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miércoles, 19 de junio de 2019

Dr. Emilio Frugoni. Breve crónica de su actuación.


Dr. Emilio Frugoni. Breve crónica de su actuación.


 Emilio Frugoni (1880-1969), fundador del primer partido político de la izquierda uruguaya (PS), y su vocero en el Parlamento, a partir de febrero de 1911.

En el momento de tomar juramento  por segunda vez como presidente el Dr. Gabriel Terra, y ante los aplausos de sus seguidores .Cuando se cumplía el juramento y Terra solemnemente declaraba:” Yo, Gabriel Terra, juro por mi honor…..” una voz tronó: “Ese juramento no tiene valor, porque ese hombre ha demostrado que no cumple lo que jura” 


El legislador Frugoni dijo lo que muchos uruguayo hubiesen dicho y por eso fue sacado por la fuerza del recinto. Esta anécdota lo define en su forma de pensar y ver la política.
El gran trabajo de Luis Casal Beck publicado en www.republica.com.uy/frugoni-primer-diputado-del-socialismo-uruguayo/ lo tomo como eje conceptual de esta crónica respetando absolutamente todo su artículo y citándolo como corresponde.

“En1904, se formó el Centro Socialista “1 de mayo”. A partir de ese momento, la acción y difusión del pensamiento socialista cobraría mayor fuerza (en Montevideo).
Frugoni entendía la lucha política desde su visión marxista filosófica defendiéndolo como el ideal para lograr la felicidad colectiva pero con la Democracia como el marco imprescindible para lograr llevar adelante su proyecto político. Fue, además un intelectual que combinaba como sugiere Lincoln Maiztegui el concepto de “Doctor” del siglo XIX con el de caudillo oriental generando por eso grandes adhesiones y grandes polémicas. Sin entender a Frugoni no se puede entender el complejo derrotero del Socialismo en nuestro país. Como tantos inmigrantes que construyeron nuestra sociedad, Emilio Frugoni creció en una familia de trabajo pero amantes de la cultura y las letras. Tuvo un padre colorado, una madre blanca y convivía con el anticlericalismo paterno y la religiosidad militante de su madre. Como todo inmigrante italiano en aquel período las ideas anarquistas tenían un peso grande. En su juventud como alumno preuniversitario publicó su “Oda al Anarquismo”. Posteriormente se va a vincular al batllismo de la mano de Carlos Manini Rios y de Don Domingo Arena. Participó del la Guerra Civil de 1904 alcanzando el grado de teniente. Poco después funda conjuntamente con otros jóvenes de la época el Centro Socialista Carlos Marx en 1905, llegando a ser el directo de su publicación El Socialista. Se vinculó a las luchas obreras que el batllismo desde el gobierno apoyaba en forma crítica, pero abiertamente desde EL Día, diario batllista que tenía múltiples artículos sobre el “obrerismo”. Resistió a pie firme la política muy dura del Comisario West durante la presidencia de Claudio Williman estando como consecuencia detenido en la cárcel durante casi un mes. En 1910 se unen los dos grandes centros socialistas dando origen al Partido Socialista del Uruguay siendo Emilio Frugoni su primer  secretario general. Su mayor preocupación era no convertir al Partid Socialista en el furgón de cola del Reformismo batllista. Su concepto era desde la política acelerar los cambios sociales del batllismo como cuando sostuvo “ La ley de 8 horas estuvo estancada seis años en el Senado batllista, la del trabajo de las mujeres lleva 15 años de estancamiento…”

