Alemania fue el problema que causó la ruptura definitiva de la Gran Alianza entre los aliados occidentales y la URSS para enfrentarse al eje, del mismo modo que fue la razón para que se unieran. En la cumbre de Postdam, Truman, Churchill y Stalin habían decidido que Alemania continuase siendo una única área económica, pero con zonas diferentes de ocupación militar. Francia no hizo caso de este acuerdo y gobernaron su zona con independencia de las otras zonas de ocupación con el objetivo de mantenerla débil y asegurarse los pagos de reparaciones de guerra. Los soviéticos querían cobrar también y pensaban que la mejor opción era una economía unificada en lugar de economías independientes unas de otras. Estados Unidos consideraban que Stalin estaba haciendo una estratagema para dominar todo el país.
Por lo tanto en 1946, en el mes de mayo Estados Unidos y Gran Bretaña interrumpieron el pago en especie de reparaciones alemanas de sus zonas respectivas a la URSS. El 6 de septiembre de 1946 el secretario de Estado, prometió al pueblo alemán la restauración del autogobierno y sugirió que la cesión de territorio alemán a Polonia no sería permanente. Del mismo modo se determinó que las tropas norteamericanas permanecería en Alemania indefinidamente.
Estados Unidos y Gran Bretaña procedieron luego a dar los primeros pasos hacia la creación de un estado alemán occidental que fuese los suficientemente fuerte como para bloquear la expansión soviética hacia Europa Occidental.
El primero de enero de 1947 las zonas de ocupación norteamericana y británica se unieron en una única unidad administrativa, en febrero del 1948 desarrollaron un Plan de Reforma monetaria que les permitiera participar del Plan Marshall. Finalmente sin intervención de la URSS convocan una asamblea que se encargaría de redactar una Constitución para dar origen a un estado alemán occidental.
Los soviéticos consideraron que ese nuevo estado alemán vinculado a los Estados Unidos era una amenaza. Para tratar de evitar esta situación los soviéticos ejercieron presión sobre sobre la dividida capital alemana, Berlín, situada a 200 kilómetros dentro de la zona de administración soviética. En Marzo de 1948 los soviéticos comenzaron a imponer restricciones al tráfico terrestre que se dirigía a Berlín y el 24 de junio lo cortaron por completo.
El gobierno norteamericano de Harry Truman consideró que el bloque de Berlín ponía prueba la decisión de occidente de defender la Libertad no solo de Berlín occidental sino de toda Europa occidental. Se tomaron fuertes medidas para contrarrestarlo. El tráfico hasta Berlín desde la zona soviética fue interrumpido, y se dio inicio a un gigantesco puente aéreo para abastecer a Berlín Occidental para permitir que la ciudad resistiera el bloqueo soviético. paralelamente se desplegaron sesenta bombarderos B 29 a Gran Bretaña, para amenazar a los soviéticos de utilizar la Bomba Atómica, primera vez que se utilizó el terror atómico como amenaza.
No fue la amenaza de devastación nuclear, sin embargo, lo que empujó a los soviéticos a poner fina al bloqueo. Se dieron cuenta que esto favorecía la consolidación del nuevo estado alemán occidental y que el contrabloqueo económico occidental resultaba muy doloroso económicamente para la URSS. El bloque fue una monumental derrota propagandística para la URSS ya que dio argumentos a la interpretación hostil de las intenciones soviéticas por parte de los Estados Unidos. En Mayo de 1949 los soviéticos pusieron fin al bloqueo después de que las potencias occidentales accedieran a levantar, a su vez el contrabloqueo. Pese al final feliz y pacífico de esta primera crisis de Berlín, quedó claro que la esperanza de una rápida unificación de Alemania estaba muy lejana.
En 1949 las potencias occidentales transformaron sus zonas de ocupación en un estado alemán occidental, la República Federal de Alemania, y los soviéticos respondieron instalando un estado títere denominado la República Democrática Alemana, esta división de Alemania determinó la división de Europa de posguerra en dos zonas de influencia rivales, la norteamericana y la soviética.
Ver:
Powaski, Ronald. La Guerra Fría. Crítica, Barcelona. 2000, Pág. 98-100
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