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sábado, 16 de julio de 2016

Joaquin Suarez, José Garibaldi, Venancio Flores, Julio Herrera y Obes: la forja del Partido Colorado.








1      Joaquín Suarez.
Patria, justicia y razón.
Austeridad Republicana.
Aproximación a la Figura de Joaquín Suárez.

“Nada me importa el lugar que ocupo, sino en cuanto pueda ser útil a mi país. Como empleo lo desprecio, desde que me ponga en la alternativa de sujetarme a las pasiones de los hombres…Pertenezco a mi patria, a la justicia y a la razón, estos han sido mis principios a que he de ser consecuente.”
Don Joaquín Suárez nació en la Villa de Canelones el 18 de agosto de 1781. Su padre don Bernardo Suárez del Rondelo, fue un hacendado acaudalado, respetado por su honradez, desprendido y aseguran las crónicas que su simpatía era acompañada por una gran benevolencia. Era un patriota, amante del país al cual brindaba todos su bienes y en el giraba todo su accionar. De origen español, fue traído por sus padres aun muy joven a estas tierras. Era hijo de don Alonso Suarez del Rondelo y de doña Antonia López Aviles, habiendo nacido al promediar el siglo sin poderse precisar fecha.
En una celebración bautismal en 1779 conoce a María Fernández, se enamora y el 7 de abril de 1780 se casa en la Villa de Guadalupe (Canelones) La villa crece y se determina que se elabore  el padrón y se realice el delineado de la misma designando sus autoridades. Realizado el primer Cabildo de 1782, Bernardo Suárez asume el cargo de Alguacil Mayor.[2]
El 18 de agosto de 1781 nace el único hijo del matrimonio:

“En 21 de agosto de 1781 yo Don, Juan Miguel Berroeta, Capellán del Regimiento Fijo de Buenos Aires, con licencia del Rev. Padre Fray Estevan Peralta, Tte. Cura de esta Iglesia Ntra. Sra. De Guadalupe del Canelón, bauticé solemnemente y puse los Santos Óleos a un niño que nació el día 18 de este mismo mes a quién puse por nombre Joaquín Luis Miguel, hijo legítimo de Don Bernardo Suárez, natural del Principado de Asturias y de Doña María Fernández, natural de Montevideo(…)a quienes advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones de que doy fe. Juan Miguel de Berroeta. Fray Estevan Poncel.Tte. Cura”

Era, entonces, un ambiente ideal para el desarrollo de la personalidad de Joaquín que se va a caracterizar, de mayor, con una gran salud, honrado, recto, generoso y con una voluntad firme y decidida. Va a servir toda su vida a los valores morales y virtuosos generados en su hogar paterno. En su juventud hizo de todo, arriero, tropero, acopiador de frutos, carrero. Trabajo duramente el campo, y vendía el trigo y el maíz que cosechaba.[4] Se casa a mediados de 1806 en la Villa de Guadalupe con Josefa Alamo con la cual va  tener 8 hijos, dos de los cuales mueren siendo niños. En ese periodo se producen las Invasiones Inglesas cuyas consecuencias van a marcar la etapa final del dominio español en el Río de la Plata.
Si historia no termina allí, su hora más gloriosa será durante la Guerra Grande . Joaquín Suárez, como Presidente de la República Oriental del Uruguay, encerrado en una estrecha península dentro de los muros de Montevideo, levantó en aquél recinto sagrado, la última bandera de la causa de la libertad de los pueblos del Plata que flameara aún en medio de desgraciados combates ideas y fermento libertario que marcaran al Partido Colorado hasta la actualidad.
Sin él, sin el principio de nacionalidad y de legalidad que representaba, y su consagración a la causa de la libertad en el Plata, la defensa de Montevideo habría sido imposible; él le dio cohesión, le dio nervio, le dio un núcleo indisoluble y le imprimió el sello de su carácter modestamente austero y templado por la fibra del patriotismo, aunando todos los elementos heterogéneos que concurrieron a la resistencia y al triunfo definitivo contra la tiranía de Rosas.
De allí, de aquellos muros donde se encerraba un principio virilmente mantenido por un magistrado civil que presidía la guerra en nombre del derecho, resurgieron los levantamientos de Entre Ríos y Corrientes contra Rosas de allí surgió la alianza del Brasil que precipitó la caída del tirano; de allí vino Caseros, y de allí en fin, viene la situación que han alcanzado las Repúblicas del Plata, combatiendo y trabajando para labrarse su destino. En 1854 fue elegido senador por Canelones, y luego diputado por Montevideo en 1858, pero su poca salud lo obligó a dimitir con lo cual pasó penurias económicas. Le votaron en 1861 una pensión la cual debido a constantes apuros de la hacienda pública casi nunca la cobraba.
En 1862 con ochenta años de edad presidió la Comisión Vecinal encargada por la Junta Administrativa de las Escuelas del Reducto y Paso Molino; en 1866 con ceguera y culminando su vida preside funerales celebrados en la Iglesia Matriz en recuerdo de los Mártires de Quinteros.
Falleció el 26 de diciembre de 1868 a los 87 años de edad y es sepultado en la Catedral de Montevideo, al lado de la tumba del general Fructuoso Rivera.
Una ley de 1881 le decretó una estatua, la cual fue alzada en la Plaza Independencia en 1896 y luego trasladada a la actual plaza que lleva su nombre en el solar donde antes asentara su quinta, en una bifurcación de la avenida Agraciada con la avenida hoy llamada Joaquín Suárez.

