Si tratamos de definir a un “gobierno responsable” debemos avanzar en la
idea de que los gobernantes creen ser responsables ante la gente que gobiernan
y por sobretodo ponen los intereses del pueblo por encima de los propios. Esta
responsabilidad se logra de diferentes maneras, puede provenir de la educación,
la moral, de la ética. Finalmente la preocupación por el pueblo debe estar
garantizada y controlada por el principio de legalidad y por las elecciones que
garantizan la voluntad popular y la rotación de opciones de gobierno. Cuando el
derecho al voto se generalizó y pasó a incluir a más clases sociales e incluso
a individuos sin propiedades, a las mujeres y a las minorías etnicas y
raciales, las religiones y voluntades personales pasaron a un segundo plano.
Estamos en el inicio del siglo XX.
El Uruguay de la posguerra lo podemos definir como el vaivén
entre el “Uruguay próspero” y su crisis y lo podemos ubicar entre los
años 1946 y 1964. En la década que transcurre entre 1945 y 1955 el Uruguay
alcanzó el mayor desarrollo industrial en el marco de lo que se denomina
economía de “crecimiento hacia afuera” una etapa de crecimiento acelerado que
desde el punto de vista socio-político se ha denominado el “Uruguay feliz”.
Nuestro país sobrevive a la Segunda Guerra Mundial con “ importantes reservas
en monedas extranjeras, un nivel de vida en ascenso y con sus líderes políticos
llenos de confianza en el país y en el futuro”. El objetivo político era, si se
puede, construir una democracia perfecta. Es el período del retorno del
batllismo al poder, denominado neobatllismo el cual concibe la
industrialización por sustitución de importaciones como el factor que permitiría
logra la democracia perfecta y el gobierno responsable equiparando con ellos el
progreso, la justicia social y el orden bajo la protección del dirigismo
estatal. Esto tenía un claro objetivo en la búsqueda del bienestar de la
sociedad con un amplio crecimiento de las clases medias con la felicidad del
crecimiento en paz. En el Partido Colorado Batllista la interna, como siempre,
era compleja. La sanción del proyecto de reforma constitucional colegiada no
contó con la aprobación de todos los dirigentes. Las internas de 1946 mostraron
una gran preferencia por la formula Tomás Berreta-Luis Batlle Berres
venciendo con luz a César Batlle y Antonio Rubio . Las elecciones tuvieron
lugar el último domingo de noviembre de 1946 triunfando la formula mencionada,
le siguió el Partido Nacional Herrerista y quedó claro que habría que realizar
alianzas partidarias o incluso interpartidarias para poder gobernar
debido a que no existían las suficientes mayorías parlamentarias.
El programa batllista era claro: democracia, libertad, progreso,
justicia social, Estado dirigista con matices asistencialistas dentro de un
Estado de bienestar y responsabilidad de gobierno. El desarrollo de la economía
sería agroindustrial y en el desarrollo de las industrias manufactureras.
Don Tomás Berreta creía firmemente que logrados esos objetivos programáticos
las diferencias sociales no tendrían sentido y por extensión no existiría la
lucha de clases. En el marco naciente de la guerra fría esta loable
intención dará origen a un profundo anticomunismo y un viraje lento pero
irreversible a una visión conservadora del batllismo.
Antes de asumir Tomás Berreta viajó a los Estados Unidos respondiendo a
la invitación cursada por el presidente Harry S. Truman volviendo con un gran
aporte de maquinarias agrícolas para el desarrollo previsto de las
agroindustras. La inflación acompaño el inicio del gobierno de Berreta y sus
medidas fueron el aumento del control del abastecimiento de los productos de
primera necesidad y la intervención de la fijación de precios mediante el
Consejo Nacional de Subsistencias que se crea en 1947. Para complicar más la
situación los convenios salariales firmados durante la administración de
Amézaga comienza a finalizar y Berreta no tuvo, por la necesidades de la realidad
económica, la misma generosidad. No olvidemos del avance del temor comunista y
el macartismo incipiente en los Estados Unidos que influía a todos sus aliados.
