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sábado, 29 de septiembre de 2012

El Uruguay del 900. Reformismo Batllista www.santillana.com.uy/pdfs/libroPDF1371.pdf

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Domingo Arena

de Miguel Lagrotta, el El Viernes, 28 de Septiembre de 2012 a la(s) 18:21 ·
Muere el equipo, muere el proyecto.
El batllismo fue producto de una época en crisis social, fue expresión decapas sociales desesperadas, ubicadas ya en un tiempo y espacio pasado de la economía y de la política; de la filosofía y de la teología;debatiéndose entre la antigua pugna de la razón utópica versus la razón instrumental. El equipo batllista con Domingo Arena a la cabeza concibieron la utopía como fuerza de la transformación de la realidad, aparece como auténtica voluntad innovadora y base de toda renovación social, representaron una corrección de una situación político-socialexistente con miras a un cambio estructural. Proyecto o ideal de unmundo justo a partir de la construcción de la realidad presente, con elestado redistributivo, y la justicia social, para alcanzar estos objetivos la utopía representa un modo específico de conocer la realidad mediante un modelo ideal de futuro, constituyéndose en el sueño de la verdadera justicia social.Siempre la humanidad se ha sentido impulsada por anhelos de progreso,mejoramiento y perfección, alcanzando tan ilimitado punto sus aspiraciones, que se han confundido con lo imposible, desconocido einsospechable.
La utopía: para el batllismo significó la construcción deun país modelo, con la justicia y la soberanía legitimada por el Estado,con la perspectiva de un proceso histórico renovador, dentro de una humanización capaz de darle cauce a un desarrollo sostenido a medida del hombre en cuanto proyecto factible de utopía concreta, donde teoría y praxis se apuntalen, unifiquen o confundan a partir del principio de esperanza. Con la muerte del equipo por causas naturales de tiempo ybiología, su memoria se mantuvo por años y se mantuvo viva también la utopía de un país mejor. Sin embargo, la muerte de la esperanza derroto la utopía.La patria distinta, soñada y articulada en el Uruguay batllista hizo menos increíble toda utopía, se convirtió en una realidad.
Don Domingo Arena, es recordado por una Escuela Técnica del CETPdonde fuera su casa-quinta, un camino que lleva su nombre, hoy dominado por malvivientes, y por la enseñanza que ha dejado a lasnuevas generaciones de un Partido Colorado deprimido. La cúpula debería recordar que sin la gente un Partido no tiene sentido. El sistema político uruguayo se sostuvo en el contacto directo entre los lideres y su pueblo. En el Siglo XXI se mantienen esas características que dieron al Uruguay las más altas calificaciones de civismo y democracia.
Ver: Lagrotta, MIguel J.Domingo Arena: realidades y utopías.Arca ensayos. Montevideo.2010. Página 147.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Fragmento del libro JULIO CÉSAR GRAUERT, discípulo de BATLLE de Kurken Didizian (1967) por Juan Fernández Carrasco



Justino Zavala Muniz fue un político batllista, integrante del grupo radical Avanzar, opositor al régimen de Terra, activo militante por la República española, periodista, historiador, novelista y dramaturgo. Deseaba acercar la cultura al pueblo. Con ese objetivo creó y defendió la Comedia Nacional en 1947. Más adelante fundó la Escuela Municipal de Arte Dramático, La Escuela Municipal de Música, el Museo y Biblioteca del Teatro Solís.
Nació en Melo en 1898, donde formó parte de grupo intelectual juvenil junto con Emilio Oribe, Juana de Ibarburou y Casiano Monegal. Fue diputado por tres períodos antes del golpe de estado de 1933, cuando fue desterrado a Brasil . Participó en la revolución de 1935 contra el régimen de Terra. En 1942 fue elegido senador. Fue Consejero Nacional de Gobierno en el segundo colegiado colorado a partir de 1955.  En noviembre de 1954 inaugura la Asamblea Mundial de la UNESCO en Montevideo, de la que es electo Presidente por el período 1954-1956.



                                                                                                                                                                                      Montevideo, Octubre de 1967

Estimado Kurken:

