Vida de José Batlle y Ordóñez, por Carlos M. Rama.
“Sostenía Batlle que su verdadera vocación no había sido la
política. Lo que ansiaba cuando empezó a sentirse hombre era una gran
ilustración: hacerse en lo posible un sabio. Si no se hubiese entregado a la
filosofía, se habría engolfado en el estudio de los astros”(Domingo Arena, 1926)
La política estaba presente desde antes de su nacimiento el
21 de mayo de 1856, porque su abuelo, rico molinero y comerciante catalán,
debió expatriarse de Montevideo ante el triunfo de las armas patriotas. Su
padre hizo estudios en España y vuelto al país, participó activamente en el
Partido Colorado, alcanzó el generalato en la Defensa de Montevideo entre 1843
y 1851 y fue finalmente Presidente de la República entre 1868 y 1872.
En su primera juventud sin embargo, lleva adelante su
vocación de estudioso, y es socio del Ateneo del Uruguay donde integra la
Sección de Filosofía en 1878. Colabora en la Revista el Espíritu Nuevo,
semanario literario, científico y filosófico y publica en La Razón poesías
sobre temas religiosos. Durante dos años vive en Europa, y sabemos que siguió
conferencias de Ernst Renan y de Laffitte, en la casa de la calle Monsieur le
Prince, de Paris, donde había vivido Comte.
Pero en 1881 entre en la vida política, abandonando para
siempre la filosofía y la vida intelectual desinteresada, en ocasión de un
episodio de la dictadura de Santos: la mazorcada del 20 de mayo contra los diarios El Plata y
La Razón. En este último se inicia como periodista político, que será en
definitiva la constante de sus tareas hasta la hora de su muerte.
Siempre contra la dictadura de Santos, conspira, emigra a
Buenos Aires, participa en la Revolución del Quebracho, hasta que vuelve como
prisionero a Montevideo. En 1886 funda El Día, siempre como opositor, lo que le
significa cárcel, asilo en una embajada, emigra una vez más a Buenos Aires. En
1889 funda por segunda vez El Día, ahora para apoyar la candidatura de Julio
Herrera y Obes. En 1891 fue diputado por el departamento de Salto y en 1898
alcanza el Senado, ahora por Montevideo. Este cuerpo lo designa su presidente y
en ese carácter actúa como presidente interino de la República en 1899.
Durante los años posteriores a la revolución de Aparicio
Saravia en 1897, en que el país estaba gobernado desde Montevideo y desde la
estancia El Cordobés, donde vivía el caudillo blanco, José Batlle propugnó la
unidad del partido y defendió la tesis del gobierno partidario. El manifiesto
del Partido Colorado de 1901 es de su redacción, y será reelecto presidente del
Senado.
Las ideas de Batlle habían sido incorporadas al programa de
su partido, “hasta ser la orientación primordial y característica del batllismo”
(Guidici y Gonzalez Conzi). Una generación de hombres salidos de las filas de
las clases medias, intelectuales, profesionales e industriales, creen en sus
ideas. El inmediato éxito de los monopolios de la electricidad, portuario y
bancario prestigia la política de nacionalizaciones.
Hizo más, transformó al Uruguay, aumentando las
posibilidades de las clases medias, protegiendo a los trabajadores y evitando
parcialmente el drenaje al extranjero de sus riquezas.
Analizando el conjunto de las realizaciones de José Batlle y Ordóñez se
comprende que se le considere un ideólogo y se busque su inspiración en
lecturas de aprendiz de filósofo. Ya hemos sostenido y nos acompañan Antonio
Grompone y Alfredo Palacios que Batlle fue un realizador, un hombre de la
acción política, interprete de su pueblo más allá de esquemas ideológicos
preconcebidos.
Ver: Carlos m. Rama. Batlle:
la conciencia social. En Enciclopedia Uruguaya Número 34, Arca, junio 1968.