En diciembre de dicho año, Emilio Frugoni hizo su “profesión de fe socialista” en conferencia realizada en el Teatro Stella d´Italia. Por su talento y sus virtudes oratorias, Frugoni se constituyó en el eje de aquel movimiento”, recuerdan Germán D´Elía y Armando Miraldi en su “Historia del movimiento obrero en el Uruguay. Desde sus orígenes hasta 1930” (EBO, 1984). Este ensayo, está dedicado “a los protagonistas anónimos de esta historia”; y a “Emilio Frugoni, abanderado de la justicia social”.
En uno de los “Cuadernos de Marcha” (el 41, de setiembre de 1970), dedicado a estudiar el pensamiento y la acción pública de Frugoni, Eduardo Jaurena -uno de sus colaboradores mas cercanos, que estuvo en la fundación del Frente Amplio (1971) y ocupó una banca de diputado-, señaló que este figura consular de la izquierda uruguaya nació en Montevideo en el seno “de una familia burguesa y católica” el 30 de marzo de 1880. Inicialmente simpatizó con los anarquistas; después acompañó la gestión del gobierno de José Batlle y Ordoñez, hasta que, se convirtió al socialismo.Poeta (su primer libro, “bajo tu ventana”, fue publicado en 1900), profesor de literatura en Enseñanza Secundaria (1908-1910), abogado (1910), en las elecciones de aquel 1910, en una coyuntura política que parecía muy favorable (abstensión de los blancos), los socialistas y los liberales progresistas (entre los que se encontraba nuestro filosofo Carlos Vaz Ferreira), presentaron una lista a diputados en Montevideo. Les fue muy bien. Conquistaron dos bancas que ocuparon Pedro Díaz, por los liberales; y Frugoni, por los socialistas. De este modo, el doctor Emilio Frugoni se convirtió a partir del 15 de febrero de 1911, en el primer parlamentario de la izquierda El Partido Socialista realizará su primer congreso en agosto de 1912. En ese momento, estaba organizada en seis seis centros, y tenía 368 afiliados, según la investigación de D´Elía y Miraldi.
Como señaló Carlos Quijano, “Frugoni fue, de la adolescencia a la vejez, socialista” (. Durante 70 años, estuvo en distintos escenarios: liderando a su partido, en el Parlamento durante 16 años como diputado por Montevideo  (1911-1914; 1920-1921; 1929-1932; 1934-1938; 1938-1942), en su condición de Constituyente (1916-1917), ejerciendo la docencia universitaria (fundador de la cátedra de Legislación del Trabajo y Previsión Social, 1916-1933); como decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (1932-1933), dirigiendo periódicos (como “El Socialista”, “El Sol”), escribiendo ensayos de significación (como “Génesis, esencia y fundamentos del socialismo”, de dos tomos y casi 900 páginas, 1945). En 1921, Frugoni, discrepante con la mayoría del PS, que adhirió a la Tercera Internacional, y pasó a denominarse Partido Comunista-, se alejó y renunció a su banca. Después, refundó el PS, del cual volvió a ser secretario general, como en la primera época. Retornó al Parlamento en 1929. Cuando la dictadura terrista, de marzo de 1933, Frugoni, que era decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales “acompañado de universitarios y obreros (la enfrentó) en la casa que simbolizaba el culto de la ley”, como señaló Roberto Ibañez “una resistencia ejemplar, pero inútil”, añadió. Preso, fue conducido al Cuartel de Bomberos, -desde donde Terra condujo la ruptura institucional-, y después vivió en el “destierro”,   en Buenos Aires (1933-1934).  Escribió entonces: “La revolución del machete” (proceso de la dictadura de Terra y el régimen de marzo), publicado por la editorial Claridad de la capital argentina. En 1934, resultó electo diputado, regresó a Montevideo, y en la sesión de la Asamblea General del 5 de junio de 1934, Frugoni descalificó al dictador. La versión tarigrafica oficial, dice:
“*-(entran a sala de sesiones los doctores Gabriel Terra y Alfredo Navarro. Grandes aplausos y vivas a Terra)
-Señor Frugoni: viva la democracia!
(Murmullos. Interrupciones. Campana de orden)
-Señor presidente: invito al señor presidente electo doctor Gabriel Terra a formular el compromiso constitucional
-Señor Terra: Yo, Gabriel Terra, me comprometo por mi honor a desempeñar lealmente el cargo que se me ha confiado y a guardar y defender la Constitución de la Republica.
(aplausos en sala)
-Señor Frugoni: ese juramento no tiene valor…
(voces de protesta. Murmullos. Campana de orden. Vivas al presidente Terra)
(interrupción del señor representante Frugoni)
(se produce un tumulto y se obliga al señor representante Frugoni a retirarse de sala)”

