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lunes, 22 de abril de 2019

El largo camino de la hegemonía cultural gramsciana.


El largo camino de la hegemonía cultural gramsciana.


Al morir Karl Marx en 1883 el marxismo comenzaba a cobrar un rol casi hegemónico como doctrina política y como visión general del mundo y la sociedad en el marco de los movimientos socialistas europeos y en especial los de origen alemán. A finales del siglo XX se podía  afirmar que siguiendo a  Sartre(1905-1980) era un sistema de coordenadas que permitía colocar y definir el pensamiento en cualquier terreno, ya sea desde la economía política a la física y a la historia del mundo. Esta opinión
mostró que hasta la implosión del imperio soviético el alcance del marxismo fue muy grande. El occidente nunca llegó a ser marxista, aunque si llegó a ser cristiano. Mientras tanto la lucha por mejores salarios, libertades sindicales, representación política eran en realidad los temas importantes. En todo caso bajo las condiciones represivas de la Alemania de Bismarck, la mera petición de libertad política alcanzaba niveles revolucionarios y subversivos. En ese campo Kautsky fue el que forjó la síntesis entre socialismo y democracia parlamentaria que tomaría un gran cuerpo durante la Segunda Internacional (1889-1914).

Kautsky trabajó mucho en la sistematización de la doctrina dirigiendo durante 35 años la publicación “Tiempo Nuevo” (Neue Zeit). En donde publicó los principales manuscritos económicos de Marx, también escribió sobre la teoría de la crisis, educación, sobre el origen del cristianismo, ética y una de sus mejores obras fue “cuestión agraria”. Fue atacado por Rosa Luxemburg y por Lenin. La realidad es que abre una serie de debates entre teóricos marxistas radicados en Viena. En 1904 aparece la revista “Estudios Marxianos” (Marx Studien) cuyos artículos estaban firmados por Rudolf Hilfering (1877-1941) cuyo principal aporte fue influir en la visión de Lenin de que el Imperialismo es la fase superior del capitalismo, Otto Bauer (1881-1938) que publica en 1906 “La cuestión nacional y los problemas de la socialdemocracia” con el objetivo de llenar el vacío de la doctrina marxista en relación a los nacionalismos fundamentándolo como  fruto del imperialismo capitalista. Un taórico marxista posterior Max Adler estudió los problemas filosóficos de causalidad y teleología buscando una solución kantiana. Luego Karl Renner (1870-1950)  se enfrenta al nálisis de la sociedad moderna, de la estructura de los servicios, o sea la burocracia desarrollada por los Estados modernos. La economía marxista se movió hasta los años previos a la caída del muro de Berlin en tres campos. El de dialogo con la economía liberal o neoliberal, en el de la crítica a capitalismo y en la elaboración de de la teoría económica del socialismo. En la lucha contra la sociedad burguesa la Revolución Bolchevique los encuentra  por sorpresa, el partido soviético se vio forzado a improvisar permanentemente originando un aparato gerencial tecnocrática. La realidad es que el italiano Enrico Barone, discípulo de Vilfredo Pareto había lanzado ya ataque contra la visión marxista de la economía. 


