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sábado, 11 de agosto de 2012

José Batlle y Ordóñez por Enrique Rodriguez Fabregat.

José Batlle y Ordóñez 
por Enrique Rodriguez Fabregat.


Hacia la Primera Presidencia.

Batlle será presidente.

En su caso, ya no se trata de una pugna entre candidatos. Eso pertence al capítulo demasiado grande de la política demasiado menuda. En esta ocasión es diferente. Batlle es el hombre de la nueva fe. Su presencia en la lucha significa dos cosas nuevas, fundamentales: Batlle concreta en sí mismo una gran esperanza no cumplida a través de 73 años de independencia. Y Batlle cree en el hombre del pueblo, en el hombre de la multitud, en el hombre que fuera hasta entonces apenas número en la vida nacional.
Estos dos elementos son inseparables de su individualidad. No verlos, significa no ver a Batlle, ni interpretar su tiempo ni comprender su obra.
Creer en el hombre del pueblo vale, primero como una revelación; vale, segundo, como una revolución. Cuando esto se plantea y se afirma así, viene a ocupar un lugar secundario, apenas adjetivo, apenas circunstancial, todo lo que se reducía hasta ahora a lucha de candidatos, de grupos solo diferenciados por las divisas de sus candidatos.
Batlle cree en el hombre del pueblo. Ese es el dogma de su nueva fe.
La lucha, el choque, es entre este "concepto" y lo demás; entre esta "idea" y todo lo demás; entre este elemento de germinación y la esterilidad de los personalismos (...)¿Qué ha sido gobernar hasta 1903? No se nos venga conque si hubo tantas vacas y se exportaron tantos kilos. Eso es más de las vacas que de los hombres. El problema es otro. La acción de goberanr es la que surge sustantivamente de esos elementos para devenir como hecho social.
Hasta Batlle, la crónica de las presidencias no pasa de las revoluciones, sus motines, sus levantamientos, las intervenciones sufridas, los prestamos, las deudas.
Con Batlle, la crónica es la de las reformas sociales, la de la transformación económica del país, la de su soberanía intacta, la de su dignificación política, la del más alto nivel cultural, la de más alta estima del ser humano. Ver. Enrique Rodriguez Fabregat. José Batlle y Ordóñez: El Reformador.Páginas 293-294 Editorial Claridad Buenos Aires. 1940

Nota:Enrique Rodríguez Fabregat. Abuelo de mi Señora Salomé Rodriguez (11 de noviembre de 1895 - 19 de noviembre de 1976), maestro, escritor, periodista y político uruguayo.

Militante del Partido Colorado, fue diputado, senador, Ministro de Instrucción Pública en la época de José Batlle y Ordóñez. Debió exiliarse a raíz de la dictadura de Terra.
Tuvo destacada actuación diplomática. Fue embajador de Uruguay ante México y Austria, ámbito en el que corredactó con Gabriela Mistral la Tabla de los Derechos de la Niñez, base para la creación de UNICEF. En su rol de delegado ante la Organización de las Naciones Unidas, integró la Comisión Investigadora de las Naciones Unidas para Palestina, donde colaboraron con él Oscar Secco Ellauri y Edmundo Sisto; su aporte fue fundamental para el establecimiento del Estado de Israel.
Tuvo también destacada actuación periodística, en el diario La Razón y como colaborador en varias revistas.
En 1971, participó en la fundación del Frente Amplio, integrando una lista con otros políticos de extracción batllista como Zelmar Michelini y Alba Roballo. En 1973 debió exiliarse nuevamente, esta vez en Buenos Aires, donde trabajó en la agencia Prensa Latina.
En 2001, una escuela de San José de Mayo fue bautizada con su nombre.

Ideología de Batlle. Comentario muy breve del libro de Antonio M. Grompone. Miguel Lagrotta.

A propósito de la re edición del libro "Ideología de Batlle" de Antonio M. Grompone.(Arca, agosto 2012)

