Al renunciar Pedro Varela a la presidencia de la República
en el conflictivo año de 1876 los dueños del capital e integrantes del alto
comercio montevideano fueron a buscar al
coronel Latorre a su casa. Este asume como
“gobernador provisorio”. Su periodo fue una combinación entre un proceso
dictatorial sin límites sin ninguna garantía constitucional para los derechos
de los ciudadanos, fue un período de refundación del Estado uruguayo, con
grandes progresos que determinaron que a este período se le llame también “modernización”.
Se afirmó la propiedad privada y la administración de Latorre fue austera y honesta.
Su sucesor el general Máximo Santos le dio otro perfil y este era ambicioso. Las
elecciones previstas en el marco de la
Constitución de 1830 determinaba acto electoral para elegir la Cámara de
Representantes en el mes de noviembre de 1881. El ambiente político era de
violencia y con grandes irregularidades. Es acá que el sector de Julio Herrera
y Obes, posteriormente presidente de la República se abstiene de participar en
los comicios. La cámara resultante fue
totalmente afín al dictador Santos. La corrupción en su gobierno, sumado
a las restricciones a las libertades elementales se le debía sumar la oposición
de los sectores nacionalistas, del partido Constitucional, doctoral y ajeno a
las divisas y una fragmentación dentro del propio Partido Colorado. Las
condiciones estaban dadas para el inicio de una acción revolucionaria por
encima de las divisas partidarias. Se organizó un comité revolucionario desde
Buenos Aires con el mando militar de los generales Arredondo y Enrique Castro.
Acá aparece el general Lorenzo Batlle con la intención de formar un “Gobierno
provisorio” ver : http://profelagrotta.blogspot.com.uy/2012/08/la-revolucion-del-quebracho-la-garantia.html
Esta revolución se inicia a fines de marzo de 1886 y culminó
con una profunda derrota. Entre los revolucionarios figuraban, entre otros,
tres futuros presidentes de la República: José Batlle y Ordóñez, Claudio
Williman y Juan Campisteguy. El General
Tajes no cumplió un mensaje cifrado de Máximo Santos de ajusticiar a los
revolucionarios, muy importante para el posterior futuro político del país. La
derrota militar de los revolucionarios fue un gran triunfo en la opinión
pública. El régimen santista fue acorralado con un gran desprestigio en la
visión de la sociedad. El 17 de agosto de 1886 en la entrada del teatro Cibils,
Máximo Santos fue atacado por el
teniente Gregorio Ortiz recibiendo importante lesión en el rostro. El resultado
fue la transición del poder a la oposición liderada por la figura del doctor
José Pedro Ramírez que le presentó las bases y condiciones para llevarla a
cabo: 1) Prensa Libre y derogación de la ley de prensa restrictiva. 2)
Observancia estricta de la Constitución con sucesión regular de los gobiernos.
3) Prohibición de Leyes Forzosas. 4) Modificación en las Jefaturas Políticas.
5) Reorganización financiera y 6) Reposición del personal militar dado de baja
por razones políticas. Luego de un período de transición llevado adelante por
el general Máximo Tajes, el 1ro de marzo de 1890 el doctor Julio Herrera y Obes
asume como presidente de la República. Este primer jefe civil luego del
militarismo tuvo defensores y detractores: José Enrique Rodó lo definió como “
(…) administró con alta honestidad la hacienda pública en el marco de una de
las más críticas y angustiosas situaciones de que haya ejemplo en el
desenvolvimiento económico del país(…) para sus opositores fue
aristocratizante, generador de fraudes electorales, exclusivista con su grupo
denominado colectivista y no cumplir con la coparticipación. Ver: http://profelagrotta.blogspot.com.uy/2010/12/la-influencia-directriz-julio-herrera-y.html
Julio Herrera y Obes empleó la denominada influencia
directriz con convicción, no creía en la capacidad electiva del pueblo sostenía
la importancia de hacer efectiva la necesidad de su intervención en los actos
electorales. En la oposición surge José Batlle y Ordóñez que poniendo su eje
interpretativo en lo económico y social escribe en el diario “El Día” el 9 de
diciembre de 1891: “ Tenemos un país en que la luz es extranjera y privilegiada
en forma de Compañía del Gas, en que el agua se halla en las mismas
condiciones, en forma de Empresa de Aguas Corrientes, en que la locomoción
representada por tranvías, ferrocarriles, vapores es también extranjera, etc. ¿
a qué continuar? Todo es extranjero y privilegiado o tiende a serlo. Y de esta
manera, si en el régimen político hemos destruido el sistema colonial, no lo
hemos destruido en la industria, en el comercio. El hecho es que una inmensa
parte de las riquezas del país se van. Los productores de la riqueza trabajan
en el país, pero no para el país y sus habitantes. Sus industrias son como esas
pesquerías que se establecen en las costas de las islas desiertas. Cargan todo
lo que pueden y levan anclas” Lentamente el viejo liberalismo estaba virando hacia
un progresismo reformista intervencionista e industrializador. Ver: http://profelagrotta.blogspot.com.uy/2015/06/buscando-el-batllismo-algunas-de-sus.html
La usina de ideas, las propuestas de avanzada y la
concepción de que una reforma lleva a la otra es la que el batllismo actual,
deprimido y encerrado en su historia, debería asumir.
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