Batllismo: republicanismo radical y liberalismo progresista
El triunfo del batllismo en
las elecciones de 1950 fue por un margen estrecho. Como siempre había ocurrido,
sus políticas y proyectos habían despertado duros adversarios dentro del
coloradismo conservador. Las negociaciones con el Partido Nacional para obtener
mayorías parlamentarias se hicieron indispensables. Acá comienza a pensarse una
estrategia para que Luis Batlle Berres no siguiera un camino, que parecía
claro, a una segunda presidencia. Estas negociaciones dieron pie al fundamento
de la reforma constitucional que daría orogen a la Constitución de 1952. Pero
la terca realidad del elector hizo que en las elecciones nacionales de 1954
llevaran al triunfo a la lista 15 y por supuesto a Batlle Berres.
En este
momento la situación del país no era la misma, y a pesar de seguir con el
modelo neobatllista de dirigismo e industrialización con un sistema de cambios
múltiples los efectos de un estancamiento y crisis económica no se hizo
esperar. Las manufacturas uruguayas dejaron de ser competitivas en el exterior
y los esfuerzos por mantener las mejoras laborales y salarios no dan
resultados. El Estado se convierte en el gran empleador dentro de un mercado
muy pequeño que impedía el desarrollo industrial. La burocracia fue cada vez
más fuerte y sus derivados lógicos, el clientelismo y la corrupción comienzan a
predominar en la segunda mitad de la década de 1950. Comienza un gran
desprestigio de los sectores políticos y allí surge una figura muy particular y
de gran arraigo popular, Benito Nardone fruto de un ruralismo de matriz gremial
conservadora. En realidad su actuación había comenzado en 1953 y posteriormente
a través de sus audiciones en Radio Rural con el seudónimo de “chicotazo” con
un perfil popular y marcadamente anticomunista a partir de 1957. Bautizó a la
15 y a sus seguidores como seguidores de un “comunismo chapa 15”.
De tanto
machacar sobre el fin del Partido Colorado como el Partido de Gobierno, la
agitación de los sindicatos y las disputadas en la calle por la Reforma
Universitaria marcaron final duro para el gobierno batllista. La sanción casi
al final del período de leyes muy importantes reclamadas por los sectores
sociales no revirtieron el resultado electoral que daría el triunfo a los
nacionalistas como mayoría en el gobierno colegiado. En el segundo semestre de
1958 la situación que precedió a la sanción de la Ley Orgánica de la
Universidad era considerada por los sectores conservadores como una
experiencia, como una praxis comunista. Argumentaban que el reclamo estudiantil
era justo en su origen pero que había sido asumido por la agitación comunista.
Esta visión se generaliza en determinados grupos anticomunistas como sectores
conservadores católicos. Otro de los factores de temor era la acción del
movimiento sindical que a juicio de las derechas sus numerosas movilizaciones y
medidas de lucha con paros, huelgas y ocupaciones eran acciones del comunismo
soviético. Como en el resto de América Latina la crisis mundial de 1929 había
desencadenado un fuerte proceso de industrialización. El Partido Colorado
lideró el esfuerzo de capear el temporal económico y que se va a intensificar
durante la segunda mitad de los años 50 con el liderazgo de Luis Batlle.
Paralelamente en la CEPAL, Raul Prebitsch comienza a difundir sus ideas
desarrollistas. El desarrollismo neobatllista alcanzó su punto alto antes de
que las ideas y las estructuras del desarrollismo hubiesen encarnado en nuestro
país. Fue el Cr. Luis Faroppa en la Facultad de Ciencias Económicas el que
empieza a difundir las ideas cepalinas en nuestro país. Estamos enfrascados en la década del 60, en la época del fin del
batllismo para algunos y en el despegue de un Partido Colorado moderno, post
dictadura para otros. El resultado demuestra lo primero, aunque lo segundo,
excepto por la soberbia de algunos fue trascendente.
El 30 de noviembre de 1958 con una mezcla de sorpresa y expectativa los
blancos alcanzan el poder gracias al sistema colegiado de gobierno. Su anterior
experiencia había sido en el lejano 1868 cuando Atanasio Aguirre había
comandado el Poder Ejecutivo. Llegaron al gobierno de la mano de un gran
deterioro económico y el sentir de la gente, más allá de los números que lo
aseguraban, era que cada vez se exportaba menos y nuestros productos perdían
constantemente valor en los mercados. El proyecto industrializador que había
creado un excelente stado de bienestar bajo el denominado Neobatllismo tenía
ahora la gran contra del despegue de los precios de los insumos industriales.
