domingo, 31 de julio de 2016
sábado, 30 de julio de 2016
Anclado en el Pasado, 100 años después. José Batlle y Ordóñez y la derrota de 1916.
Feliciano Viera iba a resolver todos los problemas políticos
en forma simultánea mediante una negociación entre los nacionalistas, colorados
y anticolegialistas colorados sobre la reforma constitucional. El objetivo de
Feliciano Viera era superar tácticamente en votos a Batlle.
El 30 de setiembre de 1916 los nacionalistas comienzan su
acción publicando su Proyecto de Reforma Constitucional. Se parecía más al
trabajo de un Corte de Apelaciones que el formular una nueva Constitución. El
proyecto tenía como fundamento la pureza electoral. El Presidente de la
República y el Vicepresidente serían electos por un Colegio Electoral con voto
secreto. Los miembros del Colegio Electoral serían elegidos por votación
proporcional por los votantes con voto secreto. El registro de votantes y el voto
serían obligatorios. Los departamentos tendrían gobiernos departamentales en
sus capitales y principales ciudades. El Presidente continuaría nombrando al
Jefe Político de cada departamento: “El Estado no sostiene religión alguna.
Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los templos que hayan sido
construidos, total o parcialmente con fondos del Erario Nacional. Declara
también exentos de toda clase de impuestos a los bienes destinados o consagrados
al culto de las diversas religiones”
Este proyecto facilitaba a los nacionalistas elegir a un
Anticolegialista como Presidente de la República. En el Colegio Electoral
nacionalistas y anticolegialistas podían acordar el voto para un candidato
anticolegialista. Batlle fue el único
crítico con fundamentos del proyecto nacionalista. Don Pepe prefería una
elección directa del Presidente de la República, podría aceptar un Colegio
Electoral pero no uno elegido por representación proporcional sosteniendo “ un
deplorable error que no puede producir otra cosa que un calamitoso engendro de
camaraderías logradas al bajo precio de la renuncia a las ideas y de las
concesiones acomodaticias de los peores intereses” El fundamento era que el
parlamentarismo funcionaba bien en el exterior pero no en el Uruguay y que
dejar a las iglesias construidas con fondos públicos en manos de la Iglesia
Católica y eximirla de impuestos “ es una manera de sostener
constitucionalmente el culto aparentando que no se sostiene”.
Feliciano Viera acelera el proceso y el 2 de octubre de 1916
en su periódico publicó la noticia de que el voto nacionalista para elegir a un
anticolegialista como Presidente de la Asamblea Constituyente era “ un acto de
evidente hostilidad al Presidente de la República que no podía de ningún modo
mirar con buenos ojos una resolución que tiende, evidentemente a contrariar sus
tendencias de armonizar y suavizar las aspiraciones políticas del momento” (La
Razón,4 de octubre de 1916). Para explicar el alcance de esta nota se reúne con
su ministro anticolegialista Amézaga y que la intención era calmar las
relaciones y aspiraciones entre los nacionalistas y anticolegialistas.
Gallinal, que fue al autor de la idea de nombra un presidente anticolegialista
visitó a Amézaga para informarle que la idea no era contra el Presidente de la
República. Nuevamente el periódico de Feliciano Viera incide sosteniendo: “ el Presidente de la República
mediará de un momento a otro ante la Convención de Constituyentes Colorados
para que estudie la mejor manera de cambiar ideas con los constituyentes
nacionalistas sobre los puntos más fundamentales de la reforma”(La Razón, 7 de
octubre de 1916)
Batlle criticó el accionar del Feliciano Viera: “ Aclárese
todo esto. Digase al fin a donde va y lo que se quiere. El País tiene derecho a
saberlo. Y termínese con este atropellamiento de sucesos y cosas que dan la
sensación de lo incierto e inestable. Y el Partido Colorado sobre todo, en estas
elecciones, ha de saber qué rol desempeñar por él mismo” (El Dia, Acciones y
hechos, 9 de octubre de 1916). Días después Batlle agregaba: “seguiremos fieles
a nuestras ideas porque si la derrota del 30 de julio demostró una falta de
organización en nuestras fuerzas partidarias, no demostró de ningún modo que
estuviéramos equivocados en nuestro programa de adelanto moral y material”(El
Día, 12 de octubre de 1916). Al día
siguiente a las 3 de la tarde el mediador anticolegialista para la unidad
colorada, Blas Vidal se reúne con Feliciano Viera y este le informa:” que no
tendría ningún inconveniente en propiciar una solución rápida ante las autoridades
de su Partido pero consideraba como condición indispensable que los
anticolegialistas redujeran sus pretensiones deducidas en la gestión anterior”.
Paralelamente Rodolfo Mezzera el delegado colorado y hombre de confianza de
Viera invitó a los delegados Nacionalistas y Anticolegialistas a un encuentro
para “estudiar la posibilidad de un acuerdo sobre los puntos más fundamentales
de la reforma” (La Razón, 14 de octubre de 1916).
Era el tiempo del contubernio entre nacionalistas y
anticolegialistas y un discurso de Emilio Frugoni citado por el Dr. Caetano en
la República Conservadora que resume lo
ocurrido hace 100 años y la efervescencia hoy entre antibatllistas y
oportunistas:
“ El Partido del Poder ha renegado por completo de aquel
hermoso y avanzado programa de reformas que Batlle quisiera hacer verdad y que
fue sustentado por todos los colorados, cuando creían que Batlle había
descubierto el secreto de conservar al Partido en una situación inconmovible,
pero que aquellos y el Presidente de la República en su célebre manifiesto
repudiaron al sentir que algunas de esas reformas haría peligrar las posiciones
del Partido(…) no es lógico entonces que la clase trabajadora vote por el
Partido del Poder que hoy no tiene programa porque repudió el de Batlle, que
hasta ayer era el mejor”
jueves, 21 de julio de 2016
miércoles, 20 de julio de 2016
lunes, 18 de julio de 2016
Batlle y Ordóñez, Domingo Arena, Baltasar Brum, Julio César Grauert y Luis Batlle Berres: Consolidación del Partido Colorado Batllista.
Vida de José Batlle y Ordóñez (Montevideo, 21 de mayo de 1856
- 20 de octubre de 1929), fue político y
periodista . Presidente de la República por dos períodos: 1903 - 1907 y 1911 -
1915.
“Sostenía Batlle que su verdadera vocación no había sido la
política. Lo que ansiaba cuando empezó a sentirse hombre era una gran
ilustración: hacerse en lo posible un sabio. Si no se hubiese entregado a la
filosofía, se habría engolfado en el estudio de los astros”(Domingo Arena,
1926)
La política estaba presente desde antes de su nacimiento el
21 de mayo de 1856, porque su abuelo, rico molinero y comerciante catalán,
debió expatriarse de Montevideo ante el triunfo de las armas patriotas. Su
padre hizo estudios en España y vuelto al país, participó activamente en el
Partido Colorado, alcanzó el generalato en la Defensa de Montevideo entre 1843
y 1851 y fue finalmente Presidente de la República entre 1868 y 1872.
En su primera juventud sin embargo, lleva adelante su
vocación de estudioso, y es socio del Ateneo del Uruguay donde integra la
Sección de Filosofía en 1878. Colabora en la Revista el Espíritu Nuevo,
semanario literario, científico y filosófico y publica en La Razón poesías
sobre temas religiosos. Durante dos años vive en Europa, y sabemos que siguió
conferencias de Ernst Renan y de Laffitte, en la casa de la calle Monsieur le
Prince, de Paris, donde había vivido Comte.