Espero sinceramente que estas líneas sirvan a los efectos de trazar, de una manera un poco limitada, el cuadro biográfico de Julio César Grauert que me solicitaste.
El líder de Avanzar ha tenido una multitud de panegiristas, pero resulta difícil obtener, a treinta y cuatro años de su muerte, datos, informes y relatos que permitan avalar con objetividad al conjunto de la personalidad de este hombre político.
Sin saber exactamente que podría lograr, sobre la base de propósitos que me señalaste, el viernes pasado visité, en su apartamento, al señor Justino Zavala Muniz, viejo amigo de mi familia. Zavala Muniz fue un compañero de Grauert en la lucha política, en la representación nacional y en la Agrupación Avanzar.
Tú dirás, Didizián, si el diálogo que con él mantuve aporta o no algo de importancia.
Zavala es un anciano ya.
Sentado ante el escritorio de su despacho se encorvaba apoyando las manos temblorosas en el cajón entreabierto de la mesa de trabajo. Sin embargo los ojos y la voz denunciaban al hombre intelectualmente lúcido y ágil.
-        Usted quiere conversar conmigo sobre Julio César Grauert
-        Sí señor.
-        Me indicaron que se trata de una biografía
-        Así es –le contesté- por lo menos en lo que a mi se refiere. Otro compañero está reuniendo el material que se encuentra en el diario ‘’Avanzar’’ para su publicación.
Zavala Muniz era también un hombre alerta.
-        ¿Con qué objeto?
-        He sentido con frecuencia esa pregunta en estos últimos días. Creo que para los jóvenes, para los militantes batllistas de mi generación, es necesario conocer a Julio César Grauert, saber quién fue y qué pensaba. Todos sabemos del hombre asesinado por la dictadura terrista, del fundador de la Agrupación Avanzar y del periódico del mismo nombre. Pero pocos son capaces de señalar con claridad los conceptos que Grauert manejaba en su actividad política. Por otra parte, en instancias como las que nos toca vivir, es esencial para nosotros buscar referencias exactas del batllismo doctrinario.
Zavala Muniz borra de sus ojos el brillo inquisitivo.
-        Muy bien – dice. Y enderezándose responde con voz firme
-        Grauert llevaba los principios de Batlle a sus últimas consecuencias. No son otras que las ideas de Batlle las que conducen a Grauert. Los ejemplos abundan: eliminación de la herencia, la iniciativa de que el latifundio pague los gravámenes con tierras, la larga lucha contra el imperialismo económico de los capitales extranjeros y tantos otros.
-        ¿Cómo conoció Ud. a Grauert?
-        En las asambleas estudiantiles que se realizaron en 1917 propugnando la Reforma Universitaria. Allí, junto a otros jóvenes batllistas se veía siempre a Grauert. Tiempo después fui electo para integrar la Asamblea Representativa del Departamento de Montevideo. Al terminar mi mandato el Sr. Batlle me llamó. Don Pepe me indicó que iba a ser postulado a la Cámara Baja y me invitó a confeccionar juntos la lista de candidatos a la Asamblea Representativa de la Capital, dejando a mi criterio el nombre de quien debía sustituirme en el organismo comunal.
Grauert había publicado, o estaba por publicar ‘’El Dogma, la Enseñanza y el Estado’’. Le hablé a Batlle del libro de Grauert y de Cerruti, coautor de la obra. Batlle conocía a Grauert y a su familia. Sabía que el padre, Julio Luis Grauert, había sido legislador y secretario del Comité Departamental del Partido Colorado en Montevideo. De esta manera, Grauert y Cerruti Crosa fueron electos.
Más tarde en las elecciones de la Cámara de Representantes y en la confección de la lista, el señor Batlle, que se encontraba enfermo, me pidió que lo representase ante la Comisión que determinaba la nómina de candidatos. Grauert y Cerruti integraron la lista y lograron la representación nacional. Yo los ponía en la lista el uno junto al otro. Grauert primero y Cerruti después, Cerruti nunca me gustó. Apenas comencé a conocerlo me pareció poco sincero. El tiempo me dio la razón. Cuando Cerruti no recuperó su banca hizo pública una carta en la que señalaba a Grauert que, debido a la imposibilidad de llevar a cabo una penetración eficaz del batllismo, objetivo que junto a Grauert había perseguido, se resolvía leal a sus ideas a ingresar al Partido Comunista.
-        Sr. Zavala. Tuve oportunidad de leer la nota que el periódico ‘’El Diario’’ publicó sobre el deceso de Grauert. Manifestaba, aproximadamente, que había desparecido el líder de una fracción de notorias tendencias comunistas. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación sobre el pensamiento de Grauert?
-        Grauert era batllista. El marxismo ilustraba su pensamiento en el sentido de que usaba esa teoría para explicar gran parte de los fenómenos sociales. Esta era la actitud que algunos hombres del Partido guardaban hacia las ideas marxistas. Grauert encontraba en las contradicciones del sistema capitalista, la causa del malestar social y señalaba las injusticias que la propiedad encerraba para quien se encontraba desposeído de ella en mayor o en menor grado, buscaba la socialización de los medios de producción. No caía, sin embargo, en el paralogismo suponiendo al factor económico como motivación única de las transformaciones sociales y de la evolución histórica. Esto es lo que ha pensado siempre el batllismo.
Grauert creía en la gente de recursos humildes y se sacrificaba por ello y en todo era consecuente con sus ideas. Tengo presente la manera como renunció a la herencia que le correspondía y los setenta pesos que cobró en los cuatro años que ejerció como abogado. No sé cuántos timbres, sellados y demás trámites habrá pagado de su bolsillo.
-        Sr. Zavala Muniz, al margen de las circunstancias políticas, ¿cuáles fueron las razones del golpe de Estadp del 33?
-        La política-económica del batllismo. Contra la línea que sustentábamos en la materia se unieron los grupos más reaccionarios del país, apoyados por los sectores de mayor potencial económico.
Contra aquellas fuerzas nada pudo, en esa instancia, la democracia. Terra poco antes de llegar a la Presidencia de la República, en el tenor de una carta dirigida a la Agrupación de Gobierno comenzó a quebrar la posibilidad de que el batllismo como organización extendiera su acción doctrinaria hasta el Poder Ejecutivo.
Recuerdo que en la ocasión, reunida la Agrupación de Gobierno del Partido Batllista, Ghigliani, después ministro del interior del gobierno de facto, y ya entonces amigo personal del Dr. Terra, defendió los términos de la comunicación a la que yo califiqué como un acto de traición.
Ghigliani, después, tratando de convencerme me dijo que el documento, motivo de nuestra discusión, lo había redactado él.
