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domingo, 16 de abril de 2023

 El IAVA , su aporte a la educación secundaria.




La tradición historiográfica nacional sobre la Historia de la Enseñanza Secundaria señala dos etapas bien diferenciadas con respecto a la dinámica de la Institución:

Entre 1849 y 1935, cuando este nivel de formación se encontraba enmarcado institucionalmente en el seno de la Universidad de la República. A partir de 1936, cuando por la Ley 9.523 del 11 de diciembre de 1935, se creó un Ente Autónomo denominado Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria.

Asimismo, se pueden reconocer dentro del primer período cuatro momentos relevantes:

a. el proceso fundacional de la Universidad entre 1833- 1849;

b. el que corresponde a la denominada Universidad Vieja entre 1849- 1885;

c. la Universidad Nueva, entre 1885 y 1908, período en el que bajo el Rectorado del Dr. Alfredo Vázquez Acevedo se produjeron importantes reformas, no sólo administrativas e institucionales, sino también académicas;

d. el período comprendido entre 1908 y 1935, en el que se incrementó el número de liceos en Montevideo y las demás capitales departamentales, con el aumento exponencial del estudiantado, cambios en su perfil y necesidad de reclutar más docentes para atender el nuevo contexto institucional.

La historia de la Universidad de la República en los dos primeros períodos estuvo signada, según Arturo Ardao, por la importancia de los estudios secundarios y preparatorios, llegando a afirmar que hasta la Ley Orgánica de 1885 “(…) era principalmente de Enseñanza Secundaria que se trataba, por lo que bien merece ésta ser considerada como la realmente fundadora de la Universidad, tanto más cuanto que los cursos de filosofía que correspondían a ella, forjaron y definieron el primer espíritu desarrollado por la Institución” .

Esta referencia de Ardao encuentra los argumentos en el análisis que realizó de los informes redactados por los Rectores Lorenzo Fernández (1850) y Manuel Herrera y Obes (1851) respectivamente. La tesis del isomorfismo académico entre la Universidad y la Enseñanza Secundaria se debatirá en el siglo veinte, cuando el Rector Carlos Vaz Ferreira (1928) fundamente que las finalidades de los estudios secundarios en el país, cobijados en el seno de la Universidad, siempre se caracterizaron por ser preparatorios a las profesiones liberales. Este tema será la base discursiva de los segregacionistas en la década de 1930 para argumentar la necesidad de definir los sentidos y las finalidades formativas de la Enseñanza Secundaria en el Uruguay por fuera de la Casa Mayor de Estudios.

Por último, Ardao destaca la relevancia que tuvo en el Rectorado de la Universidad de la República la figura de Alfredo Vásquez Acevedo y su decisivo papel en la formulación de la Ley Orgánica de 1885, ya que ésta le dio a la Casa Mayor de Estudios una estructura jurídica, sentó las bases de la modernización curricular y marcó los rumbos de la enseñanza superior y de la secundaria con “(…) un notable aumento de cátedras y la modernización de todos los programas de enseñanza, adaptándose a los progresos científicos de la época, (…) a través de la ampliación del número de aulas, la renovación consiguiente del profesorado y la revisión de los programas, se entronizaron definitivamente entonces, en todos los grados, el espíritu naturalista y el repertorio científico de la época”. Los estudios secundarios, que habían sido fundados progresivamente a partir del año 1849, fueron suprimidos de la Universidad de la República en el año 1877, en plena dictadura del general Lorenzo Latorre, quien a través del decreto ley Nº 1321 del día 12 de enero de ese año cancelaba “(...) en la Universidad, las aulas de Filosofía, Matemática, Geografía General e Historia debido a la acción política y a la altivez cívica de los universitarios”. No fue por casualidad que el General Lorenzo Latorre suprimió esas cátedras; lo hizo por los encendidos discursos y manifestaciones antidictatoriales que impulsaban sus docentes, tal como sostiene Méndez Vives (1998):

La reforma universitaria de 1885 reinstaló en la Universidad de la República las cátedras suspendidas y las organizó en un plan integral para los estudios secundarios. A su vez, la reforma dotó a la Sección de Estudios Secundarios y Preparatorios de un Decano propio. En el año 1908, a iniciativa del Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo sancionó el 31 de diciembre una nueva Ley Orgánica para la Universidad de la República, convirtiendo la Sección de Estudios Secundarios y Preparatorios en una Facultad anexa a la Universidad. Esta ley estableció, además, que el Decano de la Sección Secundaria debía ser electo por los docentes integrantes del Consejo, que eran representantes de las distintas facultades -y no por el Rector de la Universidad, como ocurría hasta entonces-, para luego ser nombrado por el Poder Ejecutivo. Eugenio Petit Muñoz destacó que:

 (…) la renuncia del Rector Eduardo Acevedo en abril de 1907 fue en protesta enérgica por [...] un proyecto de ley presentado por el presidente Williman y el Ministro de Instrucción Pública Dr. Gabriel Terra, por el que suprimía a la Universidad como Institución –eliminando la figura del Rector, a los Consejos y a la Sala de Doctores- creando Rectores y Consejos de Facultades independientes, descentralizados bajo la presidencia única del Ministro de Instrucción Pública. Este proyecto de ley pretendía eliminar definitivamente la autonomía del gobierno universitario, a la propia universidad y al mismo tiempo, hacía aparecer a las distintas facultades como instituciones desarticuladas, bajo la égida del Poder Ejecutivo y entre ellas, a la enseñanza media, que la fragmentaba en dos ciclos, uno básico y otro preparatorio a las carreras universitarias. Este hecho político no es menor si se considera que el propio Gabriel Terra, ya en carácter de presidente de facto, fue quien, violando la autonomía universitaria, promovió por ley, en 1935, la separación de la Sección Secundaria y Preparatoria de la Universidad de la República. Resulta de interés considerar el contexto en el que se propuso “modernizar” jurídicamente a la Universidad dotándola de una nueva Ley Orgánica. En ese mismo año se desarrolló en Montevideo el Congreso de Estudiantes Americanos, que había proclamado en sus declaraciones finales “(…) que había llegado la hora de la emancipación, del resurgimiento político y cultural, bajo el ideal común de la unión americana. Para lograr esa ansiada finalidad se sostuvo que debía recurrirse a la ciencia universal, pero partiendo de las necesidades de nuestros pueblos y desconfiando de los sectores consuetudinarios del poder. El sentido político de estas declaraciones pareciera haber atemorizado al Poder Ejecutivo por sus posibles implicancias en el orden social interno del país y por la supuesta “contaminación ideológica” a la que estaban sometidos los estudiantes secundarios al compartir físicamente la casa de estudios con los estudiantes universitarios.