Pero en 1881 entre en la vida política, abandonando para
siempre la filosofía y la vida intelectual desinteresada, en ocasión de un
episodio de la dictadura de Santos: la mazorcada del 20 de mayo contra los diarios El Plata y
La Razón. En este último se inicia como periodista político, que será en
definitiva la constante de sus tareas hasta la hora de su muerte.
Siempre contra la dictadura de Santos, conspira, emigra a
Buenos Aires, participa en la Revolución del Quebracho, hasta que vuelve como
prisionero a Montevideo. En 1886 funda El Día, siempre como opositor, lo que le
significa cárcel, asilo en una embajada, emigra una vez más a Buenos Aires. En
1889 funda por segunda vez El Día, ahora para apoyar la candidatura de Julio
Herrera y Obes. En 1891 fue diputado por el departamento de Salto y en 1898
alcanza el Senado, ahora por Montevideo. Este cuerpo lo designa su presidente y
en ese carácter actúa como presidente interino de la República en 1899.
Durante los años posteriores a la revolución de Aparicio
Saravia en 1897, en que el país estaba gobernado desde Montevideo y desde la
estancia El Cordobés, donde vivía el caudillo blanco, José Batlle propugnó la
unidad del partido y defendió la tesis del gobierno partidario. El manifiesto
del Partido Colorado de 1901 es de su redacción, y será reelecto presidente del
Senado.
Las ideas de Batlle habían sido incorporadas al programa de
su partido, “hasta ser la orientación primordial y característica del
batllismo” (Guidici y Gonzalez Conzi). Una generación de hombres salidos de las
filas de las clases medias, intelectuales, profesionales e industriales, creen
en sus ideas. El inmediato éxito de los monopolios de la electricidad,
portuario y bancario prestigia la política de nacionalizaciones.
Hizo más, transformó al Uruguay, aumentando las
posibilidades de las clases medias, protegiendo a los trabajadores y evitando
parcialmente el drenaje al extranjero de sus riquezas.
Analizando el conjunto de las realizaciones de José Batlle y Ordóñez se
comprende que se le considere un ideólogo y se busque su inspiración en
lecturas de aprendiz de filósofo. Ya hemos sostenido y nos acompañan Antonio
Grompone y Alfredo Palacios que Batlle fue un realizador, un hombre de la
acción política, interprete de su pueblo más allá de esquemas ideológicos
preconcebidos.
Ver: Carlos m. Rama. Batlle: la conciencia social. En
Enciclopedia Uruguaya Número 34, Arca, junio 1968.
Domingo Arena. (Tropea, Italia, 7 de abril de 1870 —
Montevideo, Uruguay, 3 de mayo de 1939)
fue un abogado, periodista y político
de origen italiano. Arena es considerado como una de las personalidades
fundamentales del Batllismo y del Partido Colorado.
Domingo Arena nace en Italia, en un hogar muy pobre, el 7 de
abril de 1870. Nace en el sur, territorio que arrastró por siglos un atraso
tecnológico, con difíciles condiciones de vida, y por extensión con serias
dificultades laborales. El regionalismo salvaje en que se encuentraba dividida
la Península, a pesar de la Unidad recientemente alcanzada, trajo aparejado
como inmediata solución, la emigración.
En Calabria, región natal de Arena, la vida era dura. El
entorno familiar era el siguiente: su padre era zapatero remendón, su madre no
tenía mejor destino, su tarea era la común a la mujer en un medio rural: cuidar
a los hijos y entenderse de las tareas domésticas. Como muchos otros, que luego
conformarían una gran cantidad de apellidos italianos ilustres de nuestra sociedad
actual, la familia Arena emigró hacia el Río de la Plata, instalándose en
nuestro país en 1877.
Proviene Domingo Arena de una sociedad que buscaba la unidad
política dentro de una pluralidad ideológica. En Italia las ideas socialistas
no siempre conjugaban con las ideas nacionalistas, pero todo ese fermento
ideológico lo traía consigo la familia Arena desde su país natal.
Llegados a nuestro territorio, se trasladan al interior del
país. Se encontró Arena con un campo laboral reducido, simple y rural: fue
jornalero, peón de pulpería, changador. Todas estas actividades las compartía,
alternándolas, con un maestro rural que le proporcionaría enseñanza hasta el
séptimo año de escuela, hecho decisivo porque le permitiría entrar en la
Universidad de la República en la capital del país.
No se quedó conforme con su destino de peón y jornalero. Se
traslada a Montevideo para cursar estudios superiores: Debe trabajar para
continuar sus estudios: su primer trabajo fue en la Fiscalía de lo Civil de
Montevideo. Luego se desempeña como cronista en el diario “El Día”. A partir de
este momento su estrella comienza a brillar: se recibe de Doctor en Derecho, en
el campo periodístico asciende lentamente pero sin pausa: gacetillero,
cronista, reportero, editorialista y por último la dirección del diario en
forma conjunta con otro joven pujante como él: Pedro Manini Ríos.
Se vincula a la política, ascendiendo también en forma
rápida, diputado en 1904, luego Senador, Consejero Nacional, amigo personal y
confidente de José Batlle y Ordóñez.
Fue diputado durante varias legislaturas por los
departamentos de Montevideo, Soriano y Tacuarembó. También llegó a ser senador
y miembro del Consejo Nacional de Administración.
Murió en Montevideo, en 1939, a la edad de 68 años.
Baltasar Brum
Baltasar Brum Rodríguez (Costas del Catalán, entonces Salto,
hoy Artigas, 18 de junio de 1883 - Montevideo, 31 de marzo de 1933), abogado,
diplomático y político , presidente de Uruguay entre 1919 y 1923.
Formado en su adolescencia en el Instituto Politécnico de
Salto, estudió derecho en Montevideo, recibiéndose de abogado en 1909.
Dirigente estudiantil durante el período de sus estudios, instaló su bufete en
Salto, donde también se dedicó a la docencia y al periodismo.
Partidario incondicional de la ideología del estadista José
Batlle y Ordóñez, se prestigió rápidamente desde su temprana actuación política
en el Partido Colorado, en el que simbolizó a la generación más joven que
apoyara el batllismo.
El 1 de marzo de 1919
comenzó a regir la nueva Constitución que había venido a sustituir a la de 1830
que entre otras acusaciones le adjudicaban ser la causante de 72 revoluciones.
Era carnaval y Baltasar Brum juró como
Presidente de la República, ante la Asamblea General, órgano que lo había
electo de acuerdo a las disposiciones transitorias incluídas en la propias
Constitución. Brum fue el último presidente electo por esta vía indirecta,
todos los demás, a partir de José Serrato serían elegidos por voto popular. Del
mismo modo ocurrió con la rama colegiada del Poder Ejecutivo, el Consejo
Nacional de Administración. Los nueve miembros, seis del Partido Colorado y
tres del Partido Nacional fueron electos de la misma forma. En 1925 se llegó a
la expresión más contundente de la coparticipación: el Consejo Nacional de
Administración presidido por Luis Alberto de Herrera y la presidencia de la
República por José Serrato. El nuevo régimen
determinó claramente la profundización de la democracia política con ele
lectorado ampliado por el desarrollo del voto universal masculino, las mujeres
votaran a partir de 1938, la Cámara de Diputas presenta representación
proporcional garantizando la participación de: Partido Nacional,, Unión Cívica,
Partido Socialista y el Partido Comunista. En realidad hubo elecciones todos
los años entre 1919 y 1933.