El Cuaderno de Marcha de setiembre de 1970, recuerda que de esta versión oficial fueron suprimidas estas palabras de Frugoni: “porque el doctor Terra ha demostrado que no cumple con lo que jura. Perjuro!”. En relación al retiro de sala del diputado socialista, añade: “Frugoni, luego de ser brutalmente golpeado, fue sacado por la fuerza de la Asamblea General”. “Vivió siempre en la mas absoluta austeridad”, recordaba Jaurena en “Marcha”. “Jamás manejó dinero ni tuvo más sentido de la propiedad que el de la pluma con la que escribía, el de sus papeles y el de sus libros. A estos últimos (“sus amigos sin falla”), los donó para financiar con su venta, la última campaña electoral en que participó (1966)”. Entre 1944 y 1946, Frugoni fue ministro plenipotenciario en la Unión Soviética, publicando con posterioridad “La Esfinge roja” (1948) “La explotación de un hombre por otro y de una clase por otra, no puede ser reemplazada por la explotación de todos los trabajadores por un solo patrón, el estado omnipotente, conculcador de los derechos esenciales”, aseveró, reafirmando otra cosmogonía en relación a la construcción del socialismo. .En 1958, Frugoni encabezó la lista al gobierno colegiado por el PS. En esa elección, su partido tuvo 35.476 votos; un senador (José Pedro Cardoso); tres diputados (Vivian Trías, Arturo J Dubra, Germán D´Elía). En 1962, discrepó con una alianza impulsada por la corriente mayoritaria del PS (Trías-Cardoso), que creó la Unión Popular (un gran fracaso electoral, que desató una fuerte crisis). En Salto, Frugoni creó un grupo afín a su pensamiento (Movimiento Socialista, MS); y en las elecciones siguientes (1966), las dos vertientes (la socialdemócrata, la Izquierda Nacional) midieron sus fuerzas: Cardoso y Trias alcanzaron los 7.892 votos, y el MS de Frugoni, 3.646. En aquel 1966, Frugoni envió una carta a la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, FEUU (9/6/1966), reclamando una ley de amnistía para Raúl Sendic, un exdirigente socialista que tras la crisis de 1962, animó otras formas de acción política (los Tupamaros).
“Ignoro, donde se halla a estas horas, Raul Sendic. –señaló-, Sé, eso sí, que allí donde se encuentre, está sufriendo las mayores privaciones; que ha debido interrumpir la lucha por los trabajadores en cuya defensa ha ennoblecido su vida (…) sé, además, que (…) no es un delincuente, sino un luchador social  abnegado, aún en el error”. En 1967, el PS y otras organizaciones políticas fueron ilegalizadas por Pacheco Areco, y su prensa (El Sol), silenciada. Frugoni, “transformó su propio hogar, en sede clandestina de sus compañeros”, recordaba Jaurena. El 28 de agosto de 1969, a los 89 años, murió. Sus compañeros querían velarlos en la Casa del Pueblo, que estaba cerrada. Esto no fue autorizado por el gobierno.  El dirigente  socialista, José Pedro Cardoso, solicitó a un juez, la autorización respectiva. Pero antes que esta llegara, sobre las cuatro de la tarde del día 29, sus compañeros, junto a legisladores como el batllista Luis Hierro Gambardella, ingresaron, en actitud desafiantes, el féretro en la histórica casona de los socialistas uruguayos de la calle Soriano (Montevideo), y le rindieron su homenaje. Después, Frugoni fue velado en la Universidad de la República, y sepultado, al día siguiente, por la mañana, en el cementerio del Buceo. Como dijo Quijano, en “Marcha”: “maestro de vida y maestro de esperanzas, nos enseñó con su ejemplo a preservar sin triunfar (…) Murió en horas sombrías. Antes del alba. Cuando ésta llegue –y llegará sin duda-, suya será también, como de cuantos vivieron y murieron, para que la patria, fuera de todos”
