Los liderazgos políticos y los votantes.
En los Cuadernos de la Cárcel, Gramsci teoriza y concluye que los partidos de izquierda y derecha se van volviendo lentamente congruentes en los diferentes puntos claves de sus programas políticos. Y que casi en forma simultánea y paralela se fragmentan cada cual en sectores y fracciones, con altos componentes de intereses personales más que programáticos o de principios ideológicos. Le quedó claro a Gramsci que la hegemonía o predominancia de uno de esos partidos generaba una lógica que culminaba con el rol hegemónico de uno sobre el otro. Esta situación, sostenía, se volverá en forma categórica en un alejarse de los votantes y por extensión se modificarían los sectores sociales dominantes y que a partir de allí se extendería a toda la sociedad. En nuestro país los partidos
tradicionales a fines del siglo XIX y comienzos del XX fueron dirigidos por liderazgos notables en conocimiento y visión política y que a su vez aglutinaban un gran apoyo popular. Policlasistas por definición y acción, la confrontación binaria se mantuvo durante dos tercios del siglo XX y esa longevidad electoral se entiende por las raíces históricas profundas que le daban legitimidad pasional a sus votantes. La visión marxista inicialmente socialista y anarquista y posteriormente comunista tuvo grandes problemas de crecimiento electoral en sus inicios, sin embargo las variables históricas permitieron un crecimiento lento hasta que a partir de la década de 1960 la idea de crear frentes populares con objetivos electorales, por un lado, y revolucionarios por otro fueron cambiando esa lógica vegetativa de crecimiento. Si bien la crisis de los años sesenta puso a prueba el modelo bipartidista y con un gran nivel de adhesiones partidarias, lo quebró un bombardeo de circunstancias multicausales, que podemos resumirla en la pérdida de valores democráticos. En el caso del batllismo podemos ver estos conceptos en las relaciones entro los principales liderazgos de salida de la dictadura y la evolución política a partir de 1985. El Dr. Julio María Sanguinetti forjó una relación política con el Dr. Enrique Tarigo que fue mucho más que un objetivo electoral. Su buscó encarnar los deseo de un pueblo de volver al diálogo, al valor de la justicia, la razón en una discusión franca frente al autoritarismo del gobierno de facto. En realidad fue el viejo batllismo que se encarnó en estos dirigentes, lo social, lo racional, el peso de la ley y la justicia de un modelo democrático que moldeó el sentir de la sociedad. Se logró el objetivo de salida y un primer período de gobierno que honró el lema de campaña "el cambio en paz". Había, además, que mantener la unidad partidaria, sin embargo comenzó un debate interno muy ríspido que solo benefició a los adversarios políticos. El Dr. Jorge Batlle se sentía, y con justicia, que era su turno luego de haberle cedido al Dr. Sanguinetti su lugar por la proscripción y aspectos determinantes de elección interna y modelo de salida de la dictadura. En un programa televisivo político se le consulta al Dr. Sanguinetti sus preferencias en la designación del candidato partidario a la Presidencia de la República y dio razones contundentes de apoyo al Dr. Tarigo. En definitiva la elección interna, con la lógica intromisión de ajenos a la misma pero con claros intereses políticos, se convirtió en una desgarrante pulseada entre "indios" y "caciques" al decir del Dr. Batlle. Ganó Batlle. El Partido Colorado dividido , con un frentismo en crecimiento electoral, la fuerza que mostraba el herrrista Dr. Luis Alberto Lacalle presagiaba una derrota electoral. Cosa que ocurrió. La verdad es que desde la salida democrática hasta la actualidad el batllismo fue perdiendo peso electoral dentro del Partido Colorado. Sin embargo sus ideas y realizaciones siguen formando una parte muy grande del sentir del votante en muy diferentes partidos. No quedan dudas, entonces, que la fuga de votos empiezan con el disgusto de viejos batllistas que no comprendieron la dinámica política que llevaría a perder la elección. En un reduccionismo simple, el debate y ruptura del 66, las internas que ganó el Dr. Batlle y la Crisis del 2002 tienen, injustamente, al batllismo postergado electoralmente.Ver:
Alfonso, A. Los dos demonios. Planeta Montevideo 2012.
Caetano, G. Y otros. Historia del Uruguay contemporáneo. FCU 1995.
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