Durante el período presidencial de Baltasar Brum, el Partido
Colorado sufre varias rupturas, ya se había producido la escisión del Partido
Riverista y ahora se estaba desarrollando la separación del sector radical
conservador liderado por el Dr. Feliciano Viera, presidente del Consejo
Nacional de Administración. Brum generó ásperos debates en el Parlamento al
anunciar que existen incompatibilidades para realizar sus tareas los miembros del
Poder Ejecutivo. La polémica crece cuando el propio Batlle y Ordóñez eleva una
moción ante la Convención Nacional del Partido Colorado para que se invite a
los miembros colorado del Poder Ejecutivo de
las Cámaras, de los Ministerios, y de las Juntas Económico. Administrativas
de la capital para que concurran a reuniones mensuales en la "Casa del
Partido". Batlle pretende que la agrupación de Gobierno funcionara
totalmente: Sostenía Batlle:
" Dentro de la nueva constitución, ningún miembro del
Gobierno puede ser árbitro del Partido o de la política, y su casa particular
no puede constituirse en centro de los negocios públicos. La Casa del Partido,
debe ser ahora el centro donde se reúnan, conversen y cambien ideas todos los
hombres representantes de la agrupación a que pertenecen"
El objetivo era aumentar el poder del Partido Colorado con
una cada vez más amplia participación del pueblo en la vida política. Los
representantes del partido debían alinearse con el programa y las normas que
emanen de la autoridad partidaria. El Dr. Feliciano Viera se opuso a esta idea
negando la obligación de los representantes de alinearse a las autoridades
partidarias. Ya se estaba gestando otra división, ahora la Unión Colorada
liderada por el Dr. Augusto Turenne, ya coexistian cuatro fracciones coloradas:
batllismo, riverismo, vierismo y la unionista.
Durante la administración del Dr. Brum se produce además la
divisón del Partido Socialista como resultado del conflicto generado a partidos
de la III Internacional. Un sector del Partido Comunista, seguidor de la
Internacional queda dirigido por Eugenio Gómez. En tanto que un Partido
Socialista un tanto deprimido queda bajo la dirección del Dr. Emilio Frugoni.
El 28 de febrero de 1923, en el último día de su mandato,
Baltasar Brum inauguró en Montevideo el monumento a Artigas en la Plaza
Independencia, siendo uno de los momentos más importantes del culto laico a la
figura del Protector.
Participó luego de entregar la presidencia de las luchas
internas del Partido Colorado, y volvió a ocupar un cargo en el gobierno en
1931, cuando integró el Consejo Nacional de Administración.
En es cargo lo sorprendió el golpe de estado del 31 de marzo
de 1933, en el que el presidente Gabriel Terra, con apoyo de la Policía y el
sector mayoritario del Partido Nacional disolvió el parlamento y suspendió la
Constitución de 1918.
Baltasar Brum trató de instar al batllismo a resistir el
golpe de Estado, y se atrincheró en su casa particular del centro de
Montevideo, calle Río Branco casi Colonia, dispuesto a rechazar a la policía
cuando está fuera a arrestarlo. Acompañado por su hermano y algunos
partidarios, mantuvo un breve tiroteo con los policías y permaneció a la espera
de un levantamiento popular contra la dictadura que no llegó a producirse. Salvo
en el caso de algunos sectores de la izquierda y del propio batllismo, el golpe
fue mirado con cierta indiferencia por la población. Incluso en torno al
domicilio de Brum, se había reunido una multitud de curiosos que contemplaban
los hechos como si se tratara de un accidente de tránsito.
Al promediar la tarde de ese día, 31 de marzo de 1933, se
habló insistentemente que el gobierno de Terra autorizaría a Brum a abandonar
el país garantizando su seguridad personal, pero en todo caso éste declinó la
oferta. En aquellos momentos de incertidumbre, y comprobando que su resistencia
no arrojaba fruto alguno, Baltasar Brum corrió hacia el centro de la calle en
solitario, y tras gritar ¡Viva Batlle! ¡Viva la libertad! disparó su arma
contra su corazón, dándose muerte.
El suicidio de Brum ha sido interpretado de diversas maneras
por contemporáneos del hecho, sin ninguna duda fue la acción más valiente de
una persona por sus valores: dar su vida.
Julio César Grauert.
(Montevideo, 13 de noviembre de 1902 - 26 de octubre de
1933), político perteneciente al Partido Colorado, asesinado por la dictadura
de Terra. Desde muy joven se destacó como orador en las luchas estudiantiles
por la Reforma de Córdoba y el Instituto Ariel. Fue cofundador de la FEUU,
Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay el 26 de abril de 1926, en
ese mismo año se graduó como abogado con excelentes calificaciones. Participó
activamente en la Convención del Partido Colorado Batllista llamando la
atención de José Batlle y Ordóñez y de sus grandes colaboradores don Domingo
Arena y Justino Zavala Muniz.
Julio Cesar Grauert fue miembro de la Junta Departamental
y presidente de la misma en el año 1927
con 25 años. En 1928 fue electo diputado
nacional siendo reelecto en el siguiente período con su propia agrupación
"Principismo Batllista
AVANZAR". Proyectó y llevó adelante el seguro de desempleo, el seguro de
maternidad y trabajó mucho por el magisterio. Planteó otros proyectos en
defensa de los obreros y de los explotados del campo que no pudo concretar por
la disolución de las cámaras hecha por el Terrismo. Su personalidad se
caracterizó en ser aséptico a todo lo material. Marcó una línea radical cercana
al marxismo pero indudablemente radical batllista. Como lo recuerda Hierro
Gambardella:
(...)Muchos habían sido sus amigos y lo querían; otros lo
estimaban por sus libros, sus artículos, sus discursos. Pero otros más, que
seguramente eran la mayoría de aquel pueblo dolido, solo sabían que había
muerto. Y que desde ese momento, por haber caído como cayó, había nacido entre
todos. Fue por eso, que con gravedad levantaron en sus hombros el féretro y lo
llevaron en combate, entre sablazos que lastimaron la caja mortuoria y, a la
vez, el alma de la República.
Filósofos, poetas, pensadores, han vibrado mucho y muy
intensamente sobre una categpría estremecedora: La inmortalidad. Por lo menos
desde el Renacimiento, con la floración de la conciencia individual y su
auto-limitación de ente perecedero, se ha pensado que es el supremo tributo
para las más altas potencias del ser humano. Es el pago que se ofrece por
cuanto dan los héroes y los genios; y a la vez, la esperanza superior que puden
acariciar quienes no tienen otras.
Los que vivimos aquellas jornadas de estupor tuvimos, no
obstante, un privilegio superior; sentimos que para aquel muerto nacía la
inmortalidad y nacía de nosotros, se depositaba en nuestro espíritu para crecer
desde él a lso tiempos de la República.