José Batlle y Ordóñez fue un gobernante que llevó adelante la más profunda transformación del gobierno y la administración pública. Esto fue determinante en la evolución económica y social de gran progreso colectivo. Desde el punto de vista ideológico motivó al Partido Colorado a sostener su acción en las afirmaciones de justicia social, de desarrollo institucional originando pasiones que en la fuerza de los debates renovaron a la sociedad.
Se destacan tres aspectos del pensamiento de Batlle:
a)Sus características personales, b) las condiciones del medio político y social y c) las líneas doctrinarias de su pensamiento.
El batllismo surge espontáneamente y no como sistema y menos como un dogma con principios "que deben ser interpretados en forma más o menos fiel para aplicarlos sin traicionar a quién los formuló"
Por lo tanto Grompone deduce que "el batllismo es, pues,una tendencia colectiva que se expresa especialmente a través de la mentalidad de un hombre excepcional que da la solución adecuada a cada problema histórico y encauza la voluntad nacional en un sentido bien definido.
En definitiva el batllismo es el estado emocional que mantiene aferrados a sus tendencias a una enorme cantidad de hombres que son batllistas por el sentimiento de vincularse a una fuerza superior en valores éticos, morales y de justicia"
Para llegar a concretar estas ideas, Batlle va a afirmar la necesidad de ir resolviendo problemas con un plan pensado racionalmente y con la finalidad de liberar al hombre. Los principios fueron claros:
1) Devolver la soberanía al pueblo y desarrollar la pureza del sufragio.
2) Eliminar la explotación en todo sentido del hombre por el hombre.
3)Independizar económicamente al país.
4)Hacer de las obras públicas instrumentos de mejora e independencia colectiva.
5)Dar a la función de gobernar el sentido de servicio público y no de privilegio gobernante.
6)Hacer efectiva, eficiente y eficaz la administración pública.
7)Transformar el medio rural con carreteras, caminos, ferrocarriles como objetivo de cambiar económicamente y socialmente al país.
8)Crear un desarrollo cultural de masa mediante la construcción del "hombre nuevo"

Lo esencial en Batlle es el valor de la realización y no en su expresión doctrinaria. Batlle es hombre de acción. Predomina, entonces, el respeto a la personalidad humana, el bienestar colectivo, el mejoramiento social y político. Las soluciones son medios y los problemas que se presentan son derivados del propósito inicial que inspiraban aisladamente las acciones.

El 15 de julio de 1887 Batlle es nombrado jefe político de Lavalleja y su circular a la Policía sostenía:
" Sin dejar d ejercer el derecho de votar que goza Ud. como todo ciudadano, se abstendrá de ejecutar actos que importen amenaza o atropello al derecho electoral y que den margen para que pueda justamente dudarse de la imparcialidad en la lucha del comicio. Así Ud no ejercerá armado sus funciones, ni asistirá a clubes políticos, no se asociará a reuniones que se formen en las cercanías de las mesas electorales, ni tomará parte de los tumultos ni en las acusaciones que se produzcan con motivo de las inscripciones a las votaciones"
Sobre el sentimiento de los partidos tradicionales es posible poner una orientación racional y mostrar así a los hombres la defensa de los ideales, pero acompañadpos por el entusiasmo de los grandes recuerdos del pasado. El fondo emotivo da mayor eficacia a la acción. Se trata de juzgar con un criterio de sensatez este hecho y utilizar desde el punto de vista partidario para encauzarlos en un Partido con contenido ideológico arrancando del pasado y vinculado a la realidad nacional.

Ver: Grompone, Antonio M.. Ideología de Batlle. Arca/ensayo. Montevideo. Segunda edición Julio 2012.

domingo, 5 de agosto de 2012

www.anep.edu.uy/uruguayglobal/fotos/option_media_181.pdf

HISTORIA DE LAS IDEAS DEL URUGUAY
CONTEMPRANEO
RACIONALISMO, LAICISMO Y LIBERALISMO POLÍTICO- Revisión
www.anep.edu.uy/uruguayglobal/fotos/option_media_181.pdf

La Revolución del Quebracho. La garantía de permanencia de los valores liberales. Miguel J. Lagrotta


 La Revolución del Quebracho.
 La garantía de permanencia de los valores liberales.
 Miguel J. Lagrotta


Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida.
Miguel de Cervantes Saavedra



“Éramos revolucionarios y como tales escrupulosamente vigilados(…)eran las cinco de la tarde y tras seis horas de combate contra los cinco mil soldados del gobierno que constituían la vanguardia del gobierno, no quedaba ya de aquella revolución en que el país cifraba su esperanza más que un puñado de valientes extenuados, rendidos, muertos de sueño, de hambre, de sed y de fatiga, sin jefe, sin dirección, sin esperanza. La metralla enemiga tronó furiosa en el llano, la mitad de aquellos hombres valientes cayeron(…) la Revolución había muerto. La patria volvía  a vestir de luto….”


