La visión inicial del marxismo telúrico sobre el batllismo,
con análisis interpretativo en esa clave, la llevó adelante Francisco Pintos a
fines de la década de 1950 en su obra “Historia del Movimiento Obrero del
Uruguay”. Si bien su análisis esta determinado por su posición ideológica se
considera el disparador de un movimiento analítico crítico del fenómeno
batllista. Coincidimos con su visión de que el batllismo es un proceso político
iniciado y desarrollado en los últimos 25 años del siglo XIX. Y considera que
es en ese cuarto de siglo donde se consolida y desarrolla el capitalismo en
nuestro país. Lógicamente ese proceso tuvo como consecuencia inmediata el
afianzar “una clase”, la burguesía nacional que será la recibiría todos los
beneficios del desarrollo iniciado alrededor de 1860 con la introducción del
ovino y la primera modernización. La clave de la investigación sobre el
batllismo que desarrolla Pintos fue, entonces, “(…) nuestra historia nacional,
sobre todo a partir de las últimas
décadas del siglo pasado (XIX), no es sino
la historia del desarrollo de nuestro capitalismo nacional”. No resulta extraño
que defina entonces al batllismo como la expresión de la burguesía que desarrolla
y profundiza la política de modernización industrialista llevada adelante por
el coronel Lorenzo Latorre durante el inicio del militarismo del siglo XIX. Es
claro en su interpretación cuando afirma: “ al seguir la burguesía que dirigía
Batlle y Ordóñez el – camino prusiano- iniciado por Lorenzo Latorre, es decir,
el fomento de la industria, dejando intacta la estructura latifundista del país…impide
la creación de un fuerte mercado interno debiendo recurrir al sistema proteccionista
exagerado(…)la burguesía industrial uruguaya fue perdiendo su fisonomía
original, su característica nacional, al unir sus intereses, parte con los de
los grandes terratenientes, parte con el capital monopolista extranjero, cambiándose
en una burguesía antinacional, antipatriótica” En conclusión para este primer
análisis en clave marxista el batllismo significó la palanca de ascenso al
poder de los sectores más desarrollados de la burguesía uruguaya cuyo objetivo
era la creación de un capitalismo de Estado. Parece y es muy sencillo desarmar
esta interpretación cuando desde el punto de vista sociológico el batllismo es
netamente un conciliador de clases y para nada alimentar la supremacía de un
sector social sobre otros. Vale la pena recordar al siempre citado, muy poco
leído y referente ideológico del batllismo al Dr. Domingo Arena que no reconocía
la existencia de las clases actuando de manera independiente y enfrentadas, al
igual que Batlle. Ambos proponían en múltiples discursos y posterior
legislación social que el problema social podía resolverse con la colaboración
entre los dueños de los medios de trabajo y la fuerza de trabajo. El propio
Pintos, finalmente, sostuvo que : “Domingo Arena, junto a Batlle, fue un
luchador incansable en favor de más bienestar para las masas oprimidas y en bien
del progreso general de la República”. Para el socialista Vivián Trías el
concepto de batllismo la vincula con la entidad “Estado batllista” y afirma
que: “(cumplió con) la conciliación de clases sintetizadas por el Estado que
las representa jurídicamente a todas y es el omnímodo árbitro de justicia(con
un) modo de producción capitalista pero con una legislación adecuada que
proteja a los sectores populares, sin anular el carácter competitivo del mismo
liberalismo restringido por un marcado dirigismo económico y social” Gerónimo
de Sierra en los Cuadernos de Ciencias Sociales de la facultad de Derecho acota
al batllismo entre los años 1870 y 1950 y afirma: “la autonomía ral del del
estado se vio reforzada por el papel de empleador y redistribuidor del ingreso
que éste cumple en el país. Los sectores sociales vinculados a los diversos
aparatos del Estado en expansión (técnicos, empleados administrativos, obreros,
militares, etc.) pasan a su vez a ejercer una fuerte presión que se ve
robustecida por el carácter de -fuerza- política que estos sectores adquieren,
en particular a través de este canal de –
representación- que constituye la fracción batllista del partido colorado. Esta
interacción favorece el carácter populista e integrador de la política de
Batlle” Los orígenes históricos del concepto político del Estado de Bienestar o
Welfare State se remontan a los movimientos obreros del siglo XIX, en un
contexto donde el capitalismo industrial estaba en auge y las condiciones
laborales eran precarias. Durante este periodo, los trabajadores comenzaron a
organizarse para luchar por mejores condiciones laborales y salarios más
justos, lo que llevó a la creación de sindicatos y partidos políticos que
representaban sus intereses. El concepto se consolidó y expandió especialmente
después de la Gran Depresión de los años 30 y la Segunda Guerra Mundial, cuando
muchos países se vieron en la necesidad de reconstruir sus economías y
sociedades. En respuesta a las crisis económicas y sociales, se implementaron
políticas para proteger a los ciudadanos de la pobreza y la exclusión social. Un
ejemplo destacado de este cambio fue el New Dea
l en los Estados Unidos,
que estableció una serie de programas federales para ayudar a los desempleados
y mejorar las condiciones económicas del país.
