El batllismo a prueba. La crisis del 2002. Una aproximación.
La crisis del 2002 tiene varios puntos de análisis. Para
algunos economistas se remonta a la cesación de pagos de Rusia en 1998. Esto
afectó a Brasil que tuvo que devaluar la moneda el 13 de octubre de 1999. En
Argentina el problema estaba en la existencia de problemas en su sistema
cambiario, tenía una paridad U$S -$ quedando expuesta su política fiscal
derivada de su dependencia del mercado brasilero. En el 2001 Argentina tenía problemas con su deuda pública, y la
confianza de los ahorristas se complicaba sacando ahorros. La respuesta fue
congelar los retiros llamados comúnmente “corralito”. El drama se extendió a la
política obligando a la renuncia del Presidente Fernando De la Rúa el 20 de
diciembre del 2001. Se sucedieron dos presidentes en el plazo de 10 días. En
nuestro país la percepción era, como históricamente lo había sido, de algo
transitorio que aumentaba el proceso inflacionario.
La realidad era mucho más profunda: la devaluación inmediata presenta con crudeza problemas estructurales y fragilidades endémicas. El PBI tuvo un descenso del 11%. El cierre fiscal aumentó el endeudamiento bruto que estaba dolarizado en su mayoría. Esto agregaba otra debilidad hacia el sistema cambiario. Por otro lado hubo una serie de problemas coyunturales como una gran sequía que afecto al agro y a la generación de energía. Todo esto culmina con un brote de fiebre aftosa en el marco de negociaciones de venta de carne a los Estados Unidos. La realidad era que se trataba de una crisis regional con circunstancias locales que en conjunto generaron una tormenta perfecta.
La realidad era mucho más profunda: la devaluación inmediata presenta con crudeza problemas estructurales y fragilidades endémicas. El PBI tuvo un descenso del 11%. El cierre fiscal aumentó el endeudamiento bruto que estaba dolarizado en su mayoría. Esto agregaba otra debilidad hacia el sistema cambiario. Por otro lado hubo una serie de problemas coyunturales como una gran sequía que afecto al agro y a la generación de energía. Todo esto culmina con un brote de fiebre aftosa en el marco de negociaciones de venta de carne a los Estados Unidos. La realidad era que se trataba de una crisis regional con circunstancias locales que en conjunto generaron una tormenta perfecta.
La administración liderada por el Dr. Jorge Batlle se había iniciado en marzo
del 2000 actuó inicialmente con cautela. El problema mayor no percibido al
comienzo de este proceso era la gran cantidad de depósitos en U$S en manos de ahorristas argentinos que oscilaba
en unos 6500 millones de U$S más o menos el triple de las reservas del Banco
Central del Uruguay (BCU). Por otro lado existía una vinculación de esos
depósitos con empresas y por extensión con la deuda soberana argentina. Los
Bancos Públicos y en especial el Banco Hipotecario del Uruguay prestaban dinero
a muy largo plazo en unidades que se ajustaban a salarios por esta razón
cualquier efecto que despertara desconfianza sobre la viabilidad del sistema
bancario podría desencadenar una corrida bancaria. Es lo que ocurrió. Los
factores estructurales, entonces, fueron:
1)
Recesión económica que afectaba las carteras de
crédito de los bancos.
2)
Gran dolarización de la economía y en particular
del sistema financiero que afectaba la percepción de solvencia de los deudores.
3)
Las crisis anteriores y en especial la de 1982
traían malos recuerdos, cuando el Estado compró carteras pesadas de los bancos
y se sucedieron refinanciaciones para solucionar el endeudamiento de los
sectores productivos.
4)
El sistema bancario tuvo una muy baja
contribución al desarrollo productivo cuando suspenden los financiamientos a
largo plazo.
