El proceso de desbatllistizar al país había comenzado con el
triunfo de los blancos a partir de 1958, una década después en 1968 la
situación era de extrema violencia. No se pudo mantener la matriz ideológica y
ni siquiera articular los principios batllistas durante esos años. A esto le
sumamos que fallece Luis Batlle, que constan sus esfuerzos por mantener la
unidad del batllismo aunque no fue del todo flexible con las propuestas de
Michelini y de Batalla. Jorge Batlle se postuló a la Presidencia de la
República y compartía la formula con Julio Lacarte Muró. Sus propuestas en
exceso liberalizadoras se contraponían fuertemente con la postura de su padre
que era estatista y proteccionista van a resentir sus posibilidades y la del
batllismo por extensión. Además, Jorge, hablaba directamente y propuso un
fuerte golpe en la economía para encauzarla de una vez por todas. Esta visión
demasiado radical para la época, ahuyentó a grandes cantidades de votantes. La
UCB, Unión Colorada y Batllista se decide por la candidatura del general Oscar
Diego Gestido que ejercía como Consejero Nacional de Gobierno y que debía
renunciar para postularse a la Presidencia de la República. Era crítico de las
Carta Intención que el gobierno había comprometido con el FMI, iniciando el
penoso proceso de deuda externa que hoy se nos muestra como incontrolable y
también era partidario de la reforma anticolegialista. El problema era designar
a su compañero de fórmula lo que
generó múltiples
interpretaciones. Se la propone a Jorge Batlle que declina sosteniendo su
propia candidatura, la hermana de Michelini sostuvo que se le ofreció la
candidatura afirmando: “ Michelini, si no voy con Ud. No voy con nadie” y según
cuenta Lincoln Maiztegui, Felipe, hermano de Michelini recordaba que Zelmar le
dijo: “ Gestido me acaba de decir que quiere que yo sea candidato a
vicepresidente” y que luego se abrazaron. Pero luego el propio Zelmar
sostendría “ nunca reclamamos ni nos fue ofrecida la vicepresidencia de la
República”. Como idea de unidad se propone a Julio Lacarte Muró la
vicepresidencia en las dos planchas la de la 15 y la de la UCB, sin embargo la
postura de Jorge Batlle fue tajante: “ el señor Lacarte Muró es candidato solo
conmigo, en Unidad y Reforma, o seguirá en su casa”. El derrotero siguió con
Enrique Iglesias, con Luis Faroppa. De esta forma el candidato termina siendo
Jorge Pacheco Areco no sin haberse generado en la opinión pública una
paupérrima imagen de desunión y mal manejo de la formula.
Se ha intentado ver a Gestido como un individuo un tanto
irresoluto y demasiado precavido en sus decisiones en momentos en que la
realidad imponía mucho nervio. Sin embargo su actuación en las relaciones hemisféricas
fue contundente. Ante un pedido de la
URSS el 3 de mayo de 1965 se reunió el Consejo de Seguridad de la ONU para
tratar el tema de la República Dominicana, Uruguay y Bolivia integraban el
Consejo como miembros no permanentes, para que la moción de la Unión Soviética
fuese incluida se necesitaban votos. Por solicitud de Gestido se estudió si el
voto de Uruguay en el Consejo de Seguridad sería ejercido en nombre del país o
del bloque sudamericano. El tema de fondo era la jurisdicción de la OEA en el
tema o era del Consejo de Seguridad. En tiempos de la Guerra Fría no era un
tema menor. Para Gestido el gobierno uruguayo debía tomar los aspectos que más
protección le diera al país, sobre todo en un momento de expansionismo
brasileño. Siguiendo a Clara Aldrighi en
su obra Estados Unidos y Uruguay: 1964-1966 sostenía Geestido: “ Vamos a
suponer que Uruguay es invadido en condiciones semejantes a las de Santo
Domingo. La OEA inactiva no puede hacer nada¿ y vamos a renunciar al último
recurso mundial que nos queda, que es recurrir al Consejo de Seguridad? El
Uruguay va a quedar esperando que intervenga la OEA ¿ y vamos a dejar, desde
ahora, que no intervenga más el Consejo de Seguridad hasta que la OEA resuelva?
Pero la OEA se cruzó de brazos, y estuvo mirando como Estados Unidos invadía,
sin hacer nada” En los hechos Gestido se proyectaba con la postura de que
Uruguay proponga a la ONU adoptar medidas concretas para solucionar el problema
de la República Dominicana. Lentamente Gestido se fue perfilando como el hombre
de la unidad, fue construyendo la imagen de líder firme que creía en un gran
acuerdo nacional. Su prédica era moderada en lo reformista y de gran peso
moralizador en la función pública y proclama imprescindible derogar los privilegios
de la ley de “autos baratos” y colocar gente capaz al frente de las empresas
públicas. Su plan de gobierno presentado en 1964 tenía como objetivos: contener la inflación,
sostener el valor de la moneda a través de la compra de oro financiado por
colectas populares y suprimir los cargos vacantes en la administración pública.
La gran crisis económica de 1965, la unidad sindical, la división del batllismo
en varios sectores comenzó a polarizar ideologías, expulsar militantes y
lentamente a construirse un sentimiento batllista que se adaptaba a varias
propuestas políticas dentro y fuera del Partido Colorado. Gestido conocedor de
la realidad y la situación del país la muestra con claridad en el discurso de
toma del mando. No se equivocó.
