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jueves, 22 de diciembre de 2011

El asesinato de Julio César Grauert, mártir batllista. Octubre de 1933.


A fines de octubre de 1933 (ya se estaba bajo la dictadura de Terra), con motivo del cuarto aniversario de la muerte de Batlle y Ordóñez, se realizaron una serie de actos en locales cerrados que contaban con autorización policial. El 23 de octubre se realizó un acto en el Teatro Escudero de la ciudad de Minas, siendo los oradores: María Inés Navarra, Federico Capurro Calamet, Julio César Grauert, Pablo Minelli, Juan F. Guichón, Carlos Massiotti Silveira y Aldo Ciasullo.

La sala desbordó de público y fueron colocados parlantes en las esquinas del teatro; fue un pronunciamiento de los batllistas contra la dictadura de Terra donde hubo discursos muy combativos.

Después del acto, trascendió que se había librado una orden de arresto contra Grauert, Minelli y Guichón, por parte del Jefe de Policía de Lavalleja, Sr. Bonino, por considerar que los discursos de aquellos incitaban a la violencia contra el gobierno, contraviniendo las disposiciones vigentes. Los oradores se habían trasladado a un café de la localidad, acompañados de numerosas personas y allí la policía les comunicó que deberían presentarse como detenidos en la comisaría local a lo cual Minelli les respondió que no iban a acatar esa orden de arresto.

Finalmente, la policía de Minas desistió de arrestarlos allí mediante el uso de la fuerza y, se que siguiendo órdenes superiores, se limitó a escoltar a la caravana de vehículos que partió de regreso a Montevideo con los oradores y acompañantes residentes en la capital. Eran cinco automóviles entre los cuales estaba el coche de Minelli donde viajaba éste junto a Grauert y Guichón.

El viaje de regreso fue muy accidentado ya que fueron detenidos varias veces por destacamentos armados: primero, al salir de Lavalleja y más adelante, en Solís, por parte del comisario de esa localidad que quiso practicar allí mismo el arresto; hubo nuevos cabildeos donde se manejó la posibilidad de que se presentarían ante las autoridades correspondientes una vez que llegaran a Montevideo. Pudieron seguir la marcha hasta que llegaron a las proximidades de Pando donde se produjeron los hechos decisivos.

Al llegar al kilómetro 34 de la ruta, en las cercanías de Pando fueron interceptados por un destacamento compuesto por unos treinta policías de Investigaciones, armados a guerra, que atravesaron un vehículo policial adelante del automóvil de Minelli y le cortaron los neumáticos.

Posteriormente, en los flancos del coche apostaron dos motocicletas blindadas que habían pedido de refuerzo a Pando y que estaban equipadas con elementos para el lanzamiento de gases lacrimógenos.

Se produjeron unas dramáticas negociaciones entre los integrantes de la caravana y la policía, pero los tres parlamentarios se mantuvieron firmes en su posición de no entregarse sin una orden judicial; incluso se les atribuye haber dicho que no los tomarían con vida. Iban armados con revólveres marca Colt, calibre 32, pero, por los testimonios recogidos, es posible suponer que no los usaron. Es importante consignar que el automóvil de Minelli había quedado cerrado y con los vidrios de las ventanillas subidos.

Alrededor de las 7 de la mañana del día 24 se produjo el ataque policial con gases lacrimógenos y disparos de armas largas. Los gases afectaron inmediatamente a Minelli, quien se arrojó del coche y cayó desvanecido en la cuneta. Guichón y Grauert fueron alcanzados por las balas: el primero, en el brazo derecho con fractura de hueso, en la cadera y en el pie derecho; el segundo, en las piernas y en el pie. Se trataba de balas explosivas que producían enormes desgarros al penetrar en el cuerpo.

La versión inicial de la policía fue que se limitaron al empleo de gases lacrimógenos y que los balazos fueron disparados por los propios ocupantes del auto, que en la confusión, se hirieron entre ellos.

Luego hubo otra versión proveniente del Jefe de Policiía de Montevideo, Coronel Baldomir, que fue la versión "oficial" de los sucesos. Afirmaba que el fuego lo inició Minelli al dispararle a Cavassa y que la policía respondió al ataque pero disparando hacia abajo, en dirección a la chapa del coche. A su vez, los parlamentarios habrían disparado 12 proyectiles sobre la policía. También hizo una crítica a la policía de Minas acusándola de haber actuado con mucha tolerancia.