El homenaje de Carlos Quijano, en “Marcha”
Militó 70 años sin flaquezas  por una sociedad socialista
“La ciudad futura, cuyas características aparecen todavía confusas, será socialista y, nosotros, los subdesarrollados, “el más débil eslabón de la cadena”, tenemos gloriosa misión de ser vanguardia de la revolución inevitable. El imperio, caerá, corroído por sus contradicciones internas pero, sobre todo por los ataques de la insurrección mundial de nuestras patrias proletarias, los “nuevos bárbaros”, que agravarán esas contradicciones, hasta hacerlas estallar.
Si, para comprender a Frugoni, para valorar lo que fue su larga, heroico, sacrificado andar, su limpia y ejemplar vida sin flaquezas, será preciso reconstruir el proceso de esos sesenta años (de vida política), por donde transita su lucha, en un país que pierde sus mitos, ve derrumbarse sus estructuras, en un mundo siempre ajeno y cada vez menos ancho, donde una civilización despótica que niega al hombre, se hunde en la decadencia.
Se débil barca  que atravesó tantas tormentas, tuvo siempre el mismo rumbo. Frugoni fue, de la adolescencia a la vejez, socialista. Y bien poco o nada significan frente a esta verdad fundamental e irrecusable, las discrepancias tácticas y los matices teóricos. Los desencuentros en la praxis, y las oposiciones en la interpretación.
Fue del alba a la noche y de los pies a la cabeza, socialista, y como tal, frente a la anarquía, la alienación, el afán de lucro, la servidumbre y la explotación, vicios congénitos del capitalismo, postuló la propiedad colectiva de los medios de producción, para exigirle a cada uno de acuerdo con su capacidad y retribuirlo primero, de acuerdo con su trabajo y después de acuerdo con sus necesidades. También él, como el Che (Guevara), tenía una imagen esperanzada del “hombre nuevo”, el hombre liberado por el socialismo.
En su inmisericordiosa soledad, cuando la noche se echó sobre él, esta imagen no debió abandonarlo. Fue su compañera. Sí, el afán no había sido en vano; el sueño no había sido sólo sueño, cristal de agua roto por los cascos de corceles desbocados; las gritas y los ecos no acallarían a las voces. A diferencia de nuestro señor don Quijote, no invocó en su lecho de muerte, antes de entrar para siempre en la paz, a la cordura. ¿Cómo invocarla si su cruz había sido ser cuerdo cuando los más enloquecían, cuando los fantoches que le tocó apostrofar y combatir, simulaban cordura para ocultar su vaciedad, disimular su estulticia, decorar sus tristes ambiciones?.
Nadie puede quitarle a Frugoni su honroso puesto en la historia del continente, en la historia del país, en la historia del socialismo.
Maestro de vida y maestro de esperanza, nos enseñó con su ejemplo a preservar sin triunfar; la virtud del orgullo, y el valor de la modestia. Nos enseñó también que el marxismo –materialismo histórico y materialismo dialéctico-, es el único humanismo fecundo y el más alto idealismo. Y nos reveló como el amor a la tierra y a su pueblo, puede ser llaga y alegría.
Murió en horas sombrías. Antes del alba. Cuando ésta llegue –y llegará sin duda-, suya será también, como de cuantos vivieron y murieron, para que la patria fuera de todos”
(“Marcha”, 5 de febrero de 1971. Fuente: Cámara de Representantes, Obras de Carlos Quijano, volumen seis, “Cultura, personalidades, mensajes”, junio de 1992).” www.republica.com.uy/frugoni-primer-diputado-del-socialismo-uruguayo/