Ya Grauert no sería el abogado, el publicista, el político
supremamente desinteresado que ejemplificó con una vida austera el servicio de
sus ideas. El nimbo del martirologio cubrirá para siempre la dimensión de su
persona. Y si aquél pueblo había crado una inmortalidad era porque Grauert era
también inmortal.(...) En la madrugada de julio de 1930 un grupo de estudiantes
universitarios de distintas facultades reclamaban en la Facultad de Derecho
reformas que estaban planteadas desde mucho tiempo atrás. Los estudianes izaban
en cestas los alimentos y bebidas que simpatizantes hacían llegar a la facultad
pero rodeados por Policías y Bomberos. En la tarde la Cámara de Representantes
votaba una investigación, mientras el diputado Julio César Grauert hacía llegar
por altavoces los avances de una negociación exitosa que determinaba la
evacuación de la Unoversidad sin
represalias con la promesa de una reforma universitaria. En el viejo café "Sportman" en la esquina de Andes y
Mercedes había una rueda de batllistas radicales, Con Grauert y Rodriguez
Fabregat a la cabeza, tambien estaba Zavala Muniz. Cuenta Aldo Ciasullo que el
1 de abril de 1933 que la casa de sus padres en la calle Bonpland, Washington
Fernández traería a tres refugiados de la dictadura y perseguidos en
consecuencia: Justino Zavala Muniz, Antonio Fusco y Julio Cesar Grauert. Esa
noche y durante toda la jornada siguiente se realizan las reuniones de
dirigentes batllistas a los que se suman: Edmundo Castillo, Antonio Rubio,
Enrique Rodriguez Fabregat, Andrés Martinez Trueba, Luis Batlle Berres y Luis
Abdala. 48 horas después el inusual movimiento en esa casa de familia determinó
el allanamiento policial sin consecuencias porque habían decidido cambiar de
sitio de reunión. En octubre de 1933 debido al 4to. aniversario de la muerte de
Batlle, el Partido Colorado decidió honrar su memoria con actos públicos en
todo el país, los que deberían realizarse en locales cerrados debidos a los
requerimientos de las autoridades. La delegación que fue a Minas estaba
integrada por Pablo Minelli, Juan F. Guichon, Julio César Grauert. Federico
Capurro, María Navarra y Carlos Massiotti. El 23 de Octubre en el teatro
"Escudero" el acto logró enfervorizar a la gente que acompaño a la
delegación en caravana hasta las afueras de la ciudad de Minas, fue el último
acto de Grauert. Son interceptados a las afueras de Mosquitos y baleados.
Mal atendido lo trasladaron al Hospital
Militar, donde murió gangrenado el 26 de octubre con sólo 30 años, dejando
huérfanas a 2 niñas de 5 y 6 años. Y un camino que se debe recorrer para que el
retorno del batllismo sea una realidad.
Luis Batlle Berres.
(Montevideo, 1897-1964). Miembro desde muy joven del Partido
Colorado, fue diputado desde el año 1921. De 1933 a 1938 permaneció en el
exilio, por ser contrario a la dictadura del presidente Gabriel Terra. Tras
regresar a Uruguay, retomó su carrera periodística y política. Presidente de la
Cámara desde 1942 hasta 1946, fue elegido por el presidente, Tomás Berreta, para
ocupar la vicepresidencia; tras la prematura muerte de éste, fue designado
presidente, puesto que ocupó desde 1947 hasta 1951. El 1 de marzo de 1955, tras
la implantación del sistema colegiado en el poder ejecutivo, fue elegido
consejero nacional, ocupando este puesto hasta el 1 de marzo de 1956.
Descendiente de comerciantes españoles emigrados desde
Cataluña a Uruguay en el primer cuarto del siglo XIX, atraídos por el gran
crecimiento económico que estaba experimentando el país, Luis Conrado Batlle Berres
se educó vinculado al mundo de la
política Vinculado por tanto desde su infancia al Partido Colorado, en 1921
Luis Batlle Berres se presentó en las listas del mencionado partido y fue
elegido diputado. Su llegada al Parlamento coincidió con los gobiernos de
Baltasar Brum (1919-1923) y de José Serrato (1923-1929), seguidores del
batllismo. En este momento, Uruguay disfrutaba de un periodo de bonanza
económica propiciada por el aumento de la actividad comercial y era considerado
uno de los países más avanzados dentro de América Latina, gracias a las
reformas emprendidas por José Batlle y sus seguidores. En 1931 subió al poder
el colorado Gabriel Terra, en un momento en que la economía del país se
encontraba estancada y en claro retroceso como consecuencia del estallido de la
Crisis de 1929. La crisis mundial dejó sentir sus efectos en Uruguay a partir
de 1930. El nuevo presidente se encontró con que sus poderes eran limitados,
puesto que la reforma constitucional de 1917 le obligaba a gobernar bajo la
estricta vigilancia del Consejo de Administración. Descontento con esta
situación, en 1933 Gabriel Terra, tras disolver el parlamento y el Consejo de
Administración, asumió poderes dictatoriales y estableció una poderosa censura.
Batlle Berres, en estos años, era
director del periódico El Día de Montevideo, fundado por José Batlle. Este
periódico se creó con la idea de acercar la información a las sectores más
desfavorecidos, por este motivo se vendía a precios casi simbólicos. El diario
fue toda una revolución, puesto que la mayoría de los periódicos se vendían por
suscripción y sólo estaban al alcance de las clases altas. Ante la resolución
del presidente Terra, Batlle Berres protestó abiertamente y desarrolló una
fuerte oposición. A consecuencia de ello se vio obligado a permanecer en el
exilio durante cinco años. A lo largo del periodo que estuvo fuera de Uruguay,
residió en Argentina y Brasil junto con su familia; años antes había contraído
matrimonio con la argentina Matilde Ibañez Tálice.
En 1938 Luis Batlle Berres regresó a Uruguay y retomó su
carrera periodística. Fundó y dirigió Radio Ariel y, tras la llegada al poder
del general Alfredo Baldomir (1938-1942), fue de nuevo diputado y se incorporó
a la vida política uruguaya. El Partido Colorado estaba fuertemente fragmentado
debido a las diferencias surgidas entre sus miembros tras el estallido de la
Segunda Guerra Mundial; unos eran favorables a permanecer neutrales, mientras
que otros eran partidarios de intervenir. En 1942 llegó al poder Juan José
Amezaga (1942-1946), el cual reunificó el Partido Colorado y logró un
aplastante triunfo en las elecciones. En esa legislatura Batlle Berres ocupó un
puesto destacado como presidente de la Cámara.
Las elecciones de 1946 dieron el triunfo a Tomás Berreta,
que ocupó su cargo en 1947 y nombró vicepresidente a Batlle Berres, el cual
ocupó la presidencia tras el fallecimiento de Berreta hasta agotar la
legislatura (1947-1951). El nuevo presidente tuvo que hacer frente a las
críticas, lanzadas por algunos sectores de su partido, por haberse proclamado
heredero del batllismo. La oposición estaba dirigida por César y Lorenzo Batlle
Pacheco, hijos de José Batlle, que opinaban que ellos eran los verdaderos herederos
del batllismo, aunque en la práctica eran mucho más conservadores que su primo
y presidente.