El Uruguay es un país donde florece el conocimiento, de la mano del amor por la libertad, encontramos con mucha facilidad reflexiones profundas, metáforas, utopías  a lo largo de su Historia y mucha acción en momentos claves. Esos momentos son, constantemente, cuando algunos modelos hegemónicos tratan de arrebatarnos nuestra razón de ser uruguayos, la libertad, la tolerancia y el respeto a la opinión y acción ajena y cuando no es realizado de acuerdo a las normas comenzadas con la gesta artiguista.

 Victor Arreguini, testigo del episodio que prologamos, sostiene: “El Pueblo Oriental, en medio de sus luchas o en medio de sus horas de reposo, siempre ha perseguido la libertad como un ideal, y siempre la ha visto lejos, como una cosa imposible de alcanzar. En sus momentos de prueba ha soñado ser libre, y ha mostrado al mundo que no ha nacido para ser esclavo el pueblo que puede dar en holocausto a la libertad un héroe o un mártir en cada ciudadano…” Vencida la revolución del Quebracho, sus ideales viven aún hoy cuando individuos de distintas filiaciones políticas, librepensadores, agnósticos, religiosos y ateos conviven en el principio de la libertad y el respeto a sus principios pero luchando desde cada lugar contra modelos que buscan imponer otros conceptos. Ayer como hoy, el acercamiento de los bandos, y la colaboración cívica dan garantía de que el respeto a los ideales defendidos en el Quebracho siguen vigentes.

La verdad es que entre 1880 y 1886 hubo muchos levantamientos armados como los del Coronel Caraballo en Salto y También de Simón Martínez. Esto implica que el gobierno de Máximo Santos no tenía descanso ni paz, el sentimiento de paz republicana imperaba y conspiraba durante su gobierno. Máximo Santos desarrolla su proceso hegemónico, multiplica espías, aumenta los efectivos del ejército y la policía en desmedro de los ciudadanos liberales.
Los ciudadanos independientes, liberales, universitarios, católicos y constitucionalistas no toleran estas actitudes y menos aún el quedarse quietos ante el atropello santista.
La Revolución se organiza, entonces, con hombres, recursos y participantes de las más distintas procedencias. La revolución será vencida en el Quebracho. Colorados, Blancos, Constitucionalistas, liberales, individuos de a pie y eminentes universitarios son derrotados en un gigantesco esfuerzo para derrotar el proyecto y modelo santista de poder.
El régimen de Santos había enviado al exilio a muchos compatriotas que en Buenos Aires encontraron un espacio favorable para el desarrollo de su actividad revolucionaria. Esta actividad se realiza a la vista de todos, se preparan y entrenan soldados, se reparten grados y cargos, se distribuyen tareas, responsabilidades y equipos. Los Generales Enrique Castro y José M. Arredondo se ponen de acuerdo el 24 de enero de 1886 y luego convocan a ciudadanos “como miembros de diversas facciones políticas que han tomado parte  de la preparación de la grande obra patriótica cuya realización va a iniciarse” y se toman los siguientes principios para luego de la toma del poder: “(…) el Gobierno Provisorio tendrá todas las facultades necesarias para la administración y reconstrucción del País, sin más limitación que la de los artículos 110 a 147 de la Constitución de la República y la adopción de medidas que permitan la legalidad del sufragio.

Las bases del movimiento revolucionario eran:
1)     La Patria es de todos.
2)     Todos tiene derecho a compartir los poderes públicos
3)     Restitución al país del respeto a las normas constitucionales.
4)     Convocatoria a elecciones generales
5)     El Gobierno provisorio será ejercido por los generales Enrique Castro, Lorenzo Batlle y José M. Arredondo

“…Esas medidas deben buscarse preferentemente en la leal aplicación de los principios que sirven de base al movimiento revolucionario y que han hecho posible la aproximación de los partidos, proclamando(…) que la patria es de todos y que todos tienen derecho a compartir las funciones de los poderes públicos.”
(Carta orgánica de la Revolución del Quebracho suscrita en Buenos Aires el 27 de enero de 1886 por los ciudadanos Enrique Castro, José M. Arredondo, Lorenzo Batlle, Juan José de Herrera, Juan A, Vázquez, Gonzalo Ramírez, Martín Aguirre y Carlos Gaudencio)

En el año 1885 el desgaste del régimen del Gral. Santos era evidente. Se suman revueltas, denuncias de corrupción y el personalismo del propio Santos. Por otro lado existía una profunda restricción a las libertades públicas y la economía del Estado no toleraba más los despilfarros del gobierno. Los opositores eran los nacionalistas, el partido constitucional y ahora se suma el Partido Colorado. Era el momento de que se pueda producir un levantamiento  revolucionario multipartidario por encima de los sectores políticos. En Buenos Aires un comité revolucionario prepara el levantamiento con la esperanza de contar con el apoyo de la opinión pública en nuestro país y se afirmaba, además, por parte del  Gral. León Muñoz(combatiente a los 17 años) que muchos integrantes del ejército estaban comprometidos con el levantamiento, además que eran apoyados o por lo menos tolerados por el gobierno argentino y que contarían, incluso con una batería de artillería.

