El Humanismo batllista. La filosofía del progresismo.
Durante el período batllista el Estado adquirió el carácter universal de representar a la sociedad en su conjunto. Se debe reconocer la preocupación del batllismo por atender las demandas de los sectores populares, nivelando las desigualdades económicas y sociales. Entonces, el batllismo toma la “cuestión social” desde una perspectiva ética y humanista claramente influenciado por el pensamiento krausista y el propio Batlle el 30 de marzo de 1916 en El Día escribe una nota titulada “Conceptos claros” en estos términos:
“Enriquecer al Estado es enriquecer a todos sus componentes. Si el Estado es rico y está bien administrado, el dinero que recibe por concepto de impuestos inmediatamente se distribuye en obras de beneficio general(…) el Estado no se guarda nada lo devuelve en caminos, escuelas, puentes, industrias nuevas…” Durante la primera presidencia de Batlle(1903-1907) se instaló una preocupación fundamental en la educación: la enseñanza secundaria. Para Batlle el objetivo de los liceos debía ser: “provocar la observación y disciplinar el criterio, por medio de una enseñanza general que prepare para el cumplimiento de los deberes de la vida y favorezca el desarrollo y la aplicación de las aptitudes individuales en las diversas manifestaciones de la actividad económica” y en una carta a Domingo Arena durante su período de entre gobiernos desde Europa escribe: “Yo pienso aquí en lo podríamos hacer para constituir un pequeño país modelo, en que la instrucción sea enormemente difundida. En el que se cultiven las artes y las ciencias con honor. En el que las costumbres sean dulces y finas. Me complazco en imaginarme que podríamos crea universidades en todos los departamentos(…) proveer al bienestar de las clases pobres” Para Carlos Real de Azúa, un critico del batllismo, el humanitarismo de Batlle conciliaba conquistas tan distintas como “la ley de divorcio de 1907, la investigación de la paternidad y consolidación de los derechos sucesorios de los hijos naturales en 1916, la supresión de la pena de muerte 1905-1907, la prohibición de las corridas de toros 1912-1918, las leyes de suspensión condicional de las penas y de libertad condicional y la tutela de menores.
Aproximándonos al pensamiento del período los
gobiernos humanitarios a fines del siglo XIX fueron aquellos que buscaron
mejorar las condiciones de vida de las clases populares, que sufrían las
consecuencias de la industrialización, la urbanización y la desigualdad social.
Algunos de los países que adoptaron este tipo de políticas fueron:
- Uruguay,
que, bajo el liderazgo de José Batlle y Ordóñez, impulsó la serie de
reformas sociales que mencionadas y que además incluyeron la jornada
laboral de ocho horas, el seguro social, el voto femenino, el divorcio por
voluntad de la mujer y la separación entre la Iglesia y el Estado.
- Chile,
que, bajo el gobierno de José Manuel Balmaceda, promovió una política de
fomento a la educación, la salud, la infraestructura y la industria
nacional, enfrentando la oposición de los sectores conservadores y
oligárquicos.
- México,
que, bajo el gobierno de Porfirio Díaz, inició un proceso de modernización
económica y política que favoreció el desarrollo de las comunicaciones, el
comercio y la inversión extranjera, pero que también generó una gran
desigualdad social y una fuerte represión política.
Estos gobiernos humanitarios
recibieron críticas de diferentes sectores sociales y políticos, tanto internos
como externos, por diversas razones. Algunas de estas críticas fueron:
- Críticas de
los sectores conservadores y oligárquicos, que se oponían a las reformas
sociales que afectaban sus intereses económicos y su poder político. Estos
sectores acusaban a los gobiernos humanitarios de ser demagogos,
populistas, socialistas o anticlericales, y de atentar contra el orden, la
tradición y la religión. Algunos ejemplos de estas críticas son las que
recibió José Batlle y Ordóñez por
parte de la Iglesia Católica y de otros sectores partidarios de los partidos
políticos.
- Críticas,
además, de los sectores populares y
revolucionarios, que consideraban insuficientes o falsas las reformas
sociales que prometían los gobiernos humanitarios. Estos sectores
reclamaban una transformación más profunda y radical de la estructura
económica y social, que implicara una mayor participación, justicia y
equidad para las clases trabajadoras.
Críticas de los sectores nacionalistas y antiimperialistas, que denunciaban la dependencia y la injerencia de las potencias extranjeras en los asuntos internos de los países latinoamericanos.
Estas corrientes filosóficas
se relacionan con las tensiones políticas y culturales de la época de la
siguiente manera:
- El
positivismo, que defendía una visión científica, empírica y universal del
conocimiento, y que rechazaba cualquier forma de metafísica, teología o
introspección, se relacionaba con las tensiones políticas y culturales que
surgieron entre los sectores conservadores y liberales, que se disputaban
el control del poder y el modelo de desarrollo de los países
latinoamericanos.
- El
positivismo, además, influyó en los gobiernos que promovieron la
modernización, la secularización y la integración al sistema económico
mundial y buscaron aplicar los principios de la ciencia y la técnica a la
organización política, social y económica. Sin embargo, el positivismo
también generó resistencias y críticas por parte de los sectores populares
y nacionalistas, que consideraban que el positivismo ignoraba o negaba la
diversidad cultural, la identidad nacional y la soberanía popular.
- El humanismo,
que defendía una visión integral, ética y creativa del ser humano, y que
valoraba su singularidad, diversidad e historicidad, se relaciona con las
tensiones políticas y culturales que surgieron entre los sectores
populares y revolucionarios, que cuestionaron el orden oligárquico y
capitalista, y que reclamaron una transformación más profunda y radical de
la estructura económica y social.
- El
espiritualismo, que defendía una visión trascendente, racional y religiosa
de la realidad, y que afirmaba la existencia de un orden sobrenatural y de
valores morales absolutos, se relaciona con las tensiones políticas y
culturales que surgieron entre los sectores nacionalistas y
antiimperialistas, que denunciaban la dependencia y la injerencia de las
potencias extranjeras en los asuntos internos de los países
latinoamericanos.
Ver:
Delio Machado, L.M. Nuevo enfoque sobre los orígenes intelectuales del Batllismo. FCU, Montevideo 2007.
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