Luego de la muerte de Wilson Ferreira Aldunate en marzo de 1988 y del triunfo al año siguiente de Jorge Batlle sobre el Dr. Tarigo mostró con claridad para muy pocos el fin del batllismo como oferta concreta y monolítica dentro del partido Colorado. Las elecciones de 1989 mostraron, ya en aquél entonces, una postura ideológica muy similar y clara, entre Lacalle y Batlle. El resultado fue una agenda de reformas de perfil netamente liberal con la reducción del Estado como concepto principal para enfrentarse al déficit fiscal y bajar la inflación. Todo esto constituyó una etapa más del proceso de destrucción del proyecto batllista con principios como apertura de la economía, desregulación del mercado laboral, privatizaciones con grandes espacios para la iniciativa privada y que fuera el mercado y no el Estado asignados de los beneficios generados. En buen romance era la llegada a nuestro país de las reformas propuestas en el “Consenso de Washington”. Postura que el Dr. Batlle exaltaba en su
campaña electoral. Por otro lado, el Dr. Julio María Sanguinetti mantenía fuertes matices tanto con la visión del Dr. Lacalle y con la del Dr. Batlle.
Antecedentes.
Algunos de los hombres que desde 1873 intentaron limitar al
Estado casi hasta su desaparición, son los que diez años más tarde entre 1884 y
1888 aprueba leyes ferroviarias que obligaron al más amplio modelo de
intervención estatal ya sea en control de tarifas y autorizaciones para
desarrollar ferrocarriles propios. En 1901 es obra del Estado la construcción
del Puerto de Montevideo y muy pocos meses después también se encargó de la
producción eléctrica. Fue un proceso que parte de la iniciativa privada a partir
de 1887, luego a ser administrado en forma provisoria a partir de 1897, directa
a partir de 1906 y ser monopolio estatal a partir de 1912. El Estado durante el
primer batllismo representaba a toda la sociedad y por encontrarse por encima
de todas las clases sociales debía administrar sus disputas, y también impulsar
su crecimiento mediante el crecimiento sostenido de la economía. Esa era la
excusa que se le daba al Estado para invadir la actividad económica privada, o
sea determinado que el interés general era superior al interés particular y al
interés empresarial. El intervencionismo estatal en lo económico y en lo social
hizo que el Estado tuviera nuevas áreas y modos de accionar. El modelo de
transformaciones impuestas por Don Pepe supuso, entonces, la utilización del
aparato estatal para realizar su modelo de desarrollo. Posteriormente en el
periodo denominado neobatllismo el dirigismo estatal perseguía una política de
nivelación destinada a favorecer una distribución más igualitaria de los
ingresos del país y alcanzó tasas de bienestar comparables a algunos países
desarrollados. El PBI per cápita creció a un promedio del 7.9% anual. Esto se
debió al aumento de puestos de trabajo originado por las nuevas empresas del
Estado y por las industrias y el aumento en la productividad que permitió
aumentar sueldos sin perder niveles de ganancias a los empleadores privados.
Por otro lado, se había desarrollado la negociación colectiva y una política de
ingresos mínimos que dio un fuerte respaldo al salario real. El sector sindical
se sintió triunfador y el Estado ejercía un control en los precios sobre los
bienes de consumo básico, sobretodo la vivienda. El Estado reforzó su papel
distributivo amplió su infraestructura y los servicios. En 1947 surge OSE, con
la nacionalización d ela compañía inglesa de aguas corrientes. Se construyeron
puentes y caminos. Se asume el control de la maltrecha compañía de
ferrocarriles y tranvías ingleses y se estatiza PLUNA en 1951. En este periodo
se inicia el debate dentro del batllismo sobre la libertad económica en
contraposición al dirigismo estatal. Acá es cuando comienza la fractura
política del batllismo en la visión ortodoxa de los hijos de don Pepe nucleados
en la Lista 14 y el diario El Día y unos influyentes jóvenes batllistas
apadrinados por Luis Batlle primero y por Jorge Batlle después dentro de la
lista 15 y el diario Acción. Tiempos de ruptura y separaciones en cual un grupo
formará primero la lista 99 y posteriormente fundará el Frente Amplio con
Michelini, Batalla, Fau, Rodríguez Fabregat, entre otros. El joven Dr. Jorge
Batlle, líder de la 15, asume las modernas teorías económicas de mediados de los
años 50 que estaban bastante lejos de la visión batllista sobre el rol del
estado y el dirigismo económico. Las ideas de Hayek y Mises van a iniciar un
debate en la visión económica del batllismo y una ruptura conceptual que se
mantiene más o menos apasionadamente hasta el momento actual.