Luis Batlle Berres fue responsable del aggionamiento del
batllismo partiendo de la base de su comprensión de la realidad que se vivía en
el mundo de posguerra con sus imponentes cambios en todos los órdenes. El 14 de
agosto de 1947, Luisito sostenía en su famoso discurso: "Nosotros, los que
fuimos formados en los últimos aleteos de la filosofía liberal del siglo pasado
y dimos los primeros pasos hacia la socialización de ciertas actividades del
organismo social, comprendemos que tenemos que continuar ese ritmo para encauzarlo
por las vías normales. Apresurarse a ser justo, es asegurar la tranquilidad; es
bridarle al ciudadano los elementos principales y básicos para que tenga la
felicidad de vivir y hasta él lleguen
los beneficios del progreso y de la riqueza. Apresurarse a ser justos es luchar
por el orden y es asegurarse el orden". Buceando en el pensamiento de Luis
Batlle, años antes en una exposición de congresistas americanos realizada en
Chile con la Segunda Guerra Mundial en desarrollo sostenía en abril de 1944: "La
Democracia no es solo libertad. Los pueblos reclaman algo más. La Democracia no
tiene por que suponer necesariamente una evolución lenta en su marcha y
discusión prolongada para atreverse a dar un paso por el progreso y por la
justicia social" Es claro que el batllismo del período, denominado Neo
batllismo, fue un movimiento policlasista que buscó y consiguió en parte una
alianza entre los industriales, la pequeña burguesía, las clases medias y el
sector obrero. Desde el punto de vistas económico el eje fue el proceso de
industrialización que logró el apoyo tanto de los sectores estatistas como de
los sectores dirigistas en materia
económica.
El rol del Estado para Luisito era el de contribuir con gran
energía a mantener la paz social. No toleraba la lucha de clases porque la
visión del batllismo era la del hombre por encima de la sociedad. Retomando su
discurso de 1947 sostenía: "Cuando se amasa la riqueza entre el
capitalista y el trabajador, lo que se produce es de todos y tiene que
repartirse con equidad para que no exista el que lo tiene todo y el que no
tiene nada, porque eso no es ni la tranquilidad ni la paz, ni la justicia; eso
es la arbitrariedad y con arbitrariedad no podemos asegurar la paz
social..."
Mucho se ha debatido sobre el rol de la lista 15, de su
relativo apoyo al sistema colegiado en su momento o su inconveniencia de
instaurarlo en 1952, pero es innegable que Luis Batlle Berres tuvo grandes
coincidencias con Don Pepe: ambos fueron industrialistas, se basaron en la política de sustitución de
importaciones, el instrumento fue diferente con el sistema de cambios
múltiples. Ambos vieron al mercado interno como motor de desarrollo y fuente de
empleo. Y sin dudas el rol del Estado intervencionista, laico y tolerante.
"El discurso de Luis Batlle se entronca con la
tradición liberal, tal como había sido reinterpretada por el batllismo de Don
Pepe. Luis Batlle hizo frecuentes invocaciones a la justicia social, con un
énfasis claro del papel tutelar del Estado para proteger a los más necesitados de
la sociedad. También Luisito atacó a los que consideraba demasiado ricos a los
que consideraba enemigos de la sociedad pero lejos de considerarse un discurso
que presentase a la sociedad enfrentada en lucha de clases. Para Batlle Berres
los demasiado ricos y los necesitados era casos límite de una sociedad en la
cual la mayoría de la población estaba bajo el amigable paraguas del Estado
batllista. Por esta razón el
neobatllismo tuvo un gran apoyo en la clase obrera, pero con un discurso
no clasista presentándose como una alternativa a una postura de lucha de
clases. Los trabajadores participaban en la vida política no en cuanto tales,
sino en cuanto ciudadanos del Estado Batllista . El hecho de que el orden
social fuera libre y en armonía y sin antagonismos sociales no obedecía a un
orden natural preestablecido, por el contrario al resultado directo de la estrategia
anticipatoria de los gobiernos batllistas. Más claro que el primer batllismo,
la visión neobatllista fue la mediación
entre los distintos sectores sociales a través de la tutela estatal"
domingo, 17 de julio de 2016
sábado, 16 de julio de 2016
Joaquin Suarez, José Garibaldi, Venancio Flores, Julio Herrera y Obes: la forja del Partido Colorado.
1 Joaquín Suarez.
Patria, justicia y razón.
Austeridad Republicana.
Aproximación a la Figura de Joaquín Suárez.
“Nada me importa el lugar que ocupo, sino en cuanto pueda
ser útil a mi país. Como empleo lo desprecio, desde que me ponga en la
alternativa de sujetarme a las pasiones de los hombres…Pertenezco a mi patria,
a la justicia y a la razón, estos han sido mis principios a que he de ser
consecuente.”
Don Joaquín Suárez nació en la Villa de Canelones el 18 de
agosto de 1781. Su padre don Bernardo Suárez del Rondelo, fue un hacendado
acaudalado, respetado por su honradez, desprendido y aseguran las crónicas que
su simpatía era acompañada por una gran benevolencia. Era un patriota, amante
del país al cual brindaba todos su bienes y en el giraba todo su accionar. De
origen español, fue traído por sus padres aun muy joven a estas tierras. Era
hijo de don Alonso Suarez del Rondelo y de doña Antonia López Aviles, habiendo
nacido al promediar el siglo sin poderse precisar fecha.
En una celebración bautismal en 1779 conoce a María
Fernández, se enamora y el 7 de abril de 1780 se casa en la Villa de Guadalupe
(Canelones) La villa crece y se determina que se elabore el padrón y se realice el delineado de la
misma designando sus autoridades. Realizado el primer Cabildo de 1782, Bernardo
Suárez asume el cargo de Alguacil Mayor.[2]
El 18 de agosto de 1781 nace el único hijo del matrimonio:
“En 21 de agosto de 1781 yo Don, Juan
Miguel Berroeta, Capellán del Regimiento Fijo de Buenos Aires, con licencia del
Rev. Padre Fray Estevan Peralta, Tte. Cura de esta Iglesia Ntra. Sra. De Guadalupe
del Canelón, bauticé solemnemente y puse los Santos Óleos a un niño que nació
el día 18 de este mismo mes a quién puse por nombre Joaquín Luis Miguel, hijo
legítimo de Don Bernardo Suárez, natural del Principado de Asturias y de Doña
María Fernández, natural de Montevideo(…)a quienes advertí el parentesco
espiritual y demás obligaciones de que doy fe. Juan Miguel de Berroeta. Fray
Estevan Poncel.Tte. Cura”
Era, entonces, un ambiente ideal para el
desarrollo de la personalidad de Joaquín que se va a caracterizar, de mayor,
con una gran salud, honrado, recto, generoso y con una voluntad firme y
decidida. Va a servir toda su vida a los valores morales y virtuosos generados
en su hogar paterno. En su juventud hizo de todo, arriero, tropero, acopiador de
frutos, carrero. Trabajo duramente el campo, y vendía el trigo y el maíz que
cosechaba.[4] Se casa a mediados de 1806 en la Villa de Guadalupe con Josefa
Alamo con la cual va tener 8 hijos, dos
de los cuales mueren siendo niños. En ese periodo se producen las Invasiones
Inglesas cuyas consecuencias van a marcar la etapa final del dominio español en
el Río de la Plata.
Si historia no termina allí, su hora más
gloriosa será durante la Guerra Grande . Joaquín Suárez, como Presidente de la
República Oriental del Uruguay, encerrado en una estrecha península dentro de
los muros de Montevideo, levantó en aquél recinto sagrado, la última bandera de
la causa de la libertad de los pueblos del Plata que flameara aún en medio de
desgraciados combates ideas y fermento libertario que marcaran al Partido
Colorado hasta la actualidad.
Sin él, sin el principio de nacionalidad y
de legalidad que representaba, y su consagración a la causa de la libertad en
el Plata, la defensa de Montevideo habría sido imposible; él le dio cohesión,
le dio nervio, le dio un núcleo indisoluble y le imprimió el sello de su
carácter modestamente austero y templado por la fibra del patriotismo, aunando
todos los elementos heterogéneos que concurrieron a la resistencia y al triunfo
definitivo contra la tiranía de Rosas.