Ante el exceso sindical Berreta aplicó “mano dura” desde la legalidad.. En el
mes de abril se desarrolla una huelga en la construcción, otra en el puerto,
seguida por los ferrocarriles y según algunos medios de prensa se había
reforzados las guarniciones policiales de Montevideo. Explicando a la opinión
publica la responsabilidad del gobierno y la aplicación de la Ley Berreta
determina la detención de obreros y dirigentes de gremios afectados en las
huelgas argumentando que el Código Penal consideraba delito la paralización de
los servicios públicos y en forma paralela envía al Parlamento tres proyectos
de Ley: 1) creación de tribunales de conciliación y arbitraje para conflictos
laborales, 2) prohibición de huelga de empleados y obreros de los servicios
públicos y 3) la reglamentación sindical. La respuesta a estos proyectos fue la
declaración de huelga general por la UGT, Unión General de Trabajadores,
de tendencia mayoritariamente comunista. La Guerra Fría se desarrolló en la
Avenida 18 de Julio cuando la Policía quitó a los manifestantes las banderas de
la URSS y de la República Española.
Durante el mes de abril comienza a filtrase la información de la mala
salud de Tomás Berreta y la renuncia del Ministro de Hacienda, Dr. Héctor
Alvarez Cina que fue sustituído por el connotado batllista Ledo Arroyo Torres.
El nuevo ministro concurre al Parlamento y expone los principales problemas
económicos del Uruguay en ese momento:
1) El bloqueo en Londres de 17 millones de libras esterlinas, 2) aumento
desmesurado de la importaciones pero justificada por la rnovación del parque
industrial y 3) la euforia económica que era imprescindible controlar.
Comienzan las negociaciones con Londres para desbloquear los pagos de alimentos
y suminstros enviados por nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial
mediante la compra de las empresas de servicios públicos inglesas todavía
funcionando en nuestro país y en forma paralela unos convenios que incluía
carbón y carnes. Se estaban cumpliendo posturas del primer batllismo en otro
contexto mundial y en otra realidad. Desde julio de 1947 Berreta gobernaba
desde la cama y la situación mudial se radicalizaba. La “cortina de acero”
prevista por Churchill en Fulton cae en Uruguay paralelamente con el
fallecimiento de Tomás Berreta el 2 de agosto de 1947. Era la hora de Luis
Batlle y el retorno del batllismo al poder.
Como conclusión el propio Tomás Berreta define la soberanía del pueblo
para el batllismo.
"El ejemplo tan grande como la historia quería que fuera, en las
masas proletarias reclamando su jornada mínima de ocho horas, que determinó en
la gloriosa Francia cruentas luchas y en la democracia del Norte, en la Patria
de Washington, de Lincoln y Roosevelt, costó ríos de sangre, en nuestro Uruguay
fue el gobernante vidente de 1911, Batlle y Ordóñez, que desde los balcones de
la vieja casa de Gobierno, anticipándose a los sucesos les decía a las
multitudes obreras de los comercios y empleados de las industrias que
desfilaban por las calles de la ciudad "organizáos, que vuestro reclamo
será escuchado" lo que entonces no fue comprendido por algunos y fue en
cambio considerado como un atentado del gobernante a la libertad de trabajo,
fue lo que impidió que corriera sangre de esforzados trabajadores como en Nueva
York y en otras partes del mundo de más avanzada civilización, entonces, que la
nuestra. La Ley firmemente auspiciada por le nombrado gobernante del pueblo,
llevó a todos los hogares proletarios un poco más de justicia y una llamarada
de esperanza hacia un futuro más venturoso para la gran masa obrera del músculo
y del intelecto. 1ro. de mayo y 8 horas fueron las conquistas legales de
nuestro pueblo obtenidas sin violencias: ese es el minuto de la historia que
nada ni nadie altera ni modifica, animado de un gran corazón que iluminó aquel
estadista que se llamó Batlle. Desde lo alto contribuyó a estructurar la
democracia que el motín destruyó. Como los obreros de 1911, como los cruzados
de todas las democracias nuestro pensamiento se eleva hacia una única
consideración: Por nueva constitución y leyes democráticas emanadas de
asamblea, que signifiquen el fiel reflejo de la voluntad soberana del
pueblo" Tomás Berreta en la etapa final del retorno del batllismo al
poder luego del terrismo y baldomirismo.
