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domingo, 29 de mayo de 2011

La bitácora de Hobsbawm: Robert McNamara (1916-2009)

La bitácora de Hobsbawm: Robert McNamara (1916-2009)

YouTube - Lenin (discurso): Los sin partido y el Poder soviético (subtítulos castellano) 25/4/1921

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YouTube - Winston Churchill en Fulton "telón de acero" subtitulado español

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La Consolidación Nacional Por Julio María Sanguinetti

La Consolidación Nacional
Por Julio María Sanguinetti
El pasado 18 de mayo el diario El País de Montevideo publicó un suplemento especial
referido al bicentenario del Ejército y de la Batalla de las Piedras. El mismo incluyó el
siguiente aporte del expresidentes Julio María Sanguinetti:
Artigas en 1820, pactó con los portugueses para mantener
ese cuerpo militar, decisivo luego –en 1825– cuando se
incorpor e   a   l a   c ampaña  que   entonc e s   comandó  su
compadre Lavalleja. Es más, cuando se configura el
llamado “Ejercito Nacional” de las Provincias Unidas del
Río de la Plata, Rivera se subleva y retira ante el empeño
del General Alvear de disolver los Dragones Orientales.
De allí nacerá su iniciativa de invadir las Misiones, que –
m u y   a   s u   p e s a r   t e r m i n a r á n   s i e n d o   e l   p r e c i o   d e l
reconocimiento a nuestra soberanía. El periplo de la
República independiente fue azaroso y por momentos
dramático. En todo su transcurso fue el ejército factor
principal, tanto en lo militar como en lo político y puede
decirse que recién en los últimos años del siglo XIX pasa
a   c o n s t i t u i r s e   s o b r e   u n a   f o rma c i ó n   e s t r i c t ame n t e
profesional.
El desgarramiento de 1973 será un quiebre en lo que
era ya una larga trayectoria de vida institucional pacífica.
1985 marcará el retorno a la normalidad y –desde
entonces– tanto el Ejército, como la Armada y la Fuerza
Aérea, trabajarán en la natural subordinación a los
gobiernos electos. No obstante ello, han sufrido hasta hoy
una difícil situación de acoso, que anhelamos pueda
terminarse, pese a los nubarrones que aún se advierten
en el horizonte.
Al cumplirse los 200 años de la batalla fundacional, no
es la circunstancia más propicia para subrayar diferencias
y polemizar sobre ellas. Lo es, en cambio, para que el
pueblo del país, una vez más, reconozca que nuestro
Ejército es una emanación suya, que no es un cerrado
grupo aristocrático sino una organización principalísima
del Estado constituida por hombres y mujeres salidos de
su seno. De allí entonces que el Bicentenario del Ejército
es parte sustancial del Bicentenario de nuestra República.
C
elebrar el Bicentenario de la República supone
necesariamente asociarlo a la configuración de
n u e s t r o   p r ime r   e j é r c i t o .  No   e s   e l l o   e x c e p c i o n a l ;
normalmente los núcleos armados son el primer principio
organizativo en el proceso de consolidación de las
naciones.
Nuestros fundadores fueron militares. Artigas venía
del ejército español, al incorporarse a unos Blandengues
a los que sirvió desde 1797 hasta 1811, en que pasa a
líderar la revolución. En ese oficio participará de las
acciones de resistencia a la ocupación inglesa en 1806,
vivirá la fundamental asistencia a Félix de Azara en la
demarcación de los límites entre los imperios español y
portugués y hará una gran experiencia en el afincamiento
de gente en la tierra.
Rivera y Lavalleja se hicieron militares a partir de su
acompañamiento a Artigas y de su condición de caudillos,
capaces de arrastrar gente para una lucha que comenzó
siendo de lealtad a la monarquía española y terminó como
vigoroso movimiento de independencia. Así pasó en
g e n e r a l   e n   u n a  Amé r i c a   L a t i n a   q u e   e n c o n t r ó   s u
emancipación en el escenario del derrumbe del sistema
monárquico español, puesto en crisis por la invasión
napoleónica.
S e   c o n s i d e r a   a   l a   B a t a l l a   d e   L a s   P i e d r a s   h i t o
fundacional del ejército y bien está hacerlo. Esta es la
primera batalla librada por orientales, al mando de su real
Jefe, y si bien no fue un combate de grandes proporciones
se convirtió en un símbolo, por ser la primera victoria de
la revolución en el Río de la Plata. A partir de allí se
observará un creciente autonomismo que se expresó
claramente a través de la celosa preservación del mando
militar. El retiro del Primer Sitio se produce justamente
por el desconocimiento a nuestra Jefatura, que da lugar
al Éxodo.
Nuestra trabajosa reincoporación a él se hace sobre la
base de ese reconocimiento. Y el posterior rompimiento
lo mismo. Era lo que Artigas llamó “la soberanía particular
de los pueblos”.
A partir de allí aquella será una línea invariable, tanto
de Artigas –en sus enfrentamientos con Sarratea– como,
posteriormente, de Rivera, que creyó siempre que solo
podría haber independencia si preservábamos una fuerza
oriental armada. Esa fue su idea cuando, derrotado