La crisis de 1890 fue un episodio que quedó grabado
en la memoria de varias generaciones por su gran dramatismo. Quiebra de bancos,
caída de la Bolsa de Valores, cierre de comercios, detención de la
construcción, crecimiento del desempleo, reducción de los sueldos públicos y
privados, rebaja de jubilaciones, poco trabajo disponible para peones y
jornaleros, miseria. Hubo crisis anteriormente, en 1857, 1868 y en 1875 pero
ninguna fue de la profundidad de la de 1890. Nuestro país a fines del siglo XIX
tenía como pilares económicos básicos el comercio y la industria, proceso
incambiado desde la época colonial. Podemos rastrear el desarrollo de esta
crisis desde varios ángulos:
1) La decadencia del comercio de transito.
A comienzos de la década de 1880 la gravitación del
alto comercio comienza a declinar. Las razones de su poderío se sostenían en
las fortalezas del puerto de Montevideo y en la ubicación geográfica
estratégica de nuestro país. Cuando países vecinos comienza a construir puertos
artificiales los comerciantes y los Estados vecinos comienzan a proteger su
propio comercio. En la década de 1880 Argentina consolidó su unidad política y
Buenos Aires pasó a ser el puerto de un gran estado, mientras que Montevideo era
el puerto de un pequeño país. Las grandes compañías navieras tendrán su base
terminal en Buenos Aires y Montevideo será solo un puerto de escala. A fines
del siglo XIX Buenos Aires controla todo su comercio d exportación. Algo
parecido ocurre con el Brasil que comienza a proteger su navegación de cabotaje
y consolidar sus fronteras políticas y comerciales.
2) La ganadería
En 1880 la existencia ganadera alcanzó la cifra
máxima que la pradera natural podía soportar debido al orden impuesto en el
país por el militarismo. Entre lo que podía extraer por año y lo que se
industrializaba en los saladeros y lo que se consumía en el País había un gran
sobrante de ganado. A esto se le debe sumar la baja de los precios
internacionales debido a a la depresión economía mundial entre 1873 y 1895. Las
lluvias de 1888 redujo el stock ovino en un 30% quedando en 15 millones de
cabezas de ganado. Por la misma razón el stock vacuno se vio afectado en 800
mil cabezas un 10% del total. El problema mayor era que el nivel de exportación
no había logrado pasar del mercado del tasajo con Cuba y Brasil al enorme
mercado de carne congelada en Europa. La Crisis de la ganadería esta vinculada,
además a la modernización solo parcial de la campaña, había ovinos cruzados y
alambrados, faltaba el mestizaje vacuno y las pasturas mejoradas.
3) La balanza comercial
De 1887 a 1890 las exportaciones sumaron 102
millones de pesos frente a importaciones que llegaron a 123 millones, saldo
desfavorable. Las importaciones aumentaron y sus causa fueron claras debido al
aumento de la población y a la necesidad de consumo de bienes suntuarios. Entre
1884 y 1889 la población de Montevideo creció en 50 mil habitantes debido a la
creciente inmigración los que aumentan el consumo de productos populares como azúcar,
arroz, tabaco. Lo que distorsionó la economía fue el consumo de bienes
suntuarios caros como obras de arte, joyas, alimentos finos que sumaron la
cantidad de 1 millón de pesos mientras que los bienes de producción alcanzaron
solo 890 mil pesos. La economía no pudo absorber el impacto de la suba de las
importaciones y la baja de los precios internacionales.
4) La Balanza de Pagos.
La balanza de pagos fue favorable. Se contrató en
el exterior el empréstito de Conversión y Obras Públicas en abril de 1888 por
20 millones de pesos destinado a los pagos consolidadas de 1883 y sirvió para
alimentar al Banco Nacional. Se hizo el empréstito municipal de 6 millones de
pesos en octubre de 1888 y en junio de 1890 el empréstito de 9 millones para el
rescate de bonos del Tesoro caucionados en Londres. Los tres fueron realizados
en la Casa Baring de Londres denominada el “sexto poder económico de Europa”
Estos ingresos de dinero del exterior en forma masiva disimularon el déficit de
la Balanza Comercial y estimuló la especulación desenfrenada.
5) El Auge especulativo
La actividad del financista español Emilio Reus fue
el símbolo de una burguesía europea audaz con espíritu de empresa y confianza
absoluta en el progreso técnico como causa de la felicidad humana. Su accionar
fue comparable a la realizada por el Baron de Mauá por el impulso y el nuevo
clima de desarrollos industriales y financieros que aportó. Intervino en
múltiples empresas y proyectos, desde la creación del banco Nacional hasta
barrios de viviendas obreras. Ante el aumento de la población el alquiles de
las viviendas subió y se estimuló su construcción para arrendamiento. La
construcción de casas para los inmigrantes, casonas residenciales para los
nuevos ricos y barrios enteros para la clase media o para la clase obrera hizo
que los negocios inmobiliario pasaran de 14 millones de pesos en 1885 a 63
millones en 1889.
