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domingo, 6 de noviembre de 2016

Liberalismo y batllismo: aportes para un debate.


“Me he convencido, desde hace mucho tiempo, de que la prevaleciente tendencia a considerar como innatas y fundamentalmente inalterables todas las diferencias de carácter que se observan en los seres humanos, y a ignorar las pruebas irrebatibles que demuestran que la mayor parte de esas diferencias —ya sea entre individuos, razas o sexos— no son otras que las producidas por diferencias de tipo circunstancial, es uno de los grandes impedimentos para tratar racionalmente las grandes cuestiones sociales, y uno de los grandes obstáculos que impiden el progreso de la Humanidad.” John Stuart Mill (1806-1873) constituyó un puente hacia nuevos planteamientos del capitalismo. Mill pretendió en sus escritos, entre los que se destaca sus “ Principios de economía política”, contribuir a la solución del problema social al moderar las pretensiones de liberad y conceder al Estado un cierto papel intervencionista. La creciente desigualdad social y la crisis del capitalismo constituyeron razones justificadas para sus teorías.  Todo mercado tiene dos lados: la oferta y la demanda. Luego de examinar cada una de ellas podemos llegar a conclusiones de cómo funciona el mercado. Está en discusión permanente el rol del batllismo en las empresas del Estado y múltiples análisis desde sectores liberales o colectivistas tratan de mostrar, y en algún momento tiene razón, el fracaso del modelo batllista en esta área.
Un poco de Historia sobre los monopolios.
En las últimas tres décadas del siglo XIX Estados Unidos experimentó un gran crecimiento económico desarrollado entre sobornos, tecnología y gran corrupción. Estos monopolios generaron una gran riqueza. En 1861 Estados Unidos contaba tres millonarios en 1900 había 4000. Esta enorme riqueza provocó, además, un consumo ostentoso. En Uruguay, luego de los enfrentamientos armados, lograda cuando el Estado ejerció el monopolio de la fuerza. Desde el Estado se dieron los pasos necesario para fortalecer el Derecho de Propiedad y cambios en el aparato productivo que incluyó el mejoramiento de las razas bovinas y se incorporó la producción ovina. Se desarrollo el comercio. El modelo tenía debilidades, por un lado se sostenía en una oferta de base ganadera y con una gran lentitud en asumir nuevas tecnologías. Por otro lado el aumento de las importaciones debido a la modernización y al crecimiento de la población presionaba sobre la balanza comercial.
El modelo batllista intentó desalentar la explotación ganadera extensiva la cual era vista como un freno para aumentar la producción y mejorar la calidad del rodeo. Los cambios en la política impositiva intentaron diversificar las fuentes de recaudación del Estado. Se apostó, sin éxito, a aumentar la explotación agrícola estimulando la rotación en el uso de la tierra, sin embargo solo favoreció a la ganadería. Lo positivo del período fue la racionalización conseguida mediante las estatizaciones y nacionalizaciones a partir de 1911. Lo más positivo para el gobierno batllista en ese momento fue el control de las áreas estratégicas de un modo monopólico. En 1947 asume Luis Batlle Berres con el objetivo primordial de crear crecimiento mediante la industrialización por sustitución de importaciones. Con tal propósito el Estado se convirtió, mediante un rol interventor en la garantía de las rentas de los inversores privados en el área industrial y en el sector de los asalariados. Una serie de medidas se establecieron en materia económica durante este período: Contralor de Exportaciones e Importaciones, el sistema de cambios múltiples, crecimiento de Empresas Públicas y un modelo claro de fijación de precios. Hoy está en discusión el modelo creado en 1943 de los Consejos de Salarios que fueron y en parte sigue siendo un mecanismo de intervención del Estado en el mercado de trabajo a través de la regulación de los salarios. Los Consejos en aquel momento estaban integrados por tres representantes del gobierno, dos de los empresarios y dos de los trabajadores. Funcionaban por rama  de actividad y eran unos 40 en los años 50, hoy son unos 200, y merece un análisis profundo en su organización sin perder sus objetivos iniciales. El número de funcionarios públicos creció en el periodo de un 2% de la PEA a un 7% de la misma y ya en 1953 se iniciaron medidas con incentivos para bajar la plantilla de funcionarios del Estado. En 1966 ganó nuevamente las elecciones el Partido Colorado y veníamos de la profunda crisis de 1965 y se avecinaba la crisis del petróleo. El presidente Jorge Pacheco Areco estableció la Congelación de Precios y Salarios y crea la Comisión de Precios e Ingresos con el objetivo de controlar los precios y contener la inflación. La CIDE había definido la crisis como estructural ya que era evidente que se debía reformular la estructura productiva del Uruguay y las propuestas coincidian en: a) la tenencia de la tierra, la reorganización del comercio exterior que permitiera la diversificación y ampliación de mercados exteriores y c) el sistema educativo que debía ser vinculado a la creación de tecnología adecuada a nuestro perfil productivo.
Sin embargo la discusión se centra y creo que sigue así en las ideas del liberalismo económico elaborado a partir del siglo XVIII en las cuales la economía está regulada por leyes naturales a las que hay que dejar actuar libremente. Todos los individuos actuando libremente constituyen el mercado cada uno decidirá según su conveniencia la forma de enriquecerse. Si todos actúan así finalmente la sociedad se enriquecerá. Este debate fue profundo en el Uruguay y sobretodo en el marco de la expansión ideológica del batllismo. Con referencia a los criterios de justicia distributiva de los recursos materiales de la sociedad, predominaban las ideas, que  a partir de las ideas de Stuart Mill y de Henry George se expresaron sobre la legitimidad de la propiedad y su valor social, su posible redistribución y el papel de la herencia en la justicia intergeneracional. De ambos el batllismo tomó la necesidad de desviar la renta de los propietarios hacia el conjunto del pueblo mediante la acción del Estado. Eduardo Acevedo sostenía: “ Las desigualdades sociales pueden y deben ser combatidas por medios más racionales: una amplísima difusión de la enseñanza gratuita en todos sus grados y variedades, una legislación protectora del obrero, que solucione los problemas del salario, del horario, del seguro, de la vivienda, del mejoramiento de la vida en general; un plan de ensanche del camino colectivo, a base de expropiaciones y de monopolios industriales, que permitan a la colectividad, a la vez que abaratar varios artículos, suprimir o disminuir impuestos perjudiciales y ejecutar obras de progreso” (Acevedo, E, Curso de Finanzas, 1904, Pag. 546) Un ejemplo claro de esto en el impuesto al ausentismo propuesto por Baltasar Brum en 1924.
El fin de la utopía batllista frente al liberalismo.
A partir del retorno a la democracia en 1985 comienza a verificarse un intento de liberalizar al Estado en relación a sus funciones económicas y sociales. Se le quitó injerencia en las políticas de “bienestar” y por un breve lapso de una década a la negociación colectiva. Esto dejó a su suerte a los asalariados a las dinámicas del mercado. Se inició un mecanismo lento y paulatino dedesarmar el sistema de Empresas Públicas iniciado, desarrollado y sostenido por el batllismo en beneficio del capital privado. La excusa era, y es,  la inviabilidad finaciera o la mala gestión. Esto repercutió en los fines sociales cuyos costos los vemos hoy cada noche en los informativos.


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