Le pregunté entonces si verdaderamente se consideraba amigo del Dr. Terra cuando con lo dicho me lo estaba entregando. Me respondió con una pregunta:
-        ‘’¿Cómo es que hace usted política?’’ – El sabía como me manejo en la militancia, pero exclamó:
-        ‘’Usted no sabe lo que es orientar a los hombre con el piolín’’
-        ‘’Hay un hombre que Ud. no podrá conducir nunca con un piolín.’’ – le contesté. Ghigliani río y, tratando de restar importancia a la incidencia, expresó:
-        ‘’Porque usted no es un político. Usted es un escritor’’
Por un  instante el silencio que hizo lo dominó, pero se repuso continuando.
-        Por fin llegó el enfrentamiento definitivo.
El jueves 30 de marzo tratamos de reunir a la Convención del Batllismo. El Dr. Tera prohibió el acto. Durante la noche se reunió la Asamblea General para tratar las medidas extraordinarias dispuestas por el Presidente de la República.
Al término de la sesión, ante su coche, el Dr. Gallinal me expresó que no podía creer que, luego del voto contrario de la Asamblea, el Presidente se siguiese mostrando en la misma tesitura liberticida.
El día viernes los militantes batllistas intentaban escapar a la persecución. Algunos trataron, desesperadamente, de encontrar una respuesta. Brum, tengo la convicción de ello, confiaba en algunos militares. Ante las fuerzas de la dictadura esperó una reacción que no se produjo. Luis Batlle creía también en las fuerzas armadas como sostén del sistema democrático. Discutimos su propósito de dirigirse a un regimiento con asiento cercano. Pretendía conminar a los jefes militares a que sacasen sus tropas a la calle para defender las instituciones.
Tras los primeros momentos los esbirros del régimen nos dejaron en una relativa libertad de acción. Nos trasladábamos de un lugar a otro con un pequeño destacamento detrás nuestro. Cuando Montevideo mostró al fin con absoluta claridad su pasividad frente al gobierno de facto, me retiré a mi Cerro Largo. Mi departamento no me habría de decepcionar. Fue entonces cuando ocurrió la tragedia. En varias oportunidades nos habían provocado. Inclusive tenían un plan para asesinarme.
Zavala se echa a reír diciendo:
-        Pero les fallo del todo.
Lo veo erguirse, mientras las arrugas de su rostro ríen también y, allí en su despacho, con el mismo coraje de siempre, desafío nuevamente a su asesino.
-        Pero les falló.
Reposa la mano y se retrae a 1933.
-        El 23 de octubre, Grauert, prosiguiendo su campaña contra la dictadura se une, en el Teatro de la ciudad de Minas, a Guichón y a Minelli, participando del acto, en el que el batllismo reclama el retorno de las libertades públicas. Después del acto la policía pidió a los tres que se constituyesen detenidos por violar las disposiciones sobre la libertad de expresión. Grauert, Guichón y Minelli se niegan a acatar la orden y vuelven a Montevideo el 24. Al llegar al Km. 35 de la carretera de Pando la policía les detuvo y luego disparó sobre ellos. Los tres fueron llevados al centro asistencial de Pando. Allí fue mi hermano Julián. La policía lo detuvo indicándole que toda vez que se presentase iría a parar al calabozo. Durante algunos minutos logró conversar con el médico que atendía a los tres hombres. Julián, que es médico, le rogó que tuviese presente el peligro de la infección gaseosa y el inconveniente de vendar a los heridos. Después de cuarenta horas, vendados y en grave estado, Grauert y Guichón, los dos heridos de bala, son trasladados al Hospital Militar en Montevideo, mientras que Minelli, intoxicado por los gases que les arrojaron dentro del coche, quedaba en Pando.
-        El 26 moría Julio rodeado de un reducido grupo de amigos y de su esposa Maruja. Grauert tenía 31 años.
Volviendo, pregunté:
-        Señor Zavala: la última vez que conversamos hace poco más de un año, discutimos sobre la Reforma Constitucional, que sostuve, como quincista que soy, y que usted rechazó, como defensor del ideal colegialista. Entonces me expresó sus simpatías por el sector que orientaba el, entonces, Consejero Vasconcellos. ¿Cuáles son las opiniones que le merece la actual situación del Partido?
-        Usted ya tendrá tiempo para cambiar de opinión en lo que se refiere a la nueva constitución. En cuanto a las simpatías de que habla debo decirle que cuando el señor Vasconcellos pasó al Ministerio de Hacienda conversé con él y le manifesté que debería no aceptar, como Ministro, una orientación económica que, a mi criterio, está reñida con la ortodoxia batllista en la materia.
(¿Recuerdas Kurken todas las oportunidades en que hablamos de estos temas? Establecimos que el Partido Colorado en el gobierno debía enfrentarse a una opción histórica: la de seguir la línea batllista tradicional y su modalidad socializante, introduciendo cambios profundos en la infraestructura neocapitalista que nos caracteriza o, buscando la expansión del sistema económica vigente, recargar sobre el consumo el peso de la crisis mientras se libera a los sectores de mayor poderío económico para fomentar su capacidad reproductiva.)
Zavala Muniz señala con claridad el camino que ha tomado el gobierno.
-        ¿Hacia donde va nuestro Partido?
-        El batllismo siempre ha encontrado los hombres adecuados para resolver los problemas que la hora señala. El nuestro es un partido con raíces profundas y ellas le permiten ser instrumento apto para los cambios que el futuro exige.
-        Sin embargo, Sr. Zala, la gente no cree más en que la necesidad de que quién se agita a su lado reciba un golpe. Cuando a su vez les golpean, entonces si perciben la injusticia.
-        Es la ley de la selva, ¿no?
Zavala Muniz me despidió por fin. Quería ver un programa en Canal 5. En el zaguán, mientras esperaba el ascensor, me pregunté hasta dónde es válida la afirmación de que éstos son tiempos de transición.
Somos, Didizián, una generación apurada.
La luz y el barniz de la puerta me trajeron la visión de una escena que estuvo ante mis ojos durante todo el transcurso de la entrevista.
El 24 de agosto de 1966, ya de noche, el Senador Furest ocupando la Presidencia de la Asamblea General, anunciaba el resultado de la votación que permitiría la plebiscitación del proyecto de Reforma Constitucional que habría de triunfar en noviembre de ese año.
El Senador Carlos Furest, sin expresión, en el pasillo de la sala, mira sin ver el estrado de la Presidencia de la Cámara Baja.
El Dr. Jorge Batlle, mientras tanto, sonríe con los ojos brillantes.
De pronto los legisladores reformistas prorrumpen en aplausos frente al triunfo de una gestión.
Me parece que en ese preciso momento muere un batllismo formal y subjetivo.
En ese momento se plantea la interrogante. ¿Y ahora qué? Hay que buscar las respuestas, Grauert a señalado una.
Saludos.

