La Revolución del Quebracho.
La garantía de permanencia de los
valores liberales.
Miguel J. Lagrotta
Por la libertad, así como por la honra, se puede y se
debe aventurar la vida.
Miguel de Cervantes Saavedra
“Éramos revolucionarios y como tales escrupulosamente vigilados(…)eran las
cinco de la tarde y tras seis horas de combate contra los cinco mil soldados
del gobierno que constituían la vanguardia del gobierno, no quedaba ya de
aquella revolución en que el país cifraba su esperanza más que un puñado de
valientes extenuados, rendidos, muertos de sueño, de hambre, de sed y de
fatiga, sin jefe, sin dirección, sin esperanza. La metralla enemiga tronó
furiosa en el llano, la mitad de aquellos hombres valientes cayeron(…) la
Revolución había muerto. La patria volvía
a vestir de luto….”
El Uruguay es un país donde florece el conocimiento, de la mano del amor
por la libertad, encontramos con mucha facilidad reflexiones profundas,
metáforas, utopías a lo largo de su
Historia y mucha acción en momentos claves. Esos momentos son, constantemente,
cuando algunos modelos hegemónicos tratan de arrebatarnos nuestra razón de ser
uruguayos, la libertad, la tolerancia y el respeto a la opinión y acción ajena
y cuando no es realizado de acuerdo a las normas comenzadas con la gesta
artiguista.
Victor Arreguini, testigo del
episodio que prologamos, sostiene: “El
Pueblo Oriental, en medio de sus luchas o en medio de sus horas de reposo,
siempre ha perseguido la libertad como un ideal, y siempre la ha visto lejos,
como una cosa imposible de alcanzar. En sus momentos de prueba ha soñado ser
libre, y ha mostrado al mundo que no ha nacido para ser esclavo el pueblo que
puede dar en holocausto a la libertad un héroe o un mártir en cada ciudadano…” Vencida
la revolución del Quebracho, sus ideales viven aún hoy cuando individuos de
distintas filiaciones políticas, librepensadores, agnósticos, religiosos y
ateos conviven en el principio de la libertad y el respeto a sus principios
pero luchando desde cada lugar contra modelos que buscan imponer otros
conceptos. Ayer como hoy, el acercamiento de los bandos, y la colaboración
cívica dan garantía de que el respeto a los ideales defendidos en el Quebracho
siguen vigentes.
La verdad es que entre 1880 y 1886 hubo muchos levantamientos armados como
los del Coronel Caraballo en Salto y También de Simón Martínez. Esto implica
que el gobierno de Máximo Santos no tenía descanso ni paz, el sentimiento de
paz republicana imperaba y conspiraba durante su gobierno. Máximo Santos
desarrolla su proceso hegemónico, multiplica espías, aumenta los efectivos del
ejército y la policía en desmedro de los ciudadanos liberales.
Los ciudadanos independientes, liberales, universitarios, católicos y
constitucionalistas no toleran estas actitudes y menos aún el quedarse quietos
ante el atropello santista.
La Revolución se organiza, entonces, con hombres, recursos y participantes
de las más distintas procedencias. La revolución será vencida en el Quebracho.
Colorados, Blancos, Constitucionalistas, liberales, individuos de a pie y
eminentes universitarios son derrotados en un gigantesco esfuerzo para derrotar
el proyecto y modelo santista de poder.
El régimen de Santos había enviado al exilio a muchos compatriotas que en
Buenos Aires encontraron un espacio favorable para el desarrollo de su
actividad revolucionaria. Esta actividad se realiza a la vista de todos, se
preparan y entrenan soldados, se reparten grados y cargos, se distribuyen
tareas, responsabilidades y equipos. Los Generales Enrique Castro y José M. Arredondo
se ponen de acuerdo el 24 de enero de 1886 y luego convocan a ciudadanos “como
miembros de diversas facciones políticas que han tomado parte de la preparación de la grande obra
patriótica cuya realización va a iniciarse” y se toman los siguientes
principios para luego de la toma del poder: “(…) el Gobierno Provisorio tendrá
todas las facultades necesarias para la administración y reconstrucción del
País, sin más limitación que la de los artículos 110 a 147 de la Constitución
de la República y la adopción de medidas que permitan la legalidad del
sufragio.
Las bases del movimiento revolucionario eran:
1) La Patria es de todos.
2) Todos tiene derecho a
compartir los poderes públicos
3) Restitución al país del
respeto a las normas constitucionales.
4) Convocatoria a
elecciones generales
5) El Gobierno provisorio
será ejercido por los generales Enrique Castro, Lorenzo Batlle y José M.
Arredondo
“…Esas medidas deben buscarse preferentemente en la leal aplicación de los
principios que sirven de base al movimiento revolucionario y que han hecho
posible la aproximación de los partidos, proclamando(…) que la patria es de
todos y que todos tienen derecho a compartir las funciones de los poderes
públicos.”
