sábado, 27 de agosto de 2016
domingo, 21 de agosto de 2016
sábado, 20 de agosto de 2016
El batllismo y el Estado: El crecimiento desde lo social.
A lo largo de las décadas del 30 y del 40 se debatía
intensamente dentro del Partido Colorado. Sea a favor o en contra del Golpe de
Estado del Dr. Gabriel Terra o los alcances estratégicos de las empresas
públicas o el rol del Estado. Era un momento en el que se integraban sin
complejos técnicos especializados al Estado.
Durante el terrismo el Estado uruguayo profundizó radicalmente sus
mecanismos de regulación aumentando su capacidad técnica. A partir de 1931 se
establece el Contralor de Cambios, antecedente del Contralor de Exportaciones e
Importaciones en 1941 con el rol estratégico de llevar adelante la promoción
industrial. En 1931 se establece la ANCAP, en 1935 se realizó una profunda
reestructura del BROU llevándolo al rol de Banco Central al desarrollar y
perfeccionar su departamento de emisión. Tomás Berreta y el Ing. José Luis
Buzzetti publican en octubre de 1946 el libro
“Esquema de un planeamiento económico y social” sostenían en su trabajo
la necesidad de planificar para orientar el ritmo del progreso en aras de un
mejoramiento social y “ esta planificación ha de alcanzar objetivos económicos
y sociales, a través de planes industriales, agrario, de obras pública, saludo
pública y vivienda, régimen monetario, fomento de la instrucción pública, nacionalización
de los servicios públicos(…) La iniciativa privada debe y puede desenvolverse
paralelamente a esta planificación” Posteriormente bajo la conducción del
neobatllismo desde el Poder Ejecutivo a través de su ministro de Economía, Nilo
Berchesi se desarrolló un complejo sistema de planificación integrado por
distintos organismos: 1) Consejo de la Economía Nacional previsto desde la
Constitución de 1934. 2) Oficina Nacional de Planificación como órgano asesor
del Poder Ejecutivo. 3) Comisiones de Planificación. En este momento comienza a diluirse la
estrecha relación entre los técnicos y los políticos. Y en definitiva comienza
a debilitarse la capacidad técnica del Estado.
Históricamente el rol del Estado era y es el suporte
ideológico del batllismo. El desarrollo de las capacidades del Estado se asocia
con la capacidad que tiene el País y la defensa del interés nacional frente al
capital extranjero. De allí viene la protección a los sectores populares frente
a la deshumanización capitalista. La Instalación de numerosas empresas y
servicios públicos llevaron al Estado a tener la capacidad de control de
actividades estratégicas para el país: economía, finanzas, transportes,
comunicaciones y energía. En un informe sobre el “capitalismo de Estado” ( The
Economist 2002) se aggiorna la visión histórica del batllismo en la relación
empresas estratégicas-Estado. En ese artículo hace referencia a empresas
públicas o públicas controladas por el Estado. Y como conclusión afirma que de
las 200 compañías más grandes del mundo, el 10% son de propiedad de diferentes
Estados.
En la mayoría de las ocasiones, cuando el Estado utiliza la
palabra innovación lo hace con esquemas
oxidados y anclados a comienzos del Siglo XX. Se repiten discursos que recetan
soluciones para las empresas pero sin aplicarlo en el propio Estado.. O bien se
reparten subvenciones y cargos sin ningún impacto significativo más que el
efímero clientelismo político. Siguiendo el trabajo dirigido por el Dr. Gerardo
Caetano en la obra “ la provocación del Futuro” queda claro que el Estado debe
reforzar y fortalecer su capacidad de aprendizaje y cooperación entre las
diferentes instituciones que lo componen, fortalecer sus mecanismos de
rendición de cuentas, los procesos de contratación de funcionarios. Es en este
contexto que se desarrolló en la visión del batllismo con énfasis en la
modernización con eje estratégico en el Estado y las empresas públicas. El
Estado es el gran protagonista del batllismo como agente económico y como
regulador. Las políticas sectoriales tuvieron un rol trascendente. Se puso el
eje en las políticas sociales y en los derechos de los trabajadores promoviendo
el intervencionismo cuyo ejemplo más concreto fue la política de
nacionalizaciones y estatizaciones. Para el siglo XXI el desafío del batllismo
es ser fiel a sus principios de que una
idea genera otra y una reforma antecede
a otra buscando adelantarse a los requerimientos de la sociedad y del progreso.