Ver:
Cigluiti, Carlos Walter. Vida de don Tomás Berreta. Edición del Autor,
Canelones, 1975. Página 128 y Ss.
Breve aproximación biográfica de Juan José de
Amézaga.
“Nació en la ciudad de Montevideo el 28 de
enero de 1881, en el hogar constituido por Juan José Amézaga, y
Josefa Landabaso, ambos originarios de la provincia española de Vizcaya.
Casado el 7 de septiembre de 1907, con Celia Alvarez Mouliá
(Chela), naciendo de dicho matrimonio, dos hijos : Juan José y Celia. A
principios del siglo XX ingresó a la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales. Recibió el título de abogado
en 1905 y sus altas calificaciones le permitieron obtener una beca
para continuar estudios en Europa, de acuerdo a la política impulsada por
el batllismo. Viajó a Francia en 1906 y permaneció durante
todo ese año y el siguiente, cursando estudios en la Sorbonne y en
la Universidad de Berlín, entrando en contacto con las experiencias
sociales y políticas europeas, lo que lo aproximó al pensamiento de José
Batlle y Ordóñez. Fallece el 20 de agosto de 1956.”
Amézaga, la restauración democrática.
1943-1946
Los días 24 y 25 de julio de 1938 hubo en
Montevideo una gran manifestación popular en la que, según la prensa de la
época, se congregaron unas 200 mil personas que reclamaban pacíficamente pero a
viva voz una nueva constitución. En las elecciones realizada en 1938 nuevamente
el batllismo y los nacionalistas independientes volvieron a abstenerse. Igualmente
el triunfo correspondió al Partido Colorado resultando electo el general
arquitecto Alfredo Baldomir. Debemos recordar que la novedad política fue que
las mujeres ejercieron por primera vez su derecho al sufragio participando en
las elecciones nacionales. La presión por cambios llevó al Presidente Baldomir
a buscar alianzas con los batllistas y también con los nacionalistas
independientes para llevar adelante un proceso que permita cambiar la
Constitución. El resultado fue un golpe de Estado en el mes de febrero de 1942
que va a pasar a la historia con el nombre de "golpe bueno". Este
golpe tenía como objetivo reformar la Constitución y tuvo como principal, e
importante, diferencia con el desarrollado en 1933 que no ocurrieron arrestos
ni represión política. Si fue similar la total indiferencia de la población
frente a los hechos que se estaban desarrollando. A fines de 1942 se realizó un
plebiscito conjuntamente con las elecciones para legitimar su vigencia. El
resultado fue determinante en lo político, ahora los desplazados de cargos e
influencia en el poder son los sectores terristas y los herreristas. De entrada
la nueva constitución elimina el senado del "medio y medio". El
batllismo retorna al poder de la mano de Juan José de Amézaga, que su trayectoria
política había tenido su punto más alto como miembro de la comisión de consulta
para la Reforma Constitucional. Su compañero de fórmula fue don Alberto Guani,
diplomático de brillante actuación en el relacionamiento con los Imperios
dominantes, tanto en la negociación de los empréstitos como en las variables
políticas tan necesarias a un país tan pequeño como el Uruguay. Fue
un actor principal del panamericanismo siguiendo con inteligencia el
nuevo liderazgo de los Estados Unidos. La fórmula buscó llegar a la mayoría del
electorado que quería democracia y los presentaba como ganadores. El comité
electoral de la candidatura lo llevaba adelante el Ingeniero José Serrato con
la idea “formula nacional”, “Amézaga, candidato de la Democracia”. En el nacionalismo
siguen los enfrentamientos, aunque Luis Alberto de Herrera recorría el país en
ferrocarril haciendo actos en todas las estaciones con el lema: “cerremos el
paso al batllismo”. Los años de dictadura alimentaron la necesidad de
democracia, parecía que el libre juego democrático se estaba desarrollando en
forma fluida y todos los candidatos más menos se presentaban como
“campeones de la democracia y la libertad”. Se forma un “comité antinazi”
dentro del oficialismo lo que obliga al herrerismo, con muchos simpatizantes en
sus filas a los sistemas italianos y alemanes, a declararse oficialmente “pro
británicos”. Las mujeres que ocupaban un importante rol también formaron un
“comité femenino de unidad nacional” presidido por Clotilde Luisi y Alba Roballo.