La separación física del estudiantado se logró en 1911, cuando se trasladó la Enseñanza Secundaria a un local independiente “(…) con su Decano, su Consejo, sus aulas, sus laboratorios, su biblioteca, y, sobre todo, sus profesores y su población estudiantil (…) que dejaron de convivir en la promiscuidad de los patios y de la biblioteca con los de Facultad” . La ruptura institucional que el autor reconoce como el más flagrante de los atentados a la autonomía universitaria fue la escisión por ley de la Sección de la Enseñanza Secundaria de la Universidad de la República. después de haber circulado por diversos locales de Montevideo, la denominada entonces “Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatoria” de la Universidad, hacia 1903, bajo el rectorado del Dr. Claudio Williman, el gobierno adjudica a la universidad, los terrenos conocidos con el nombre de “antiguo parque”, hoy en día el predio delimitado por las calles 18 de Julio, Eduardo Acevedo, José E. Rodó y Emilio Frugoni. Allí se construirían los actuales edificios del Vásquez Acevedo (IAVA) y la propia Universidad.
 

Gracias a los esfuerzos de otro memorable rector y ciudadano, el Dr. Eduardo Acevedo, se lograron los recursos públicos para las construcciones. En total el costo de las mismas y la expropiación de los terrenos alcanzó a un millón de pesos de aquel entonces. El proyecto del edificio fue obra del Arq. Jones Brown, arquitecto uruguayo, uno de los egresados de la entonces Facultad de Matemática y ramas anexas. Jones desarrolló varios proyectos de edificios tipo en Montevideo, en lo que se puede señalar como su línea de obras más consistente: la Escuela Gran Bretaña, la Escuela Chile, el Jardín de Infantes Enriqueta Compte y Riqué y la Escuela Alemania. A este conjunto se le suma el edificio para la Sección de Enseñanza Secundaria (Instituto Alfredo Vásquez Acevedo), que reúnen las características que distinguen la mejor obra de Jones.

El actual IAVA. Se inaugura en 1911, como “Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatoria” de la Universidad. También se inauguró el propio edificio de la universidad. Todo ello en medio de importantes ceremonias y grandilocuentes discursos, con una gran expresión de orgullo nacional, en el marco de un país en crecimiento.

Por 1910, en el Uruguay había una población de 1.132.115 habitantes y en la enseñanza secundaria estaban matriculados 1871 alumnos, que cuatro años después, en 1914, ya se habían incrementado y llegado al número de 3020 alumnos de Secundaria en Montevideo y 1250 en el interior. Se puede concluir que a partir de la inauguración del edificio que nos ocupa, el desarrollo de la enseñanza secundaria en todo el país fue muy fuerte. Sin duda, el país crecía junto con los jóvenes que lo harían crecer aún más.

Hacia 1935, se separa la enseñanza secundaria de la Universidad, pero el “Vásquez” siguió realizando su tarea formadora de jóvenes. Por la década de 1940 ya era solo “preparatorios”, el único público de todo el país, y llegó en esas funciones a tener un enorme prestigio hasta la dictadura. Luego de la misma, pasa a desempeñarse poco más o menos dentro de las mismas funciones siendo actualmente liceo de segundo ciclo, es decir brindando enseñanza en 4º, 5º, 6º de todas las orientaciones. Mayo del 68 ́ en el mundo fue un momento de rebelión juvenil. En Uruguay el punto de inflexión de la militancia estudiantil de secundaria y UTU tiene lugar en junio, donde las movilizaciones por la suba del boleto y la implementación de las Medidas Prontas de Seguridad llevaron a los más jóvenes a salir a la calle involucrándose en la esfera política. Es así que se radicalizan y a través de espacios como las asambleas de clase o los contracursos y de métodos como las manifestaciones relámpago, los cortes de calle con peaje o las barricadas, logran romper con las formas que utilizaba la izquierda tradicional. El IAVA, acorde a su tradición de compromiso y militancia, será uno de los centros de movilización. El contexto de activismo estudiantil radicalizado continuará en años posteriores abarcando a la postre todo el espectro de la enseñanza pública. Es innegable el peso simbólico del IAVA, solo con nombrar algunos de sus profesores destacados son Francisco Espínola, Lincoln Maiztegui, Oscar Secco Ellauri, Ángel Rama, Benjamín Nahum, Carlos Real de Azúa entre otros. Y personalidades como Julio María Sanguinetti, Jorge Batlle, Hugo Batalla, Tabaré Vázquez, Danilo Astori y Wilson Ferreira Aldunate. Su espíritu de rebeldía estudiantil y militancia sigue presente en el 2023.

Ver:

http://iava.edu.uy/historia.

http://repositorio.cfe.edu.uy/bitstream/handle/123456789/488/Pesce%2cL.LaSeccion.pdf?sequence=2&isAllowed=y

 

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