                                                                                                                                                                         Miguel Coll.

domingo, 23 de septiembre de 2012


La Sociedad Universitaria de Montevideo 1876-1886


La Historia de la Sociedad Universitaria está intimimamente ligada al progreso intelectual de la República y fue durante una década, desde 1876 a 1886, el centro de estudios más importante con que contó Montevideo. En sus clases tomó asiento toda una generación de estudiantes, y de sus clases se prepararon para ingresar en las Facultades superiores un núcleo selecto y numeroso de bachilleres que más tarde fueron figuras culminates en el foro, en la magistratura, en las ciencias, en la administración, en la política. Tal es el caso de Williman, Campisteguy en el plano político alcanzando la presidencia de la república; Ricaldoni, Mirelli, Lamas, Quintela, Pouey en Medicina; en Piaggio, Freitas, Mendoza y Durán, Solla, Juan Pedro Castro en Derecho. ¿Cómo nació y se desarrolló la Sociedad Universitaria? Por inicativa de Elias Regules, Benito del Campo, Luis G. Murguía y Osvaldo Acosta el 10 de agosto de 1875, fecha en que el Doctor Mainginou trató siempre de que sea recordada. Era inicialmente un grupo de estudios que decidieron ampliarlo y los primeros estudiantes fueron Scosería, Vidal, Figari, Piaggio. La casa de Regules fue la sede inicial y se empenzó a desarrolar diferentes materias que formaban el programa de bachillerato y a dictarse conferencias y disertaciones con los debates resultantes. Un decreto de l adictadura imperante en ese momento clausura en 1876 la sección de Estudios Pereparatorios de la entonces Universidad Mayor de la República. Esta medida dejó en la calle a gran cantidad de jovenes que necesitaba un desarrollo de conocimientos e intelectual. La Consecuencia fue en darle una organización permanente y una denominación más acorde a sus objetivos culturales y educativos. El nombre de Sociedad Universitaria fue aceptado en forma unánime por la Asamblea y se realiza el lanzamiento conjuntamente con una conferencia literaria. El proyecto de conferencia literaria fue aprobado y se realizó en el Teatro Solis la noche del 24 de octubre de 1881 con la inicativa de una gran procesión civica recordand  a José Pedro Varela con ofrenda floral incluida. Entonces corresponde decir que fue la primera Asociación en hacer justicia al patriotismo del Reformador de la Instrucción Pública. Este homenaje fue determinado por el Dr. Herrero y Espinoza. Con todas sus clases funcionando regularmente, sus estudiantes fueron recibidos en los estudios superiores con altas calificaciones y consideración. En el teatro Cibils se realizas las tareas extracurriculares y sociales, la másw importante fue la velada del 10 de agosto de 1884 con motivos de festejar el noveno aniversario. El 15 de mayo de 1884 sale el primer fasciculo de la Revista de la Sociedad Universitaria y que por espacio de dos años se publicara en forma quicenal, siendo la priemera publicación nacional en contar en sus páginas con ilustracioens y grabados. Es la época del Quebracho y de la Generación del Atreneo. Nadie sin embargo puede quitarle a esta asociación el privilegio de haber sido antecedente cultural y filosófico de toda una generación que posteriormente se nucleará en los salones del Ateneo de Montevideo.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Artigas por Felipe Pigna.