El 29 de noviembre se dirige nuevamente al país
hacia la democracia y la reforma constitucional era promulgada con el apoyo del
77% de los votantes. Los Partidos Tradicionales alcanzaron el 91% del
electorado, en tanto en la izquierda el Partido Comunista creció un 140% y el
Partido Socialista cae un 34%. Dentro del Partido Colorado triunfó el batllismo
con el 52% de los votos. Una vez que Baldomir entregó el mando a Amézaga, fue
designado integrante del Directorio del Banco de la República, al igual que
Gabriel Terra en 1938.
El trabajo principal de Amézaga era volver a la
democracia sin olvidar los postulados históricos del batllismo de
transformaciones sociales y económicas con redistribución de la riqueza que
permitieran la estabilidad social. Hay que cumplir con la plataforma
política de Amézaga que sostenía: “ Qué continúa el capitalismo individual para
el progreso mientras no llegue a la injusticia” “Qué el Estado asegure a las
masas, protagonistas de la producción de la sociedad industrial, su puesto en
la participación de los beneficios”(AGN Caja 279, folio 109) pero lo que define
el accionar del Gobierno de Amézaga es en su discurso de asunción de mando cuando
sustuvo “(…) industria, trabajo y economía con visión nacional representan intereses
asociados y solidarios” El rol solidario correspondería al Estado que debería
mediar en la solución de conflictos y se integraba, mediante múltiples
comisiones a los distintos actores sociales, entre ellas la Comisión pro
vivienda popular, la de exportaciones e importaciones. El Estado continuará con
el rol de gran empleador realizando infinidad de obras públicas,
carreteras, aeropuertos y mejoras en las trasmisiones hidroeléctricas. Pero el
principal logro por su trayectoria y proyección hasta la actualidad fue la
creación de los Consejos de Salarios en noviembre de 1943. Que además de
aplicar anticipadamente la teoría sistémica posterior de John Dunlop que extendía
los beneficios de licencia anual, salarios mínimos y la fijación del horario
comercial en las 8 horas y más allá de esto horas extras. Los Industriales y
Ganaderos no vieron bien este proceso. En 1945 se llevó adelante el Primer
Congreso Nacional de Colonización organizado por la Comisión Nacional de
Fomento Rural cuyo presidente era el batllista César Mayo Gutiérrez sostenía:
“Haremos todo lo que podamos hacer en el sentido de levantar los índices de
nuestra producción y logar colocarla de forma segura y más con una justa
remuneración y distribución de los beneficios, se basa en el supuesto de que no
se estrangulará el intercambio internacional” En 1946 se promulga la ley que
equiparaba los derechos civiles de la mujer a los del hombre incluyendo la
administración de los bienes de la mujer casada y la patria potestad. En su
gobierno creó las leyes de Consejos de Salarios, Licencia
anual, indemnización por despido e igualdad de los derechos de la mujer. En 1943 presidió
diversos actos de la Semana Vasca realizada en Montevideo. En 1945, le
declaró la guerra a Alemania y Japón. Al finalizar su mandato,
se retiró a la vida familiar, aunque se mantuvo activo en el campo del Derecho.