(Carta orgánica de la Revolución del Quebracho suscrita en Buenos Aires el 27 de enero de 1886 por los
ciudadanos Enrique Castro, José M. Arredondo, Lorenzo Batlle, Juan José de
Herrera, Juan A, Vázquez, Gonzalo Ramírez, Martín Aguirre y Carlos Gaudencio)
En el año 1885 el desgaste del régimen del Gral. Santos era evidente. Se
suman revueltas, denuncias de corrupción y el personalismo del propio Santos.
Por otro lado existía una profunda restricción a las libertades públicas y la
economía del Estado no toleraba más los despilfarros del gobierno. Los
opositores eran los nacionalistas, el partido constitucional y ahora se suma el
Partido Colorado. Era el momento de que se pueda producir un
levantamiento revolucionario multipartidario por encima de los sectores
políticos. En Buenos Aires un comité revolucionario prepara el levantamiento
con la esperanza de contar con el apoyo de la opinión pública en nuestro país y
se afirmaba, además, por parte del Gral. León Muñoz(combatiente a los 17
años) que muchos integrantes del ejército estaban comprometidos con el
levantamiento, además que eran apoyados o por lo menos tolerados por el
gobierno argentino y que contarían, incluso con una batería de artillería.
El comité revolucionario estaba integrado por civiles y militares. Eran sus
miembros, los generales Lorenzo Batlle, Enrique Castro y José María Arredondo y
los doctores Juan José de Herrera, Juan A. Vázquez, Gonzalo Ramírez y Martín
Aguirre, se le debe sumar la figura del coronel Carlos Gaudencio. Se había
determinado que en el caso de triunfar, el gobierno provisorio estaría integrado
por los generales Lorenzo Batlle, Castro y Arredondo. La jefatura de las
fuerzas revolucionarias la obtiene el Gral. Castro quién aseguraba el pasaje a
la revolución de sus hermanos el general Gregorio Castro y el coronel Antolín
Castro con soldadesca que harían posible el triunfo sin derramamiento de
sangre. Suponen, además, que la plana mayor del ejército se plegaría a l
movimiento.
Los efectivos de la Revolución fueron distribuidos en la Plana Mayor y cuatro compañías.La Plana mayor tenía como jefe al
teniente coronel Rufino Domínguez y mayoritariamente elementos universitarios:
aparece como segundo jefe el sargento mayor Luis Rodríguez Larreta; ayudante
mayor Juan Campisteguy; subteniente Claudio Williman; subteniente de bandera
Alfredo Vidal y Fuentes; sargento primero Juan Cat. La primera compañía tenía
por jefe al capitán José Batlle y Ordóñez, de 30 años y de segundo jefe al
teniente primero Dionisio Trillo. De la segunda compañía era jefe el capitán
Luis Melian Lafinur, con 36 años figurando en la misma Bernardo Berro, Carlos
Travieso, Alfredo Nin Reyes, León Muñoz, Manuel Quintela, Saturnino Alvarez
Cortés. La Tercera compañía era jefe el
capitán Juan A. Smith y de la cuarta el capitan Felipe Segundo.
Entre los ciudadanos que intervinieron encontramos a Gonzalo, José Pedro,
Octavio y Carlos María Ramírez, Luis Batlle, Eugenio Garzón, Luis Romeo, Javier
de Viana y Mateo Magariños. Los revolucionarios fueron transportados desde
Buenos Aires por embarcaciones de la Prefectura Marítima Argentina hasta el vapor Litoral con el
cual remontan el Río Paraná y se instalan el 22 de febrero de 1886 en las
cercanías de Entre Ríos. Se arman con fusiles Remington y se uniformizan
con vestimenta azul con vivos rojos. El 28 de marzo desembarcan en la barra del
arroyo Guaviyú. ¡300 hombres con solo 150 caballos. El 31 se produce el
enfrentamiento con las tropas del gobierno en las cuchillas de las Puntas de Soto, en las cercanías del Arroyo Quebracho, siendo fácilmente
derrotados por los experientes soldados del gobierno que sumaban cinco mil
efectivos. El comienzo fue sanguinario siendo los revolucionarios lanceados y
sableados por las caballerías del gobierno. Ante esta situación el
Comandante Domínguez se dirige al galope hacia donde se encuentra el jefe
de las fuerzas adversaria Coronel Villar, solicitandole que ponga fin a la
matanza de vidas jóvenes y valiosas. El General Máximo Tajes, con su Estado
Mayor aparece en el campo de combate y ordena que la garantía de vida era el
ser oriental. Tajes ordena “ ¡Cuidado! ¡pena la vida del que atente contra un
prisionero!¡El nombre de Oriental debe ser garantía de vida para los vencidos!