El comité revolucionario estaba integrado por civiles y militares. Eran sus miembros, los generales Lorenzo Batlle, Enrique Castro y José María Arredondo y los doctores Juan José de Herrera, Juan A. Vázquez, Gonzalo Ramírez y Martín Aguirre, se le debe sumar la figura del coronel Carlos Gaudencio. Se había determinado que en el caso de triunfar, el gobierno provisorio estaría integrado por los generales Lorenzo Batlle, Castro y Arredondo. La jefatura de las fuerzas revolucionarias la obtiene el Gral. Castro quién aseguraba el pasaje a la revolución de sus hermanos el general Gregorio Castro y el coronel Antolín Castro con soldadesca que harían posible el triunfo sin derramamiento de sangre. Suponen, además, que la plana mayor del ejército se plegaría a l movimiento.

Los efectivos de la Revolución fueron distribuidos en la Plana Mayor y  cuatro compañías.La Plana mayor tenía como jefe al teniente coronel Rufino Domínguez y mayoritariamente elementos universitarios: aparece como segundo jefe el sargento mayor Luis Rodríguez Larreta; ayudante mayor Juan Campisteguy; subteniente Claudio Williman; subteniente de bandera Alfredo Vidal y Fuentes; sargento primero Juan Cat. La primera compañía tenía por jefe al capitán José Batlle y Ordóñez, de 30 años y de segundo jefe al teniente primero Dionisio Trillo. De la segunda compañía era jefe el capitán Luis Melian Lafinur, con 36 años figurando en la misma Bernardo Berro, Carlos Travieso, Alfredo Nin Reyes, León Muñoz, Manuel Quintela, Saturnino Alvarez Cortés. La Tercera compañía era jefe el capitán Juan A. Smith y de la cuarta el capitan  Felipe Segundo.