5)
La gran exposición del sistema financiero uruguayo
al riesgo argentino por tres vías, la gran concentración de créditos de bancos
locales en Argentina, sobretodo el caso del Banco de Galicia-Uruguay, Banco
Comercial y Banco de Montevideo. Lo que originaba una gran cantidad de
depósitos de argentinos en el sistema financiero uruguayo. Finalmente la vinculación
patrimonial entre Banco Galicia-Uruguay con Banco Galicia de Argentina, Banco
Comercial con Banco General de Negocios y Banco de Montevideo con Banco Velox.
6)
Un gran crecimiento del déficit fiscal
complicaron la asistencia del Estado al sistema financiero.
7)
El establecimiento del “corralito” a principios
de diciembre de 2001 en Argentina determinó el retiro de los depósitos de los
bancos uruguayos por parte de los argentinos buscando liquidez y previendo
medidas similares en nuestro país.
8)
La devaluación realizada en junio del 2002 trajo
inmediatas consecuencias de solvencia y creciente morosidad en el sistema
bancario local
9)
La pérdida del grado inverso en febrero de 2002
elevó el índice de riesgo país lo que debilitó al Estado para hacer frente al
déficit fiscal.
A comienzos del 2002 el Banco General de Negocios de
Argentina tenía acusaciones de prácticas ilícitas que van a llevar al cierre de
esa institución y una serie de procesos judiciales en contra de sus directores
los hermanos Rohm. Ante esta situación, en febrero de 2002 se llegó a un
acuerdo para capitalizar al Banco Comercial. El Banco emitiría U$S133 millones
de acciones que se dividieron entre el Estado uruguayo U$S 33 millones y los
bancos accionistas del grupo BGN: JPMorgan, Dresdner Bank y Credit Suisse. Por
otro lado el Banco Galicia-Uruguay comenzó a tener problemas por el retiro de
depósitos como consecuencia del corralito en Argentina. El BCU decide intervenirlo
y suspender su actividad por 90 días. En diciembre de 2002 se homologó un
concordato que consistía en la devolución a 9 años del 100% de los depósitos en
U$S con los intereses correspondientes. Durante el transcurso de estos
episodios se produce la renuncia del Ministro de Economía Cr. Alberto Bensión y
del Presidente del BCU Cr. César Rodríguez Batlle. En su lugar asume el Senador
Alejandro Atchugarry como Ministro de Economía y el Economista Julio de Brum en
el BCU. El 30 de julio de 2002 el gobierno decretó un feriado bancario que se
extendió hasta el 5 de agosto. A fines de julio se envía una misión de urgencia
a Estados Unidos integrada por Ariel Davrieux, Isaac Alfie, Humberto Della Mesa
y Enrique Guerra para pedir el apoyo de organismos internacionales. El chileno
Eduardo Aninat, número tres del FMI y Marcelo Figuerola responsable del FMI para
América Latina informaron la negativa de prestar asistencia a Uruguay.
Frente a
esta situación el Presidente Batlle le
pide al embajador en Estados Unidos, Hugo Fernández Faingold y al representante
uruguayo frente a los organismos internacionales Carlos Steneri que gestionaras
una asistencia directa de Estados Unidos frente a la negativa del FMI. La
amistad del Presidente Batlle con el presidente Bush facilitaron la negociación
y John Taylor subsecretario del Tesoro para asuntos internacionales confirmó
oficialmente la ayuda a nuestro país. Uruguay contaría con los fondos
necesarios que alcanzaban la cifra de U$S 1500 millones para reprogramar los
depósitos a plazos en el BROU y el BHU, se suspenderían las actividades de los
cuatro bancos con dificultades, Comercial, Caja Obrera, Montevideo y Crédito se
creó un fondo de estabilidad del sistema bancario. Este crédito puente debía
ser aprobado por el FMI que tuvo que ceder ante la presión del gobierno de
Estados Unidos. El país inició un camino de recuperación económica que fue más rápido que
el gran costo político que todavía, injustamente, se mantiene en el caudal electoral del
Partido Colorado.
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