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viernes, 24 de junio de 2016

Gestido: la etapa final del batllismo.



El proceso de desbatllistizar al país había comenzado con el triunfo de los blancos a partir de 1958, una década después en 1968 la situación era de extrema violencia. No se pudo mantener la matriz ideológica y ni siquiera articular los principios batllistas durante esos años. A esto le sumamos que fallece Luis Batlle, que constan sus esfuerzos por mantener la unidad del batllismo aunque no fue del todo flexible con las propuestas de Michelini y de Batalla. Jorge Batlle se postuló a la Presidencia de la República y compartía la formula con Julio Lacarte Muró. Sus propuestas en exceso liberalizadoras se contraponían fuertemente con la postura de su padre que era estatista y proteccionista van a resentir sus posibilidades y la del batllismo por extensión. Además, Jorge, hablaba directamente y propuso un fuerte golpe en la economía para encauzarla de una vez por todas. Esta visión demasiado radical para la época, ahuyentó a grandes cantidades de votantes. La UCB, Unión Colorada y Batllista se decide por la candidatura del general Oscar Diego Gestido que ejercía como Consejero Nacional de Gobierno y que debía renunciar para postularse a la Presidencia de la República. Era crítico de las Carta Intención que el gobierno había comprometido con el FMI, iniciando el penoso proceso de deuda externa que hoy se nos muestra como incontrolable y también era partidario de la reforma anticolegialista. El problema era designar a su compañero de fórmula lo que  generó  múltiples interpretaciones. Se la propone a Jorge Batlle que declina sosteniendo su propia candidatura, la hermana de Michelini sostuvo que se le ofreció la candidatura afirmando: “ Michelini, si no voy con Ud. No voy con nadie” y según cuenta Lincoln Maiztegui, Felipe, hermano de Michelini recordaba que Zelmar le dijo: “ Gestido me acaba de decir que quiere que yo sea candidato a vicepresidente” y que luego se abrazaron. Pero luego el propio Zelmar sostendría “ nunca reclamamos ni nos fue ofrecida la vicepresidencia de la República”. Como idea de unidad se propone a Julio Lacarte Muró la vicepresidencia en las dos planchas la de la 15 y la de la UCB, sin embargo la postura de Jorge Batlle fue tajante: “ el señor Lacarte Muró es candidato solo conmigo, en Unidad y Reforma, o seguirá en su casa”. El derrotero siguió con Enrique Iglesias, con Luis Faroppa. De esta forma el candidato termina siendo Jorge Pacheco Areco no sin haberse generado en la opinión pública una paupérrima imagen de desunión y mal manejo de la formula.
Se ha intentado ver a Gestido como un individuo un tanto irresoluto y demasiado precavido en sus decisiones en momentos en que la realidad imponía mucho nervio. Sin embargo su actuación en las relaciones hemisféricas fue contundente.  Ante un pedido de la URSS el 3 de mayo de 1965 se reunió el Consejo de Seguridad de la ONU para tratar el tema de la República Dominicana, Uruguay y Bolivia integraban el Consejo como miembros no permanentes, para que la moción de la Unión Soviética fuese incluida se necesitaban votos. Por solicitud de Gestido se estudió si el voto de Uruguay en el Consejo de Seguridad sería ejercido en nombre del país o del bloque sudamericano. El tema de fondo era la jurisdicción de la OEA en el tema o era del Consejo de Seguridad. En tiempos de la Guerra Fría no era un tema menor. Para Gestido el gobierno uruguayo debía tomar los aspectos que más protección le diera al país, sobre todo en un momento de expansionismo brasileño. Siguiendo a Clara Aldrighi  en su obra Estados Unidos y Uruguay: 1964-1966 sostenía Geestido: “ Vamos a suponer que Uruguay es invadido en condiciones semejantes a las de Santo Domingo. La OEA inactiva no puede hacer nada¿ y vamos a renunciar al último recurso mundial que nos queda, que es recurrir al Consejo de Seguridad? El Uruguay va a quedar esperando que intervenga la OEA ¿ y vamos a dejar, desde ahora, que no intervenga más el Consejo de Seguridad hasta que la OEA resuelva? Pero la OEA se cruzó de brazos, y estuvo mirando como Estados Unidos invadía, sin hacer nada” En los hechos Gestido se proyectaba con la postura de que Uruguay proponga a la ONU adoptar medidas concretas para solucionar el problema de la República Dominicana. Lentamente Gestido se fue perfilando como el hombre de la unidad, fue construyendo la imagen de líder firme que creía en un gran acuerdo nacional. Su prédica era moderada en lo reformista y de gran peso moralizador en la función pública y proclama imprescindible derogar los privilegios de la ley de “autos baratos” y colocar gente capaz al frente de las empresas públicas. Su plan de gobierno presentado en 1964  tenía como objetivos: contener la inflación, sostener el valor de la moneda a través de la compra de oro financiado por colectas populares y suprimir los cargos vacantes en la administración pública. La gran crisis económica de 1965, la unidad sindical, la división del batllismo en varios sectores comenzó a polarizar ideologías, expulsar militantes y lentamente a construirse un sentimiento batllista que se adaptaba a varias propuestas políticas dentro y fuera del Partido Colorado. Gestido conocedor de la realidad y la situación del país la muestra con claridad en el discurso de toma del mando.  No se equivocó.
