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miércoles, 15 de marzo de 2017

La crisis de 1890. Aproximación. Según Benjamin Nahum.




La crisis de 1890 fue un episodio que quedó grabado en la memoria de varias generaciones por su gran dramatismo. Quiebra de bancos, caída de la Bolsa de Valores, cierre de comercios, detención de la construcción, crecimiento del desempleo, reducción de los sueldos públicos y privados, rebaja de jubilaciones, poco trabajo disponible para peones y jornaleros, miseria. Hubo crisis anteriormente, en 1857, 1868 y en 1875 pero ninguna fue de la profundidad de la de 1890. Nuestro país a fines del siglo XIX tenía como pilares económicos básicos el comercio y la industria, proceso incambiado desde la época colonial. Podemos rastrear el desarrollo de esta crisis desde varios ángulos:
1) La decadencia del comercio de transito.
A comienzos de la década de 1880 la gravitación del alto comercio comienza a declinar. Las razones de su poderío se sostenían en las fortalezas del puerto de Montevideo y en la ubicación geográfica estratégica de nuestro país. Cuando países vecinos comienza a construir puertos artificiales los comerciantes y los Estados vecinos comienzan a proteger su propio comercio. En la década de 1880 Argentina consolidó su unidad política y Buenos Aires pasó a ser el puerto de un gran estado, mientras que Montevideo era el puerto de un pequeño país. Las grandes compañías navieras tendrán su base terminal en Buenos Aires y Montevideo será solo un puerto de escala. A fines del siglo XIX Buenos Aires controla todo su comercio d exportación. Algo parecido ocurre con el Brasil que comienza a proteger su navegación de cabotaje y consolidar sus fronteras políticas y comerciales.
2) La ganadería
En 1880 la existencia ganadera alcanzó la cifra máxima que la pradera natural podía soportar debido al orden impuesto en el país por el militarismo. Entre lo que podía extraer por año y lo que se industrializaba en los saladeros y lo que se consumía en el País había un gran sobrante de ganado. A esto se le debe sumar la baja de los precios internacionales debido a a la depresión economía mundial entre 1873 y 1895. Las lluvias de 1888 redujo el stock ovino en un 30% quedando en 15 millones de cabezas de ganado. Por la misma razón el stock vacuno se vio afectado en 800 mil cabezas un 10% del total. El problema mayor era que el nivel de exportación no había logrado pasar del mercado del tasajo con Cuba y Brasil al enorme mercado de carne congelada en Europa. La Crisis de la ganadería esta vinculada, además a la modernización solo parcial de la campaña, había ovinos cruzados y alambrados, faltaba el mestizaje vacuno y las pasturas mejoradas.
3) La balanza comercial
De 1887 a 1890 las exportaciones sumaron 102 millones de pesos frente a importaciones que llegaron a 123 millones, saldo desfavorable. Las importaciones aumentaron y sus causa fueron claras debido al aumento de la población y a la necesidad de consumo de bienes suntuarios. Entre 1884 y 1889 la población de Montevideo creció en 50 mil habitantes debido a la creciente inmigración los que aumentan el consumo de productos populares como azúcar, arroz, tabaco. Lo que distorsionó la economía fue el consumo de bienes suntuarios caros como obras de arte, joyas, alimentos finos que sumaron la cantidad de 1 millón de pesos mientras que los bienes de producción alcanzaron solo 890 mil pesos. La economía no pudo absorber el impacto de la suba de las importaciones y la baja de los precios internacionales.
4) La Balanza de Pagos.
La balanza de pagos fue favorable. Se contrató en el exterior el empréstito de Conversión y Obras Públicas en abril de 1888 por 20 millones de pesos destinado a los pagos consolidadas de 1883 y sirvió para alimentar al Banco Nacional. Se hizo el empréstito municipal de 6 millones de pesos en octubre de 1888 y en junio de 1890 el empréstito de 9 millones para el rescate de bonos del Tesoro caucionados en Londres. Los tres fueron realizados en la Casa Baring de Londres denominada el “sexto poder económico de Europa” Estos ingresos de dinero del exterior en forma masiva disimularon el déficit de la Balanza Comercial y estimuló la especulación desenfrenada.
5) El Auge especulativo
La actividad del financista español Emilio Reus fue el símbolo de una burguesía europea audaz con espíritu de empresa y confianza absoluta en el progreso técnico como causa de la felicidad humana. Su accionar fue comparable a la realizada por el Baron de Mauá por el impulso y el nuevo clima de desarrollos industriales y financieros que aportó. Intervino en múltiples empresas y proyectos, desde la creación del banco Nacional hasta barrios de viviendas obreras. Ante el aumento de la población el alquiles de las viviendas subió y se estimuló su construcción para arrendamiento. La construcción de casas para los inmigrantes, casonas residenciales para los nuevos ricos y barrios enteros para la clase media o para la clase obrera hizo que los negocios inmobiliario pasaran de 14 millones de pesos en 1885 a 63 millones en 1889.