No olvidemos que es la continuación de los
proyectos de Baltasar Brum y Enrique Rodríguez Fabregat. Los impulsos
reformistas del primer batllismo continúan ahora de la mano de Amézaga
preparando el camino a Don Tomás Berreta caudillo tropero de Canelones que
llegará de la mano del batllismo a la presidencia de la República. Pero
su obra trascendió aspectos políticos, en el año 2011 se le hizo un homenaje
recopilando su labor como jurista
catedrático de la Facultad de Derecho, en cuyo mensaje de presentación
de la obra se sostenía: “Con la publicación de las obras de Juan José Amézaga
se rinde homenaje a uno de los juristas más importantes en la historia del
Derecho Civil uruguayo. En su nombre se homenajea también a la Facultad de
Derecho de la Universidad de la República y a todos los profesores de Derecho
Civil.
En primer lugar “De las nulidades en general”, la vigencia de esta obra es singular y constituye el estudio más importante que específicamente sobre dicho tema se ha hecho en la doctrina civilista uruguaya. En segundo lugar “Culpa Aquiliana”. En ella se recogen prolijamente las enseñanzas de Amézaga sobre la responsabilidad extracontractual. La tercera obra “Culpa contractual”, analiza y explica uno de los ámbitos más complejos del sistema jurídico, introduciendo al debate las posiciones más importantes en la doctrina y jurisprudencia de los países con mayor desarrollo en el conocimiento jurídico.
La actualización tiene dos objetivos centrales; el primero ha sido excluir las referencias a normas derogadas, de modo que la lectura del texto original no se vea obstaculizada por referencias a disposiciones ya no vigentes en nuestro sistema jurídico. El segundo ha sido complementar básicamente el texto original con los desarrollos más relevantes realizados por la doctrina civilista en cuya construcción la obra de Amézaga ha sido pilar fundamental.”
En primer lugar “De las nulidades en general”, la vigencia de esta obra es singular y constituye el estudio más importante que específicamente sobre dicho tema se ha hecho en la doctrina civilista uruguaya. En segundo lugar “Culpa Aquiliana”. En ella se recogen prolijamente las enseñanzas de Amézaga sobre la responsabilidad extracontractual. La tercera obra “Culpa contractual”, analiza y explica uno de los ámbitos más complejos del sistema jurídico, introduciendo al debate las posiciones más importantes en la doctrina y jurisprudencia de los países con mayor desarrollo en el conocimiento jurídico.
La actualización tiene dos objetivos centrales; el primero ha sido excluir las referencias a normas derogadas, de modo que la lectura del texto original no se vea obstaculizada por referencias a disposiciones ya no vigentes en nuestro sistema jurídico. El segundo ha sido complementar básicamente el texto original con los desarrollos más relevantes realizados por la doctrina civilista en cuya construcción la obra de Amézaga ha sido pilar fundamental.”
Ver:
Caetano, G., Rilla,J. Historia Contemporánea del
Uruguay, Claeh-Fin de Siglo, 2005, Montevideo, Páginas 237 y siguientes.
Frega,A., Maronna, M, Trochon, Y. Baldomir y la
restauración democrática.EBO 1987. Páginas 133 y siguientes.
Don
Carlos W. Cigliuti nació en el departamento de Canelones el 12 de noviembre de
1916 y fallece el 14 de enero de 1994. Realizó cursos en la enseñanza media,
desempeñando tareas docentes como profesor de Historia en el Liceo Tomás
Berreta desde el año 1942. En este aspecto cumplió también una destacadísima
actuación como profesor vinculado durante muchos años a la juventud, a la que
orientó y formó en las aulas de los liceos.
