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martes, 18 de diciembre de 2012


Laicismo y anticlericalismo.

El laicismo es una posición por la que alguien guarda neutralidad frente a todos los credos y organizaciones religiosas. Implica equidistancia respecto de todas las religiones y desvinculación respecto de cualquier iglesia. El laicismo así considerado es un aspecto del liberalismo. El anticlericalismo constituye un punto de vista referido a la Iglesia antes que a la religión; rechaza la influencia política del clero en nombre de la soberanía del Estado; rechaza la intervención eclesiastica en la enseñanza en nombre del laicismo; se opone a una gravitación demasiado sensible de los clérigos sobre la vida social, teniendo en cuenta la naturaleza eminentemente civil de la sociedad contemporánea. En defintiva el anticlericalismo trata de evitar que los miembros del cuerpo eclesiástico desborden el ámbito funcional de lo estrictamente religioso.
El anticlericalismo de cepa liberal no persigue al Clero, desde que protege a la libertad de conciencia y la libertad de cultos, sino que rechaza, de aquél, influencias consideradas inconvenientes para la naturaleza del Estado y de la  sociedad. Laicismo y anticlericalismo constituyen, pues, dos concepciones distintas y diferenciables, aunque puedan consustanciarse en grado mayor o menor, según las circunstancias. Solo con referencia a un punto permanecen siempre en contacto; este punto es el de la enseñanza oficial. En efecto, desde que la función del clérigo es, por naturaleza, proselitista, se infiere que el Estado laico no pueda admitir a los miembros del clero en el cuerpo docente de sus instituciones de enseñanza.
El pensamiento laicista en el Uruguay admite, por lo menos dos orígenes. Uno de ellos es la resistencia de intelectuales y dirigentes al pontificado de Pio IX. Consiste otro en las corrientes filosóficas que primaron en los círculos intelectuales a partir de 1880. 
El 8 de diciembre de 1864 el Papa Pío IX publica la Enciclica "qunata Cura", complementada con un documento aclaratorio, el "Syllabus" o catalogo de errores por los cuales Roma fija la posición oficial de la Iglesia Católica ante la gradual y extendida secularización intelectual y política del mundo cristiano. La Santa Sede pone en evidencia, y niega considerándolos errores ora intelectuales, ora políticos, algunos de los principios que forman la base del Estado y de la sociedad. Estos hechos tuvieron su repercusión en nuestro país. En 1884 se constituyó la Liga Liberal, dirigida por Juan Paullier y Manuel Otero que condenó enérgicamente el Syllabus. Entre los años 1852 y 1885 la doctrina oficial de nuestro mundo universitario era el Espiritualismo Ecléctico. Esta doctrina creación del filosofo francés Victor Cousin había surgido en Francia en 1830. Era espiritualista, pues afirmaba la importancia de entidades conceptuales que están más allá de la captación de nuestros sentidos físicos y el razonamiento que en ellos se apoya para estimular el verdadero alcance del conocimiento humano. Era ecléctica, desde que admitía el equilibrio entre la Razón y la Fe, entre filosofía y religión. las dos hermanas inmortales, de acuerdo a la expresión del mismo Cousin.
El espiritualismo ecléctico había primado en la enseñanza universitaria de Francia durante la monarquía de Julio(1830-1848) y a aprtir de 1852, la enseña Plácido Ellauri, profesor de Filosofía de nuestra Universidad. En 1886 ocupa la cátedra el profesor Federico Escalada y, con este cambio, el Positivismo hace su entrada en la enseñanza oficial. Esta dortrina era ya conocida por la juventud culta de la época; sus principios se discutían en el Ateneo de Montevideo y en el Club Católico. El positivismo era de origen francés y había surgido y se había desarrollado paralelamente con el Espiritualismo ecléctico. El positivismo negaba la influencia de la razón abstracta y de la intuición, como instrumentos efectivos y fecundos del conocimiento humano. Ningún hombre puede descubrir la oculta esencia de las cosas, a todo lo que puede aspirar es a saber que leyes rigen el acontecer de las mismas y las relaciones existentes entre esas leyes. El conocimiento deriva de la experiencia u observación organizada del mundo físico, por lo tanto el positivismo es materialista y empirista.
El positivismo aceptado por los universitarios del país era spenceriano, filosofía del pensador inglés Hebert Spencer, quien agregaba una interpretación evolutiva del Universo y del Hombre derivada concepción del naturalista Charles Darwiin.
Los intelectuales uruguayos de confesión católica no podían admitir el punto de vista materialista del positivismo y emprendieron la defensa de la posición espiritualista. Las controversias realizadas en el Ateneo y en el Club Católico en torno de estos temas, constituyen una de las expresiones  más fecundas de la intelectualidad uruguaya.
Desde el año 1875 el diario "El Siglo" inicia campañas de prensa en pro del racionalismlo, el laicismo y el anticlericalismo. En 1878 aparece un diario católico "El Bien", dirigido por Juan Zorrilla de San Martin. En esta época aparece también "La Razón", dirigida por Daniel Muñoz. En 1886 durge "El Día" de José Batlle y Ordóñez orientado en la misma dirección filosófica. El proceso de escisión entre el Estado y la Iglesia se cumple en una triple dirección:
a) Laicización de la enseñanza oficial: tiene lugar en la Escuela Primariai. El decreto-ley de Educación común sancionado el 24 de octubre de 1877 bajo el gobierno del Coronel Latorre se pone a medio camino de una laicización integral.
b) Reasunción por el Estado de funciones públicas que este confiara a la Iglesia Católica: Secularización de los cementerios, 18 de abril de 1861, secularización del Registro del Estado Civil, 11 de febrero de 1879 y sometimiento de las instituciones religiosas al fuero civil de la Nación, con las leyes del 22 de mayo de 1885 que impone el matrimonio civil obligatorio  y previo a la ceremonia religiosa. Además dispone que todas las causas judiciales relativas al matrimonio deben ser resueltas por los tribunales de la Nación. Por ley del 14 de junio de 1885 sujeta a la autorización gubernamental la fundación de nuevas instituciones religiosas, reglametna la organización de las existentes y negaba validez civil a los votos monásticos.
 Ver: Historia del Siglo XX uruguayo, Juan Antonio Arcas, La Casa del Estudiante, Montevideo 1950. Paginas 34-40.

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