En la presente nota, como cuestión de investigación indirecta, lo político lo trataremos brevemente para si dar una idea de los temas más importantes en juego en las batallas de McCarthy de la década de 1950. McCarthy era más que un solo actor en un drama histórico ampliado que se extendió por décadas e involucró a una multitud de actores que pisaron el escenario delante de él. Sólo en el caso de que se trabaje un contexto más amplio es, en cierta medida, la posiblidaden de alcanzar un grado alto de probabilidad de comprender la saga McCarthy. Como están las cosas actualmente, el rol de Joe McCarthy se ha desvanecido en la niebla por errores, fábulas y reciclados por lo que se necesita el equivalente a una investigación policial para encontrar al hombre.A pesar de que falleció en 1957, el senador Joseph R. McCarthy vive en forma de leyenda americana y con una capacidad de resistencia notable e inigualada por otras figuras notables de su época. No es que los presidentes Harry Truman y Dwigt Eisenhower, dos críticos profundos de su gestión, se olviden. Es sólo que en los debates actuales no surgen como Joe McCarthy lo hace. El accionar de McCarthy estaba extendiendo la histeria alrededor de una amenaza comunista interna y logró manchar el honor de personas inocentes acusándolas como subversivas, sin ningún remordimiento para seguir adelante. En particular, se dice, lanzó acusaciones infundadas, elementales y directas contra funcionarios del Departamento Estado de EEUU, destrozando las vidas y las carreras de las víctimas, a menudo indefensas, que nunca tuvieron la oportunidad de responder. Mentir y acusar eran la esencia de su método. Esta imagen temible de McCarthy se ha llevado y ha permanecido a lo largo de años de repetición académica y mediáticas, con poco o ningún comentario compensatorios. Toda generación tiende a asumir lo que les dicen es verdad, y no tienen ningún motivo para dudar de ello si no es en ámbitos académicos. En este sentido, también, el caso de McCarthy es algo distintivo. Otros personajes públicos norteamericanos han sido tratados salvajemente en su vida politica pero disfrutaron una suerte de perdón histórico posterior. Para mirar algunos cargos públicos con diversos grados de parentesco politico al de McCarthy, el perdon histórico ha ocurrido con los presidentes Richard Nixon y Ronald Reagan, e incluso con el senador Barry Golwater, el campeón conservador de la década de 1960, cuyos mecanismos de accionar se parecían a los de McCarthy.Para el joven senador de Wisconsin, sin embargo, no ha habido ninguna redención. Por el contrario, con el paso de los años y la con salida de escena de la gente que sabía algo de él, los comentarios negativos son más pronunciados que nunca. Tenía una muy mala prensa cuando estaba vivo, pero ese tipode prensa es infinitamente peor hoy. En aquel entonces él tenía por lo menos algunos partidarios en escitores y en los círculos periodísticos que establecían una versión diferente de la historia. Pero la mayoría de esas personas se han ido tan bien, o sus primeros trabajos descuidados y olvidados, mientras que los defensores de McCarthy en el mundo académico / medios hoy son tan microscópicamente pocos que son prácticamente inexistentes.Tan profundamente grabada es la imagen maligna de McCarthy que el "ismo" ligado a su nombre es ahora una característica estándar de la lengua, que se define en todos los diccionarios como un gran mal y se utiliza de forma rutinaria de esta manera por las personas que acusan a otros de tácticas perversas . Nada ilustra mejor el pensamiento de conservadores de izquierda y de derecha cunado adjudican a sus oponentes de queestán haciendo acusaciones infundadas denominándolas "macartismo" . Esto es la inmortalidad de un accionar pero que espera una revisión de la actuación de McCarthy y su tiempo.
La juventud .
Joseph Raymond McCarthy fue el quinto hijo de una familia numerosa nació en una granja de Grand Chute, Wisconsin, cerca de la ciudad de Appleton. Tuvo que dejar los estudios a los catorce años para ayudar a su familia en el campo, pero cuando pudo reanudar las clases en el instituto , consiguió graduarse en sólo un año, a los 21 años.
Estudió primero ingeniería y posteriormente estudió Derecho en la Universidad Católica de Marquette, Milkwakee, hasta terminar la carrera en 1935, y ser admitido el mismo año para poder ejercer la abogacía.
En 1936, trabajando para un bufete de Shawano, (Wisconsin) se presentó por el Partido Demócrata para el puesto de Fiscal de Distrito legal; pero perdió las elecciones. Mejor suerte tuvo en 1939 cuando se presentó para la elección del puesto de juez del 10Th District Circuit . El puesto no exigía presentarse por partidos políticos, y Joseph McCarthy resultó elegido.