Había un gran desequlibrio en el comercio exterior y que se solucionaba con la
pérdida de reservas y con el fantasma por entonces corporizado, de la inflación
que había subido un 20% entre los años 1957 y 1958. La política de
Industrialización por Sustitución de Importaciones estaba llegando a su fin
debido a que el instrumento del control de cambios a través del Sistema de
Cambios Múltiples no podía seguir transfiriendo el capital del agro
a la industria.
A comienzos de los 60 el Uruguay tenía como características
predominantes en materia social ser rutinario, pacífico y con unos sectores medios
conformistas y mayoritariamente urbanos. La efervescencia estaba en el
movimiento estudiantil que reclamaba la Reforma de la Carta Orgánica de la
Universidad de la República. es el momento de los primeros enfrentamientos de
la Policía y los estudiantes en las calles de Montevideo. Desde el punto de
vista político la novedad era la trascendencia del ruralismo que se había
aliado con los blancos para alcanzar el poder. Luis Alberto de Herrera luego de
logrado el objetivo y con la frase de que se había infiltrado dentro del
Partido Nacional una “ comadreja colorada” rompe con la alianza con Benito
Nardone y se fractura el sector mayoritario que había logrado la mayoría en el
gobierno. En tanto el sector minoritario que era la UBD ( Unión Blanca Democrática)
había sido relegada por alrededor de 10.000 votos. Lo primero que deciden
enfrentar con una doble aspiración era la crisis económica y desballistizar la
política nacional. La campaña electoral fue en base a la crisis económica y el
eje era limitar el poder del Estado. Por lo tanto entra en escena el Fondo
Monetario Internacional que desde 1947 el Uruguay estaba afiliado pero nunca ,
hasta ese momento, había aceptado sus recetas. Lo que proponía el FMI por
ese entonces era el librecambismo y una apertura comercial que explicaba
la inflación como exceso de demanda de los asalariados. Era la referencia
permanente en el debate político y económico del momento. Surge el instrumento
económico y político del gobierno colegiado blanco que fue la Reforma Cambiaria
y Monetaria llevada adelante por el Cr. Juan Eduardo Azzini que incluía un
conjunto de normas que incluían la fijación de normas monetarias, la
liberalización de importaciones y exportaciones. En definitiva le daba al
Poder Ejecutivo la facultad de hacer reformas económicas sin consultar al
parlamento.
Esta política tuvo muchos problemas a las que se debe sumar una
serie de fenómenos naturales como las grandes inundaciones de 1959, la sequía
profunda de 1960 que trajo como consecuencia pérdidas agropecuarias muy grandes
y el colapso de la producción de energía hidroeléctrica. Nada es gratis y estas
penurias inician la reacción de diversos sectores sociales a los cuales la
Suiza de América se alegaba en forma inexorable de sus bolsillos y del estado
de bienestar superior generado durante el neobatllismo. La respuesta fue el
inicio de la búsqueda de la unidad sindical por un lado y tendencias
conservadoras extremistas de perfil macartista por otro que incluía ambos
fenómenos a sectores de los Partidos Tradicionales que comulgaban con una u
otra opción. En los sectores populares y de la izquierda tradicional el
problema mayor era la existencia de dirigencias y visiones diferentes, los
anarquistas, los socialistas y los comunistas formaron y desarrollaron sus
propios sindicatos y hasta este momento todos los intentos de unidad había
fracasado. Había también subgrupos derivados de cada postura..
Evidentemente la
solidaridad se había complicado por el desarrollo radicalizado de la Guerra
Fria. La temperatura política sube cuando nos visita Fidel Castro en 1959
y siguiendo el juego de ajedrez ideológico en 1960 el presidente norteamericano
Dwight Eisenhower. Hubo incidentes con estudiantes de la Facultad de Agronomía
y frente a la Universidad cuando pasa la comitiva por 18 de Julio. En este
momento podemos ver el fin de la Suiza de América, la fragmentación del Partido
Colorado y el fin , además de la unidad ideológica del batllismo. Los
partidos políticos sintieron la crisis económica y para las elecciones de 1962
los cambian: EL Partido Comunista, el Partido Socialista y la Unión
Cívica desaparecen siendo sustituídos por diferentes alianzas entre las
que se destacan la Unión Popular, el FIDEL y el Partido Demócrata Cristiano
comienzan a jugar un partido que posteriormente conformaran el Frente Amplio.
