Gran parte de la economía depende de las diferentes acciones
del Estado o del gobierno. Sin embargo hay una amplia gama de opiniones sobre
el papel que le corresponde desempeñar al Estado. Desde el extremo liberal y
librecambista que propone un Estado mínimo que solo se preocupe de la defensa
militar, los derechos de la propiedad y las obras de infraestructura hasta la
visión marxista que sostiene que los mercado deben ser secundarios o eliminados
directamente y que la economía debe ser manejada en su conjunto mediante la
estricta planificación estatal. Si avanzamos en el análisis histórico la visión
contractualista sostenía que el Estado no puede estar por encima del individuo.
Hoy la mayoría de los economistas creen en la postura de que puede ni debe
existir una autoridad que sea superior a los individuos. Por lo tanto esto se
inicia con la teoría del “contrato social” entre los individuos actuando
soberanamente, o sea el Estado puede actuar cuando el individuo le da su
consentimiento.
Es el pensamiento del filósofo político inglés del siglo XVII
Thomas Hobbes que en su libro “El Leviatan” de 1651 en el cual presupone un
estado natural en el que los individuos terminan enfrentándose todos contra
todos y para solucionar este problema los individuos voluntariamente aceptan
algunas restricciones a su libertad transfiriendolas a un gobierno para poder
alcanzar la paz social. Hobbes justificaba así el Estado Absolutista, muchos
siglos después el economista ganador del Premio Nobel de Economía en 1986
interpreta las ideas de Hobbes para fundamentar la presencia de un estado
mínimo. Es más para él, y varios antibatllistas me atrevo a decir, el Estado es
como un gran monstruo que debe domar y mantener controlado. Cosa que Hobbes no
pretendía. Eran tiempos de Ronald Reagan que resume esta postura con un
comentario citado permanentemente: “ El gobierno existe para protegernos los
unos de los otros. El gobierno ha ideo más allá de sus límites al decidir
protegernos de nosotros mismos”. Siguiendo con esta línea de pensamiento las
únicas acciones que se podrían justificar del gobierno serían el mantenimiento
de la Ley y el Orden, la defensa nacional y las obras públicas. Cualquier cosa
que excediera estas posturas como ser un estado de bienestar o de
proteccionismo arancelario se consideraría una violación de la soberanía de los
individuos y el primer paso al “camino de la servidumbre” como sostiene
Friedrich von Hayek en 1944. Sin embargo debemos tener precaución al pensar que
el Esyado esta por encima de los individuos, el mundo tiene muchos ejemplos de
patologías de este pensamiento, desde la izquierda como el caso Pol Pot o
Stalin y por la derecha Hitler o Pinochet. El debate entre economistas sobre la
soberanía del individuo y las fallas de los mercados cuando se producen
monopolios u oligopolios recién fue bautizada en el período neoclásico con el
nombre de competencia imperfecta. La creciente desconfianza hacia la política a
favorecido algunas posturas de economistas que proclaman el libre mercado sosteniendo
que cuanto menos haga el gobierno en intervención económica mejor le irá al
país. Es innegable que el Estado es la mejor tecnología organizativa y a su vez
la más poderosa que ha desarrollado la humanidad, es claro que es imposible
alcanzar grandes cambios económicos sin el Estado.
Batlle y Ordóñez sostenía al
asumir su segunda presidencia en 1911 con respecto al rol de las empresas del
Estado que: “ La gran ventaja de las empresas del Estado y lo que debe asegurar
su marcha triunfal es que no tienen que entregar sus utilidades a los
capitalistas, como las empresas particulares, y como pueden aplicar cuanto
producen a su perfeccionamiento, baratura de sus servicios y mejor retribución
de quienes les sirven; pero si el Estado se sustituyen al capitalista para
aplicar a otros fines las utilidades, apropiándoselas con tanta avidez como
este, y con un interés menos vivo y previsor que el que asegura a las empresas
particulares su marchar regular, esa ventaja desaparece y quedan solo para
aquellas empresas los peligros que llevan consigo las conductas más altruistas,
de ser arrastradas a la ruina en su oposición con los intereses amorales” El
Día setiembre de 1919.
Posteriormente Luis Batlle en otro entorno económico pero
con la misma visión del Estado como motor del desarrollo y la justicia social
sostenía: “
en dos discursos Luis Batlle define
la política económica y redefine los mecanismos para hacer frente al déficit
fiscal que se agrandaba día a día: “ El capitalista tiene el derecho a
los beneficios de su capital invertido, pero el obrero tiene el derecho de su
capital-trabajo, que es igualmente o más respetable que el capital-dinero,
porque al fin capital-trabajo es sudor, es desgaste, es esfuerzo personal y
permanente y es lo único que tiene los hombres para poder ir atendiendo y
resolviendo sus problemas diarios...” Pero luego agregaba Luis Batlle: “ En
materia de seguridad social también nos encontramos con el déficit y con la
crisis, perturbando y poniendo en peligro servicios de interés general que
afectan de manera profunda y directa a la sociedad y especialmente a sus clases
laboriosas(...) nos embarcaremos en el desarrollo y en la ampliación de nuevos
beneficios en el orden de la pasividad hasta que(...) los patrimonios y las
rentas han recuperados los niveles adecuados” En realidad nunca más recuperaron
sus niveles adecuados y 60 años después podemos decir que el batllismo en
ese rubro finalizo en aquél período”
Hoy el debate sobre las empresas
públicas, el rol del Estado, y la postura económica del batllismo no es tema de agenda. Quizás por eso mismo nunca estuvo el batllismo tan lejos de tener
presencia contundente en las urnas.
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