Estas instrucciones se las había enviado Santos, en su carácter de General
en Jefe de las fuerzas de mar y tierra de la República, para cuyo
cargo había sido designado por el Presidente Vidal. El telegrama que había
enviado Santos decía: (…)Entre los enemigos, mercenarios en su mayor parte
incluso el que los comanda, hay, sin embargo muchos jóvenes orientales, que
engañados por su inexperiencia, han ido a ingresar en filas de los traidores a
la patria. Venzámosla, si, pero vencida, salvémosla, que la sangre de los
orientales es demasiado preciosa para que sea vertida por sus
hermanos(…)Recomienda muy particularmente a todas tus tropas que se tenga la
mayor consideración con nuestra juventud, que el grito de <soy oriental>
sea una coraza invulnerable para el que lo exclame” Te saludo Máximo Santos.
Sin embargo, a continuación y en carácter cifrado ordena a Tajes “ Darás en la cabeza
sin compasión ninguna a los del comité, a esa canalla de Arredondo, los
Ramírez, el Aguirre, los Larreta; si no volveremos a empezar con las mismas
dentro de seis meses o un año y es preciso acabar con esto”
El 6 de abril llegan a Montevideo 639 prisioneros siendo alojados los
heridos en el Hospital Maciel y el resto en el cuartel del Quinto de Cazadores.
A la mañana siguiente, Santos ordena a los prisioneros formarse en la Plaza de Armas, Santos vestido de Civil saluda a
los prisioneros y convoca a Garzón y a Tajes y les informa que están todos los
prisioneros en libertad, homenajeando en ellos a Eugenio Garzón y al extinto
coronel Francisco Tajes.
Si observamos detenidamente la composición de la conducción de la
revolución encontramos:
Ex presidentes: Lorenzo Batlle.
Futuros Presidentes; José Batlle y Ordóñez, Juan Campisteguy y Claudio
Williman
Ex rectores de la Universidad: Dres Gonzalo Ramirez y
José Pedro Ramírez
Abogados, profesores y estudiantes de la Facultad de Derecho: Carlos María Ramírez, Luis Melián Lafinur, Saturnino Alvarez
Cortez, Luis Romeo Burgues, Mateo Magariños Veira.
Médicos: Alfredo Vidal y Fuentes, Manuel Quintela.
Jóvenes estudiantes de derecho: Mario L. Gil, Juan Zorrilla de San Martín,
Juan Andrés Vazquez, Juan José Herrera, Teófilo Daniel Gil( uno de los mártires
de la Revolución, muere en el Quebracho) Segundo José
Posada(otro de los mártires universitarios muere en el quebracho) Juan
Pedro Sampere( Martir universitario fallece en el quebracho) Carlos A. Berro,
Salvador T. Milans, Ricardo Julio Areco, Ildefonso García Lagos, Martín
Aguirre, Eusebio Conlazo, Aureliano Rodríguez Larreta, Pablo de María, Domingo
Aramburu.
Como conclusión podemos afirmar (Luis María Delio Machado) que la Generación del Quebracho fue la generación de jóvenes
que, nacidos entre 1850 y 1860, en su mayoría universitarios, ateneístas y
antimilitaristas fueron compañeros de generación de José Batlle y
Ordóñez cuya actuación fue destacada por integrantes revolucionarios de
filiación blanca. Javier de Viana sostuvo “pocos oficiales fueron más
justamente queridos por sus soldados que el teniente Batlle; amigo siempre y
ante todo, jamás olvidó que mandaba compañeros y nunca pensó en ser un oficial
santista con amplio derecho para apalear soldados, como lo hizo más de uno”
Sin embargo, la revolución derrotada en el campo de batalla, renace
victoriosa en la opinión pública y que según Barran fue la revolución de la
juventud universitaria del Quebracho, que preanunciaba el retorno del
civilismo.
Los principios revolucionarios de la Generación del Quebracho a modo de
conclusión:
“ Toda la riqueza pública desenvuelta por las fuerzas naturales de la paz
en un país fértil, laborioso y comercial, ha sido sistemáticamente esterilizada
por una inmoralidad administrativa que llega a los límites del más descarado
latrocinio. El producto de los impuestos, superior a los gastos sancionados en
un presupuesto excesivo, jamás ha alcanzado, sin embargo a satisfacer las
exigencias de su voracidad(…)En el orden interior, toda institución
representativa ha desaparecido de hecho, toda lucha política, pacífica ha
llegado a ser imposible, la idolatría personal que impone el déspota es
humillante para la naturaleza humana(…) Don Máximo Santos y sus hombres no
representan a ningún partido, ninguna opinión pública, ningún interés social(…)
Por eso todos los partidos, todas las opiniones políticas, todos los intereses
sociales se alzan contra el santismo”
Ver:
Gerardo Caetano.Antología del discurso Político en el UruguayTomo I. Taurus 2004.Pp.332 y Ss.
W. Reyes Abadie/A. Vazquez Romero.Crónica General del Uruguay Tomo 5. EBO 2000. Pp.278-281
Luis María Delio Machado.Nuevo enfoque sobre los orígenes intelectuales
del batllismo.FCU 2007.Pp. 159-170
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