A fines de los años 50 nuestro país
se enfrenta al final de una coyuntura externa muy favorable que había
posibilitado el crecimiento del desarrollo industrial y una cierta
mejora de los sectores asalariados y la clase media. Los efectos de
la crisis se perciben cuando se agota el crecimiento de la industria
protegida que funcionó claramente hasta que las economía europea
comienza a desarrollarse, también con el profundo estancamiento del
sector agropecuario y el inicio de la especulación en distintos
actores sociales. Inmediatamente repercute en las tensiones sociales
lo que convierte a la crisis en un proceso más profundo que incluía
todos los aspectos estructurales del país. El segundo Gobierno
Colegiado se enfrenta al proceso eleccionario con desprestigio y con
cuestiones desde varios sectores, incluso desde el mismo batllismo.
Muchos de los críticos se había enriquecido con la política
redistributiva que alentaban y que en momentos de campaña electoral
denigraban. Los más críticos, entonces, eran los industriales, los
obreros y la clase media. En verdad, como sostiene el Dr. Caetano,
una respuesta que la sociedad buscó fue la victoria de os
nacionalistas que van a asumir el gobierno el 1 de marzo de 1959 con
mayoría de seis integrantes de la alianza “ herrerista/ruralista”
por la minoría dos batllistas de la lista 15 y uno de la lista 14.
Inmediatamente comienzan profundos cambios en a dirección económica
con el objetivo de desbatllistizar la política. En el mes de
diciembre de 1959 se aprueba la Ley de Reforma Cambiaria y Monetaria
con el objetivo de eliminar los controles a las importaciones y el
sistema de cambios múltiples. Se devaluó el peso, se elimina
subsidios a la producción y al consumo y se determinan detracciones
a las exportaciones de los productos principales como la lana, carne
y cueros. También se inician relaciones con el FMI.
En resumen se
pone un punto final al dirigismo estatal y el inicio de un modelo
liberal. Era una alternativa al modelo batllista. El 20 de julio de
1960 apuntalando a sus compañeros de sector, los diputados
batllistas Glauco Segovia y Luis Hierro Gambardella, Zelmar
Michelini se pronunció con la visión del batllismo con referencia
al FMI y a los cambios en la redistribución de la riqueza:
“Cada vez que el FMI ha tenido que
acudir a América Latina, ha tenido en cuenta estos cuatro puntos:
primero, la transferencia del sector agropecuario- en este caso del
Uruguay fundamentalmente al sector ganadero, carnes y lanas- de una
mayor porción del ingreso nacional mediante el aumento de los
precios de los productos agropecuarios, el encarecimiento de ls
productos de importación, la liberalización de los controles de
precios y la congelación de salarios. Segundo, un amplio concurso al
capital extranjero bajo la forma de empréstitos, comenzados
generalmente con los institutos internacionales. Tercero, una
política desinflacionaria tendiente a comprimir el actual nivel de
ocupación y a transferir mano de obra. Y, cuarto, eliminación de
los cauces laterales en el comercio exterior con miras a la adopción
de una multilateralidad limitada”( Parlamento del Uruguay, Diarios
de sesiones de la Cámara de Representantes, 20 de julio de 1960,
p.p. 317-326 en Zelmar Michelini, Planeta 2017, pág.205).
Los diputados batllistas intentan
demostrar que la política dependiente del FMI al poner el foco de la
crisis en el exceso de dinero circulante, dentro de un proceso de
estancamiento productivo no solo impedía una justa redistribución
sino que transfería el capital hacia los grandes ganaderos y
tenedores de tierras. Para los batllistas era imperioso defender al
pequeño industrial que significa en definitiva defender a los
sectores medios de la sociedad. En definitiva aquellos debates los
podemos vivenciar posteriormente este modelo económico apuntaba a
desmantelar el sistema proteccionista y junto con él a la industria
nacional, lo que traducido en lo social al desempleo. “La paz, la
fortuna de la paz nos ha provocado algún trastorno económico.
Durante la guerra, nosotros tuvimos que proveernos a nosotros mismos
y proveer al mundo comprador. En nuestro país tnemos casi 200mil
obreros industriales y en la industria de la lana, tejidos y tops,
tendremos unas 20 mil persona. I nos pusieramos a vender lana sucia,
lana virgen, tendríamos que cerrar todas esas industrias” (Nahum,
B. Historia del Uruguay, tomo 11).
Las protestas en las calles no se
hicieron esperar y el batllismo en los sesenta existía preocupación
sobre los excesos en el empleo de la violencia y al procesamiento de
los dirigentes sindicales en pleno auge de la guerra fría, viendo al
“enemigo” comunista en todas partes, el propio Michelini
sostenía que el conflicto era la crisis económica que afectaba a
los asalariados de ingresos fijos: “ En circunstancias en que el
país atraviesa la crisis económica más grande de su historia; en
circunstancias en que el pueblo tiene hambre(...) creemos que es
totalmente absurdo, arbitrario y peligroso, que conspira contra la
paz social, que se busque por medidas disciplinarias reprimir al
movimiento sindical.( Parlamento del Uruguay, 5 de mayo de 1960)
Hoy tenemos varios “batllismos” en
el Partido Colorado, quizás el discurso más cercano a las posturas
históricas, desde perspectivas diferentes, las tengan los actuales
diputados Fernando Amado y Tabaré Viera. Sin embargo todavía, el
discurso y la acción no se han acercado a la comprensión del
votante batllista.