 Joaquín Suárez, héroe modesto y sin ostentación en estos largos y fecundos trabajos, se retiró del gran escenario para acabar sus días en la obscuridad y la pobreza, amado y respetado por todos, con la conciencia de haber cumplido con su deber como hombre, como ciudadano y como gobernante, después de haber entregado a la causa pública una gran fortuna. Un referente absoluto del Partido Colorado.


2      José Garibaldi. (Niza, 1807-Caprera, Italia, 1882) Durante su juventud siguió los pasos de su padre, un marino de origen genovés, y estuvo embarcado durante más de diez años. En 1832 consiguió el título de capitán de buques mercantes. Mientras trabajaba al servicio de la marina sarda, tomó parte en un motín republicano en el Piamonte que resultó fallido. Si bien pudo escapar, fue condenado al exilio. Por aquel entonces había entrado en contacto con la obra de Giuseppe Mazzini, el gran profeta del nacionalismo italiano, y la del socialista francés Saint-Simon.
Entre 1836 y 1848 vivió en Sudamérica, donde participó en varios acontecimientos bélicos, siempre al lado de quienes combatían por la libertad o la independencia. En 1836 intervino voluntariamente como capitán de barco en la fracasada insurrección secesionista de la república brasileña de Rio Grande do Sul y en 1842 fue nombrado capitán de la flota uruguaya en su lucha contra el dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Al año siguiente, durante la defensa de Montevideo, organizó una legión militar italiana, cuyos miembros fueron los primeros «camisas rojas» al llegar al Uruguay de mediados del siglo XIX y, naturalmente, se puso al servicio del más débil para ayudarle a luchar contra el más fuerte. Junto a un gobierno que sostenía un sistema democrático y republicano, acorde con los principios de la Joven Italia, la organización creada por Mazzini. Principios morales, y libertarios recibe el partido Colorado
En Brasil Garibaldi se había acercado a la Masonería, que sostenía las metas de la Revolución Francesa, por tanto, la lucha por los derechos del pueblo en contra de los privilegiados de siempre. En Montevideo confirmó su adhesión a esa Institución dentro de la cual alcanzó, por sus acciones y la fidelidad a la esencia ideológica de la misma, los grados más elevados que no significaron para él más que confirmar su compromiso con esos principios.
En Montevideo y en el resto del Uruguay (que él llamó siempre “Repubblica di Montevideo”) Garibaldi con la Legión Italiana, creada aquí como una unidad militar formada por voluntarios italianos y cuya jefatura asumió, comenzó a ejercer por primera vez el mando en una unidad armada que actuaba al servicio y bajo las directivas del gobierno de Montevideo, aunque con amplia autonomía de acción.
La experiencia militar y de mando consensuado (siempre que fuera posible), que adquirió al frente de la Legión montevideana fueron de fundamental importancia para la formación de un dirigente popular y militar, que posteriormente la aplicaría en su vida política y militar en las luchas por la libertad de su país y en pro de su unidad política de las que fue, junto con Mazzini, un punto de referencia obligada.
En América, Garibaldi asumió y completó su concepto de “pueblo del mundo”, de esa patria sin fronteras en la cual la unidad de los diferentes pueblos, su libertad y su desarrollo democrático, dieron forma a una ideología que lo guió durante toda su vida.