El célebre “dictum” de Marx, en su última tesis obre Feuerbach, de que los filósofos no han hecho sino interpretar el mundo y que la tarea será transformarlo. Esta visión inspiró una visión especulativa en la que debatieron filósofos como Bolch, Lukkas y Korsch que buscaban un entorno filosófico anticapitalista y la creación del “hombre total” que estuviera libre de las escisiones y explotaciones inherentes a la sociedad burguesa. Bloch elaboró un proyecto teórico marxista de la esperanza como pasión suprema que engloba a todas la aspiraciones humanas. Huye de la Alemania Nazi debido a su simpatías comunistas y se establece en Filadelfia . Durante su período norteamericano entre 1838-1947 escribe “La esperanza como principio”. En esta visión el hombre es fruto de su posición dentro de una estructura de producción y dominación pero con la condición de que quiere ser absolutamente libre. Es el sentido más profundo de la construcción del socialismo, la creación y la realización de un mundo nuevo. Lukacs se unió al Partido Comunista y nombrado comisario político del Ejército Rojo magyar en 1919. Posteriormente se exilia en Austria donde escribió “Historia y conciencia de clase que era un conjunto de ensayos cuya fundamentación dialéctica era que la visión planteada por Marx y por Engels era correcta en cuanto a método y forma de observar la realidad y también de transformarla. Afirmaba que la postura de tomar la esencia del método que Marx tomo de Hegel era el concepto de totalidad concreta, en efecto el marxismo hereda de Hegel el ser una filosofía general del mundo que se entiende como un todo comprensible y transformable. Para Hegel la verdad es el todo. A partir del trabajo de Lenin Materialismo y empiriocriticismo Lukacs pasa a estudiar el problema de la conciencia proletaria. Para él el proletario no solo posee conciencia de los objetos, sino que que por su condición de explotado tiene una conciencia practica que exige la transformación. Posteriormente Karl Korsch (1889-1961) critica a todo un conjunto de teóricos sosteniendo que el marxismo es el fin de toda filosofía revolucionaria del proletariado y una visión alternativa del mundo que va a influir en la denominada Nueva Izquierda de las décadas de 1970 y 1980 cuyo objetivo era elaborar una teoría netamente marxista que fue detenida abruptamente con la caída de la URSS.


Antonio Gramsci.
Los esfuerzos de Bloch, Lukacs y Korsch se dirgieron más hacia una fundamentación sólida del marxismo que  a su reelaboración atendiendo lo nuevos cambios de la política, la economía y la cultura. Gramsci se enfrentó a estos conceptos, y es para muchos el teórico marxista más importante después de Lenin. Nace en Cerdeña en 1891, en un hogar pobre. Muy aplicado en los estudios le dio una educación sólida. Inicia su vida revolucionara en el movimiento separatista sardo. La brutal represión de los campesinos por parte de las tropas enviadas desde la Península Italiana le despertó un profundo interés en estudiar la cuestión agraria. Luego vería en Turin la represión de los obreros por parte de las tropas  lo que lo motiva a reflexionar sobre la violencia de l Estado. Al iniciar sus estudios universitarios era muy fuerte la influencia de Labriola, Rodolfl  Mondolfo en la denominada filosofía de la praxis, expresión que va a ser muy utilizada por Gramsci para referirse al marxismo para alejarse de la visión idealista llevada adelante por Benedetto Croce (1866-1952) filósofo liberal muy influyente. La realidad es que entre 1912 y 1920 la ciudad industrial de Turin fue escenario de una serie de leadas revolucionarias proletarias, encabezadas por obreros no integrados en los sindicatos, los cuales había optado por una política de paz industrial pactada con el gobierno. 


