La historia en el pasado y en el presente y sin dudas también en el futuro es la historia del poder. También es la historia de las personas que la viven. La realidad es estudiar lo político y los nexos que se generan con otras áreas sociales ya sean económicas, políticas, jurídicas e institucionales. Surge, entonces el debate sobre el Estado. Es el concepto de Estado como institución, como organización que se coloca en el centro del pensamiento político a partir del siglo XVII. Si nos involucramos en la estructura social de Inglaterra en época contemporánea a Adam Smith vemos que la población inglesa
estaba conformada por un 56% de trabajadores no agrícolas, un 20% de agricultores y un 10% de comerciantes. Un 4% eran capitalistas y solo el 1,5% eran terratenientes y aristócratas. Los ingresos de estos últimos eran 30 veces más grandes que el de los obreros. Por lo tanto, es fácil concluir que en la época de Smith la desigualdad era muy alta. Adam Smith llega a su teoría de la distribución siguiendo el pensamiento que los tres elementos que componen el precio natural de las mercancías o sea la renta, los beneficios y los salarios que determinan su teoría de la distribución y la estructura de clases que deriva en la formación de precios. Lo más importante es su pensamiento final: la riqueza de un país no puede separarse de las condiciones de vida de su clase social más numerosa: sus trabajadores. A diferencia de los mercantilistas que solo consideraban importante la riqueza de los sectores dirigentes y la riqueza del Estado. Según Adam Smith “El alto precio del trabajo debe considerarse no solo como una prueba de la prosperidad general de la sociedad que puede permitirse pagar bien a todos aquellos a los que emplea; debe considerarse como lo que constituye la esencia misma de la riqueza pública(…) los sirvientes, trabajadores y operarios de diverso tipo constituyen la parte con diferencias más abundante de cualquier sociedad política(…) lo que mejore la condición de la mayor parte nunca puede ser considerado un inconveniente para el conjunto. Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable” Adam Smith, entonces, desarrolló ideas fundamentales sobre el papel del Estado en la economía. Permíteme resumir algunos de sus puntos clave:Demanda y Oferta: Smith consideraba que el
crecimiento económico era el objetivo principal. Para lograrlo, abogaba por
dejar que la economía funcionara según sus reglas naturales, como la oferta y
la demanda. La demanda se refiere a la cantidad de bienes y servicios que los
consumidores desean adquirir a un precio dado. La oferta, por otro lado, se
relaciona con la cantidad de bienes y servicios disponibles en el mercado.
Impuestos: Smith sostenía que los impuestos debían ser
justos y equitativos. En su obra “La Riqueza de las Naciones”, argumentó que
los individuos deberían ser iguales frente al impuesto. Aunque no profundizó en
detalles sobre la tributación, su enfoque en la igualdad y la justicia sugiere
que los impuestos deberían distribuirse de manera razonable y beneficiar a toda
la sociedad.
Rol del Estado: El Estado tenía tres obligaciones
importantes, según Smith: Defensa: Proteger la sociedad. Justicia: Administrar
la ley y el orden. Obras e Instituciones Públicas: Facilitar el comercio
y fomentar la instrucción del pueblo. Smith creía que el Estado no debía
intervenir si obstaculizaba el desarrollo natural de la economía. Sin embargo,
consideraba aceptable la intervención para corregir anomalías económicas o
facilitar el buen funcionamiento del mercado.
Adam Smith abogaba por un Estado que equilibrara la no
intervención con la responsabilidad de crear instituciones útiles y garantizar
el bienestar general de la sociedad.
A esta altura del trabajo cabe preguntarse, entonces ¿Cuál
es el papel del sector público en el crecimiento económico? Se dice que para
que los países sean competitivos, innovadores, dinámicos se debe tener menos
Estado y más mercado. Y se agrega que los sectores privados actúan rápido y
asumen riesgos y que en definitiva son el motor del crecimiento económico.
Siguiendo la visión de Smith, el Estado puede intervenir en la economía
solamente para resolver fallas del mercado o igualar el terreno de juego.
Simplificando el concepto el Estado debería ocuparse solamente de “arreglar” los
mercados, en lugar de crearlos. En el Uruguay del modelo batllista de
desarrollo el Estado actuó no solo como administrador y regulador del proceso
de creación de la riqueza asumiendo riesgos y actos que el sector privado no
quería asumir. La idea, vista con perspectiva moderna, de Don Pepe y luego por
Luis Batlle fue proyectar una serie de direcciones para el desarrollo
económico, dirigir la economía hacia nuevos paradigmas técnicos y económicos.