Aquí, mientras luchaba junto a los uruguayos que defendían su independencia y su libertad de los opresores de dentro y de fuera de fronteras, Garibaldi afianzó su vida privada junto a Anita, quien llegó a estas tierras como legendaria heroína brasileña, vivió en Montevideo como madre ejemplar de una numerosa familia, afrontando miserias y sacrificios y fue a la patria de su hombre a luchar junto a él por la libertad y la unidad de Italia. Noticias de su buen hacer como militar y estratega llegaron hasta Europa, adonde regresó en 1848 para luchar en Lombardía contra el ejército austriaco y dar un primer paso hacia la unificación de Italia, que fue su objetivo durante las tres siguientes décadas. Su intento de hacer retroceder a los austriacos no prosperó y debió refugiarse primero en Suiza y posteriormente en Niza. A finales de 1848, sin embargo, el papa Pío IX, temeroso de las fuerzas liberales, abandonó Roma, adonde se dirigió Garibaldi junto a un grupo de voluntarios. En febrero de 1849 fue elegido diputado republicano en la asamblea constituyente, ante la cual defendió que Roma debía convertirse en una república independiente. En abril, se enfrentó a un ejército francés que intentaba restablecer la autoridad papal, y lo propio hizo en mayo ante un ejército napolitano. Si bien no tenía opción alguna de evitar la caída de la ciudad, su lucha se convirtió en uno de los más épicos y recordados pasajes del Risorgimiento. El 1 de julio, Roma fue finalmente asaltada, y Garibaldi y sus hombres se refugiaron en el territorio neutral de San Marino. Condenado por segunda vez al exilio, residió en Tánger, Staten Island (Nueva York) y Perú, donde regresó a su antiguo oficio de capitán de buque mercante En 1854, Cavour, el primer ministro piamontés, creyó que si le permitía volver a Italia, Garibaldi se alejaría del republicano Mazzini. Para ello, le concedió el mando de las fuerzas piamontesas en lucha con las austriacas. Venció en Varese y Como, ambas en mayo de 1859, y entró en Brescia al mes siguiente, con lo cual el Reino de Lombardía se apropió del Piamonte. Conseguida la paz en el norte del país, Garibaldi se dirigió a Italia central. Víctor Manuel II, rey piamontés, dio al principio su apoyo a un ataque contra los territorios papales, pero a última hora le pareció demasiado peligroso y le obligó a abandonar el proyecto. Garibaldi aceptó la renuncia y se mantuvo fiel, pero la cesión de Niza y Saboya a Francia por parte de Cavour y Víctor Manuel le pareció un acto de traición y decidió actuar por su cuenta. Como por el norte un acuerdo era imposible, decidió forzar la unificación conquistando el Reino de Nápoles, bajo soberanía borbónica. En mayo de 1860, al frente de un ejército de un millar de hombres (la expedición de los mil o de los «camisas rojas»), se apoderó de Sicilia y en septiembre entró en Nápoles, que cedió a Víctor Manuel .En 1861 se proclamó el nuevo Reino de Italia, pero desde sus inicios Garibaldi se mantuvo en la oposición, pues Roma continuaba siendo ciudad papal. Con la consigna de «Roma o la muerte», intentó durante años luchar contra el poder pontificio, sin demasiado éxito, hasta que en 1862, en la batalla de Aspromonte, cayó herido y fue hecho prisionero. Tras ser amnistiado, pasó a presidir el Comité Central Unitario Italiano y ofreció sus servicios a Francia. Fue elegido diputado para la Asamblea de Burdeos (1871) y diputado al Parlamento italiano (1875), el cual pocos años antes de su muerte le asignó una pensión vitalicia por los servicios prestados.  Este héroe de dos mundos y del Partido Colorado tiene su homenaje eterno en la Casa del Partido Colorado.

