El IAVA , su aporte a la educación secundaria.
La tradición historiográfica nacional sobre la Historia de la Enseñanza Secundaria señala dos etapas bien diferenciadas con respecto a la dinámica de la Institución:
Entre 1849 y 1935, cuando este nivel de formación se encontraba enmarcado institucionalmente en el seno de la Universidad de la República. A partir de 1936, cuando por la Ley 9.523 del 11 de diciembre de 1935, se creó un Ente Autónomo denominado Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria.
Asimismo, se pueden reconocer dentro del primer período cuatro momentos relevantes:a. el proceso fundacional de la Universidad entre 1833-
1849;
b. el que corresponde a la denominada Universidad Vieja
entre 1849- 1885;
c. la Universidad Nueva, entre 1885 y 1908, período en el
que bajo el Rectorado del Dr. Alfredo Vázquez Acevedo se produjeron importantes
reformas, no sólo administrativas e institucionales, sino también académicas;
d. el período comprendido entre 1908 y 1935, en el que se
incrementó el número de liceos en Montevideo y las demás capitales
departamentales, con el aumento exponencial del estudiantado, cambios en su perfil
y necesidad de reclutar más docentes para atender el nuevo contexto
institucional.
La historia de la Universidad de la República en los dos
primeros períodos estuvo signada, según Arturo Ardao, por la importancia de los
estudios secundarios y preparatorios, llegando a afirmar que hasta la Ley
Orgánica de 1885 “(…) era principalmente de Enseñanza Secundaria que se
trataba, por lo que bien merece ésta ser considerada como la realmente
fundadora de la Universidad, tanto más cuanto que los cursos de filosofía que
correspondían a ella, forjaron y definieron el primer espíritu desarrollado por
la Institución” .
Esta referencia de Ardao encuentra los argumentos en el
análisis que realizó de los informes redactados por los Rectores Lorenzo
Fernández (1850) y Manuel Herrera y Obes (1851) respectivamente. La tesis del isomorfismo
académico entre la Universidad y la Enseñanza Secundaria se debatirá en el
siglo veinte, cuando el Rector Carlos Vaz Ferreira (1928) fundamente que las finalidades
de los estudios secundarios en el país, cobijados en el seno de la Universidad,
siempre se caracterizaron por ser preparatorios a las profesiones liberales.
Este tema será la base discursiva de los segregacionistas en la década de 1930
para argumentar la necesidad de definir los sentidos y las finalidades
formativas de la Enseñanza Secundaria en el Uruguay por fuera de la Casa Mayor
de Estudios.
Por último, Ardao destaca la relevancia que tuvo en el
Rectorado de la Universidad de la República la figura de Alfredo Vásquez
Acevedo y su decisivo papel en la formulación de la Ley Orgánica de 1885, ya
que ésta le dio a la Casa Mayor de Estudios una estructura jurídica, sentó las
bases de la modernización curricular y marcó los rumbos de la enseñanza
superior y de la secundaria con “(…) un notable aumento de cátedras y la
modernización de todos los programas de enseñanza, adaptándose a los progresos científicos
de la época, (…) a través de la ampliación del número de aulas, la renovación
consiguiente del profesorado y la revisión de los programas, se entronizaron definitivamente
entonces, en todos los grados, el espíritu naturalista y el repertorio científico
de la época”. Los estudios secundarios, que habían sido fundados
progresivamente a partir del año 1849, fueron suprimidos de la Universidad de
la República en el año 1877, en plena dictadura del general Lorenzo Latorre,
quien a través del decreto ley Nº 1321 del día 12 de enero de ese año cancelaba
“(...) en la Universidad, las aulas de Filosofía, Matemática, Geografía General
e Historia debido a la acción política y a la altivez cívica de los
universitarios”. No fue por casualidad que el General Lorenzo Latorre suprimió
esas cátedras; lo hizo por los encendidos discursos y manifestaciones antidictatoriales
que impulsaban sus docentes, tal como sostiene Méndez Vives (1998):