Entre los ciudadanos que intervinieron encontramos a Gonzalo, José Pedro, Octavio y Carlos María Ramírez, Luis Batlle, Eugenio Garzón, Luis Romeo, Javier de Viana y Mateo Magariños. Los revolucionarios fueron transportados desde Buenos Aires por embarcaciones de la Prefectura Marítima Argentina hasta el vapor Litoral con el cual remontan el Río Paraná y se instalan el 22 de febrero de 1886 en las cercanías de Entre Ríos. Se arman con fusiles Remington y se uniformizan  con vestimenta azul con vivos rojos. El 28 de marzo desembarcan en la barra del arroyo Guaviyú. ¡300 hombres con solo 150 caballos. El 31 se produce el enfrentamiento con las tropas del gobierno en las cuchillas de las Puntas de Soto, en las cercanías del Arroyo Quebracho, siendo fácilmente derrotados por los experientes soldados del gobierno que sumaban cinco mil efectivos. El comienzo fue sanguinario siendo los revolucionarios lanceados y sableados por  las caballerías del gobierno. Ante esta situación el Comandante Domínguez se dirige al galope  hacia donde se encuentra el jefe de las fuerzas adversaria Coronel Villar, solicitandole que ponga fin a la matanza de vidas jóvenes y valiosas. El General Máximo Tajes, con su Estado Mayor aparece en el campo de combate y ordena que la garantía de vida era el ser oriental. Tajes ordena “ ¡Cuidado! ¡pena la vida del que atente contra un prisionero!¡El nombre de Oriental debe ser garantía de vida para los vencidos!
Estas instrucciones se las había enviado Santos, en su carácter de General en Jefe de las fuerzas de mar y tierra de la República, para cuyo cargo había sido designado por el Presidente Vidal. El telegrama que había enviado Santos decía: (…)Entre los enemigos, mercenarios en su mayor parte incluso el que los comanda, hay, sin embargo muchos jóvenes orientales, que engañados por su inexperiencia, han ido a ingresar en filas de los traidores a la patria. Venzámosla, si, pero vencida, salvémosla, que la sangre de los orientales es demasiado preciosa para que sea vertida por sus hermanos(…)Recomienda muy particularmente a todas tus tropas que se tenga la mayor consideración con nuestra juventud, que el grito de <soy oriental> sea una coraza invulnerable para el que lo exclame” Te saludo Máximo Santos. Sin embargo, a continuación y en carácter cifrado ordena a Tajes “ Darás en la cabeza sin compasión ninguna a los del comité, a esa canalla de Arredondo, los Ramírez, el Aguirre, los Larreta; si no volveremos a empezar con las mismas dentro de seis meses o un año y es preciso acabar con esto”
El 6 de abril llegan a Montevideo 639 prisioneros siendo alojados los heridos en el Hospital Maciel y el resto en el cuartel del Quinto de Cazadores.
A la mañana siguiente, Santos ordena a los prisioneros formarse en la Plaza de Armas, Santos vestido de Civil saluda a los prisioneros y convoca a Garzón y a Tajes y les informa que están todos los prisioneros en libertad, homenajeando en ellos a Eugenio Garzón y al extinto coronel Francisco Tajes.
Si observamos detenidamente la composición de la conducción de la revolución encontramos:
Ex presidentes: Lorenzo Batlle.
Futuros Presidentes; José Batlle y Ordóñez, Juan Campisteguy y Claudio Williman
Ex rectores de la Universidad: Dres Gonzalo Ramirez y José Pedro Ramírez
Abogados, profesores y estudiantes de la Facultad de Derecho: Carlos María Ramírez, Luis Melián Lafinur, Saturnino Alvarez Cortez, Luis Romeo Burgues, Mateo Magariños Veira.
Médicos: Alfredo Vidal y Fuentes, Manuel Quintela.
Jóvenes estudiantes de derecho: Mario L. Gil, Juan Zorrilla de San Martín, Juan Andrés Vazquez, Juan José Herrera, Teófilo Daniel Gil( uno de los mártires de la Revolución, muere en el Quebracho) Segundo José Posada(otro de los mártires universitarios muere en el quebracho)  Juan Pedro Sampere( Martir universitario fallece en el quebracho) Carlos A. Berro, Salvador T. Milans, Ricardo Julio Areco, Ildefonso García Lagos, Martín Aguirre, Eusebio Conlazo, Aureliano Rodríguez Larreta, Pablo de María, Domingo Aramburu.
Como conclusión podemos afirmar (Luis María Delio Machado) que la Generación del Quebracho fue la generación de jóvenes que, nacidos entre 1850 y 1860, en su mayoría universitarios, ateneístas y antimilitaristas   fueron compañeros de generación de José Batlle y Ordóñez cuya actuación fue destacada por integrantes revolucionarios de filiación blanca. Javier de Viana sostuvo “pocos oficiales fueron más justamente queridos por sus soldados que el teniente Batlle; amigo siempre y ante todo, jamás olvidó que mandaba compañeros y nunca pensó en ser un oficial santista con amplio derecho para apalear soldados, como lo hizo más de uno”
Sin embargo, la revolución derrotada en el campo de batalla, renace victoriosa en la opinión pública y que según Barran fue la revolución de la juventud universitaria del Quebracho,  que preanunciaba el retorno del civilismo.

Los principios revolucionarios de la Generación del Quebracho a modo de conclusión:

“ Toda la riqueza pública desenvuelta por las fuerzas naturales de la paz en un país fértil, laborioso y comercial, ha sido sistemáticamente esterilizada por una inmoralidad administrativa que llega a los límites del más descarado latrocinio. El producto de los impuestos, superior a los gastos sancionados en un presupuesto excesivo, jamás ha alcanzado, sin embargo a satisfacer las exigencias de su voracidad(…)En el orden interior, toda institución representativa ha desaparecido de hecho, toda lucha política, pacífica ha llegado a ser imposible, la idolatría personal que impone el déspota es humillante para la naturaleza humana(…) Don Máximo Santos y sus hombres no representan a ningún partido, ninguna opinión pública, ningún interés social(…) Por eso todos los partidos, todas las opiniones políticas, todos los intereses sociales se alzan contra el santismo”



Ver:
Gerardo Caetano.Antología del discurso Político en el UruguayTomo I. Taurus 2004.Pp.332 y Ss.
W. Reyes Abadie/A. Vazquez Romero.Crónica General del Uruguay Tomo 5. EBO 2000. Pp.278-281
Luis María Delio Machado.Nuevo enfoque sobre los orígenes intelectuales del batllismo.FCU 2007.Pp. 159-170