Hayek nació en Viena en 1899. Su juventud austriaca está
marcada por un clima político difícil en el que huelgas masivas paralizan al
país. Asiste a la desorganización del régimen doblemente amenazado: por el
populismo, con frecuencia antisemita, y por el socialismo revolucionario
radicalizado por la introducción de las tesis marxistas. Hayek participa en los
seminarios del economista Ludwig Von Mises, quien reúne a su alrededor a
discípulos que contribuirán a difundir el pensamiento liberal en Francia, como
Jacques Rueff, asesor del general De Gaulle; en Italia, Luigi Einaudi; en
Alemania, Wilhelm Röpke y Ludwig Erhard; y en menor medida en los Estados
Unidos, Murria y Rothbard.
En esa época Mises defiende ideas contrarias a las
dominantes en la intelectualidad austriaca y Hayek lo califica de «liberal
intransigente y aislado». Es iniciador de la crítica a la planificación que,
según él, no puede constituir una solución económica adecuada debido a la
complejidad de los cálculos económicos y a la falta de información. En su obra
mayor, Socialismo, predice el fracaso de las experiencias
socialistas: la planificación sólo puede conducir al caos o al estancamiento.
Este concepto se dirige, sin pensarlo, a la línea de flotación del pensamiento
batllista.
Profesor en Viena (1913-1938) y luego en Nueva York
(1945-1969), Mises es el fundador de la corriente neoaustriaca que se
desarrolla durante los años 70 y se encuentra cercano a las redes
norteamericanas en Europa Occidental. La Fundación Rockefeller y el National
Bureau of Economic Research financiaron dos de sus libros publicados en 1944.
Tratando de difundir sus teorías y apoyado por industriales y fundaciones,
Mises construyó una organización oficiosa, un esbozo de la Sociedad del Mont-Pelerin,
representada por sus alumnos en varios países de Europa Occidental. Hayek,
dando continuidad a la tradición liberal iniciada por Adam Smith, defiende una
concepción mínima del Estado. Su especial aporte corresponde a la crítica
radical de la idea de «justicia social», noción que disimula, según él, la
protección de los intereses corporativos de la clase media. Preconiza la
eliminación de las intervenciones sociales y económicas públicas.
El Estado mínimo es un medio para escapar al poder de la
clase media que controla el proceso democrático a fin de obtener la
redistribución de las riquezas que se redistribuían filosóficamente
mediante el fisco.
Su programa es expuesto en La constitution de la liberté:
desreglamentar, privatizar, disminuir los programas contra el desempleo,
eliminar las subvenciones a la vivienda y el control de los alquileres, reducir
los gastos de la seguridad social y finalmente limitar el poder sindical. El
Estado no puede asegurar la redistribución, sobre todo en función de un
criterio de «justicia social». Estos conceptos van a dirigir el pensamiento
económico del líder batllista en los años 60 y 70.
La filosofía política de Hayek está finalmente muy próxima
de las tesis desarrolladas por Locke. El Estado defiende el derecho natural de
propiedad y está limitado por las cláusulas individualistas de un hipotético
contrato fundador. El derecho se convierte entonces en el instrumento de
protección del orden espontáneo del mercado. Lo que importa pues,
principalmente, es la defensa del liberalismo económico. El liberalismo
político es absorbido. Las ideas democráticas son relegadas a un plano
secundario.
El proceso de desbatllistizar al país había comenzado con el
triunfo de los blancos a partir de 1958, una década después en 1968 la
situación era de extrema violencia. No se pudo mantener la matriz ideológica y
ni siquiera articular los principios batllistas durante esos años. A esto le
sumamos que fallece Luis Batlle, que constan sus esfuerzos por mantener la
unidad del batllismo aunque no fue del todo flexible con las propuestas de
Michelini y de Batalla. Jorge Batlle se postuló a la Presidencia de la República
y compartía la formula con Julio Lacarte Muró. Sus propuestas en exceso
liberalizadoras se contraponían fuertemente con la postura de su padre que era
estatista y proteccionista van a resentir sus posibilidades y la del batllismo
por extensión. Además, Jorge, hablaba directamente y propuso un fuerte golpe en
la economía para encauzarla de una vez por todas. Esta visión demasiado radical
para la época ahuyentó a grandes cantidades de votantes. La UCB, Unión Colorada
y Batllista se decide por la candidatura del general Oscar Diego Gestido que
ejercía como Consejero Nacional de Gobierno y que debía renunciar para
postularse a la Presidencia de la República. Era crítico de las Carta Intención
que el gobierno había comprometido con el FMI, iniciando el penoso proceso de
deuda externa que hoy se nos muestra como incontrolable y también era
partidario de la reforma anticolegialista. El problema era designar a su
compañero de fórmula lo que generó múltiples interpretaciones. Se la propone a
Jorge Batlle que declina sosteniendo su propia candidatura, la hermana de
Michelini sostuvo que se le ofreció la candidatura afirmando: “Michelini, si no
voy con Ud. No voy con nadie” y según cuenta Lincoln Maiztegui, Felipe, hermano
de Michelini recordaba que Zelmar le dijo: “Gestido me acaba de decir que
quiere que yo sea candidato a vicepresidente” y que luego se abrazaron. Pero
luego el propio Zelmar sostendría “nunca reclamamos ni nos fue ofrecida la
vicepresidencia de la República”. Como idea de unidad se propone a Julio
Lacarte Muró la vicepresidencia en las dos planchas la de la 15 y la de la UCB,
sin embargo, la postura de Jorge Batlle fue tajante: “el señor Lacarte Muró es
candidato solo conmigo, en Unidad y Reforma, o seguirá en su casa”. El
derrotero siguió con Enrique Iglesias, con Luis Faroppa. De esta forma el
candidato termina siendo Jorge Pacheco Areco no sin haberse generado en la
opinión pública una paupérrima imagen de desunión y mal manejo de la formula.