Esta versión fue muy cuesstionada por la oposición en base a los siguientes argumentos: estando los vidrios de las ventanillas cerrados y presentando estos sólo dos perforaciones, ¿cómo era posible que se dispararan 12 balazos desde dentro del coche? Por otra parte, hubo otra rotura en los cristales producida por las bombas de gases lacrimógenos. El otro argumento que se manejaba era que Grauert, poco antes de morir le juró a su esposa que no habían disparado un sólo tiro, lo cual daba a estos dichos un gran valor testimonial. También Guichón y Minelli afirmaron que no habían usado sus armas.

Los heridos fueron trasladados a Pando donde fueron alojados, en primera instancia, en los calabozos de la comisaría local. Allí tuvieron que tirarse sobre trapos sucios ya que no había camas ni sillas y las heridas no les permitían tnerse en pie. Estuvieron en esta situación alrededor de una hora y fueron trasladados al hospital de Pando donde quedó registrado su ingreso a la hora 9.15 de la mañana.

Los atendió en el primer momento, el médico de la policía, Héctor Peluffo, a quien aparentemente fueron a buscar a su casa. Este practicó a Grauert una cura de emergencia haciéndole un vendaje en la herida. Este tipo de procedimiento fue muy cuestionado posteriormente, pues se dijo que a ese tipo de heridas había que dejarlas al aire para prevenir que se produjeran infecciones.

Fueron a verlos médicos amigos como Julián Zavala Muniz, hermano de Justino, Rubino y Rodríguez Guerrero, pero no se les permitió ingresar al hospital y, además, fueron detenidos y posteriormente expulsados de la ciudad.

Posteriormente, el día 25 a la hora 19.30 se trasladó a Pando una comitiva integrada por Francisco Forteza, Soria, Valiño y Sueiro, a quienes acompañaba el cirujano Nin y Silva, pero no pudieron ver a los heridos hasta que no llegó el Director del Hospital, Dr. Correche. Incluso pusieron en la sala en que se encontraba Grauert, un centinela armado con un máuser.

El Director del Hospital regresó a la hora 21; venía de una reunión con el Ministro de Salud Pública, Eduardo Blanco Acevedo, donde se dio la autorización para el traslado de los heridos a Montevideo. Habían estado retenidos 40 horas en Pando y ya, a esa altura, se sabía que el estado de Grauert era desesperante por la gangrena que se le había declarado a partir de heridas que, en un primer momento, habían sido perfectamente curables si hubieran sido tratadas con medios eficaces y no en la precariedad de una sala de primeros auxilios. ("Hoy", 26/10/1933)

Grauert y Guichón fueron trasladados en ambulancia al Hospital Militar de Montevideo, donde llegaron en la noche del 25 de octubre a las 22.30 horas. Los atendieron los médicos Albo, Nin y Silva y Romeu.

La gravedad del estado en que se encontraba Grauert hizo que se descartara de plano una intervención quirúrgica por el avanzado estado de la gangrena. Lo único que pudo hacerse, para aliviar su agonía fue practicarle un baño de suero y transfusiones de sangre, y al final, una dosis de morfina.

En cambio Guichón presentaba condiciones más favorables y pudo ser operado con éxito.

La agonía de Grauert se prolongó unas pocas horas hasta la madrugada del día 26. A su esposa, le dijo: "Te juro, Maruja, que no disparamos un solo tiro...todavía no sé por qué nos atacaron!..." ("El Día", 12/11/1933, artículo de Juan León Bengoa)

Luego le pidió a su esposa que saliera un momento de la sala para dejarlo a solas con sus compañeros de organización a quienes les dio las últimas directivas políticas: "Que esto no sirva de pretexto para hacer locuras. No hay que precipitar los acontecimientos. Es preciso luchar, luchar hasta el fin y por el bien social...("El Día", 12/11/1933)

Más tarde, vuelta su esposa a la sala, se abrazó de ella, en una dramática despedida final. Luego fue entrando en un estado de coma; a las 4 de la mañana se le intentó sin éxito hacerle una segunda transfusión de sangre y a las 4.35 de ese día moría Julio César Grauert.

Fuente: Montaldo Ferrari, Félix, "Grauert, el líder de la Agrupación "Avanzar" (1929-1933), 103 págs., Ed. Arca.

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