De allí, de aquellos muros donde se
encerraba un principio virilmente mantenido por un magistrado civil que
presidía la guerra en nombre del derecho, resurgieron los levantamientos de
Entre Ríos y Corrientes contra Rosas de allí surgió la alianza del Brasil que
precipitó la caída del tirano; de allí vino Caseros, y de allí en fin, viene la
situación que han alcanzado las Repúblicas del Plata, combatiendo y trabajando
para labrarse su destino. En 1854 fue elegido senador por Canelones, y luego
diputado por Montevideo en 1858, pero su poca salud lo obligó a dimitir con lo
cual pasó penurias económicas. Le votaron en 1861 una pensión la cual debido a
constantes apuros de la hacienda pública casi nunca la cobraba.
En 1862 con ochenta años de edad presidió
la Comisión Vecinal encargada por la Junta Administrativa de las Escuelas del
Reducto y Paso Molino; en 1866 con ceguera y culminando su vida preside
funerales celebrados en la Iglesia Matriz en recuerdo de los Mártires de
Quinteros.
Falleció el 26 de diciembre de 1868 a los
87 años de edad y es sepultado en la Catedral de Montevideo, al lado de la
tumba del general Fructuoso Rivera.
Una ley de 1881 le decretó una estatua, la
cual fue alzada en la Plaza Independencia en 1896 y luego trasladada a la
actual plaza que lleva su nombre en el solar donde antes asentara su quinta, en
una bifurcación de la avenida Agraciada con la avenida hoy llamada Joaquín
Suárez.
Joaquín Suárez, héroe modesto y sin
ostentación en estos largos y fecundos trabajos, se retiró del gran escenario
para acabar sus días en la obscuridad y la pobreza, amado y respetado por
todos, con la conciencia de haber cumplido con su deber como hombre, como
ciudadano y como gobernante, después de haber entregado a la causa pública una
gran fortuna. Un referente absoluto del Partido Colorado.
2 José Garibaldi. (Niza, 1807-Caprera, Italia,
1882) Durante su juventud siguió los pasos de su padre, un marino de origen
genovés, y estuvo embarcado durante más de diez años. En 1832 consiguió el
título de capitán de buques mercantes. Mientras trabajaba al servicio de la
marina sarda, tomó parte en un motín republicano en el Piamonte que resultó
fallido. Si bien pudo escapar, fue condenado al exilio. Por aquel entonces
había entrado en contacto con la obra de Giuseppe Mazzini, el gran profeta del
nacionalismo italiano, y la del socialista francés Saint-Simon.
Entre 1836 y 1848 vivió en Sudamérica, donde participó en
varios acontecimientos bélicos, siempre al lado de quienes combatían por la
libertad o la independencia. En 1836 intervino voluntariamente como capitán de
barco en la fracasada insurrección secesionista de la república brasileña de
Rio Grande do Sul y en 1842 fue nombrado capitán de la flota uruguaya en su
lucha contra el dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Al año siguiente,
durante la defensa de Montevideo, organizó una legión militar italiana, cuyos
miembros fueron los primeros «camisas rojas» al llegar al Uruguay de mediados
del siglo XIX y, naturalmente, se puso al servicio del más débil para ayudarle
a luchar contra el más fuerte. Junto a un gobierno que sostenía un sistema
democrático y republicano, acorde con los principios de la Joven Italia, la
organización creada por Mazzini. Principios morales, y libertarios recibe el
partido Colorado
En Brasil Garibaldi se había acercado a la Masonería, que
sostenía las metas de la Revolución Francesa, por tanto, la lucha por los
derechos del pueblo en contra de los privilegiados de siempre. En Montevideo
confirmó su adhesión a esa Institución dentro de la cual alcanzó, por sus
acciones y la fidelidad a la esencia ideológica de la misma, los grados más
elevados que no significaron para él más que confirmar su compromiso con esos
principios.
En Montevideo y en el resto del Uruguay (que él llamó
siempre “Repubblica di Montevideo”) Garibaldi con la Legión Italiana, creada
aquí como una unidad militar formada por voluntarios italianos y cuya jefatura
asumió, comenzó a ejercer por primera vez el mando en una unidad armada que
actuaba al servicio y bajo las directivas del gobierno de Montevideo, aunque
con amplia autonomía de acción.
La experiencia militar y de mando consensuado (siempre que
fuera posible), que adquirió al frente de la Legión montevideana fueron de
fundamental importancia para la formación de un dirigente popular y militar,
que posteriormente la aplicaría en su vida política y militar en las luchas por
la libertad de su país y en pro de su unidad política de las que fue, junto con
Mazzini, un punto de referencia obligada.
En América, Garibaldi asumió y completó su concepto de
“pueblo del mundo”, de esa patria sin fronteras en la cual la unidad de los
diferentes pueblos, su libertad y su desarrollo democrático, dieron forma a una
ideología que lo guió durante toda su vida.
Aquí, mientras luchaba junto a los uruguayos que defendían
su independencia y su libertad de los opresores de dentro y de fuera de
fronteras, Garibaldi afianzó su vida privada junto a Anita, quien llegó a estas
tierras como legendaria heroína brasileña, vivió en Montevideo como madre
ejemplar de una numerosa familia, afrontando miserias y sacrificios y fue a la
patria de su hombre a luchar junto a él por la libertad y la unidad de Italia.
Noticias de su buen hacer como militar y estratega llegaron hasta Europa,
adonde regresó en 1848 para luchar en Lombardía contra el ejército austriaco y
dar un primer paso hacia la unificación de Italia, que fue su objetivo durante
las tres siguientes décadas. Su intento de hacer retroceder a los austriacos no
prosperó y debió refugiarse primero en Suiza y posteriormente en Niza. A
finales de 1848, sin embargo, el papa Pío IX, temeroso de las fuerzas
liberales, abandonó Roma, adonde se dirigió Garibaldi junto a un grupo de
voluntarios. En febrero de 1849 fue elegido diputado republicano en la asamblea
constituyente, ante la cual defendió que Roma debía convertirse en una
república independiente. En abril, se enfrentó a un ejército francés que
intentaba restablecer la autoridad papal, y lo propio hizo en mayo ante un
ejército napolitano. Si bien no tenía opción alguna de evitar la caída de la
ciudad, su lucha se convirtió en uno de los más épicos y recordados pasajes del
Risorgimiento. El 1 de julio, Roma fue finalmente asaltada, y Garibaldi y sus
hombres se refugiaron en el territorio neutral de San Marino. Condenado por
segunda vez al exilio, residió en Tánger, Staten Island (Nueva York) y Perú,
donde regresó a su antiguo oficio de capitán de buque mercante En 1854, Cavour,
el primer ministro piamontés, creyó que si le permitía volver a Italia,
Garibaldi se alejaría del republicano Mazzini. Para ello, le concedió el mando
de las fuerzas piamontesas en lucha con las austriacas. Venció en Varese y
Como, ambas en mayo de 1859, y entró en Brescia al mes siguiente, con lo cual
el Reino de Lombardía se apropió del Piamonte. Conseguida la paz en el norte
del país, Garibaldi se dirigió a Italia central. Víctor Manuel II, rey
piamontés, dio al principio su apoyo a un ataque contra los territorios
papales, pero a última hora le pareció demasiado peligroso y le obligó a
abandonar el proyecto. Garibaldi aceptó la renuncia y se mantuvo fiel, pero la
cesión de Niza y Saboya a Francia por parte de Cavour y Víctor Manuel le
pareció un acto de traición y decidió actuar por su cuenta. Como por el norte
un acuerdo era imposible, decidió forzar la unificación conquistando el Reino
de Nápoles, bajo soberanía borbónica. En mayo de 1860, al frente de un ejército
de un millar de hombres (la expedición de los mil o de los «camisas rojas»), se
apoderó de Sicilia y en septiembre entró en Nápoles, que cedió a Víctor Manuel
.En 1861 se proclamó el nuevo Reino de Italia, pero desde sus inicios Garibaldi
se mantuvo en la oposición, pues Roma continuaba siendo ciudad papal. Con la
consigna de «Roma o la muerte», intentó durante años luchar contra el poder
pontificio, sin demasiado éxito, hasta que en 1862, en la batalla de
Aspromonte, cayó herido y fue hecho prisionero. Tras ser amnistiado, pasó a
presidir el Comité Central Unitario Italiano y ofreció sus servicios a Francia.