6) Las nuevas compañías.
La fiebre constructora se contagió a otras esferas. Entre 1887 y 1889 se formaron 189 empresas de todo tipo con 545 millones de pesos de capital. Se llegó a fundar 27 bancos en una plaz de 215 mil habitantes. Los capitales era orintales, argentinos e ingleses y se dedicaron a finaciar industrias y construcción inmobiliaria. Junto a la Bolsa de Valores impulsaron la especulación aumentando en esos pocos años su capital de 5 a 20 millones de pesos, su emisión de 6 a 15 y sus deudores de 12 a 100 millones de pesos.
“Crecimiento, crisis y cambio en Uruguay
La acumulación de capital en la década de 1870 fue retomada por parte de los hacendados, los tradicionales y aquellos producto de la nueva emigración británica, alemana y vasco francesa, y se reforzó a partir del alambramiento de los campos lo que posibilitó la eliminación de los pequeños propietarios, poseedores y agregados así como disminuyó la necesidad de peones y puesteros. El cambio social produjo el aumento de la marginación y con él, el del bandidaje: el uso de la fuerza física del ejército permitió asegurar la tranquilidad de la campaña durante este proceso y reprimir las inquietudes sociales que el mismo generó.
El alambramiento consolidó las relaciones capitalistas en el campo uruguayo, permitió el aumento de la productividad de la explotación pecuaria y un incremento en la producción por la mera existencia regular de mayores stock, todo lo que redundó en un aumento de las exportaciones en volumen físico a partir de 1876 hasta su estancamiento en la primera década del siglo XX. Uruguay retoma sobre esa base el crecimiento económico a partir de ese año que se extenderá, con breves interrupciones, hasta la crisis de 1890, complementado en el desarrollo del transporte interno y una módica industria sustitutiva.
Puede considerarse entonces que en 1876 Uruguay había entrado definitivamente en la zona de influencia británica en un contexto de paz regional. Por una parte Brasil había perdido buena parte de su fuerte influencia en los asuntos del Plata, sus problemas internos (que culminarían con al caída del imperio y la instauración de la República en 1889) concentraban su atención y su economía se retrasaba a la par que dependía crecientemente de las importaciones de Estados Unidos de sus rubros exportables, especialmente el café. Por la otra Argentina priviligeaba sus relaciones con el Viejo Continente, al ser en mayor medida que Uruguay una próspera abastecedora de productos agropecuarios (a la carne y el cuero se agregaban los cereales) a Europa.
Por lo tanto en Uruguay, los ingleses aliados con el nuevo patriciado local que sustituyó al que provenía de la época de la colonia y de las primeras décadas de la independencia, controlaron buena parte del comercio exportador de productos ganaderos e importador de bienes industrializados, de la banca relacionada con este comercio y de las comunicaciones, especialmente el ferrocarril, que permitieron el transporte de las mercaderías hacia y desde el puerto de Montevideo.
Entre 1876 y 1890, se aunaron la alta rentabilidad del sector ganadero, pilar de la economía uruguaya exportadora de bienes primarios pecuarios, con una fuerte inversión en maquinarias e infraestructura para generar altas tasas de crecimiento, de acuerdo a lo que predice la teoría clásica. La rentabilidad de la estancia creció por el doble motivo del aumento de la producción y la baja de los costos generada por el progreso técnico (introducción de la maquina de esquilar), el alambramiento (disminuyendo la cantidad de peones necesarios para cuidar un rebaño) y la mejora del transporte (eliminando troperos y carreteros) que implicaron una población desocupada y una caída del salario real.
La industria temprana, como se ha denominado a la industria uruguaya en este período, a pesar de su crecimiento no cambió la inserción del país en los mercados internacionales como exportador de productos primarios: el gran determinante del desempeño de la industria manufacturera, tanto de la tasa de crecimiento como de sus fluctuaciones, fue el desempeño del sector agroexportador. Esto no quiere decir que el desempeño industrial haya respondido de manera mecánica y homogénea a las vicisitudes del sector externo, especialmente porque se pueden diferenciar distintas situaciones en la industria según la orientación de sus mercados (externo o interno) y el origen de sus materias primas( importadas o nacionales.) Pero la riqueza y la captación de divisas provenientes de las exportaciones de productos primarios incidían decisivamente sobre la demanda para las industrias volcadas al mercado interno y sobre la posibilidad de adquirir los insumos necesarios para aquellas basadas en materias primas importadas. No es de extrañar entonces que las fases de crecimiento y crisis de la industria coincidieran con las del sector agropecuario y que las leyes proteccionistas surgieran no como determinantes activas de su crecimiento sino como respuesta a las crisis que las afectaban.