En su puesto encontró un considerable retraso de casos, y se esforzó por solucionar los problemas. En ocasiones hubo protestas contra su manera expeditiva de resolver los casos, pero lo cierto es que el Tribunal Supremo de Wisconsin rebatió relativamente pocos de sus casos.
¿Dueño de todas las culpas?(tomado de:http://www.fundacionjoseguillermocarrillo.com/sitio/dismccarthy.html)
"Aunque suele ser habitual identificar en los medios de comunicación el Comité de Actividades Antiamericanas con el senador McCarthy y con la búsqueda de comunistas en Hollywood, la realidad histórica es que los tres elementos tuvieron una vida independiente que sólo se cruzó de manera ocasional. El Comité de Actividades Antiamericanas fue un comité de la cámara de representantes de Estados Unidos creado en 1938 para investigar las actividades de agentes extranjeros en Estados Unidos. Durante sus primeros años, su principal preocupación fue, lógicamente, la lucha contra el fascismo y su presidencia residió en el senador demócrata Martin Dies, que no dudó en acusar de deslealtad a sectores nada reducidos del funcionariado gubernamental. La actividad de Dies recibió un considerable respaldo, en parte, porque pertenecía al partido del presidente Roosevelt y, en parte, porque no interfería con los dictados políticamente correctos.
El peligro comunista en Hollywood ya había sido percibido durante la guerra por personajes de la talla de John Wayne, Clark Gable, Gary Cooper o Cecil B. de Mille pero la vigilancia de tan inquietante fenómeno no pasó por el Comité de Actividades Antiamericanas sino por una organización creada en 1944 por los profesionales más competentes del cine y llamada Alianza para la Preservación de los Valores Americanos. Razones no les faltaban si tenemos en cuenta películas como Mission to Moscow (1944), donde se defendían los procesos de Moscú de 1937-1938 dentro de la más pura ortodoxia stalinista. Ni con la lucha en Hollywood contra la infiltración comunista ni con la creación de la citada asociación tuvo nada que ver McCarthy.
El mismo Comité de Actividades Antiamericanas también tardó un tiempo en ocuparse de la influencia comunista en la industria cinematográfica. Hubo que esperar hasta 1947, bajo la presidencia del senador demócrata J. Parnell Thomas, para que el comité iniciara una investigación sobre el tema. De todos es sabido que la misma terminó con la detención de un grupo de actores y escritores conocidos como los “Diez de Hollywood”. Suele ser menos conocido que éstos se encontraron sin apoyo por la sencilla razón de que eran sobrada y sabidamente culpables de las imputaciones que se formulaban contra ellos. Por ejemplo, el actor Sterling Hayden efectivamente militaba en el PCUSA en 1946.
Películas como La ley del silencio (On the waterfront, 1954) de Elia Kazan, de hecho, venían a mostrar lo que opinaba la mayoría de los artistas cinematográficos: que testificar ante el Comité era un deber cívico. Si se tienen en cuenta las purgas que los regímenes comunistas estaban realizando en esa época en media Europa, no cuesta comprender hasta qué punto las acusaciones de que Estados Unidos era un país fascista donde no existía libertad resultan un verdadero disparate.
McCarthy, dicho sea de paso, seguía sin aparecer. De hecho, en 1948 y 1949, la gran estrella del Comité fue Richard Nixon, el futuro presidente, que demostró una extraordinaria habilidad en la investigación sobre Alger Hiss, un siniestro personaje al servicio del espionaje soviético. La entrada de McCarthy en este torbellino iba a ser posterior y demuestra hasta qué punto el hecho de atribuirle a él la denominada caza de brujas es no sólo inexacto históricamente sino injusto.
Joseph Raymond McCarthy había nacido en 1908 en Grand Chute, Wisconsin. Tras estudiar en la Marquette University, ejerció la abogacía en su estado natal hasta que fue nombrado juez de un tribunal en el que prestó servicio hasta 1939. Durante la segunda guerra mundial combatió en la marina y sólo durante la posguerra se dedicó a la política, para lo que aprovechó un discurso no sólo conservador sino católico. En 1946 fue elegido por primera vez senador por el partido republicano pero hasta febrero de 1950 no adquiriría un verdadero relieve al pronunciar firmes denuncias sobre la infiltración comunista en la administración norteamericana.