Su función docente, en el más amplio sentido de la palabra, se cumplió
hasta el último día de su vida. Es de público conocimiento que militó en el
Partido Colorado desde 1933 a muy temprana edad, habiendo sido electo diputado
para el período 1967-1972 en representación del sector de Unión Colorada y
Batllista. En junio de 1967 pasó al Senado en calidad de suplente del doctor
Héctor Luisi, que fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores. Luego, en
virtud del retorno al Senado del titular, Cigliuti volvió por su parte, a la
banca de la Cámara Baja el 27 de abril de 1968 pero cuando aquél fue designado
embajador en los Estados Unidos, retomó su puesto en el Senado. El senador Cigliuti intervino también en
distintos foros como el celebrado en Chile en 1952, Congreso José Toribio
Medina. Además, presidió la Cuarta y Quinta Asambleas Nacionales de Profesores
de Enseñanza Secundaria -convocadas conforme a la ley de acuerdo al Estatuto
del Profesor- a las cuales dedicó mucho de su esfuerzo, trabajo, tesón,
inteligencia y pasión. El senador Cigliuti fue, además, cofundador de "La
Razón" de Canelones, periódico que dirigió desde 1942. La faceta
periodística de su personalidad fue cumplida y desarrollada en forma brillante.
. Asimismo, es importante resaltar que obtuvo una mención honorifica en
concursos realizados en Buenos Aires sobre el tema "Artigas y su
influencia en el federalismo argentino". Por otro lado, recibió también
una mención de la O.E.A. por su trabajo "Sesquicentenario de los hechos
históricos de 1825" sobre el tema "Artigas y su significación
histórica". Como se puede apreciar, su quehacer en este aspecto siempre
estuvo vinculado con su tarea de profesor de historia. También publicó dos
libros: "Vida de don Tomás Berreta" y "El Batllismo de
Canelones". Su pasión y su inteligencia, lo llevaron a concretar, en base
a sus principios batllistas, estas obras que recogen parte de su conocimiento y
pasión por el batllismo.
El
27 de julio de 1972 fue designado Subsecretario de Defensa Nacional y renuncia,
con el ministro Legnani, el 19 de octubre del mismo año, acompañando entonces
la fórmula de ese Ministerio. Posteriormente, el 25 de noviembre de 1984 es
electo senador por el sublema Unidad y Reforma, Lista 15 del Partido Colorado,
el 26 de noviembre de 1989 es reelecto para integrar el mismo Cuerpo al que
perteneció hasta hasta su muerte. Pero además, el senador Cigliuti, cumplió una
labor trascendente en una institución deportiva de enorme arraigo en el
interior del país. Estuvo en la
conducción de la Organización del Fútbol de Interior en su calidad de
presidente durante más de un período en los que fue destacada su calidad de
impulsor de distintos proyectos en favor de esta rama del deporte de tierra
adentro. Y como en esta actividad, también el senador Cigliuti estuvo siempre unido
a otras de carácter social, deportivo, cultural, industrial y comercial de su
departamento natal y de ellas recogerá, sin duda, siempre, el testimonio y la
expresión de reconocimiento por su tarea en favor de su comunidad.
El
senador Cigliuti fue un batllista ortodoxo, convencido de las enseñanzas y
trayectoria del señor José Batlle y Ordóñez. Pero, como colorado y batllista,
militó en el partido sintiendo que éste no era el fin en sí mismo, sino el
instrumento para servir a la sociedad. El partido fue la herramienta que eligió
para esa larga trayectoria de servicio que jalonó toda su vida. Fue un
polemista ardoroso, ya que en los enfrentamientos políticos levantaba su voz
enérgica y firme en la defensa de sus convicciones; pero pasado el momento, el
calor de la discusión, se podía ver que detrás estaba la sonrisa amable, la
mano franca, el ademán cordial del compañero de tareas. Terminada la polémica y
también en pleno debate era un caballero en todo el sentir que a través de los
tiempos pueda darse a esa expresión.
Luchó
por la democracia, a la que sirvió en todas las instancias, por la forma en que
tuvo que luchar por las instituciones, cada vez que éstas fueron derribadas en
dos etapas de su vida , la más dolorosa fue la última dictadura. Luchó a brazo
partido con todos los que pugnaban por
encender cada vez más fuerte la llama de la resistencia, para imponer nuevamente
el derecho y las libertades que finalmente la ciudadanía acompañó con el cambio
en paz llevado adelante por los Drs. Sanguinetti y Tarigo. Fue un legislador
que tuvo las dos cualidades esenciales que debe tener como tal: responsabilidad
y fervor en el cumplimiento de su misión. Responsabilidad, prestigiando la institución que integraba, y responder al
mandato de quienes en él habían depositado su confianza para hacer honor a las
instituciones democráticas.
