El impulso
reformista: avances y retrocesos del modelo urbano industrial.
Este trabajo tuvo como disparador la investigación realizada por José Rilla, que puso su objetivo de trabajo en la política impositiva del batllismo. En ese trabajo (La mala cara del Reformismo, Arca 1992) sostenía que la política tributaria del batllismo tenía la intención de “transformar el viejo país ganadero en un país agricultor e industrial, siendo el impuesto la herramienta que alentara o deprimiera esas actividades. Así caería un mayor peso sobre el estanciero latifundista que practicaba la economía extensiva pero exoneraría de contribución a industriales y agricultores (…) la industria fue entonces fomentada desde el gobierno…)
El impulso
reformista: avances y retrocesos del modelo urbano-industrial batllista en
Uruguay (1900-1930)
A principios del siglo XX, Uruguay experimentó una transformación sin precedentes bajo el liderazgo de José Batlle y Ordóñez y el impulso del “modelo urbano-industrial batllista. Este proyecto reformista
buscó modernizar el país, alejándolo del tradicionalismo agroexportador para construir un Estado socialmente más justo, económicamente diversificado y políticamente estable. Sin embargo, su implementación no estuvo exenta de tensiones, logros efímeros y resistencias que marcaron sus límites.Avances: La
construcción del “País Modelo”
El
batllismo (en sus dos presidencias, 1903-1907 y 1911-1915, y su influencia
posterior) impulsó reformas que sentaron las bases del “Estado de bienestar
uruguayo:
Industrialización
y proteccionismo: Se fomentó la industria nacional con aranceles y créditos
estatales (ej: frigoríficos, textiles), reduciendo la dependencia de las
exportaciones de carne y lana.
Derechos
laborales: La jornada de 8 horas (1915), indemnizaciones por despido, y la
creación de pensiones obreras (1919) buscaron mejorar las condiciones de la
clase trabajadora urbana.
Laicización
y educación: La separación Iglesia-Estado (1917), la educación gratuita y
obligatoria, y la fundación de la Universidad de Mujeres (1913) reflejaron un
ideal progresista.
Estatismo
económico: Monopolios estatales (ANCAP en 1931, aunque tardío) y empresas
públicas (UTE en 1912) consolidaron un Estado interventor.
Estas
medidas posicionaron a Uruguay como un "modelo" en América Latina,
atrayendo inmigrantes y elogiado por su estabilidad política y avances
sociales.
Retrocesos
y límites del proyecto
Pese a su
ambición, el modelo enfrentó obstáculos estructurales y contradicciones:
Dependencia
agroexportadora: La industria nunca superó el peso del sector primario. La
crisis de 1929 expuso la fragilidad de una economía aún atada a la demanda
externa.
Resistencias
políticas: Los sectores conservadores (ruralistas, blancos nucleados en el “Herrerismo
y la oligarquía veían el batllismo como una amenaza a sus privilegios. La
reforma constitucional de 1917 (con el “colegiado” a medias) fue un compromiso
forzado, no una victoria plena.
Exclusión
rural: Las mejoras sociales se concentraron en Montevideo y ciudades,
marginando al peonaje rural y a los pequeños productores.
Crisis de
los años 20: La posguerra mundial a partir de 1918 y la caída de precios
internacionales debilitaron el impulso industrial, llevando a ajustes y
descontento.
Balance:
¿Revolución inconclusa?
El
batllismo fue un proyecto reformista, no revolucionario. Modernizó el país,
pero sin alterar del todo las estructuras de poder tradicionales. Su mayor
legado fue la idea de un Estado activo en lo social y económico, aunque su
dependencia del contexto internacional y las resistencias internas limitaron su
alcance.
Hoy, ante
debates sobre industrialización, desigualdad y rol del Estado, revisitar el
batllismo invita a reflexionar: ¿Cuánto de aquel impulso sobrevive? ¿Es posible
retomar su espíritu reformista sin repetir sus contradicciones?
Como
material para el debate existen posturas de historiadores con visiones
contundentes:
José Pedro
Barrán y Benjamín Nahum en (“Historia rural del Uruguay moderno”, “Batlle, los
estancieros y el Imperio Británico):
- "El batllismo fue un reformismo
atrapado entre su ideal igualitario y la necesidad de no ahuyentar al capital
extranjero que financiaba el país."
- "La industrialización batllista fue
más un discurso que una realidad: en 1930, Uruguay seguía siendo un país
agroexportador con fábricas subsidiadas."