El padre de los pobres y del federalismo
Por Felipe Pigna

A comienzos de la década de 1810, en la ribera oriental del Río de la Plata, soplaba un vendaval desatado por un hombre que había nacido en Montevideo un 19 de junio de 1764 y que desde muy chico, tras estudiar en el colegio franciscano de San Bernardino, se había dedicado a las tareas rurales en las estancias de su padre. Ya mayorcito comenzó a ganarse la vida comprando cueros en la campaña para venderlos a los exportadores de Montevideo. En 1797 ingresó como soldado de caballería en el regimiento de Blandengues y en 1806, durante las invasiones inglesas participó en la reconquista de Buenos Aires y en la defensa de Montevideo a las órdenes de Liniers. 
Pero el oriental no había nacido para estar a las órdenes de nadie y al producirse la Revolución de Mayo, el entonces capitán Artigas desertó de la guarnición de Colonia y se puso a disposición del gobierno porteño para combatir al gobernador español Javier de Elío que se negaba a reconocer a Junta revolucionaria de Buenos Aires y que había sido nombrado Virrey del Río de la Plata. 
Artigas fue reclutando un verdadero ejército popular formado por los gauchos orientales, empobrecidos por la escandalosamente corrupta administración de Elío. Repartió entre sus paisanos las tierras y los ganados que les iban “recuperando” a los españoles. Con estas fuerzas, el 18 de mayo de 1811 derrotó a los realistas en el combate de Las Piedras y, puso sitio a Montevideo hasta que, sorpresivamente y sin consultarlo, el Primer Triunvirato firmó el 20 de octubre un armisticio con Elío por el cual se comprometía a retirar las tropas patriotas. 
Seguido por sus milicianos y la mayoría de la población oriental, Artigas se retiró hacia Entre Ríos para reorganizar la lucha. De todos lados llegaban familias huyendo de la persecución a colocarse bajo su protección y a ofrecerse para luchar contra los españoles y los portugueses, que habían comenzado a penetrar desde el norte de la Banda Oriental por pedido de Elío. Mil carretas y unas 16 mil personas, hombres, mujeres y niños, con sus pocos ganados y pertenencias, cruzaron el río Uruguay y se instalaron en Ayui, cerca de la actual Concordia (Entre Ríos) preparados para continuar la lucha. Era el famoso éxodo del pueblo oriental. Pero el Primer Triunvirato era poco afecto a las epopeyas populares y decidió enviar a Manuel de Sarratea para reemplazar a Artigas en el mando de las tropas orientales. Sólo cuando a fines de 1812, tras la caída del Primer Triunvirato, Sarratea fue reemplazado por Rondeau, y se le devolvió su mando a Artigas, los orientales aceptaron unirse a las tropas porteñas para sitiar Montevideo.
Al inaugurarse la Asamblea del Año XIII, la Banda Oriental eligió sus representantes en un Congreso y, por inspiración de Artigas, les dio precisas instrucciones de contenido federalista y revolucionario: inmediata declaración de Independencia, constitución republicana, libertad civil y religiosa, igualdad de todos los ciudadanos, gobierno central con respeto a las autonomías provinciales y el establecimiento de la capital fuera de Buenos Aires.
La Asamblea presidida por el centralista Carlos María de Alvear rechazó los diplomas de los diputados orientales, argumentando que no habían sido elegidos legalmente. Era una vil excusa ya que los únicos delegados elegidos por voto popular eran precisamente los orientales. 
La clase alta porteña temía que la influencia del caudillo oriental y su enorme popularidad se extendieran al resto de las provincias. Veía en la acción de Artigas un peligroso ejemplo que propugnaba un serio cambio social. El reparto de tierras y ganado entre los sectores desposeídos concretado por Artigas en la Banda Oriental, bien podía trasladarse a la otra margen del plata y poner en juego la base de su poder económico.
El Director Supremo Gervasio Posadas, tío de Alvear, lo declaró "traidor" y puso precio de 6.000 pesos a su cabeza. 
José Artigas fue el primero en plantear claramente en el Río de la Plata las ideas del federalismo entendiendo que el reparto equitativo de la riqueza por regiones era una condición imprescindible para su entera concreción. 
Del otro lado del Río y de la Historia José Gervasio Artigas ponía en práctica la ley agraria más avanzada que se conozca hasta estos momentos en estos lares del Río de la Plata. Fundó una colonia agrícola que combinaba las tradiciones comunitarias de los abipones y guaycurúes del Chaco, tan artiguistas como los charrúas, quienes ya tenían destinada en propiedad la zona de Arerunguá para su subsistencia. 
Para 1814, la popularidad de Artigas se había extendido a varias de las actuales provincias argentinas, afectadas, al igual que la Banda Oriental por la política de libre comercio y puerto único, promovida por Buenos Aires que arruinaba a los artesanos y campesinos del Interior. Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Córdoba se unen a los orientales, formando la Liga de los Pueblos Libres. Como Protector de la Liga, Artigas luchó junto con los jefes litoraleños contra el centralismo del Directorio. La liga formó una especie de mercado común regional en el que se protegía a los productores nacionales y se fomentaba la agricultura a través del reparto de tierras, animales y semillas. No pagaban impuestos las máquinas, los libros y las medicinas y derivaba el comercio del Litoral al puerto de Montevideo.
En 1815 Artigas recuperó Montevideo, ocupada hasta entonces por las tropas porteñas y convocó en Concepción del Uruguay el 29 de Junio de 1815 al Congreso de los Pueblos Libres que se reunió en Concepción del Uruguay (Entre Ríos). Allí estaban los delegados de la Banda Oriental, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Misiones. Sus primeros actos fueron jurar la independencia de España, izar la Bandera tricolor –celesta y blanca y con una franja diagonal roja- y enviar una delegación a Buenos Aires para concretar la unidad. 
Mientras en Buenos Aires se sancionaba el “Reglamento del tránsito de Individuos” que decía: “Todo individuo que no tenga propiedad legítima será reputado en la calidad de sirviente y será obligatorio que se muna de una papeleta de su patrón visada por el juez. Los que no tenga estas papeletas serán reputados como vagos y detenidos o incorporados a la milicia”, Artigas proclamaba su “Reglamento Oriental para el fomento de la campaña” que establecía la expropiación de tierras a “emigrados, malos europeos y peores americanos” y su reparto entre los desposeídos del país para “fomentar con brazos útiles la población de la campaña”
Diferenciándose del liberalismo económico desenfrenado, Artigas promulgó el 9 de septiembre de 1815 un Reglamento de Comercio que establecía: “Que todos los impuestos que se impongan a las introducciones extranjeras, serán iguales en todas las Provincias Unidas, debiendo ser recargadas todas aquellas que perjudiquen nuestras artes o fábricas, a fin de dar fomento a la industria de nuestro territorio.” 
En la sesión del 19 de Julio del Congreso de Tucumán, uno de los diputados por Buenos Aires, Pedro Medrano, previniendo la reacción furibunda de San Martín que estaba al tanto de las gestiones secretas en las que estaban involucraban a algunos congresales y al propio Director Supremo encaminadas a entregar estas provincias, independientes de España, al dominio de Portugal o Inglaterra, señaló que “antes de pasar al ejército el acta de independencia y la fórmula del juramento, se agregase, después de ‘sus sucesores y metrópoli’; esto más: ‘de toda dominación extranjera’, para sofocar el rumor de que existía la idea de entregar el país a los portugueses”. 
Medrano sabía que lo de “entregar el país a los portugueses” era mucho más que un rumor. El ministro argentino en Río de Janeiro, el inefable y omnipresente Manuel José García le había escrito al Director Supremo Pueyrredón: “Creo que en breve desaparecerá Artigas de esa provincia y quizás de toda la Banda Oriental. Vaya pensando en el hombre que ha de tratar con General Lecor”. 
Lecor era nada menos que el jefe del ejército invasor portugués a quien el Director Supremo de las Provincias Unidas llamaba “Jefe del Ejército de Pacificación” y le escribía en estos términos: “En interés recíproco de ambos gobiernos demanda imperiosamente que Artigas sea perseguido hasta el caso de quitarle toda esperanza de obrar mal a que lo inclina su carácter.” 
A fines de 1819 la Liga estaba entre dos fuegos, por un lado los directoriales y por el otro los portugueses. Artigas concibió un plan militar. Él atacaría el campamento portugués en Río Grande mientras que las fuerzas de Entre Ríos y Santa Fe atacarían Buenos Aires. Pero mientras el caudillo de Santa Fe, Estanislao López y su compañero de Entre Ríos, Francisco Ramírez, invadían exitosamente Buenos Aires y triunfaba en Cepeda, Artigas era derrotado por los portugueses en Tacuarembó.
Aprovechando esta situación de debilidad de su antiguo jefe, los caudillos firmaron a espaldas de Artigas el Tratado del Pilar, abandonando a su suerte al caudillo oriental. Artigas decidió unir sus escasas fuerzas con las de Corrientes y Misiones. Entró en Entre Ríos dispuesto a someter a Ramírez, pero fue derrotado definitivamente en Las Huachas y debió marchar hacia el exilio en el Paraguay.
Allí vivió humildemente, bajo la protección de los sucesivos gobernantes paraguayos, Gaspar Rodríguez de Francia y Carlos Antonio López. Habitó en una modesta chacra donde vivió en el ostracismo por 30 años. Murió el 23 de septiembre de 1850, rodeado de indios y campesinos que lo llamaban en guaraní Caraí Marangatú, ni más ni menos que el Padre de los pobres.