Siempre se ha discutido el modelo batllista de desarrollo
desarrollado entre 1911 y 1930 en el cual el debate entre la diversificación
productiva, proyectada y con éxitos relativos, o la construcción de un modelo urbano con
servicios y desarrollo fuerte del sector
público. Se puede afirmar que el modelo
batllista apuntaba a tres objetivos: modernizar y diversificar la estructura de
producción con énfasis en la industria y la expansión de un modelo agrícola. Se
debía, entonces, desarrollar el mercado interno generando un buen entorno de
bienestar social y nacionalizar la economía para reducir los riesgos de la
dependencia extranjera y sus crisis y euforias cíclicas. La retención de la
mayoría de los recursos del país van de la mano de que las compañías extranjeras
reduzcan su accionar siendo sustituidas por empresas del Estado. Finalmente
redistribuir los ingresos elevando el poder adquisitivo de la población y
universalización el acceso de la población a bienes y servicios.
Desde el punto de vista económico el batllismo planteaba:
1) Modernización de la ganadería y expansión de la
agricultura de forma combinada.
2) Desarrollo de la industria manufacturera nacional
sustituyendo las importaciones.
3) Expansión de servicios en las finanzas, los transportes,
comunicaciones, turismo, enseñanza y salud.
4) El incremento de la participación del Estado en los
aspectos productivos y comerciales.
5) Reforma fiscal con el objetivo de estabilizar y aumentar
la recaudación del Estado con el objetivo
de una mejor redistribución. También desconcentra la propiedad de la
tierra. (georgismo)
Siguiendo a Benjamin Nahum el Estado para el primer
batllismo tenía estos componentes: “La idea básica era que el Estado
representaba a toda la sociedad y por encontrarse por encima de todas las
clases sociales debía no solo arbitrar sus disputas, sino también impulsar su
progreso mediante un crecimiento sostenido de la economía. Esa finalidad social
era lo que daba derecho al Estado para -invadir- el campo de la actividad
económica privada, desde que - el interés general- era superior al particular
de las empresas”. El propio ministro José Serrato sostenía en 1911 que “ los
monopolios constituirán un poderoso recurso fiscal a fin de que las cargas
nuevas no contribuyan a hacer más desigual la distribución de la riqueza”
Entre 1920 y1921 el
Uruguay enfrentó la fuerte caída de los precios internacionales y en especial
el de la lana, cae la faena en los mataderos, lo que originó desocupación y
perdidas salariales, pero entre 1920 y 1930 se retornó al crecimiento económico
lo que mostró que el modelo de desarrollo del poder del Estado asignándole un
rol en el proceso económico y social era todavía viable. Fue un proceso de reforma política pacífica,
basado en el apoyo de grupos sociales interesados en contar con un gobierno
eficiente y no corrupto sostenido en la modernización mediante el crecimiento
económico, división del trabajo. La industrialización incipiente trajo la
urbanización y esta exigió mejoras en los niveles educativos y de formación
ciudadana. La consecuencia fueron nuevos actores sociales separados de la
sociedad agrícola y el desarrollo político. El problema latente será la
relación entre el desarrollo político y el fantasma del clientelismo y la
corrupción.
Corresponde ahora hacer referencia a Francis Fukuyama en su
obra “Origen y decadencia de la política” (Deusto, 2015, pág. 261) que cita a
Ernest Gellner: “ Una sociedad que vive para el crecimiento tiene que pagar
necesariamente un determinado precio . El precio del crecimiento es la innovación
permanente. La innovación permanente a su vez, presupone una incesante
movilidad ocupacional, tanto entre generaciones como en ocasiones, en el curso
de una vida(…) el perfil general de una sociedad moderna es ser alfabetizada,
con movilidad social, con cultura compartida, homogénea, trasmitida por la alfabetización
e inculcada desde la escuela…” Ese fue el Modelo batllista de desarrollo, y
debe ser el motor ideológico en el siglo XXI.
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miércoles, 17 de agosto de 2016
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