Fue elegido diputado para la Asamblea de Burdeos (1871) y diputado al
Parlamento italiano (1875), el cual pocos años antes de su muerte le asignó una
pensión vitalicia por los servicios prestados. Este héroe de dos mundos y del Partido
Colorado tiene su homenaje eterno en la Casa del Partido Colorado.
Venancio Flores.
Venancio Flores nació en Porongos, hoy Trinidad, el 18 de
mayo de 1808, hijo del estanciero Felipe Flores y de María Cecilia Barrios.
Poseía destacadas dores intelectuales lo que llevaron a sus padres ver un
futuro sacerdotal en Venancio. Se integra a la Cruzada Libertadora de 1825 y
participó en las batallas de Rincón, Sarandí e Ituzaingó donde le fue otorgado
el grado de capitán. Sirvió bajo el mando de Bernabé Rivera y sintió una cierta
admiración por don Frutos Rivera. Detenido en 1836 por sumarse a la rebelión de
Rivera contra el presidente Oribe, escapó de la prisión y participó en la
batalla de Palmar. Durante la segunda presidencia de Rivera fue jefe político
de San José. Derroto a Echague en el arroyo de La Virgen, participó en la
batalla de Cagancha bajo las órdenes directas de Rivera. Su hora más gloriosa
fue el 17 de febrero de 1844 cuando logra inflitrarse entre el ejército
sitiador de Montevideo con 400 hombres llevando importantes auxilios a la plaza
sitiada. Fue Comandante General de Armas del gobierno de La Defensa en 1845 y
vence en La Teja a las fuerza de Oribe. En el aspecto político tuvo fuertes
desavenencias con Melchor Pacheco y Obes y con Andrés Lamas que era en ese
entonces el Ministro de Hacienda al que acusó de enriquecerse ilegalmente: “
Usted se ha constituido en el árbitro de las fortunas de este honrado pueblo:
lo roba, lo insulta, lo humilla”. Tuvo el atrevimiento de solicitar y conseguir
una entrevista personal con Manuel Oribe al que invita a hacer la paz entre
orientales. Lugo de la Guerra Grande, firmada la Paz del 8 de Octubre, acompañó
a Bernardo Berro en una misión ante Urquiza. Durante la presidencia de Giró fue
jefe político de Montevideo y ministro de Guerra y Marina. Renunció a los cargos.
El 19 de abril de 1863 encabezó una revolución que dio
inicio a una guerra civil, denominada «Cruzada Libertadora». Venció a los
nacionalistas uruguayos en la batalla de Coquimbo (junio de 1863) y Cañas
(julio de 1863). En ese mes aceptó la
ayuda militar del Imperio de Brasil ―que había declarado la guerra a Uruguay
(gobernado por Bernardo Prudencio Berro)― y de los unitarios de Buenos Aires,
Flores ocupó Florida el 4 de agosto de 1864,(hoy ciudad, capital del
departamento homónimo). En enero de 1865 tomó Paysandú, sitiada por los brasileños y fueron fusilados a todos los oficiales
defensores de la plaza. El 20 de febrero de 1865 entró en Montevideo. Asumió la
jefatura del Estado Uruguayo con el título de «Gobernador Provisorio» durante
tres años. En marzo de 1865 se involucró ―conjuntamente con el Imperio de
Brasil y los unitarios de Buenos Aires, en la Guerra de la Triple Alianza
contra Paraguay. Ejerciendo el cargo provisorio se aprobó el Código de Comercio
en 1866. En 1867 se realizó la primera conexión
telegráfica con Buenos Aires y se inauguró el edificio central de la
Administración del Correo. Al año siguiente se aprobó el Código Civil y se
inauguró la primera línea de tranvías de tracción a caballo. Otro logro de su
gobierno fue el otorgamiento de las primeras concesiones para la construcción
de las líneas de ferrocarriles.
El 19 de febrero de 1868, Montevideo sufría una gran
epidemia de fiebre amarilla, Venancio se encontraba en su casa ubicada en las
actuales calles de Florida y Mercedes preparando un viaje a Entre Ríos. Se
entera de un levantamiento blanco y de inmediato toma su carruaje y se dirigió
al Cabildo. Estaba acompañado por su secretario Juan Amadeo Errecart y Alberto
Flangini y Antonio María Marques. Eran las 14 y 20 minutos y su carruaje tomó
por la calle Florida pero sufrió una emboscada en la cual a pesar de defenderse
a balazos termina asesinado a puñaladas- La escena está inmortalizada en el
cuadro de Blanes cuando es asistido por el padre Soubervielle de la congregación
de los padres Vascos cercana al lugar. Hombre de violentas pasiones marcó con
su valentía y espíritu conciliador una etapa de forja del Partido Colorado.
Julio Herrera y Obes
Julio Herrera y Obes(1841-1912) , fue político y presidente constitucional del Uruguay entre los años 1890 y 1894. Acompañó
a Venancio Flores, como secretario, en la Guerra de la Triple Alianza. Fue
Ministro de Relaciones Exteriores, diputado en las denominadas “cámaras
bizantinas”, fue deportado en la barca Puig y participó en la “Revolución Tricolor”.
Reorganizó el Partido Colorado apoyándose en el diario El Heraldo. Ministro de
Gobierno de transición del Gral. Tajes, dirigió la transición a la democracia y
en 1890 fue electo presidente civil, una vez terminada la etapa militarista.
Enfrentó una crisis financiera y sostuvo la "influencia directriz"
Como Senador, se opuso al Pacto de la Cruz de 1897 y fue expatriado. Regresó en
1903. Pese a su pobreza, rechazó una
pensión graciable del gobierno de Claudio Williman. José Batlle y Ordóñez le
negó las honras fúnebres que le correspondían como ex jefe de estado.
La Influencia Directriz
"Es indudable que el Gobierno tiene y tendrá siempre, y
es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y legitima influencia en la designación de los
candidatos del partido gobernante, y entonces de lo que puede acusársele es del
buen o mal uso que haga de esa influencia directriz, pero no de que la
ejerza..."