Nuestro Estado llevó adelante las Usinas eléctricas, luego las represas y
paralelamente la refinería de ANCAP. Parece que desconocer estos pasos llevados
adelante por el Estado uruguayo en las primeras décadas del Siglo XX nos
permiten en la actualidad liderar la independencia energética de base natural
que disfrutamos. Entonces el papel del Estado es muy importante, no solo en la
demanda, sino también en la oferta que es la difusión de nuevas tecnologías. El
problema actual es como hacer que funcione, que sea controlable por el sistema
democrático para que solucione los principales retos sociales y tecnológicos. Algunos
argumentos a favor de una mayor intervención estatal en la economía:
Corrección de Fallas del Mercado: El Estado puede
corregir las fallas del mercado, como la información asimétrica, los monopolios
y las externalidades negativas. Por ejemplo, puede regular los monopolios para
evitar abusos de poder y garantizar la competencia. Redistribución de la
Riqueza: La intervención estatal puede reducir la desigualdad al redistribuir
la riqueza. Impuestos progresivos y programas de bienestar social ayudan a
garantizar que los beneficios económicos lleguen a todos los ciudadanos. Estabilidad
Macroeconómica: El Estado puede influir en la estabilidad económica mediante
políticas monetarias y fiscales. Por ejemplo, ajustando las tasas de interés o
implementando políticas contra cíclicas durante recesiones. Inversión en
Infraestructura y Educación:
El Estado puede invertir en infraestructura (carreteras,
energía, comunicaciones) y educación, lo que fomenta el crecimiento económico a
largo plazo.
Protección del Medio Ambiente y Salud Pública: El Estado
puede regular la actividad empresarial para proteger el medio ambiente y la
salud pública. Normativas sobre e
misiones, seguridad alimentaria y salud laboral son
ejemplos.
Promoción de la Innovación y la Investigación: El Estado
puede financiar la investigación y el desarrollo, estimulando la innovación y
el avance tecnológico.
En los años 50, el modelo keynesiano tuvo un impacto
significativo en Uruguay. Contexto histórico: Después de la Segunda Guerra
Mundial, el keynesianismo se convirtió en un paradigma dominante en el
pensamiento económico. Si bien los países latinoamericanos se incorporaron
rápidamente al sistema monetario internacional liderado por el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Don Luis Batlle se mostró reticente a aceptar sus
directivas pidiendo apertura de mercados, no préstamos. Objetivos: El FMI
analizó la estabilidad monetaria como parte del objetivo más amplio: el
desarrollo económico. El desarrollo se entendía como el esfuerzo por mejorar la
calidad de vida y estimular la demanda agregada. Propuestas keynesianas: Integrar
a los trabajadores como consumidores-productores elevando los salarios para
aumentar la demanda. Inversiones en salud, educación y vivienda para alejar a
los sectores populares de la influencia revolucionaria. La batalla económica
del siglo XXI se centra en las democracias liberales frente a las autocracias. Aunque
algunas autocracias han prosperado económicamente, a menudo a expensas de las
libertades individuales y la plutocracia. En una sociedad económicamente libre,
los individuos tienen la libertad de trabajar, producir, consumir e invertir
según sus preferencias, siempre que esa libertad esté protegida por el Estado y
no esté restringida por él. Konrad Adenauer, el primer canciller de la Alemania
Occidental y uno de los “padres fundadores de la Unión Europea,” no solo
desempeñó un papel relevante en la política europea, sino que también
contribuyó al debate sobre el mercado y el Estado en la economía. La Economía
Social de Mercado, un enfoque desarrollado en Alemania, combina elementos del
capitalismo de mercado con una intervención estatal reguladora. Algunos de los
principios clave de este enfoque incluyen: Libre competencia y propiedad
privada: El mercado debe funcionar con competencia libre y justa. La propiedad
privada es fundamental para la economía. Intervención estatal reguladora: El
Estado debe establecer un marco jurídico que permita la competencia y la
iniciativa empresarial. Debe proteger a los consumidores y garantizar la
estabilidad económica. Bienestar social y equidad: La Economía Social de
Mercado busca un equilibrio entre eficiencia económica y justicia social. El
Estado debe proporcionar servicios públicos, como educación y salud, para
garantizar la igualdad de oportunidades. Nuestro país, en su ADN tiene al
Estado como un actor importante para el desarrollo económico y social.
Ver:
Mazzucato, M. El Estado Emprendedor. CABA Buenos Aires. Taurus,
3ª edición 2024.
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