Cigliuti
sentía pasión por la cultura; en las
Comisiones de Presupuesto, luchaba por incrementar los rubros para que la enseñanza y
la cultura fueran el eje de toda la política del batllismo. Consta en actas del
Senado que en el año 1990, cuando, por una iniciativa senador Pereyra, se
rindió homenaje al gran poeta compatriota nativista Serafín J. García, se
realizó una sesión extraordinaria y se invitó a un grupo de alumnos de la escuela que lleva su nombre.
Hubo varias intervenciones y, cuando parecía que el homenaje estaba concluido,
el señor senador Cigliuti pidió la palabra. Su oratoria fue convocando poco a
poco a la emoción y al asombro que se
reflejaba en las caras de los niños que estaban en la barra cuando,
espontáneamente comenzó a recitar
estrofas y más estrofas de la obra cumbre de aquel poeta:
"Tacuruses". Cuando terminó de hablar, resonó un aplauso espontáneo
de los colegas y de la barra; los niños se pusieron de pie y varios senadores interrumpieron la sesión para
dirigirse a la banca del senador Cigliuti, estrecharlo con un abrazo. Durante
la Presidencia del doctor Julio María Sanguinetti era siempre el primero en la defensa de las
posiciones de su Partido. Cada vez que en sala resonaba una voz que fustigaba,
en cualquiera de las áreas de su gestión, lo actuado por el gobierno del
Partido Colorado y, particularmente, por el presidente de la República, el
primero en salir en su defensa, con argumentos y razones para oponer a las de
sus contradictores, era siempre el primero en la línea de defensa del
batllismo. Cigliuti fue un hombre de profundas convicciones batllistas, un hombre
que quiso al batllismo y a la figura de su creador, don José Batlle y Ordóñez,
Cigliuti
llegó al Partido Colorado y al batllismo
en plena adolescencia, en las horas difíciles de marzo de 1933, había comenzado
su trayectoria política al lado de don Tomás Berreta, por quien tenía una
profunda admiración, y lo más sabía adecuar el pensamiento de Batlle a los
tiempos que corrían.
Fue,
además un docente por vocación. Cuando dejó de ejercer la docencia formal,
siguió actuando como un auténtico profesor, tal como podíamos apreciar en el
diálogo personal o en la conversación íntima que manteníamos. Siempre tenía a
flor de labios la enseñanza que estaba dispuesto a brindar generosamente, a
cuantos tenían oportunidad de conversar con él. Por ejemplo, en cierta oportunidad, a través de un medio de
difusión,se le atributó al doctor Luis Alberto de Herrera la frase de que
"En política, el que se precipita, se precipita". Cigliuti le dijo al legislador que había la
había afirmado: "Usted el otro día citó una frase que atribuyó al doctor
Luis Alberto de Herrera, pero le puedo expresar en qué circunstancias fue que
don José Batlle y Ordóñez le dijo a don Tomás Berreta que en política, el que
se precipita, se precipita".
Finalmente
el propio Dr Julio María Sanguinetti lo
enaltece como compañero de grandes luchas políticas:
“Fue
nuestro compañero de luchas políticas y leal consejero en los años de la
dictadura y el primer período de nuestro gobierno. Invariablemente recibíamos
con agradecimiento su opinión independiente y la sagaz interpretación de cada
momento político. A la distancia, lo evocamos como un arquetipo de aquel
Uruguay forjado en los años cuarenta del pasado siglo, en que restañadas las
divisiones de la década anterior, la sociedad uruguaya se elevaba con profunda
convicción democrática y un notable afán de superarse a sí misma, en una
singular expresión de la cultura cívica latinoamericana.”
Ver:
Actas
del Parlamento Nacional en el homenaje
realizado con motivo de su fallecimiento.
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