6) Las nuevas compañías.
La fiebre constructora se contagió a otras esferas.
Entre 1887 y 1889 se formaron 189 empresas de todo tipo con 545 millones de
pesos de capital. Se llegó a fundar 27 bancos en una plaz de 215 mil
habitantes. Los capitales era orintales, argentinos e ingleses y se dedicaron a
finaciar industrias y construcción inmobiliaria. Junto a la Bolsa de Valores
impulsaron la especulación aumentando en esos pocos años su capital de 5 a 20
millones de pesos, su emisión de 6 a 15 y sus deudores de 12 a 100 millones de
pesos.
“Crecimiento, crisis y cambio en
Uruguay
La acumulación de capital en la década de 1870 fue
retomada por parte de los hacendados, los tradicionales y aquellos producto de
la nueva emigración británica, alemana y vasco francesa, y se reforzó a partir
del alambramiento de los campos lo que posibilitó la eliminación de los
pequeños propietarios, poseedores y agregados así como disminuyó la necesidad
de peones y puesteros. El cambio social produjo el aumento de la marginación y
con él, el del bandidaje: el uso de la fuerza física del ejército permitió
asegurar la tranquilidad de la campaña durante este proceso y reprimir las
inquietudes sociales que el mismo generó.
El alambramiento consolidó las relaciones
capitalistas en el campo uruguayo, permitió el aumento de la productividad de
la explotación pecuaria y un incremento en la producción por la mera existencia
regular de mayores stock, todo lo que redundó en un aumento de las
exportaciones en volumen físico a partir de 1876 hasta su estancamiento en la
primera década del siglo XX. Uruguay retoma sobre esa base el crecimiento
económico a partir de ese año que se extenderá, con breves interrupciones,
hasta la crisis de 1890, complementado en el desarrollo del transporte interno
y una módica industria sustitutiva.
Puede considerarse entonces que en 1876 Uruguay
había entrado definitivamente en la zona de influencia británica en un contexto
de paz regional. Por una parte Brasil había perdido buena parte de su fuerte
influencia en los asuntos del Plata, sus problemas internos (que culminarían
con al caída del imperio y la instauración de la República en 1889)
concentraban su atención y su economía se retrasaba a la par que dependía
crecientemente de las importaciones de Estados Unidos de sus rubros
exportables, especialmente el café. Por la otra Argentina priviligeaba sus
relaciones con el Viejo Continente, al ser en mayor medida que Uruguay una
próspera abastecedora de productos agropecuarios (a la carne y el cuero se
agregaban los cereales) a Europa.
Por lo tanto en Uruguay, los ingleses aliados con
el nuevo patriciado local que sustituyó al que provenía de la época de la
colonia y de las primeras décadas de la independencia, controlaron buena parte
del comercio exportador de productos ganaderos e importador de bienes
industrializados, de la banca relacionada con este comercio y de las
comunicaciones, especialmente el ferrocarril, que permitieron el transporte de
las mercaderías hacia y desde el puerto de Montevideo.
Entre 1876 y 1890, se aunaron la alta rentabilidad
del sector ganadero, pilar de la economía uruguaya exportadora de bienes
primarios pecuarios, con una fuerte inversión en maquinarias e infraestructura
para generar altas tasas de crecimiento, de acuerdo a lo que predice la teoría
clásica. La rentabilidad de la estancia creció por el doble motivo del aumento
de la producción y la baja de los costos generada por el progreso técnico
(introducción de la maquina de esquilar), el alambramiento (disminuyendo la
cantidad de peones necesarios para cuidar un rebaño) y la mejora del transporte
(eliminando troperos y carreteros) que implicaron una población desocupada y
una caída del salario real.
La industria temprana, como se ha denominado a la
industria uruguaya en este período, a pesar de su crecimiento no cambió la
inserción del país en los mercados internacionales como exportador de productos
primarios: el gran determinante del desempeño de la industria manufacturera,
tanto de la tasa de crecimiento como de sus fluctuaciones, fue el desempeño del
sector agroexportador. Esto no quiere decir que el desempeño industrial haya
respondido de manera mecánica y homogénea a las vicisitudes del sector externo,
especialmente porque se pueden diferenciar distintas situaciones en la
industria según la orientación de sus mercados (externo o interno) y el origen
de sus materias primas( importadas o nacionales.) Pero la riqueza y la
captación de divisas provenientes de las exportaciones de productos primarios
incidían decisivamente sobre la demanda para las industrias volcadas al mercado
interno y sobre la posibilidad de adquirir los insumos necesarios para aquellas
basadas en materias primas importadas. No es de extrañar entonces que las fases
de crecimiento y crisis de la industria coincidieran con las del sector
agropecuario y que las leyes proteccionistas surgieran no como determinantes
activas de su crecimiento sino como respuesta a las crisis que las afectaban.