jueves, 20 de septiembre de 2012

www.um.edu.uy/_upload/_descarga/web_descarga_134_DIAZ_Losidealesrepublicanos.pdf

Los ideales republicanos en la Guerra Grande por Barbara Diaz.
www.um.edu.uy/_upload/_descarga/web_descarga_134_DIAZ_Losidealesrepublicanos.pdf

www.dfpd.edu.uy/departamentos/sociologia/adjuntos/ciencias_politicas/part_constitucional_fac_derecho.pdf

www.dfpd.edu.uy/departamentos/sociologia/adjuntos/ciencias_politicas/part_constitucional_fac_derecho.pdf


El Partido Constitucional y la Facultad de Derecho
[Revista de la Facultad de Derecho Nº 24. 
Enero/Diciembre/2005. Universidad de la 
República. Fundación de Cultura Universitaria. 
Págs. 99-124.]
Dr. Luis Delio (Prof. Agregado y Coordinador de Ciencia Política; Prof. Adjunto de Historia de las Ideas. 
Facultad de Derecho. UDELAR.)

viernes, 14 de septiembre de 2012

El Impuesto y la Tierra para el Georgismo

por Bernardo Borchardt,·
Cuál es el tratamiento aconsejado por H. George.Dada la ilegitimidad de la propiedad privada, y el derecho igual, a la tierra, de todos los que en un momento dado habitan el planeta, la solución que primero vendría a nuestro espíritu sería la de hacer un reparto. Pero esta solución no es la que procede, ni es la normal, ésta sería imposible o sujeta a inconvenientes técnicos tan enormes que equivaldrían, prácticamente a la imposibilidad. La verdadera solución sería, entonces, sustraer a la propiedad privada lo que no es, ni debe, ni puede ser de propiedad privada. .. en lugar de tomar la tierra, tomar su renta,total o casi totalmente. La tierra debería ser de todos. Pero no se puede repartir, ni conviene prácticamente. Por consiguiente,dejémosla en poder de algunos; pero, a esos que monopolizan, por monopolizarla, cobrémosle.

La solución sería: Aplicar a fines comunes ese valor que es resultado de todo el esfuerzo social, dejando al poseedor de la tierra el resultado de su trabajo, pero nada más que ese producto. Extraer la renta por el impuesto.Dejar la tierra en posesión privada; pero extraer la renta por medio de un impuesto sobre ella, que sería impuesto único, y que produciría, siempre según la versión vazferreiriana del pensamiento de George, dos grandes categorías de bienes: por un lado, permitiría utilizar en provecho social, en provecho general, lo que es de la sociedad;y, por otro, liberar al trabajo y al capital, de todas las otras categorías de impuestos, que constituyendo trabas o dificultades para el trabajo o para su constitución en capital, son globalmente malos.

Analiza luego Vaz Ferreira, las consecuencias de algunas experiencias concretas de aplicación de impuestos de tipo georgista, en Nueva Zelandia, Australia, Estados Unidos y Canadá, donde por lo general se les atribuye el efecto de aumentar la construcción, abatir los alquileres, desarrollar la industria local y atraer mano de obra, disminuir las tierras baldías, contener la especulación con tierras, etc.

Por último considera el caso uruguayo, donde hay"algo así como un georgismo sin doctrina: resulta que somos un poco georgistas sin saberlo" y pasa a analizar elsignificado de! proyecto impositivo que entonces está a estudio de! parlamento."Considerado desde el punto de vista georgista, la significaciónde este proyecto sería --dice Vaz Ferreira- la de ... alinearse: poner al país en punto de partida, en línea para entrar en e! régimen. En este sentido, más bien que en cualquier otro, sería un proyecto georgista. El impuesto proyectado sería sobre e! suelo desnudo: carácter georgista;desgrava las mejoras: carácter georgista... es necesario empezar por dar al impuesto territorial el carácter de un impuesto sobre el valor desnudo, o no mejorado de la tierra.

Y una vez hecho eso, una vez puestos en el punto de partida,ya estaremos en situación de seguir adelante; y empezaríamos entonces: primero, dar al impuesto territorial el carácter que debe tener; y, segundo, aumentarlo para disminuir los otros impuestos. Se habría hecho como en dos tiempos, la conversión al georgismo; uno: modificar el impuesto territorial; dos: después de modificarlo, vendría el irlo aumentando, y disminuyendo simultáneamente los otros".

". .. y yo creo que éste -agrega Vaz Ferreira-no es uno de tantos impuestos; creo que es un impuesto mejor que los otros: creo que es un impuesto que, sin perjuicio de tener las mismas ventajas fiscales que muchos otros, tiene un alcance ético y social que los otros no tienen; un impuesto que es en sí mismo,por lo menos hasta cierto grado, moral y socializador, por cuanto tiende a gravar una clase especial de monopolio,afectada en cierto grado de ilegitimidad. Se ha descubierto,pues, no sólo un buen impuesto. sino un impuesto mejor que los otros... es una doctrina especialmente seria ...es evidente que colonias importantes y países jóvenes, pueden vivir -ya lo hacen algunos- con este régimen".

Como ya se ha expresado, en nuestro país nunca se intentó seriamente aplicar el georgismo de manera ortodoxay como sistema único. (Baste un ejemplo: en tanto que H. George es librecambista, el batllismo utiliza las tarifas aduaneras para proteger la industria nacional). Sin embargo la concepción general del georgismo, su imagen de una sociedad donde se diluye e! choque burguesía-proletariado (porque "la difusión de la riqueza juntará capitalista y trabajador en una misma persona") y sus fuerzas sumadas se vuelcan hacia un enfrentamiento con el latifundio,que debía pagar e! desarrollo de los otros sectores y a la vez desarrollarse a sí mismo, es la concepción de la sociedad que de manera persistente, como hilo conductor,aparece detrás de la política batllista. Por otro lado,la tesis de que la situación del obrero no tenía por causa primera, su expoliación por parte del capital, sino que había sido provocada por el monopolio de la tierra -que tiene como consecuencia su expulsión de ella, y recién entonces cae el obrero, indefenso, en brazos del capita lpodía ser avalada con las historias individuales, reales y concretas de 50 mil criollos recientemente expulsados del campo y emigrados hacia Montevideo. El vigoroso ascensode las clases medias, fenómeno que se hallaba entonces en pleno apogeo, seguramente contribuyó a fortalecer la convicción de que el proyecto era perfectamente viable.


sábado, 8 de septiembre de 2012

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jueves, 6 de septiembre de 2012

Las voces opositoras a la Guerra del Paraguay según Hugo Chumbita.


