"En febrero de 1973, muy pocos advirtieron el inminente golpe de Estado que representaba el avance militar. Los políticos, en su mayoría, especulaban con la renuncia de Bordaberry. Wilson Ferreira se sentía estafado con el resultado de las últimas elecciones y buscaba una revancha mediante comicios anticipados. Seregni y buena parte de la izquierda percibían "vientos de fronda" en las Fuerzas Armadas y hacían guiños a algunos uniformados, tanto para no apoyar la continuidad del pachequismo como alentando a los supuestos militares progresistas.
Pacheco, quién debía apoyar al presidente que había impulsado estaba cómodamente instalado como embajador en Madrid y sus operadores divididos.
Batlle y Sanguinetti entendieron que había poco por hacer e incluso consideraban la posibilidad de exilio a través de la Embajada de Venezuela.
Mientras la Armada se plantaba firme pero solitaria e incomprendida en defensa de la Constitución, en el Ejército con la disidencia explícita de al menos cuatro generales, los que tenían mando de tropa estaban en línea golpista. La Fuerza Aérea y la Policía olvidaron su juramento y jugaron a ganador.
El Golpe invisible con Bordaberry como porta estandarte había comenzado.
Febrero de 1973 fue y sigue siendo para muchos, una verdad incómoda"
Ver:
Contratapa del Libro "El Golpe de Febrero" Gramajo, Yuri. Israel, Sergio. Planeta. Febrero de 2013.
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