Al período de crecimiento descrito le sigue la
larga recesión que comienza en 1890 y que tiene como detonante la crisis de las
economías centrales de ese año, gestada en Londres y que es coincidente con la
disminución de las inversiones británicas en la región. El principal motivo de
la crisis en Uruguay fue la caída de la rentabilidad de la producción ganadera,
base casi excluyente de la riqueza externa del país. La tasa de beneficios de
los estancieros se redujo sustancialmente desde 1876 hasta 1890 debido a la
disminución de los precios y a los mayores gastos e inversiones en mejora.
La crisis de 1890, precedida por el déficit de la
balanza en cuenta corriente y la dificultad creciente de su financiamiento y
amplificada por la especulación bancaria e inmobiliaria, promovió la crítica
del proyecto ganadero comercial. La pérdida del comercio de tránsito a manos
del recientemente mejorado puerto de Buenos Aires implicó un examen de las
estructuras vigentes que supuso el análisis, pero no la solución, del problema
de la tenencia de la tierra y el desarrollo de la agricultura. La eliminación
del monopolio orista del crédito y el dinero fue otra de las consecuencias institucionales
de la crisis, con la fundación de los estatales Banco República y Banco
Hipotecario: el orismo había sido el reflejo del dominio del capital comercial
sobre el capital productivo, del comercio montevideano sobre la incipiente
industria y si bien durante el proceso de independencia y las primeras décadas
de vida del nuevo país había estado aliado con los grandes estancieros, la
crisis del 90 supuso la ruptura de esa conjunción de intereses. Junto a los
ganaderos se alinearon los agricultores, industriales y un sector del capital
especulativo extranjero para forzar la desmonopolización del oro y la expansión
del crédito, medidas ambas que iban en detrimento de sus enemigos oristas
conformados por los importadores montevideanos y el sector financiero.
Luego de la suspensión de la convertibilidad de la
moneda debido al cese de la financiación inglesa al Estado uruguayo, quedó
interrumpido el pago de la deuda y una fuerte deflación provocó la caída de los
salarios y el fuerte aumento de la concentración de la riqueza. La balanza
comercial comenzó a tener saldos positivos en 1891 debido a la reducción de las
importaciones.
La disminución de los costos internos en moneda
fuerte, efecto combinado de la baja de los salarios y la devaluación, se vio
acompañada a partir de 1895 por el decisivo hecho de la suba de los precios
internacionales. Ambas causas incrementaron grandemente la rentabilidad de la
explotación ganadera que confluyó, luego del fin de las guerras civiles en
1905, en un auge de todos los sectores de la economía hasta 1912 que más que
compensaron los valores negativos de comienzos de la década del 90.
Analizando la ganadería, factor clave en el
crecimiento económico del Uruguay de la época (y que en buena parte se mantiene
hasta hoy), el período de expansión mundial iniciado en 1895 y que se extiende
hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, significó una mayor demanda y un
aumento de los precios de los productos exportables: ganado en pie, carnes y
cueros. En 1905 se instala el primer frigorífico con un fuerte retraso con
respecto a Argentina, donde la sustitución de los saladeros por los
frigoríficos se produjo a partir de 1890 debido a la preferencia del capital
extranjero por la mejor calidad de las carnes del vecino país aunado a un mayor
rebaño de ovejas. Esta primera planta frigorífica en Uruguay comenzó a operar
en forma muy lenta pero fue el inicio de la sustitución de las exportaciones de
ganado en pie y tasajo por carne congelada, producto de mayor precio y
dinamismo. Se produjo un aumento de la producción ganadera acompañado de un
incremento de la productividad en carne por cabeza de ganado, debido al avance
del mestizaje. El aumento de los beneficios condujo al incremento de la
inversión, recorriendo la trayectoria de crecimiento las fases características
de la sociedad capitalista que describiéramos en el primer capítulo de esta
sección.
La agricultura tuvo un crecimiento importante entre
1890 y 1913, pero su escaso volumen inicial y sus características hicieron que
su incidencia en el crecimiento del país fuera escasa.
En cuanto a la industria, nuevamente se demostró en
este período su dependencia de los vaivenes del sector agropecuario: la
depresión posterior a la crisis de 1890 al retraer el consumo afectó el mercado
interno, estancándose la actividad industria y reduciéndose las importaciones.
La crisis incidió en forma diferente en las distintas ramas industriales, según
fueran exportadoras o dirigidas al mercado interno, con materia prima nacional
o importada. Pero el balance total fue negativo.
En este tramo del período analizado, se mantuvo el
patrón oro y creció la actividad financiera por la expansión de la primera
década del siglo, con predominio extranjero (en especial británico) en la
banca.”
Tomado de:
La Crisis del 90 y la Conversión de 1891, Benjamin Nahum.
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