La reforma universitaria de 1885 reinstaló en la Universidad
de la República las cátedras suspendidas y las organizó en un plan integral
para los estudios secundarios. A su vez, la reforma dotó a la Sección de
Estudios Secundarios y Preparatorios de un Decano propio. En el año 1908, a
iniciativa del Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo sancionó el 31 de
diciembre una nueva Ley Orgánica para la Universidad de la República,
convirtiendo la Sección de Estudios Secundarios y Preparatorios en una Facultad
anexa a la Universidad. Esta ley estableció, además, que el Decano de la
Sección Secundaria debía ser electo por los docentes integrantes del Consejo,
que eran representantes de las distintas facultades -y no por el Rector de la
Universidad, como ocurría hasta entonces-, para luego ser nombrado por el Poder
Ejecutivo. Eugenio Petit Muñoz destacó que:
(…) la renuncia del
Rector Eduardo Acevedo en abril de 1907 fue en protesta enérgica por [...] un
proyecto de ley presentado por el presidente Williman y el Ministro de
Instrucción Pública Dr. Gabriel Terra, por el que suprimía a la Universidad
como Institución –eliminando la figura del Rector, a los Consejos y a la Sala
de Doctores- creando Rectores y Consejos de Facultades independientes,
descentralizados bajo la presidencia única del Ministro de Instrucción Pública.
Este proyecto de ley pretendía eliminar definitivamente la autonomía del
gobierno universitario, a la propia universidad y al mismo tiempo, hacía
aparecer a las distintas facultades como instituciones desarticuladas, bajo la
égida del Poder Ejecutivo y entre ellas, a la enseñanza media, que la
fragmentaba en dos ciclos, uno básico y otro preparatorio a las carreras
universitarias. Este hecho político no es menor si se considera que el propio
Gabriel Terra, ya en carácter de presidente de facto, fue quien, violando la
autonomía universitaria, promovió por ley, en 1935, la separación de la Sección
Secundaria y Preparatoria de la Universidad de la República. Resulta de interés
considerar el contexto en el que se propuso “modernizar” jurídicamente a la
Universidad dotándola de una nueva Ley Orgánica. En ese mismo año se desarrolló
en Montevideo el Congreso de Estudiantes Americanos, que había proclamado en
sus declaraciones finales “(…) que había llegado la hora de la emancipación,
del resurgimiento político y cultural, bajo el ideal común de la unión
americana. Para lograr esa ansiada finalidad se sostuvo que debía recurrirse a
la ciencia universal, pero partiendo de las necesidades de nuestros pueblos y desconfiando
de los sectores consuetudinarios del poder. El sentido político de estas declaraciones pareciera haber
atemorizado al Poder Ejecutivo por sus posibles implicancias en el orden social
interno del país y por la supuesta “contaminación ideológica” a la que estaban
sometidos los estudiantes secundarios al compartir físicamente la casa de
estudios con los estudiantes universitarios.
La separación física del estudiantado se logró en 1911, cuando se trasladó la Enseñanza Secundaria a un local independiente
“(…) con su Decano, su Consejo, sus aulas, sus laboratorios, su biblioteca, y,
sobre todo, sus profesores y su población estudiantil (…) que dejaron de
convivir en la promiscuidad de los patios y de la biblioteca con los de
Facultad” . La ruptura institucional que el autor reconoce como el más flagrante
de los atentados a la autonomía universitaria fue la escisión por ley de la
Sección de la Enseñanza Secundaria de la Universidad de la República. después
de haber circulado por diversos locales de Montevideo, la denominada entonces
“Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatoria” de la Universidad, hacia 1903,
bajo el rectorado del Dr. Claudio Williman, el gobierno adjudica a la universidad,
los terrenos conocidos con el nombre de “antiguo parque”, hoy en día el predio
delimitado por las calles 18 de Julio, Eduardo Acevedo, José E. Rodó y Emilio
Frugoni. Allí se construirían los actuales edificios del Vásquez Acevedo (IAVA)
y la propia Universidad.