En el excelente libro La Otra Historia coordinado por Pacho  O´ Donnel hay un trabajo muy intresante del Dr. Hugo Chumbita, catedrático argentino titulado "Caudillos e Intelectuales contra lla Guerra de la Triple Alianza" del cual voy a tomar algunos conceptos y pasajes.

"(...)las voces opositoras a la Guerra del Paraguay se hacían oir en Buenos Aires, en el interior y en el Uruguay. Numerosos periódicos acogieron las declaraciones de la Unión Americana y aparecieron varios nuevos en una línea coicidente, como La América y la Unión Americana en Buenos Aires, La Patria Americana, El Paraná y El Eco de Entre Ríos en Paraná, El Porvenir  en Gualeguaychú, El Progreso en Canelones (Uruguay) que fueron perseguidos con prohibiciones,, multas o prisión a sus editores( Chávez,1966:cap VI; Ortega Peña y Duhalde, 1975, cap.II)
En 1866, en Buenos Aires, el periodista uruguayo Agustín de Vedia fundó el diario La América, con la colaboración de Miguel Navarro Viola y Carlos Guido Spano que publicó el tratado secreto de la Triple Alianza y se empeño en cuestionar la ofensiva contra el Paraguay:

¿Qué Guerra es esta cuyo fin no se alcanza, cuyos desatres se palpan, guerra sin compensación posible...?(...)...se hace contra un hombre o contra un pueblo?(...)¿O vamos como se dice en altas voces a liberar al Paraguay?¿Y quién nos ha dado el derecho de intervenir en su régimen interno, de imponerle a balazos una civilización de que el hecho mismo sería su contradicción más flagrante?(Porner,2010:116)
El excelente trabajo cita varios pasajes de la prensa opositora y toma las reflexiones de Alberdi sobre este problema. La clave geopolítica del Uruguay se manifiesta clarametne al analizar la rebelión entrerriana al precipitarse la Guerra de la Triple Alianza, cuando Urquiza convcó a los entrerrianos para ir al frente, López Jordan le respondió:

Usted nos llama para combatir al Paraguay, nunca, general, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos para pelear  a Porteños y Brasileños. Estamos prontos. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo enterriano(carta de 1865, Chávez, 1957)

Chumbita concluye: La Guerra del Paraguay fue una consecuencia deliberada de la política de Mitre y su continuador Sarmiento, dirigentes e ideólogos de la corriente liberal, heredera del centralismo unitario, que buscaba imponer la hegemonía de Buenos Aires sobre las provincias para abrir el país a "la civilización"; un programa que concebía como misión del Estado garantizar el comercio y la introducción del capital extranjero, aplastar a los pueblos nativos y regenerar la sociedad mediante la inmigración europea.(...) La intensa repulsa que generaba la guerra animó la rebelión de la Unión Americana, un momento culminante de las luchas del federalismo argentino, pero le faltaron las fuerzas del litoral: el partido federal había sido dividido y entregado por Urquiza, primero asociado con los imperiales brasileños y luego consintiendo la política mitrista, lo cual desarticuló el movimiento y terminó llevandolo al desastre y a la disolución(...)esto determinó en la inserción de la región en el mercado mundial regido entonces por el Imperio Británico, sentando las bases del sistema oligárquico liberal en la Argentina y en las Repúblicas vecinas(...)

Ver: Chumbita, Hugo.  Caudillos e intelectuales contra la Guerra de la Triple Alianza en O´Donnell, Pacho.La Otra Historia. El revisionismo nacional, popular y federalista. Pá. 131-152. Buenos Aires, Ariel 2012.

Etapas de la Guerra Fria

Etapas de la Guerra Fria

martes, 4 de septiembre de 2012

Esta pobre voz mía por Eduardo Irigoyen García

Los menores de 30 años –y sobre todo los nacidos luego de 1985- se sorprenderán al saber que en pleno gobierno militar-cívico, cuando muchos hoy ministros, senadores y diputados del partido de gobierno estaban en las cárceles de la dictadura, en la Convención del Partido Colorado, se alzaron voces pidiendo por ellos, por la amnistía.
La más voz más recordada fue la de Maneco Flores Mora.

Por Eduardo Irigoyen (quien el 9 de abril de 1983, estuvo entre el público de la Convención)

En noviembre del 82 la dictadura recibió un segundo castigo en las urnas. El primero ocurrió dos años atrás con la histórica victoria del NO al proyecto de reforma constitucional militarista. Esta vez la paliza la recibieron, también, los sectores políticos de los partidos tradicionales que fueron indiferentes o complacientes ante la dictadura. Surgían las autoridades partidarias con una convención nacional y convenciones departamentales, así como los ejecutivos, que en el caso del Partido Colorado fue presidido por un abogado, periodista, ex legislador y ex ministro llamado Julio María Sanguinetti.
La primera vez que se reunió la Convención Nacional fue a poco de las Internas, en la Corte Electoral. Lo recuerdo bien porque estuve en la vereda, ya que la reunión no fue pública. Luego nos enteramos que se había pedido un minuto de silencio por Zelmar Michelini. Al tiempo, los quinientos convencionales fueron convocados a la entonces ruinosa Casa del Partido Colorado, un 9 de abril de 1983 –esta vez con público- bajo la atenta mirada del Secretario General, Dr. Julio Ma. Sanguinetti y del Presidente de la Convención, el Prof. Luis Hierro Gambardella.
Se discutían los temas que plantearían los colorados ante los militares (otro tanto harían los blancos y los cívicos), para buscar una salida dialogada. Fue entonces que la Corriente Batllista Independiente, por boca de Víctor Vaillant, planteó la amnistía para los presos políticos. Era la primera vez que en un ámbito de este tipo se pronunciaba una palabra que solo se escuchaba entre susurros o se leía en grafitis o volanteadas clandestinas.
Los pachequistas protestaron, otros los tranquilizaban, mientras nosotros los puteábamos.
Entonces, Maneco Flores Mora pidió la palabra.
Todavía recuerdo esas palabras. Conservo una grabación de las mismas. Algún día Ana Portela me dará permiso para compartirla con los oyentes de su programa. Deberían escucharla quienes han elaborado unos espantosos manuales de Historia contemporánea para los estudiantes de Secundaria.
Esto dijo Manuel Flores Mora, abogado, escritor, ensayista, periodista, ex legislador y ex ministro, con su voz cascada, tras un mal que le fue consumiendo la garganta.