¿Y dónde está el batllismo? ¿existe?
En una nota responder a estas preguntas es difícil, podemos
aproximarnos a la postura del heredero directo y portador del apellido, el cual
generó una ruptura conceptual en los fundamentos principales del batllismo en
relación al Estado y al sistema Colegiado de gobierno. En una extensa nota el
Dr. Jorge Batlle se define ideológicamente:
"Yo soy batllista. Íntegramente espiritual y genético
de la generación del Quebracho. Eso soy, eso soy. Soy un liberal radical
libertario", dijo en una entrevista con La República en 1989.
"Tengo la misma concepción deísta en lo religioso,
espiritualista y racionalista en los filosófico, del hombre en sociedad, en lo
social, del Estado como uno de los instrumentos al servicio de la sociedad,
medio y no fin en sí mismo, de la igualdad del hombre y la mujer. Creo en la
necesidad de que todo eso se ponga al servicio de la comunidad a partir de la
creación de los recursos. (...) Yo no soy un teórico. Soy pragmático, y le digo
que no hay ninguna economía dirigida que funcione bien”
"¿Qué me había pasado conceptualmente a mí? A mí me
había pasado que por un accidente de la vida conocí a una muchacha que era
exiliada argentina en el Uruguay, y su padre era industrial, y nunca había
hecho política, pero que cuando llegó Perón entendió que había que hacer
política contra él y lo metieron preso, lo deportaron. Y cuando volvió a
Argentina, pensó que debían llevar allí a grandes pensadores para que les
abrieran la cabeza y llevaron a los grandes economistas de la escuela
austríaca, Fredrik von Hayek y Ludvig von Mises, y yo era el novio de la nena.
Entonces, iba, escuchaba y aprendía de ellos. Por eso yo era como Víto Dumas en
aquella época, una especie de 'navegante solitario'. Pensaba como pienso ahora.
Y todos decían que yo estaba loco, y ahora están todos locos los demás. El
único cuerdo soy yo. Pero yo soy así desde 1956", dijo Batlle en una
extensa entrevista con el semanario Voces en 2012.
En realidad, la confusión sobre ser o no batllistas, cual es
el rol de este, donde se lo ubica es un debate nacional es difícil. Incluso a
nivel de politólogos. En relación con eso me permito tomar textualmente el final
de una aclaración que le realizara el Cr. Ricardo Lombardo al Politologo Oscar Botinelli
que realizara en el diario El Observador: “A tres meses de instalado el
gobierno de Gestido en 1967, Jorge Batlle desde su radio Ariel emitió
fuertes críticas porque estimó que no se estaban encarando las reformas
económicas necesarias, que él pensaba debían orientarse hacia liberalizar los
mercados sumamente cerrados por esos tiempos. Eso significó un rompimiento de
la 15 con Gestido a tal punto que renunciaron los ministros que ocupaban cargos
en su nombre. Y significó una profunda división en el Batllismo que tendría fuertes
repercusiones electorales en el futuro.
El gobierno en su primeros meses, había justamente buscado instrumentar medidas
desarrollistas y fundamentalmente procuró alcanzar entendimientos sociales,
acordando con sindicatos y empresarios en una sociedad que estaba fuertemente
convulsionada.
Jorge Batlle reaccionó contra eso y propuso un fuerte cambio de timón hacia
políticas más liberales que sacaran a la economía de su encierro.
Esta confusión de Botinelli, extraña en un hombre serio y conocedor como él,
sin embargo demuestra las dificultades que tiene mucha gente, incluidos muchos
dirigentes políticos, en interpretar lo que es el batllismo.
Creen que su esencia se limita en identificar las políticas económicas que se
utilicen en tal o cual momento según las circunstancias determinantes. No
entienden que cualesquiera que sean los instrumentos que se empleen, hay una
raigambre común a todos los batllistas a lo largo de la historia: el
republicanismo radical y el liberalismo progresista.”
El liberal progresista es el liberal que cree en el
progreso: progreso económico, social, cultural, científico y tecnológico. O sea,
es alguien para quien la sociedad debe organizarse de tal modo que el hijo de
un limpiador tenga tantas opciones reales en la vida como el hijo de una gran
empresaria. Eso fue, y es, el batllismo. Y los batllistas buscan el escudo de
los débiles, hoy por hoy, en otras tiendas.
Ver:
Caetano, G. y otros. Uruguay 1930-2010. Planeta Montevideo
2016. Pp.92 y Ss,
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