“Señor Presidente de la Asamblea General; señores Representantes de las naciones amigas; señores legisladores. De acuerdo a lo dispuesto por nuestro orden institucional se inicia hoy un nuevo período de Gobierno. Este hecho normal, afortunadamente casi rutinario en nuestra tradición cívica, está marcado por un acontecimiento de singular trascendencia: entra hoy en plena vigencia una nueva Constitución, ratificada por la más alta mayoría de la ciudadanía que registra nuestra historia constitucional, procedente de múltiples partidos políticos. Este hecho auspicioso nos permite augurar con optimismo que sobrellevaremos el duro período que debemos enfrentar de inmediato todos los uruguayos. Muy poco es lo que corresponde que diga hoy, porque este no es momento de palabras sino de acción. Nuestra acción pasada ya la conoce la República. Hemos hecho una Constitución, una Constitución redactada sin banderías políticas, redactada con la única intención de tener una Constitución que fuera un instrumento adecuado para gobernar. La ciudadanía uruguaya, dando una prueba de extremada madurez política en lo que puede describirse como tal vez la más grande confusión que ningún electorado del mundo tuvo jamás que afrontar, supo intuir el camino de su salvación. Cumplida esta etapa de organización institucional, iniciado hoy la etapa de recuperación social y económica le damos a la República un Gabinete integrado por personas honestas y capases. El pueblo uruguayo tiene, pues, ahora, una Constitución que será un instrumento adecuado para gobernar. Tendrá un equipo gubernativo honesto, capaz y dedicado. Pero esta feliz conjunción de circunstancias de nada servirá, si no logramos la condición más importante, la condición imprescindible para que el Uruguay pueda salvarse. No hay Constitución, no hay Parlamento, no hay Gobierno, por honesto y capaz que sea, que puedan salvar un país que no quiera salvarse. La coyuntura política como toda coyuntura, es transitoria, efímera, y no debe nunca oscurecer la perspectiva; la verdadera perspectiva, que es la marcha del Uruguay hacia el futuro, la marcha del Uruguay que está viviendo la era interespacial. Si el pueblo uruguayo no toma conciencia de su responsabilidad, si el pueblo uruguayo no toma conciencia de que no hay organización jurídica ni sistema de represión por brutal que sea, que pueda sustituirse a una sociedad que no está dispuesta a coexistir pacíficamente como una sociedad civilizada, entonces todos nosotros, y desde ya, debemos saber que no hay salvación posible. Si el pueblo uruguayo estuviera dispuesto a despedazarse; si el pueblo uruguayo estuviera dispuesto a convertir la sociedad uruguaya en una agrupación de tribus, cada una luchando por sus intereses, en una regresión a la más brutal ley de la selva, para satisfacer intereses sectoriales, sin tener presente los intereses de la comunidad, entonces tendríamos desde ya que declarar todos los uruguayos que somos irrecuperables. Abunda en ejemplos la historia de que no solo las sociedades de la edad de piedra tienen el patrimonio exclusivo de la ley de la selva, del tribalismo y del caos, sino que también sociedades con un alto nivel cultural como el nuestro, como un sistema educativo como el nuestro, pueden llegar a proceder como proceden las sociedades sumidas en las más primitivas y negras etapas de la evolución humana. No es el momento hoy, ni lo justifica la hora que estamos viviendo, para hacer consideraciones de índole económica o políticas, por más desesperantes que fuera nuestra situación económica – que esta última lo es- fáciles serían, aún así, nuestros problemas, si estos fueran los únicos. No hay situación económica que no pueda ser superada por un pueblo dispuesto a hacer sacrificios. No hay crisis política que no pueda ser superada por un pueblo dispuesto a hacer sacrificios. No hay crisis política que no pueda ser superada si los líderes políticos anteponen el interés del país a las transitorias exigencias electorales, pero no hay situación social que pueda superarse si el pueblo no quiere salvarse. Las coyunturas políticas, las coyunturas económicas – insisto son esencialmente transitorias y tienen solución por la acción concertada de los hombres de buena voluntad. Pero hay algo que la historia demuestra más allá de toda duda, y es que hay sociedades condenadas a la desaparición porque están minadas en su mentalidad, porque por su manera de pensar y su manera de reaccionar están más allá de toda posible recuperación. Sociedades donde los intereses de cada grupo se anteponen al interés nacional no pueden sobrevivir, aunque tengan un Gobierno de dioses. El Uruguay tiene, tan solo tendrá un gobierno de hombres. Si el pueblo uruguayo quiere suicidarse, no habrá Gobierno que pueda impedirlo si el pueblo uruguayo quiere salvarse, está en sus manos, y en las de nadie más, el hacerlo. Estoy seguro que el pueblo uruguayo quiere y va a salvarse, y con ello salvará a las futuras generaciones. “

Unos meses después fallece Gestido y el Partido Colorado se derechizó y endureció sus posturas y tolerancia. La vuelta al batllismo sería a partir de 1985 pero sin la contundencia ideológica que lo caracterizaba, o sea un batllismo sin batllistas.

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