Aunque la propaganda posterior ha insistido en que McCarthy era un paranoico que veía comunistas donde había sólo gente de carácter liberal o incluso indiferente, la desclasificación de documentos en los archivos soviéticos —como el archivo Venona— ha puesto de manifiesto que, si acaso, el senador se quedó muy corto en sus apreciaciones. El 14 de abril de 1996, Nicholas Von Hoffmann, uno de los autores más políticamente correctos del espectro americano, reconocía en el Washington Post que McCarthy “estaba más cerca de la verdad que sus furiosos adversarios” y confesaba con pesar que “los rojos estaban debajo de la cama mientras los liberales mirábamos hacia otro lado”. A fin de cuentas, concluía Von Hoffmann, “el triunfo más importante del Kremlin ha sido la influencia del grupo procomunista que hemos padecido en el interior mismo de nuestro Departamento de Estado”. Eso fue exactamente lo que McCarthy señaló —aunque de manera burda y mal perfilada— en febrero de 1950. Se trató del inicio."
El peligro comunista en Hollywood ya había sido percibido durante la guerra por personajes de la talla de John Wayne, Clark Gable, Gary Cooper o Cecil B. de Mille pero la vigilancia de tan inquietante fenómeno no pasó por el Comité de Actividades Antiamericanas sino por una organización creada en 1944 por los profesionales más competentes del cine y llamada Alianza para la Preservación de los Valores Americanos. Razones no les faltaban si tenemos en cuenta películas como Mission to Moscow (1944), donde se defendían los procesos de Moscú de 1937-1938 dentro de la más pura ortodoxia stalinista. Ni con la lucha en Hollywood contra la infiltración comunista ni con la creación de la citada asociación tuvo nada que ver McCarthy.
El mismo Comité de Actividades Antiamericanas también tardó un tiempo en ocuparse de la influencia comunista en la industria cinematográfica. Hubo que esperar hasta 1947, bajo la presidencia del senador demócrata J. Parnell Thomas, para que el comité iniciara una investigación sobre el tema. De todos es sabido que la misma terminó con la detención de un grupo de actores y escritores conocidos como los “Diez de Hollywood”. Suele ser menos conocido que éstos se encontraron sin apoyo por la sencilla razón de que eran sobrada y sabidamente culpables de las imputaciones que se formulaban contra ellos. Por ejemplo, el actor Sterling Hayden efectivamente militaba en el PCUSA en 1946.
Películas como La ley del silencio (On the waterfront, 1954) de Elia Kazan, de hecho, venían a mostrar lo que opinaba la mayoría de los artistas cinematográficos: que testificar ante el Comité era un deber cívico. Si se tienen en cuenta las purgas que los regímenes comunistas estaban realizando en esa época en media Europa, no cuesta comprender hasta qué punto las acusaciones de que Estados Unidos era un país fascista donde no existía libertad resultan un verdadero disparate.
McCarthy, dicho sea de paso, seguía sin aparecer. De hecho, en 1948 y 1949, la gran estrella del Comité fue Richard Nixon, el futuro presidente, que demostró una extraordinaria habilidad en la investigación sobre Alger Hiss, un siniestro personaje al servicio del espionaje soviético. La entrada de McCarthy en este torbellino iba a ser posterior y demuestra hasta qué punto el hecho de atribuirle a él la denominada caza de brujas es no sólo inexacto históricamente sino injusto.
Joseph Raymond McCarthy había nacido en 1908 en Grand Chute, Wisconsin. Tras estudiar en la Marquette University, ejerció la abogacía en su estado natal hasta que fue nombrado juez de un tribunal en el que prestó servicio hasta 1939. Durante la segunda guerra mundial combatió en la marina y sólo durante la posguerra se dedicó a la política, para lo que aprovechó un discurso no sólo conservador sino católico. En 1946 fue elegido por primera vez senador por el partido republicano pero hasta febrero de 1950 no adquiriría un verdadero relieve al pronunciar firmes denuncias sobre la infiltración comunista en la administración norteamericana.
Aunque la propaganda posterior ha insistido en que McCarthy era un paranoico que veía comunistas donde había sólo gente de carácter liberal o incluso indiferente, la desclasificación de documentos en los archivos soviéticos —como el archivo Venona— ha puesto de manifiesto que, si acaso, el senador se quedó muy corto en sus apreciaciones. El 14 de abril de 1996, Nicholas Von Hoffmann, uno de los autores más políticamente correctos del espectro americano, reconocía en el Washington Post que McCarthy “estaba más cerca de la verdad que sus furiosos adversarios” y confesaba con pesar que “los rojos estaban debajo de la cama mientras los liberales mirábamos hacia otro lado”. A fin de cuentas, concluía Von Hoffmann, “el triunfo más importante del Kremlin ha sido la influencia del grupo procomunista que hemos padecido en el interior mismo de nuestro Departamento de Estado”. Eso fue exactamente lo que McCarthy señaló —aunque de manera burda y mal perfilada— en febrero de 1950. Se trató del inicio."
Ver:
Stanton Evans. M. Blacklisted by History. Three Rivers Press , New York, 2007. Pag. 15-17.
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