Real de
Azúa (“El impulso y su freno”):
- "Batlle creyó en la racionalidad del
Estado como árbitro de los conflictos, pero subestimó la fuerza de la
oligarquía terrateniente y el peso de la coyuntura internacional."
- "El colegiado de 1917 no fue una
derrota, pero sí una concesión al Uruguay tradicional."
Milton
Vanger (“The Model Country: José Batlle y Ordóñez of Uruguay):
- "Batlle combinó el liberalismo
económico con un paternalismo estatal único en América Latina, pero su proyecto
dependía de que el mundo comprara lana y carne."
Carlos
Zubillaga (“Reformismo y Estado en el Uruguay del siglo XX”):
- "Las leyes sociales batllistas no
buscaban destruir el capitalismo, sino humanizarlo para evitar
revoluciones."
Julio María
Sanguinetti (“La era progresista”):
-"El batllismo no fue socialismo, sino
un liberalismo avanzado que entendió que sin justicia social no hay
estabilidad." (Desde una visión más política que académica).
El aparato
estatal batllista y John Stuart Mill: ¿Un liberalismo social?
El
batllismo expandió el rol del Estado en la economía y la redistribución, pero
sin romper con el marco capitalista, alineándose con las ideas de John Stuart
Mill en “Principios de economía política”
(1848). Mill defendía:
- Intervención
estatal para corregir desigualdades: Como las leyes laborales batllistas (8
horas, pensiones), que buscaban equilibrar poder entre capital y trabajo.
- Impuestos
progresivos: El batllismo gravó a la oligarquía (aunque sin tocar seriamente la
propiedad latifundista), en línea con el principio de Stuart Mill de que "el
Estado debe mitigar la desigualdad de fortunas".
- Educación
pública: Ambos veían en la educación laica y gratuita (como la reforma de José
Pedro Varela) un motor de movilidad social.
Sin embargo, a diferencia de Mill —que confiaba en la libre
competencia—, el batllismo optó por monopolios estatales (ej: UTE), mostrando
un pragmatismo más cercano al socialismo moderado.
La cuestión
de la tierra y Henry George: ¿Un impuesto único contra el latifundio?
El
batllismo evitó una reforma agraria radical, pero su crítica al latifundio
improductivo resonó con las tesis de Henry George (Progreso y miseria, 1879),
quien proponía:
- Un
impuesto único sobre la renta de la tierra: Para desincentivar la especulación
y financiar políticas sociales. El batllismo aplicó impuestos a la tierra (Ley
de Contribución Inmobiliaria Rural, 1920), pero sin llegar al modelo
georgista.
- La tierra
como bien común: George denunciaba que la concentración de tierras generaba
desigualdad, algo que Batlle reconoció al decir: "El latifundio es el
cáncer de América", aunque no encontró los mecanismos para erradicarlo. Aquí hubo una contradicción: mientras George
veía en la tierra la raíz de la desigualdad, el batllismo priorizó reformas
urbanas e industriales, dejando intacto el poder de los estancieros (como
señala Barrán).
Conclusión:
Un reformismo ecléctico
El
batllismo bebió de fuentes liberales (Mill) y radicales (George), pero
moderadas por la realidad política uruguaya. Su Estado redistribuidor fue “más
audaz que el liberalismo clásico, pero menos revolucionario que el georgismo”.
Esta síntesis explica tanto sus avances como sus límites: modernizó Uruguay,
pero sin alterar su estructura de poder profunda.
¿Fue
entonces Batlle un " Stuart Mill con corbata roja"? O, como diría
Real de Azúa, un pragmático que usó ideas foráneas para domesticar, no para
destruir, el viejo orden.
Henry
George y su influencia en el debate agrario del batllismo
Las ideas
clave de Henry George
George
proponía una crítica radical al capitalismo del siglo XIX, centrada en tres
pilares:
La tierra
como monopolio natural:
- Argumentaba que, a diferencia del capital
o el trabajo, la tierra no es producto del esfuerzo humano, sino un recurso
finito. Su acaparamiento por terratenientes (especuladores o rentistas)
generaba desigualdad estructural. "El
latifundista se enriquece sin trabajar, mientras el peón paga por el derecho a
existir sobre la tierra."
El
"impuesto único" sobre la renta de la tierra:
- George proponía eliminar todos los
impuestos (a salarios, comercio, etc.) y reemplazarlos por un **gravamen
progresivo sobre el valor del suelo no mejorado, es decir, sobre la renta que
los terratenientes obtenían sin invertir.