En 1917 funda “L´Ordine Nuovo” publicación revolucionaria en la cual se postulaba que la toma bolchevique del poder por medio de la revolución era posible. Como no consiguen el apoyo dl Partido Socialista italiano funda el Partido Comunista en 1921. En sus fases iniciales el Partido Comunista Italiano fue profundamente influenciado por los “consejos de fábricas” que se había formado con anterioridad en Turin. Con la asunción de fascismo Gramsci cambió la ingenua idea de que la caída futura del fascismo traería de la mano la revolución proletaria y con ella la noción que lo único que había que hace era lucha contra el fascismo. Gramsci fue detenido en 1926 y condenado a 20 años de prisión. Es en la cárcel donde escribe sus “Quaderni dal carcere” hasta que muere en 1935. Su aislamiento le permitió una gran libertad crítica. Gramsci produce su teoría de la “egemonia”. La hegemonía es la cultura que permea toda la sociedad, en especial la sociedad civil, no la política estatal y que fundamenta el dominio clasista d ela burguesía. La hegemonía debe distinguirse del dominio directo ejercido por el Estado. Por otro lado la hegemonía no es solo el conjunto general de creencias, una ideología pasivamente sostenida por una población es también producto de la actividad de los intelectuales presentes en cada sociedad cuya práctica fundamental es la producción de la hegemonía a través de la inserción en la actividad cultural. Hay, para Gramsci, dos tipos de intelectuales: el tradicional ligado a formación clasista histórica y el orgánico ligado a aspectos claves de clase social ascendente o dominante. Son los intelectuales orgánicos los que orientan las aspiraciones e ideas de la clase a la que pertenecen, así el intelectual orgánico de la burguesía es el pensamiento del liberalismo. Los nuevos intelectuales orgánicos son los que han uncido sus esfuerzos a los del movimiento obrero revolucionario. La lucha social por la hegemonía civil, teorizada por Gramsci  refiere a una caracterización de la sociedad civil como ámbito de relaciones sociales modernas  que están bajo el dominio del capital y que son, ellas mismas, un espacio social que ha conquistado derechos, libertades y valores; a partir de esa situación se hace posible para los movimientos sociales realizar una disputa ideológico política de proyectos e influencias en la sociedad civil. La noción de catarsis ofrece la perspectiva de autoreconocimiento crítico de y entre los grupos populares de la sociedad civil, en tanto mayorías. La categoría aporta también un método político cultural para una elevación ético política de la actual resistencia, de la defensa de los derechos particulares y generales, de la organización autónoma del movimiento popular y de la exigencia politizada del conjunto de la sociedad de que el Estado se constituya en una expresión pública de las iniciativas de la sociedad y en sus órganos se apliquen políticas alternativas. La lucha por la hegemonía conlleva una propuesta de transformación radical de las formas socioculturales y políticas de la misma sociedad civil. Interesa que se constituya una sociedad diferente, distinta de lo que hoy en general se reconoce como tal en América Latina: una amalgama de grupos y relaciones sociales e ideológicas de la modernidad articuladas por intereses empresariales y asociaciones conservadoras de diversas minorías. Las agrupaciones y organizaciones populares progresistas que luchan por derechos y la noción de catarsis histórica. Su actualidad para América Latina valores y por reformas puntuales no harían parte de la sociedad civil en esa estrecha concepción. La noción de sociedad civil y la propuesta de su reforma nos plantea, en cambio, el reto de una creación cultural de elevación de la conciencia colectiva. Si bien es cierto que la sociedad civil se constituye a partir de la existencia de relaciones de interdependencia entre los individuos modernos que se interrelacionan en el mercado, su existencia expresa la dependencia universal del trabajo y las necesidades de todos, patrimonio común fundamental que obviamente se contrapone al dominio unilateral del dinero, la propiedad y el capital. Pero esas relaciones sociales civiles basadas en los derechos y libertades de la modernidad están articuladas también por lo comunitario: son una expresión opuesta, contradictoria e incompleta del patrimonio común. La transformación de las relaciones sociales contemporáneas en relaciones de comunidad y cooperación social conlleva una reforma apremiante del Estado y la sociedad civil para crear un nuevo bloque histórico que abarque la disputa crítica por un nuevo proyecto social y político nacional; una influencia decisiva de la propia sociedad en lo colectivo solidario y popular, que la libere de las ataduras del capitalismo y el Estado actuales y de la influencia de las concepciones y presiones de las organizaciones e intelectuales comprometidos con la acumulación de capital. La máxima “gramsciana” había gestado, durante décadas y con paciente activismo, un monopolio tan férreo que condujo al predecible triunfo electoral de la izquierda del año 2005.

El efecto dominó del aplastante triunfo político de los partidos de izquierda en toda la América hispana corroboró la sentencia de Alain de Benoist quien había anunciado ya hace décadas, que: “No hay revolución ni cambio posible en el orden del poder si las transformaciones que se trata de provocar en el terreno político no han tenido lugar ya en las mentes”.


La estrategia gramsciana ha sido la catapulta de un panorama político concreto. De hecho en estos últimos tiempos, ha sido la misma izquierda la que, detentando una hegemonía cultural jamás lograda en su historia, genera las tesis y ella misma les plantea objeciones, manteniendo así el círculo vicioso de la prédica ideológico-cultural en el ámbito público.

Ver.
Giner, S. Historia del Pensamiento Social. Ariel Historia 1994. 9 edición. Pp. 652 y Ss.


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