Gracias a los esfuerzos de otro memorable rector y
ciudadano, el Dr. Eduardo Acevedo, se lograron los recursos públicos para las
construcciones. En total el costo de las mismas y la expropiación de los terrenos
alcanzó a un millón de pesos de aquel entonces. El proyecto del edificio fue
obra del Arq. Jones Brown, arquitecto uruguayo, uno de los egresados de la
entonces Facultad de Matemática y ramas anexas. Jones desarrolló varios
proyectos de edificios tipo en Montevideo, en lo que se puede señalar como su
línea de obras más consistente: la Escuela Gran Bretaña, la Escuela Chile, el
Jardín de Infantes Enriqueta Compte y Riqué y la Escuela Alemania. A este conjunto
se le suma el edificio para la Sección de Enseñanza Secundaria (Instituto
Alfredo Vásquez Acevedo), que reúnen las características que distinguen la
mejor obra de Jones.
El actual IAVA. Se inaugura en 1911, como “Sección de
Enseñanza Secundaria y Preparatoria” de la Universidad. También se inauguró el
propio edificio de la universidad. Todo ello en medio de importantes ceremonias
y grandilocuentes discursos, con una gran expresión de orgullo nacional, en el
marco de un país en crecimiento.
Por 1910, en el Uruguay había una población de 1.132.115
habitantes y en la enseñanza secundaria estaban matriculados 1871 alumnos, que
cuatro años después, en 1914, ya se habían incrementado y llegado al número de
3020 alumnos de Secundaria en Montevideo y 1250 en el interior. Se puede
concluir que a partir de la inauguración del edificio que nos ocupa, el
desarrollo de la enseñanza secundaria en todo el país fue muy fuerte. Sin duda,
el país crecía junto con los jóvenes que lo harían crecer aún más.
Hacia 1935, se separa la enseñanza secundaria de la
Universidad, pero el “Vásquez” siguió realizando su tarea formadora de jóvenes.
Por la década de 1940 ya era solo “preparatorios”, el único público de todo el
país, y llegó en esas funciones a tener un enorme prestigio hasta la dictadura.
Luego de la misma, pasa a desempeñarse poco más o menos dentro de las mismas
funciones siendo actualmente liceo de segundo ciclo, es decir brindando
enseñanza en 4º, 5º, 6º de todas las orientaciones. Mayo del 68 ́ en el mundo
fue un momento de rebelión juvenil. En Uruguay el punto de inflexión de la
militancia estudiantil de secundaria y UTU tiene lugar en junio, donde las
movilizaciones por la suba del boleto y la implementación de las Medidas Prontas
de Seguridad llevaron a los más jóvenes a salir a la calle involucrándose en la
esfera política. Es así que se radicalizan y a través de espacios como las
asambleas de clase o los contracursos y de métodos como las manifestaciones
relámpago, los cortes de calle con peaje o las barricadas, logran romper con
las formas que utilizaba la izquierda tradicional. El IAVA, acorde a su
tradición de compromiso y militancia, será uno de los centros de movilización.
El contexto de activismo estudiantil radicalizado continuará en años posteriores
abarcando a la postre todo el espectro de la enseñanza pública. Es innegable el
peso simbólico del IAVA, solo con nombrar algunos de sus profesores destacados
son Francisco Espínola, Lincoln Maiztegui, Oscar Secco Ellauri, Ángel
Rama, Benjamín Nahum, Carlos Real de Azúa entre otros. Y
personalidades como Julio María Sanguinetti, Jorge Batlle, Hugo Batalla, Tabaré
Vázquez, Danilo Astori y Wilson Ferreira Aldunate. Su espíritu de rebeldía
estudiantil y militancia sigue presente en el 2023.
Ver:
http://iava.edu.uy/historia.
http://repositorio.cfe.edu.uy/bitstream/handle/123456789/488/Pesce%2cL.LaSeccion.pdf?sequence=2&isAllowed=y
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