Tenía el propósito de permanecer en ella en silencio. Creo sin embargo que es mi deber ocupar brevemente esta tribuna para decir mi apoyo a una palabra que un convencional de la Corriente Batllista Independiente, de la que naturalmente no formo parte, ha pronunciado, para honor de ese movimiento juvenil, para honor del Batllismo y del Partido Colorado y para honor de esta Convención. La palabra que, no se por qué, siento que es la que tiene un contenido mayor de bondad y de grandeza, algunos equivocadamente toman como un desafío.
La palabra amnistía. La palabra ... y lo repito con felicitaciones al convencional Víctor Vaillant, a la Corriente Batllista Independiente (en) cuyo nombre habló y al clima de la Convención de Batlle, primer lugar donde resuena, porque es la única palabra que nos va a llegar a donde estábamos cuando el viejo Don Pepe caminaba por el mundo.
Yo creo que en la noche de hoy, todos los aquí reunidos tenemos que festejar la unanimidad, señor Presidente, con que salen de esta casa los delegados del Batllismo a tratar con las Fuerzas Armadas y con el gobierno de hecho de la República.
La tradición del Batllismo sale con el respaldo de todos los convencionales para plantear los puntos de vista del Batllismo, para recuperar en el país lo que el Batllismo construyó, otros traicionaron y otros perdieron.
He felicitado a Vaillant, he felicitado a la Corriente Batllista Independiente. Creo que ha estado bien la Mesa, creo que ha estado bien el Secretario General, al no someter inmediatamente a votación esta palabra. La palabra amnistía no es una palabra más. Es el secreto del reencuentro del País consigo mismo. Mal nacido el que no la desee. Lo digo yo, que nací en un País donde solo iban presos los ladrones, aquellos que juzgados por la Justicia Ordinaria, habían contravenido los tipos que la Ley establece.
En la amnistía donde todos nos reencontraremos. No hay un solo proceso en América ni en el mundo, que saliendo de una dolorosa situación de hecho, como la que vivimos, haya llegado a la plena libertad sin atravesar, un día, por la palabra amnistía.
Amnistía en España, amnistía en Brasil, donde un régimen durísimo terminó abriendo las puertas para que entraran los desterrados que estaban hasta en Moscú, de vuelta.
Nosotros que no tenemos las ideas de nadie, queremos la amnistía para todos, para con todos discutir y volver a ganar en la lucha libre de las ideas, los mejores rumbos para el País.
Pero así, como en España, como en Brasil, como en la Argentina (donde la amnistía la están pidiendo ahora ¿Quiénes? ... los responsables de los desaparecidos, que la mendigan), aquí también la amnistía es una palabra que se echa a andar y que camina sola.
Felicito a los muchachos que han tenido el coraje de pronunciarla. Esta pobre voz mía, hoy quebrada, pero que para mi orgullo se ha levantado en toda la República para defender al Partido Colorado, no podía irse a la tumba sin recogerla de la boca de los muchachos y pronunciarla a gritos.
Adelante con la amnistía, a imponerla, en la fraternidad, en el perdón, en la igualdad de todos.
Porque si Artigas quería clemencia para los vencidos, los colorados que vencimos a Oribe en la Guerra Grande dijimos que no había vencidos ni vencedores y Don Pepe después de la guerra del cuatro, también proclamó la igualdad de todos los que habían peleado, siguiendo el mandato de sus corazones, en el no siempre claro camino del deber, como dijo el mismo Batlle.
Mis amigos: quería decir solo una palabra. Lo que ha hablado por mi boca no soy yo: es la amnistía que avanza y que será unanimidad mañana en la Convención y después en el País.

Así habló Maneco.
La Convención se puso de pie y muchos –incluidos algunos pachequistas- se acercaron a saludarlo o darle un abrazo entre lágrimas. Maneco, casi sin voz y también emocionado, se fue acompañado por “los muchachos”, como le gustaba decir.
Fue su último discurso público.
Me disculpará el lector algunas consideraciones personales, pero el tema me tocaba de cerca: en esos días mi hermana estaba presa en el Penal de Punta de Rieles (por segunda vez) y mi viejo estaba bajo libertad vigilada, tras un tiempo en el penal de Libertad.
El llanto nos acompañó a muchos durante la dictadura. Tras escuchar a Maneco, nuestras lágrimas ya no fueron de dolor o de bronca: eran de júbilo, porque en ese momento supimos que la amnistía sería una realidad, que los sentimientos de perdón y de fraternidad, devolverían la paz a la República.
Esos bullangueros militantes batllistas, casi todos veinteañeros, que exigíamos democracia, libertad y amnistía, también pedíamos por la libertad de Seregni, por el regreso de Wilson, por todos los que estaban presos o exiliados y lo hacíamos, en plena Convención, con un grito que siempre fue de rebeldía y de victoria: ¡Viva Batlle!http://tl.gd/j5qutk · Reply

creartehistoria: Ficha 9 para 2do. Año de Ciclo Básico

creartehistoria: Ficha 9 para 2do. Año de Ciclo Básico: Antiguo Régimen Europa en los siglos XVI XVII y XVIII Definición El Antiguo Régimen se da en Europa durante la Edad Moderna, es decir, en...