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sábado, 19 de noviembre de 2022

El batllismo y su lucha por la Ley de Ocho Horas.





Todos los años por estas fechas surgen edulcorados discursos sobre el rol avancista del batllismo en la legislación social. No olvidemos que el festejo de algunos logros del batllismo lo realizó el Frente Amplio o el Movimiento Sindical. Pienso que la distancia profunda que tiene el batllismo con la sociedad es el olvido de aquellos hombres que pensaban solucionar problemas que la sociedad aun no había percibido. Hoy deberían proponer los técnicos batllistas proponer una modernización profunda de la jornada laboral y el mundo del trabajo. De acuerdo a las nuevas necesidades y proyecciones de trabajos, servicios y productividad. Con eso se cierra un círculo: Educación, Jubilaciones, Trabajo. Solo será posible si pensamos en el futuro, y no en las próximas elecciones, cuya proyección no son nada optimistas, por ahora. En 1894 Batlle coincide y saluda a las primeras huelgas en nuestro país. Paralelamente denuncia que los empresarios se guardaban a través de los salarios

horas no pagas en su beneficio y que esa diferencia aumentaba las ganancias de accionistas, banqueros y dueños de empresas. En una nota en "El Día" en 3 de enero de 1896 Batlle sostenía: (...)Queremos que el salario del hombre de trabajo se mida, no no por el valor de lo que es absolutamente indispensable para la subsistencia de éste, sino por el valor de su trabajo; queremos que si produce por valor de 50 pesos al mes, gane 50 que es lo que produce, y no 30 que es lo que necesita par vivir; queremos sacar esa diferencia de 20 pesos de las manos del empresario para volverla a las manos del obrero a quién pertenece de derecho. Y ese es el objeto de la organización de las huelgas y de sus exigencias" Una década más adelante el 21 de diciembre de 1906, Batlle envía al parlamento su proyecto sobre jornada obrera legal de ocho horas y descanso semanal obligatorio. Desde ese momento las fuerzas conservadoras se hacen cada vez más resistentes. Las mayores luchas fueron en las empresas ferrocarrileras, los tranvías y los frigoríficos. No es extraño que sea en esas áreas donde don Pepe intentará controlarlas a treves de nacionalizaciones y estatizaciones. La realidad que esta ley tendrá por delante nueva largos años para hacerse efectiva. En 1907 Batlle termina su mandato y los sucede en el cargo el Dr. Claudio Williman, profesor de Física en la Universidad de Montevideo, el proyecto dormirá todo su período en algún cajón del parlamento. El 26 de junio de 1911, Batlle envía un nuevo Proyecto de Ley, de jornada máxima de ocho horas de trabajo y de descanso semanal obligatorio. Con las firmas de Batlle y el Ministro de Gobierno don Claudio Williman, incluyendo un artículo específico  para la mujer  que ha estado de parto un descanso de cuatro semanas. " Considera el Poder Ejecutivo menos expuesto a error el aceptar como una aspiración, no excesiva, de todo hombre, la de disponer cotidianamente de ocho horas para el sueño y el reposo, y de ocho horas para ocuparse de sí mismo, de su familia, de sus amigos, de su país y del mundo en que vive. El resto del tiempo correspondería al trabajo" Retomado el tema comienza nuevamente un gran debate. La realidad es que don Pepe culmina su segundo período y la lucha por las ocho horas continúa. Hacia 1917 se anuncia que la ley será sancionada. La respuesta de los sectores económicos dominantes fue tajante: habrá reducción salarial. Los trabajadores van a la huelga en defensa de la Ley y del salario. Las cámaras empresariales solicitan al Presidente Feliciano Viera aplazar la aplicación de la Ley hasta seis meses después de culminada la Primera Guerra Mundial. Sin embargo y como era previsible el Presidente Viera rechaza de plano el pedido y puso el cúmplase a la Ley. Entró en vigencia el 16 de febrero de 1916. La lucha ya no está en el parlamento será en la calle. Los empresarios toman postura contra la ley. El debate se sigue con interés desde el exterior el 17 de febrero de 1916 el diario "La Vanguardia " de Buenos Aires sostenía: "Esta ley cuya sanción fue muy costosa y provocó grandes debates, es motivo ahora de una violenta oposición de parte de las empresas capitalistas, de la prensa nacionalista y anticolegialista, y apoyada también por una campaña de descrédito por la casi toralidad de nuestros diarios que ven en esta ley una obra de jacobinos" El día 26 se dio por terminado el debate, los obreros vuelven al trabajo con el nuevo marco legal. La prédica de "El Día" y los obreros había triunfado. Hay antecedentes históricos que sin duda las corrientes inmigratorias en nuestro país, la mayoría de anarquistas mediterráneos traían consigo experiencias de luchas similares. El empresario británico Robert Owen, uno de los grandes referentes del socialismo utópico optó por dar un importante paso en los derechos del trabajador. Así, en 1810 estableció que sus trabajadores desarrollasen una jornada laboral diaria de 10 horas. Sin embargo, Owen decidió seguir profundizando y mejoró las condiciones laborales de sus trabajadores, dejando la jornada laboral en 8 horas diarias. De hecho, Owen proclamó que el día debía distribuirse en 8 horas para trabajar, 8 horas para descansar y  otras 8 horas de ocio. Así pues, los trabajadores, se sintieron muy atraídos por las propuestas de Robert Owen. Progresivamente, se regularon las jornadas de trabajo, dejándolas en Gran Bretaña en 10 horas diarias en el año 1847. Un año después, Francia estableció la jornada laboral de sus trabajadores en un máximo de 12 horas. Comienzan las luchas por las unidades y los nacionalismos que van a expulsar a nuevos destinos a importantes masas de obreros y campesinos que sin duda nutrieron nuestra visión liberal-social que encarnó en el batllismo hasta mediados de la década de 1950. Un ejemplo muy claro lo encontramos en Don Domingo Arena. Así, la Revolución rusa de 1917 reconocía como derecho del trabajador un máximo diario de trabajo de 8 horas, mientras que el Tratado de Versalles imponía una cláusula que obligaba a establecer 8 horas diarias de trabajo. Más aún, en 1919, la Organización Internacional del Trabajo incluyó un límite del tiempo de trabajo de 8 horas diarias y 48 semanales. Sería deseable que el laboratorio social del batllismo, planifique, diseñe y proponga la jornada laboral de seis horas en determinadas áreas, lo que daría mayor retorno por el consumo del tiempo libre y horas disponibles laborales en un universo en cambio permanente.

Ver:

Rodríguez Fabregat, E. Batlle y Ordóñez, el Reformador. Claridad. Buenos Aires. 1942.

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