Venancio Flores.
Venancio Flores nació en Porongos, hoy Trinidad, el 18 de mayo de 1808, hijo del estanciero Felipe Flores y de María Cecilia Barrios. Poseía destacadas dores intelectuales lo que llevaron a sus padres ver un futuro sacerdotal en Venancio. Se integra a la Cruzada Libertadora de 1825 y participó en las batallas de Rincón, Sarandí e Ituzaingó donde le fue otorgado el grado de capitán. Sirvió bajo el mando de Bernabé Rivera y sintió una cierta admiración por don Frutos Rivera. Detenido en 1836 por sumarse a la rebelión de Rivera contra el presidente Oribe, escapó de la prisión y participó en la batalla de Palmar. Durante la segunda presidencia de Rivera fue jefe político de San José. Derroto a Echague en el arroyo de La Virgen, participó en la batalla de Cagancha bajo las órdenes directas de Rivera. Su hora más gloriosa fue el 17 de febrero de 1844 cuando logra inflitrarse entre el ejército sitiador de Montevideo con 400 hombres llevando importantes auxilios a la plaza sitiada. Fue Comandante General de Armas del gobierno de La Defensa en 1845 y vence en La Teja a las fuerza de Oribe. En el aspecto político tuvo fuertes desavenencias con Melchor Pacheco y Obes y con Andrés Lamas que era en ese entonces el Ministro de Hacienda al que acusó de enriquecerse ilegalmente: “ Usted se ha constituido en el árbitro de las fortunas de este honrado pueblo: lo roba, lo insulta, lo humilla”. Tuvo el atrevimiento de solicitar y conseguir una entrevista personal con Manuel Oribe al que invita a hacer la paz entre orientales. Lugo de la Guerra Grande, firmada la Paz del 8 de Octubre, acompañó a Bernardo Berro en una misión ante Urquiza. Durante la presidencia de Giró fue jefe político de Montevideo y ministro de Guerra y Marina. Renunció a los cargos.
El 19 de abril de 1863 encabezó una revolución que dio inicio a una guerra civil, denominada «Cruzada Libertadora». Venció a los nacionalistas uruguayos en la batalla de Coquimbo (junio de 1863) y Cañas (julio de 1863). En ese mes  aceptó la ayuda militar del Imperio de Brasil ―que había declarado la guerra a Uruguay (gobernado por Bernardo Prudencio Berro)― y de los unitarios de Buenos Aires, Flores ocupó Florida el 4 de agosto de 1864,(hoy ciudad, capital del departamento homónimo). En enero de 1865 tomó Paysandú, sitiada por los brasileños  y fueron fusilados a todos los oficiales defensores de la plaza. El 20 de febrero de 1865 entró en Montevideo. Asumió la jefatura del Estado Uruguayo con el título de «Gobernador Provisorio» durante tres años. En marzo de 1865 se involucró ―conjuntamente con el Imperio de Brasil y los unitarios de Buenos Aires, en la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. Ejerciendo el cargo provisorio se aprobó el Código de Comercio en 1866. En 1867 se realizó la primera  conexión telegráfica con Buenos Aires y se inauguró el edificio central de la Administración del Correo. Al año siguiente se aprobó el Código Civil y se inauguró la primera línea de tranvías de tracción a caballo. Otro logro de su gobierno fue el otorgamiento de las primeras concesiones para la construcción de las líneas de ferrocarriles.
El 19 de febrero de 1868, Montevideo sufría una gran epidemia de fiebre amarilla, Venancio se encontraba en su casa ubicada en las actuales calles de Florida y Mercedes preparando un viaje a Entre Ríos. Se entera de un levantamiento blanco y de inmediato toma su carruaje y se dirigió al Cabildo. Estaba acompañado por su secretario Juan Amadeo Errecart y Alberto Flangini y Antonio María Marques. Eran las 14 y 20 minutos y su carruaje tomó por la calle Florida pero sufrió una emboscada en la cual a pesar de defenderse a balazos termina asesinado a puñaladas- La escena está inmortalizada en el cuadro de Blanes cuando es asistido por el padre Soubervielle de la congregación de los padres Vascos cercana al lugar. Hombre de violentas pasiones marcó con su valentía y espíritu conciliador una etapa de forja del Partido Colorado.
Julio Herrera y Obes
Julio Herrera y Obes(1841-1912) , fue  político y presidente constitucional  del Uruguay entre los años 1890 y 1894. Acompañó a Venancio Flores, como secretario, en la Guerra de la Triple Alianza. Fue Ministro de Relaciones Exteriores, diputado en las denominadas “cámaras bizantinas”, fue deportado en la barca Puig y participó en la “Revolución Tricolor”. Reorganizó el Partido Colorado apoyándose en el diario El Heraldo. Ministro de Gobierno de transición del Gral. Tajes, dirigió la transición a la democracia y en 1890 fue electo presidente civil, una vez terminada la etapa militarista. Enfrentó una crisis financiera y sostuvo la "influencia directriz" Como Senador, se opuso al Pacto de la Cruz de 1897 y fue expatriado. Regresó en 1903. Pese a su pobreza, rechazó  una pensión graciable del gobierno de Claudio Williman. José Batlle y Ordóñez le negó las honras fúnebres que le correspondían como ex jefe de estado.
La Influencia Directriz
"Es indudable que el Gobierno tiene y tendrá siempre, y es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y  legitima influencia en la designación de los candidatos del partido gobernante, y entonces de lo que puede acusársele es del buen o mal uso que haga de esa influencia directriz, pero no de que la ejerza..."