Al período de crecimiento descrito le sigue la larga recesión que comienza en 1890 y que tiene como detonante la crisis de las economías centrales de ese año, gestada en Londres y que es coincidente con la disminución de las inversiones británicas en la región. El principal motivo de la crisis en Uruguay fue la caída de la rentabilidad de la producción ganadera, base casi excluyente de la riqueza externa del país. La tasa de beneficios de los estancieros se redujo sustancialmente desde 1876 hasta 1890 debido a la disminución de los precios y a los mayores gastos e inversiones en mejora.
La crisis de 1890, precedida por el déficit de la balanza en cuenta corriente y la dificultad creciente de su financiamiento y amplificada por la especulación bancaria e inmobiliaria, promovió la crítica del proyecto ganadero comercial. La pérdida del comercio de tránsito a manos del recientemente mejorado puerto de Buenos Aires implicó un examen de las estructuras vigentes que supuso el análisis, pero no la solución, del problema de la tenencia de la tierra y el desarrollo de la agricultura. La eliminación del monopolio orista del crédito y el dinero fue otra de las consecuencias institucionales de la crisis, con la fundación de los estatales Banco República y Banco Hipotecario: el orismo había sido el reflejo del dominio del capital comercial sobre el capital productivo, del comercio montevideano sobre la incipiente industria y si bien durante el proceso de independencia y las primeras décadas de vida del nuevo país había estado aliado con los grandes estancieros, la crisis del 90 supuso la ruptura de esa conjunción de intereses. Junto a los ganaderos se alinearon los agricultores, industriales y un sector del capital especulativo extranjero para forzar la desmonopolización del oro y la expansión del crédito, medidas ambas que iban en detrimento de sus enemigos oristas conformados por los importadores montevideanos y el sector financiero.
Luego de la suspensión de la convertibilidad de la moneda debido al cese de la financiación inglesa al Estado uruguayo, quedó interrumpido el pago de la deuda y una fuerte deflación provocó la caída de los salarios y el fuerte aumento de la concentración de la riqueza. La balanza comercial comenzó a tener saldos positivos en 1891 debido a la reducción de las importaciones.
La disminución de los costos internos en moneda fuerte, efecto combinado de la baja de los salarios y la devaluación, se vio acompañada a partir de 1895 por el decisivo hecho de la suba de los precios internacionales. Ambas causas incrementaron grandemente la rentabilidad de la explotación ganadera que confluyó, luego del fin de las guerras civiles en 1905, en un auge de todos los sectores de la economía hasta 1912 que más que compensaron los valores negativos de comienzos de la década del 90.
Analizando la ganadería, factor clave en el crecimiento económico del Uruguay de la época (y que en buena parte se mantiene hasta hoy), el período de expansión mundial iniciado en 1895 y que se extiende hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, significó una mayor demanda y un aumento de los precios de los productos exportables: ganado en pie, carnes y cueros. En 1905 se instala el primer frigorífico con un fuerte retraso con respecto a Argentina, donde la sustitución de los saladeros por los frigoríficos se produjo a partir de 1890 debido a la preferencia del capital extranjero por la mejor calidad de las carnes del vecino país aunado a un mayor rebaño de ovejas. Esta primera planta frigorífica en Uruguay comenzó a operar en forma muy lenta pero fue el inicio de la sustitución de las exportaciones de ganado en pie y tasajo por carne congelada, producto de mayor precio y dinamismo. Se produjo un aumento de la producción ganadera acompañado de un incremento de la productividad en carne por cabeza de ganado, debido al avance del mestizaje. El aumento de los beneficios condujo al incremento de la inversión, recorriendo la trayectoria de crecimiento las fases características de la sociedad capitalista que describiéramos en el primer capítulo de esta sección.
La agricultura tuvo un crecimiento importante entre 1890 y 1913, pero su escaso volumen inicial y sus características hicieron que su incidencia en el crecimiento del país fuera escasa.
En cuanto a la industria, nuevamente se demostró en este período su dependencia de los vaivenes del sector agropecuario: la depresión posterior a la crisis de 1890 al retraer el consumo afectó el mercado interno, estancándose la actividad industria y reduciéndose las importaciones. La crisis incidió en forma diferente en las distintas ramas industriales, según fueran exportadoras o dirigidas al mercado interno, con materia prima nacional o importada. Pero el balance total fue negativo.
En este tramo del período analizado, se mantuvo el patrón oro y creció la actividad financiera por la expansión de la primera década del siglo, con predominio extranjero (en especial británico) en la banca.”
Tomado de:
La Crisis del 90 y la Conversión de 1891, Benjamin Nahum.


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