También el Herrerismo se dividió en sectores comandados por Martín Echegoyen
del eje ruralista y Eduardo Víctor Haedo representado al Herrerismo ortodoxo.
Comienzan, además, lentamente los movimientos guerrilleros. La tormenta con
forma de pérdida de los valores democráticos se estaba formando lentamente
sobre la otrora Suiza de América.
El Partido Colorado dividido entre la 15 dirigida primero por Luis
Batlle y luego por Jorge Batlle. La 14 dirigida por César Batlle Pacheco que va
a fallecer en 1966 y la 99 ahora escindida de la 15 dirigida por Zelmar
Michelini. Por otro lado de la 15 tambíen se fue Amilcar Vasconcellos que
funda su propio sector y un grupo de senadores entre ellos, Carrere Sapriza,
Alba Roballo, Glauco Segovia que pasan a apoyar a Oscar Gestido en la Unión
Colorada y Batllista. El panorama para el batllismo era oscuro. Y de hecho
quizás allí fue su último accionar. En 1966, el batllismo como tal deja de
existir para iniciarse, al decir de Yamandú Fau una batllidad. O sea seguidores
de diferentes parcialidades e interpretaciones sobre el ser
batllista que inexorablemente llevaran a la descomposición del Partido Colorado
devenido en sectores ultraconservadores y otras apreciaciones de sectores
nostálgicos del Uruguay que había sido un laboratorio social.
En realidad la confusión sobre ser o no batllistas, cual es el rol del
mismo, donde se lo ubica es un debate nacional. Incluso a nivel de politólogos.
En relación a eso me permito tomar textualmente el final de una aclaración que
le realizara el Cr. Ricardo Lombardo al Politólogo Oscar Botinelli que
realizar en el diario El Observador: “A tres meses de instalado el gobierno
de Gestido en 1967, Jorge Batlle desde su radio Ariel emitió fuertes críticas
porque estimó que no se estaban encarando las reformas económicas necesarias,
que él pensaba debían orientarse hacia liberalizar los mercados sumamente
cerrados por esos tiempos. Eso significó un rompimiento de la 15 con Gestido a
tal punto que renunciaron los ministros que ocupaban cargos en su nombre. Y
significó una profunda división en el Batllismo que tendría fuertes repercusiones
electorales en el futuro.
El gobierno en su primeros meses, había justamente buscado instrumentar medidas desarrollistas y fundamentalmente procuró alcanzar entendimientos sociales, acordando con sindicatos y empresarios en una sociedad que estaba fuertemente convulsionada.
Jorge Batlle reaccionó contra eso y propuso un fuerte cambio de timón hacia políticas más liberales que sacaran a la economía de su encierro.
Esta confusión de Botinelli, extraña en un hombre serio y conocedor como él, sin embargo demuestra las dificultades que tiene mucha gente, incluidos muchos dirigentes políticos, en interpretar lo que es el batllismo.
Creen que su esencia se limita en identificar las políticas económicas que se utilicen en tal o cual momento según las circunstancias determinantes. No entienden que cualesquiera que sean los instrumentos que se empleen, hay una raigambre común a todos los batllistas a lo largo de la historia: el republicanismo radical y el liberalismo progresista.”
El gobierno en su primeros meses, había justamente buscado instrumentar medidas desarrollistas y fundamentalmente procuró alcanzar entendimientos sociales, acordando con sindicatos y empresarios en una sociedad que estaba fuertemente convulsionada.
Jorge Batlle reaccionó contra eso y propuso un fuerte cambio de timón hacia políticas más liberales que sacaran a la economía de su encierro.
Esta confusión de Botinelli, extraña en un hombre serio y conocedor como él, sin embargo demuestra las dificultades que tiene mucha gente, incluidos muchos dirigentes políticos, en interpretar lo que es el batllismo.
Creen que su esencia se limita en identificar las políticas económicas que se utilicen en tal o cual momento según las circunstancias determinantes. No entienden que cualesquiera que sean los instrumentos que se empleen, hay una raigambre común a todos los batllistas a lo largo de la historia: el republicanismo radical y el liberalismo progresista.”