Mensaje del presidente Julio Herrera y Obes a la Asamblea General, Diario de sesiones de la Asamblea General, t.VII, pp 157-173. Sesión de apertura del tercer periodo de la 17 legislatura, 15 de febrero de 1893. José Enrique Rodó señaló sobre el Dr. Herrera y Obes que "administró con alta honestidad la hacienda pública; y obligado a afrontar una de las más críticas y angustiosas situaciones de que haya ejemplo en el desenvolvimiento económico del país, supo sacrificar las transitorias conveniencias de su gestión gubernativa y de su lucimiento personal a los grandes y permanentes intereses de nuestro porvenir y nuestro crédito"(Washington Reyes Abadie: Julio Herrera y Obes. El Primer Jefe Civil. EBO.1977.Pp 140). Otros detractores han criticado su concepción aristocratizante de la política resaltando la existencia de fraudes electorales, el exclusivismo, la coparticipación y el faltar a las promesas electorales de llevarla adelante. Según Juan E. Pivel Devoto " La Influencia directriz que el Dr. Julio Herrera y Obes utilizó  durante su gobierno como norma de conducta política, era una arma de doble filo. Empleada por un gobernante sin escrúpulos podía servir para formar en torno de si un núcleo de incondicionales políticos, dóciles instrumentos de poder. Pero Herrera y Obes la utilizó con convicción y con pureza de intenciones. No creyendo en la capacidad electoral del pueblo; convencido por lo tanto de que este necesita una provisoria tutela antes del goce absoluto de sus derechos cívicos, no vaciló en proclamar y hacer efectiva la necesidad de la intervención gubernamental en los actos electorales. Pero no utilizó esa influencia directriz para favorecer amigos ni para buscarse puntos de apoyo que facilitaran su gestión de gobernante"(Pivel Devoto, Historia de los partidos y las ideas políticas..."T.II P.449) Su figura tuvo gran importancia en la política nacional en el último tercio del siglo XIX, su rivalidad política con José Batlle y Ordóñez y su diferente enfoque sobre la legitimidad del poder lo llevaran a un enfrentamiento muy fuerte con Don Pepe,  lentamente va quedando en el olvido y morirá pobre en Montevideo el 6 de agosto de 1912. Dejó las bases institucionales del Partido Colorado de cara al inicio del Siglo XX

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