- Esto, según él, desalentaría la
especulación, liberaría tierras improductivas y financiaría servicios
públicos.
Rechazo a
la propiedad absoluta del suelo:
- No defendía la estatización total (como el
marxismo), pero sí que la sociedad recuperara la plusvalía generada por el
crecimiento urbano e industrial (similar a las actuales teorías de valorización
del suelo).
¿Influyó
George en el batllismo?
Aunque no
hay evidencia de que Batlle y Ordóñez leyera directamente a George, sus ideas
circularon en América Latina a través de:
- El
georgismo en Argentina: Figuras como el socialista Alfredo Palacios y el
radicalismo progresista discutieron su modelo.
- El Single
Tax Movement (Movimiento del Impuesto Único), que tuvo adeptos en Uruguay,
especialmente entre críticos del latifundio.
Puntos de
contacto con el batllismo
Impuestos a
la tierra:
- La Ley de Contribución Inmobiliaria Rural
(1920) gravó las tierras improductivas,
algo alineado con el georgismo, aunque con tasas mucho más bajas.
- Pero a diferencia de George, Batlle no
toca la propiedad en sí, solo la renta.
Discurso
antilatifundista:
- Batlle denunció el latifundio como "un
obstáculo para el progreso" y promovió colonias agrícolas (ej: Ley de
Hogares, 1912), pero sin redistribución masiva.
- George hubiera exigido expropiaciones o
impuestos confiscatorios; el batllismo optó por medidas paliativas.
Urbanismo y
plusvalía:
- El Estado batllista intervino en el
mercado de tierras urbanas (ej: expropiaciones para viviendas obreras), algo
coherente con la idea georgista de que "el suelo urbano debe servir al
interés común".
¿Por qué el
batllismo no adoptó el georgismo pleno?
Se enfrentó
a:
Resistencia
de la oligarquía: Los estancieros (incluyendo a muchos colorados) bloquearon
reformas agrarias profundas.
Prioridad
industrial: Batlle centró sus energías en leyes laborales y sustitución de
importaciones, no en el campo.
Influencia
liberal moderada: El batllismo fue más cercano a un liberalismo social (como el
propuesto por Stuart Mill) que al radicalismo georgista.
Como dijo
el economista Eduardo Acevedo en 1910: "Henry George tiene razón en el
diagnóstico, pero Uruguay no está listo para su remedio". Un siglo
después, la tensión entre propiedad privada y bien común sigue abierta.
Conclusiones
desde la Ciencia Política.
Para Adolfo
Garcé
"Henry
George y América Latina: recepción y debates en el Río de la Plata
(1880-1914)" (2010).
Sobre la
influencia de George en el batllismo:
*"Las ideas de George llegaron a Uruguay
de la mano de reformistas y socialistas que veían en el 'impuesto único' una
vía para democratizar el acceso a la tierra sin caer en el colectivismo
marxista. Sin embargo, el batllismo las adoptó de forma fragmentaria, evitando
su radicalismo antioligárquico".
Sobre la
contradicción batllista:
"Batlle y Ordóñez citó la concentración
de tierras como un problema, pero sus reformas tributarias (como la
Contribución Inmobiliaria Rural) fueron tímidas frente al modelo georgista. El
poder político de los estancieros y la prioridad industrial lo frenaron".
Para Lucía
Sala de Touron
"El
problema de la tierra en el batllismo: entre el reformismo y la
revolución" (en *Uruguay: reformismo y Estado, 1985).
Sobre la
crítica georgista al latifundio:
"Henry George hubiera visto en el
Uruguay batllista un caso paradigmático de su teoría: un país donde la tierra,
en manos de pocos, frenaba el desarrollo. Pero las leyes de colonización y el
impuesto rural batllistas fueron paliativos, no la cirugía mayor que proponía
el georgismo".
Sobre la
ausencia de reforma agraria:
"El batllismo prefirió negociar con los
terratenientes antes que expropiarlos. La Ley de Hogares (1912) y las colonias
agrícolas fueron gestos simbólicos, no un ataque al corazón del
latifundio".
Ver:
Delio, L.M
Nuevo enfoque sobre los orígenes intelectuales del batllismo. FCU, Montevideo,
2007
Frega, A; y
otros. Historia del Uruguay en siglo XX, EBO, Montevideo 2007.

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