Mensaje del presidente Julio Herrera y Obes a la Asamblea
General, Diario de sesiones de la Asamblea General, t.VII, pp 157-173. Sesión
de apertura del tercer periodo de la 17 legislatura, 15 de febrero de 1893. José
Enrique Rodó señaló sobre el Dr. Herrera y Obes que "administró con alta
honestidad la hacienda pública; y obligado a afrontar una de las más críticas y
angustiosas situaciones de que haya ejemplo en el desenvolvimiento económico
del país, supo sacrificar las transitorias conveniencias de su gestión
gubernativa y de su lucimiento personal a los grandes y permanentes intereses
de nuestro porvenir y nuestro crédito"(Washington Reyes Abadie: Julio
Herrera y Obes. El Primer Jefe Civil. EBO.1977.Pp 140). Otros detractores han
criticado su concepción aristocratizante de la política resaltando la
existencia de fraudes electorales, el exclusivismo, la coparticipación y el
faltar a las promesas electorales de llevarla adelante. Según Juan E. Pivel
Devoto " La Influencia directriz que el Dr. Julio Herrera y Obes
utilizó durante su gobierno como norma
de conducta política, era una arma de doble filo. Empleada por un gobernante
sin escrúpulos podía servir para formar en torno de si un núcleo de
incondicionales políticos, dóciles instrumentos de poder. Pero Herrera y Obes
la utilizó con convicción y con pureza de intenciones. No creyendo en la
capacidad electoral del pueblo; convencido por lo tanto de que este necesita
una provisoria tutela antes del goce absoluto de sus derechos cívicos, no
vaciló en proclamar y hacer efectiva la necesidad de la intervención
gubernamental en los actos electorales. Pero no utilizó esa influencia
directriz para favorecer amigos ni para buscarse puntos de apoyo que
facilitaran su gestión de gobernante"(Pivel Devoto, Historia de los
partidos y las ideas políticas..."T.II P.449) Su figura tuvo gran
importancia en la política nacional en el último tercio del siglo XIX, su
rivalidad política con José Batlle y Ordóñez y su diferente enfoque sobre la
legitimidad del poder lo llevaran a un enfrentamiento muy fuerte con Don
Pepe, lentamente va quedando en el
olvido y morirá pobre en Montevideo el 6 de agosto de 1912. Dejó las bases institucionales del Partido Colorado de cara al inicio del Siglo XX
jueves, 14 de julio de 2016
sábado, 9 de julio de 2016
El surgimiento del batllismo: el protobatllismo.
Al renunciar Pedro Varela a la presidencia de la República
en el conflictivo año de 1876 los dueños del capital e integrantes del alto
comercio montevideano fueron a buscar al
coronel Latorre a su casa. Este asume como
“gobernador provisorio”. Su periodo fue una combinación entre un proceso
dictatorial sin límites sin ninguna garantía constitucional para los derechos
de los ciudadanos, fue un período de refundación del Estado uruguayo, con
grandes progresos que determinaron que a este período se le llame también “modernización”.
Se afirmó la propiedad privada y la administración de Latorre fue austera y honesta.
Su sucesor el general Máximo Santos le dio otro perfil y este era ambicioso. Las
elecciones previstas en el marco de la
Constitución de 1830 determinaba acto electoral para elegir la Cámara de
Representantes en el mes de noviembre de 1881. El ambiente político era de
violencia y con grandes irregularidades. Es acá que el sector de Julio Herrera
y Obes, posteriormente presidente de la República se abstiene de participar en
los comicios. La cámara resultante fue
totalmente afín al dictador Santos. La corrupción en su gobierno, sumado
a las restricciones a las libertades elementales se le debía sumar la oposición
de los sectores nacionalistas, del partido Constitucional, doctoral y ajeno a
las divisas y una fragmentación dentro del propio Partido Colorado. Las
condiciones estaban dadas para el inicio de una acción revolucionaria por
encima de las divisas partidarias. Se organizó un comité revolucionario desde
Buenos Aires con el mando militar de los generales Arredondo y Enrique Castro.
Acá aparece el general Lorenzo Batlle con la intención de formar un “Gobierno
provisorio” ver : http://profelagrotta.blogspot.com.uy/2012/08/la-revolucion-del-quebracho-la-garantia.html
Esta revolución se inicia a fines de marzo de 1886 y culminó
con una profunda derrota. Entre los revolucionarios figuraban, entre otros,
tres futuros presidentes de la República: José Batlle y Ordóñez, Claudio
Williman y Juan Campisteguy. El General
Tajes no cumplió un mensaje cifrado de Máximo Santos de ajusticiar a los
revolucionarios, muy importante para el posterior futuro político del país. La
derrota militar de los revolucionarios fue un gran triunfo en la opinión
pública. El régimen santista fue acorralado con un gran desprestigio en la
visión de la sociedad. El 17 de agosto de 1886 en la entrada del teatro Cibils,
Máximo Santos fue atacado por el
teniente Gregorio Ortiz recibiendo importante lesión en el rostro. El resultado
fue la transición del poder a la oposición liderada por la figura del doctor
José Pedro Ramírez que le presentó las bases y condiciones para llevarla a
cabo: 1) Prensa Libre y derogación de la ley de prensa restrictiva. 2)
Observancia estricta de la Constitución con sucesión regular de los gobiernos.
3) Prohibición de Leyes Forzosas. 4) Modificación en las Jefaturas Políticas.
5) Reorganización financiera y 6) Reposición del personal militar dado de baja
por razones políticas. Luego de un período de transición llevado adelante por
el general Máximo Tajes, el 1ro de marzo de 1890 el doctor Julio Herrera y Obes
asume como presidente de la República. Este primer jefe civil luego del
militarismo tuvo defensores y detractores: José Enrique Rodó lo definió como “
(…) administró con alta honestidad la hacienda pública en el marco de una de
las más críticas y angustiosas situaciones de que haya ejemplo en el
desenvolvimiento económico del país(…) para sus opositores fue
aristocratizante, generador de fraudes electorales, exclusivista con su grupo
denominado colectivista y no cumplir con la coparticipación. Ver: http://profelagrotta.blogspot.com.uy/2010/12/la-influencia-directriz-julio-herrera-y.html
Julio Herrera y Obes empleó la denominada influencia
directriz con convicción, no creía en la capacidad electiva del pueblo sostenía
la importancia de hacer efectiva la necesidad de su intervención en los actos
electorales. En la oposición surge José Batlle y Ordóñez que poniendo su eje
interpretativo en lo económico y social escribe en el diario “El Día” el 9 de
diciembre de 1891: “ Tenemos un país en que la luz es extranjera y privilegiada
en forma de Compañía del Gas, en que el agua se halla en las mismas
condiciones, en forma de Empresa de Aguas Corrientes, en que la locomoción
representada por tranvías, ferrocarriles, vapores es también extranjera, etc. ¿
a qué continuar? Todo es extranjero y privilegiado o tiende a serlo. Y de esta
manera, si en el régimen político hemos destruido el sistema colonial, no lo
hemos destruido en la industria, en el comercio. El hecho es que una inmensa
parte de las riquezas del país se van. Los productores de la riqueza trabajan
en el país, pero no para el país y sus habitantes. Sus industrias son como esas
pesquerías que se establecen en las costas de las islas desiertas. Cargan todo
lo que pueden y levan anclas” Lentamente el viejo liberalismo estaba virando hacia
un progresismo reformista intervencionista e industrializador. Ver: http://profelagrotta.blogspot.com.uy/2015/06/buscando-el-batllismo-algunas-de-sus.html
La usina de ideas, las propuestas de avanzada y la
concepción de que una reforma lleva a la otra es la que el batllismo actual,
deprimido y encerrado en su historia, debería asumir.
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