En Europa, figuras como Otto Von Bismarck en Alemania fueron pioneras en
proponer sistemas de seguro social que cubrían enfermedades y jubilación,
sentando las bases para políticas de bienestar más amplias. Posteriormente, la
influencia de la teoría económica de John Keynes promovió la intervención del
gobierno para estabilizar la economía y aumentar el empleo y la producción a
través del gasto público, especialmente durante períodos de desempleo. El
Estado de Bienestar se caracterizó por la implementación de políticas
redistributivas y la universalidad de los servicios, asegurando que todos los
ciudadanos tengan acceso a servicios públicos básicos como educación, salud y
seguridad social, independientemente de su nivel de ingresos o posición social.
El batllismo también ha sido defino como el creador del
estado de bienestar en nuestro país. El primero en aproximarse a este concepto
fue Carlos Real de Azúa al definirlo como una “cosmovisión” que integran los componentes
de la sociedad: “(…) todo vertebrando una concepción
romántico-anarquista-naturalista, un poco a lo Ibsen, del individuo, del
individualismo y las constricciones sociales. Si señalo esto es porque aquí
esta el móvil y el estrato más profundo de la legislación batllista del
trabajo, de sus reformas civiles y penales, de los instrumentos estatistas y
paternalistas que las sirvieron. Así puede ser útil para explicar conquistas
legislativas tas disímiles como la ley de divorcio de 1907, la investigación de
la paternidad y la consolidación de los derechos sucesorios de los hijos
naturales(1916) y la supresión de la pena de muerte(1905-1907), la prohibición
del -rat pick- y de las corridas de toros(1912-1918)”. De lo anterior concluye:
“(el Uruguay batllista) es un Welfare State, en el que, al margen de los
merecimientos de cada uno, de la misma vinculación al país y del eventual y
tremendo costo social que puede implicar considera en todo hombre su derecho a
la vida y a la felicidad, su condición de tributario de un mínimo material
decoroso” Posteriormente Miguel Angel Semino en “Partidos políticos y
elecciones en el Uruguay sostuvo: “ Batlle era partidario de un pronunciado
intervencionismo estatal por razones de conveniencia nacional y de justicia
social. Postuló la nacionalización del crédito y los seguros, la
nacionalización de los servicios públicos básicos que se hallaban en manos
privadas o extranjeras, el proteccionismo aduanero para defender la naciente
industria nacional. Propuso el establecimiento de la jornada de 8 horas, los
seguros contra accidentes de trabajo, la protección de los ancianos mediante
pensiones a la vejez, la ayuda a los enfermos. Propuso el otorgamiento del voto
a la mujer; un régimen amplio del divorcio, el plebiscito o consulta popular;
el colegiado para eliminar la presidencia; la separación de la Iglesia y el
Estado; la enseñanza laica; la creación de liceos departamentales y la
universidad de mujeres, la extensión de los servicios universitarios. Hay más,
pero creemos que alcanzan los enunciados para perfilar un programa y una
ideología de tono socializante o socialdemócrata” Sin agotar este debate ideológico
podemos concluir que el batllismo conformó nuestra visión como estado, como
nación y como proyectos futuros. Existen tantos batllismos como uruguayos viven
aquí. Una batllidad que nos permite discrepar y construir sin perder nuestras
raíces sean cual sea el gobierno de turno.
Ver:
Delio Machado, L. Nuevo enfoque sobre los orígenes
intelectuales del batllismo FCU. Montevideo 2007. Pp.304-312.
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