritmo para encauzarlo por las vías normales. Apresurarse a ser justo, es asegurar la tranquilidad; es bridarle al ciudadano los elementos principales y básicos para que tenga la felicidad de vivir y hasta  él lleguen los beneficios del progreso y de la riqueza. Apresurarse a ser justos es luchar por el orden y es asegurarse el orden". Buceando en el pensamiento de Luis Batlle, años antes en una exposición de congresistas americanos realizada en Chile con la Segunda Guerra Mundial en desarrollo sostenía en abril de 1944: "La Democracia no es solo libertad. Los pueblos reclaman algo más. La Democracia no tiene por que suponer necesariamente una evolución lenta en su marcha y discusión prolongada para atreverse a dar un paso por el progreso y por la justicia social" Es claro que el batllismo del período, denominado Neo batllismo, fue un movimiento policlasista que buscó y consiguió en parte una alianza entre los industriales, la pequeña burguesía, las clases medias y el sector obrero. Desde el punto de vistas económico el eje fue el proceso de industrialización que logró el apoyo tanto de los sectores estatistas como de los  sectores dirigistas en materia económica.
El rol del Estado para Luisito era el de contribuir con gran energía a mantener la paz social. No toleraba la lucha de clases porque la visión del batllismo era la del hombre por encima de la sociedad. Retomando su discurso de 1947 sostenía: "Cuando se amasa la riqueza entre el capitalista y el trabajador, lo que se produce es de todos y tiene que repartirse con equidad para que no exista el que lo tiene todo y el que no tiene nada, porque eso no es ni la tranquilidad ni la paz, ni la justicia; eso es la arbitrariedad y con arbitrariedad no podemos asegurar la paz social..."
Mucho se ha debatido sobre el rol de la lista 15, de su relativo apoyo al sistema colegiado en su momento o su inconveniencia de instaurarlo en 1952, pero es innegable que Luis Batlle Berres tuvo grandes coincidencias con Don Pepe: ambos fueron industrialistas,  se basaron en la política de sustitución de importaciones, el instrumento fue diferente con el sistema de cambios múltiples. Ambos vieron al mercado interno como motor de desarrollo y fuente de empleo. Y sin dudas el rol del Estado intervencionista, laico y tolerante.
"El discurso de Luis Batlle se entronca con la tradición liberal, tal como había sido reinterpretada por el batllismo de Don Pepe. Luis Batlle hizo frecuentes invocaciones a la justicia social, con un énfasis claro del papel tutelar del Estado para proteger a los más necesitados de la sociedad. También Luisito atacó a los que consideraba demasiado ricos a los que consideraba enemigos de la sociedad pero lejos de considerarse un discurso que presentase a la sociedad enfrentada en lucha de clases. Para Batlle Berres los demasiado ricos y los necesitados era casos límite de una sociedad en la cual la mayoría de la población estaba bajo el amigable paraguas del Estado batllista. Por esta razón el  neobatllismo tuvo un gran apoyo en la clase obrera, pero con un discurso no clasista presentándose como una alternativa a una postura de lucha de clases. Los trabajadores participaban en la vida política no en cuanto tales, sino en cuanto ciudadanos del Estado Batllista . El hecho de que el orden social fuera libre y en armonía y sin antagonismos sociales no obedecía a un orden natural preestablecido, por el contrario al resultado directo de la estrategia anticipatoria de los gobiernos batllistas. Más claro que el primer batllismo, la visión neobatllista  fue la mediación entre los distintos sectores sociales a través de la tutela estatal"