“Señor Presidente de la Asamblea General; señores
Representantes de las naciones amigas; señores legisladores. De acuerdo a lo
dispuesto por nuestro orden institucional se inicia hoy un nuevo período de
Gobierno. Este hecho normal, afortunadamente casi rutinario en nuestra
tradición cívica, está marcado por un acontecimiento de singular trascendencia:
entra hoy en plena vigencia una nueva Constitución, ratificada por la más alta
mayoría de la ciudadanía que registra nuestra historia constitucional,
procedente de múltiples partidos políticos. Este hecho auspicioso nos permite
augurar con optimismo que sobrellevaremos el duro período que debemos enfrentar
de inmediato todos los uruguayos. Muy poco es lo que corresponde que diga hoy,
porque este no es momento de palabras sino de acción. Nuestra acción pasada ya
la conoce la República. Hemos hecho una Constitución, una Constitución
redactada sin banderías políticas, redactada con la única intención de tener
una Constitución que fuera un instrumento adecuado para gobernar. La ciudadanía
uruguaya, dando una prueba de extremada madurez política en lo que puede
describirse como tal vez la más grande confusión que ningún electorado del
mundo tuvo jamás que afrontar, supo intuir el camino de su salvación. Cumplida
esta etapa de organización institucional, iniciado hoy la etapa de recuperación
social y económica le damos a la República un Gabinete integrado por personas
honestas y capases. El pueblo uruguayo tiene, pues, ahora, una Constitución que
será un instrumento adecuado para gobernar. Tendrá un equipo gubernativo
honesto, capaz y dedicado. Pero esta feliz conjunción de circunstancias de nada
servirá, si no logramos la condición más importante, la condición
imprescindible para que el Uruguay pueda salvarse. No hay Constitución, no hay
Parlamento, no hay Gobierno, por honesto y capaz que sea, que puedan salvar un
país que no quiera salvarse. La coyuntura política como toda coyuntura, es
transitoria, efímera, y no debe nunca oscurecer la perspectiva; la verdadera
perspectiva, que es la marcha del Uruguay hacia el futuro, la marcha del
Uruguay que está viviendo la era interespacial. Si el pueblo uruguayo no toma
conciencia de su responsabilidad, si el pueblo uruguayo no toma conciencia de
que no hay organización jurídica ni sistema de represión por brutal que sea,
que pueda sustituirse a una sociedad que no está dispuesta a coexistir
pacíficamente como una sociedad civilizada, entonces todos nosotros, y desde
ya, debemos saber que no hay salvación posible. Si el pueblo uruguayo estuviera
dispuesto a despedazarse; si el pueblo uruguayo estuviera dispuesto a convertir
la sociedad uruguaya en una agrupación de tribus, cada una luchando por sus
intereses, en una regresión a la más brutal ley de la selva, para satisfacer
intereses sectoriales, sin tener presente los intereses de la comunidad,
entonces tendríamos desde ya que declarar todos los uruguayos que somos
irrecuperables. Abunda en ejemplos la historia de que no solo las sociedades de
la edad de piedra tienen el patrimonio exclusivo de la ley de la selva, del tribalismo
y del caos, sino que también sociedades con un alto nivel cultural como el
nuestro, como un sistema educativo como el nuestro, pueden llegar a proceder
como proceden las sociedades sumidas en las más primitivas y negras etapas de
la evolución humana. No es el momento hoy, ni lo justifica la hora que estamos
viviendo, para hacer consideraciones de índole económica o políticas, por más
desesperantes que fuera nuestra situación económica – que esta última lo es-
fáciles serían, aún así, nuestros problemas, si estos fueran los únicos. No hay
situación económica que no pueda ser superada por un pueblo dispuesto a hacer
sacrificios. No hay crisis política que no pueda ser superada por un pueblo
dispuesto a hacer sacrificios. No hay crisis política que no pueda ser superada
si los líderes políticos anteponen el interés del país a las transitorias
exigencias electorales, pero no hay situación social que pueda superarse si el
pueblo no quiere salvarse. Las coyunturas políticas, las coyunturas económicas
– insisto son esencialmente transitorias y tienen solución por la acción
concertada de los hombres de buena voluntad. Pero hay algo que la historia
demuestra más allá de toda duda, y es que hay sociedades condenadas a la
desaparición porque están minadas en su mentalidad, porque por su manera de
pensar y su manera de reaccionar están más allá de toda posible recuperación.
Sociedades donde los intereses de cada grupo se anteponen al interés nacional
no pueden sobrevivir, aunque tengan un Gobierno de dioses. El Uruguay tiene,
tan solo tendrá un gobierno de hombres. Si el pueblo uruguayo quiere
suicidarse, no habrá Gobierno que pueda impedirlo si el pueblo uruguayo quiere
salvarse, está en sus manos, y en las de nadie más, el hacerlo. Estoy seguro
que el pueblo uruguayo quiere y va a salvarse, y con ello salvará a las futuras
generaciones. “
Unos meses después fallece Gestido y el Partido Colorado se
derechizó y endureció sus posturas y tolerancia. La vuelta al batllismo sería a
partir de 1985 pero sin la contundencia ideológica que lo caracterizaba, o sea
un batllismo sin batllistas.