A modo de conclusión:
La vida intelectual e ideológica del Dr. Frugoni podría sintetizarse en estas palabras que escribió  a raíz de su regreso a Montevideo: “La Unión Soviética no es para mí una esperanza (como parece serlo para usted) porque la juzgo una trágica desviación hacia formas de tiranía política que para el mundo occidental constituyen un retroceso. Sin desconocer las realizaciones que en diversos órdenes pueden admirarse, mi juicio sobre la realidad y entraña política del comunismo soviético, es ése. Y para mí, en quien la sensibilidad política o cívica es preponderante, es eso lo que más cuenta, porque en la vida orgánica de una nación todo el resto es literatura, como diría aquél que sabemos”(…) “En efecto, la democracia política —que allí no existe—, es la policía de todos los derechos humanos. Sin ella la justicia social o económica es una dádiva que sólo depende de quien la otorga, si es que puede haber justicia en arrebatarle a un pueblo sus bienes más sagrados, que son sus libertades públicas y los derechos del espíritu. Esas libertades y esos derechos que vigilan y defienden las conquistas alcanzadas por el hombre en cualquier terreno y las consagran como patrimonio inalienable. Puede decirse que para el pueblo ruso la ausencia de tales libertades no constituye una pérdida —porque nunca gozó de ellas—, y eso explica la adaptación o resignación de las grandes masas a los métodos de la dictadura soviética. Sea como fuere, haber implantado el régimen comunista en Rusia fue un error histórico, si se quiere explicable y con atenuantes. Pero intentar extender ese régimen a países que, como Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Italia, Suiza, Suecia, Uruguay, han incorporado a su vida las normas y los principios liberales de la democracia política, y aun a los que, sin habérselos incorporado efectivamente, han entrado ya, bien o mal, en las vías que conducen a ellos, es retroceder a sabiendas; es abandonar, arrojar por la borda adquisiciones institucionales que son reales y sagradas conquistas humanas”.  En 1894 los socialistas crearon el primer centro socialista; en 1895 fundaron su primer gremio importante, la Asociación de Albañiles de Mutuo Mejoramiento. Desde el inicio debieron competir con los anarquistas y ya en el siglo XX tuvieron un adversario más problemático: el batllismo. Vieron frustradas sus intenciones fundadoras varias veces. En 1901 se presentaron a las elecciones municipales liderados por Álvaro Armando Vasseur, sin mayor suerte. En 1904 vivieron su primer relevo generacional importante con la Profesión de fe socialista, de Emilio Frugoni, que desde ese año hasta su muerte fue la figura más destacada del socialismo. El batllismo ya estaba presente en el escenario político y los socialistas buscaron un acercamiento que terminó mal. En las elecciones de 1905 participaron en coalición con los batllistas sin lograr ningún resultado efectivo. Y en Uruguay, sin presencia en el Estado, la existencia política es imposible. Recién en 1910, con la ayuda de los votos “prestados” por Carlos Manini Ríos, socialistas y liberales entraron en el Parlamento. El batllismo, desde siempre, tuvo por el socialismo “cierta cordial simpatía”, como decía Domingo Arena, y las coincidencias se expresaban en todo sentido, pero especialmente en el programático. 77% de las propuestas del socialismo estaban contenidas en el programa batllista. Así, perfilar una propuesta por izquierda se volvía muy complejo, pues el espacio reformista –ya tradicional en la socialdemocracia europea– estaba ocupado por el reformismo de José Batlle y Ordóñez. A los socialistas sólo les quedaba el extremo del espectro. Por eso, en 1911 se autodefinieron “la extrema izquierda avanzada del Uruguay”, que picaneaba al gobierno para que fuera “más allá” en las reformas que realizaba. http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/Emilio_Frugoni/doku.php?id=documentos
En 1966 se presenta a las elecciones. Con 86 años de edad, Emilio Frugoni escribe una carta reproducida por casi toda la prensa del momento, titulada "Carta sin sobre a los socialistas" en la cual entre otras cosas sostiene "Me doy cuenta que afrontar una campaña electoral es además una aventura económica. Para contribuir a los gastos entregaré el único bien de que puedo disponer, mi biblioteca, a fin de que sea vendida en la forma que se considere más conveniente, si es necesario en subasta pública."
En el año 1967 durante el inicio del  el gobierno de Jorge Pacheco Areco se decreta la clausura de "El Sol", se retira la personería jurídica al Partido Socialista y cierra su sede  la Casa del Pueblo. En ese momento, cuando el poder ejecutivo insinúa la posibilidad de entregar la sede al Movimiento Socialista, Frugoni responde:

" Tenemos clara y definida orientación política. No es esta oportunidad para ventilar discrepancias con las otras fuerzas en el campo de la izquierda ni admitiremos que de ella sea árbitro el Poder Ejecutivo ni ningún otro órgano de gobierno. No aceptaremos ventajas provenientes de medidas represivas ni toleraremos ningún atropello atentatorio contra el ejercicio de derechos esenciales". ((Marcha 22-12-67)
De Frugoni escribió Guillermo Chifflet lo siguiente: "En Emilio Frugoni hubo coherencia, armonía excepcional entre el poeta y el socialista, el militante y el creador, el político y su palabra. Dijo Arturo Ardao que Frugoni resultó ser, a la vez y con profunda unidad, hombre de ciencia, hombre de arte y hombre de acción."

Ver:
Lagrotta, M. Domingo Arena, realidades y utopías. Arca. Montevideo 2010
Maiztegui, L. Caudillos. Planeta, Montevideo. 2011.


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