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martes, 25 de agosto de 2020

 

El 25 de Agosto de 1825. Una crónica.



“En 1816 los ejércitos portugueses habían invadido la Banda Oriental, un territorio largamente codiciado por Lisboa y a la sazón bajo el liderazgo de Artigas. La invasión contó con el beneplácito del Directorio bonaerense y la oligarquía montevideana, que prefirieron entregar la provincia a Portugal con tal de eliminar la influencia de Artigas. En 1820 la resistencia oriental había terminado, y en el Congreso Cisplatino de 1821 se oficializó la incorporación de la Banda Oriental al reino de Portugal con el nombre de Provincia Cisplatina. Importantes personajes orientales, entre los que cabe mencionar al presbítero Dámaso Antonio Larrañaga, votaron favorablemente la incorporación de la provincia a

Portugal; Fructuoso Rivera fue nombrado por Lecor con el cargo de comandante de la campaña. Si hay un heredero de Artigas, ese es Fructuoso Rivera, privilegiado siempre con la condición de su oficial de mayor confianza. Todos sus contemporáneos, aun los más críticos y que más se enfrentaron con él, le reconocían su generosidad y el espíritu humanitario. Todos sus contemporáneos fueron más duros que él con adversarios y prisioneros y se hizo famoso por lo perdonador. Increíble es que hoy se hable de su presunta crueldad.” (Sanguinetti)

Más allá de esta opinión, lo que nadie puede desconocer es que, así como Artigas configura la nacionalidad, Rivera es la gran figura de la definición independiente de la república. Derrotó a Manuel Dorrego en Guayabos (1815), cuando Carlos Alvear pretendió destruir la Revolución artiguista. Fue el segundo de Artigas. Manuel Oribe y Rufino Bauzá lo habían abandonado en 1817 y se habían marchado para ponerse a las órdenes de Buenos Aires. En 1820, cuando Artigas fue derrotado, era el único jefe que permanecía junto a Artigas; había combatido sin cesar desde 1811 hasta ese momento.

 

Cuando Artigas emigra, Rivera se queda, pacta con el enemigo vencedor, logró preservar una fuerza armada oriental y defendió a los poseedores de tierra, con lo que salvó lo que quedaba de los repartos artiguistas de tierra.

Muchos orientales habían repudiado la dominación casi desde el principio, pero no por un sentimiento de independencia, sino por el viejo sentimiento de la unión, la nostalgia de la unidad perdida con las demás provincias. Desde Buenos Aires, Juan Antonio Lavalleja y Pedro Trápani, entre otros, juntaban dinero y armas para recuperar nuestro territorio. Desembarcaron el 19 de abril de 1825. Ni 33, pues eran más, ni orientales, pues en ese grupo mínimo había algunos que no eran orientales. Pero el número 33 estandarte de la masonería es una marca registrada en Uruguay. Manuel Oribe era un maestro masón al igual que Juan Antonio Lavalleja, y hasta una división administrativa de este país es denominada Departamento de Treinta y Tres.(Borges) Entre abril y agosto de 1825 los orientales seguían luchando de este lado del río, juntaban soldados y juntaban caudillos, como Fructuoso Rivera, quien se suma a la rebelión. El famoso Abrazo del Monzón cerró heridas abiertas entre estos caudillos que estaban abiertas desde la intentona revolucionaria de 1823. Juan Antonio Lavalleja, cuando ocupó el pueblo de Santo Domingo Soriano sostuvo: “Argentinos orientales: Empuñemos la espada, corramos al combate y mostremos al mundo entero que merecemos ser libres”. Un mes después del desembarco, se crea en Florida un gobierno provisional con el cometido de organizar la campaña. Lavalleja convocó a los cabildos del interior para que eligieran sus representantes. Y el 14 de junio de 1825, en la Villa de la Florida, presidido por Manuel Calleros, comenzó a funcionar un gobierno provisional. También en la Florida, la sala de representantes inauguró su actividad, a partir del 20 de agosto, y designó presidente a Juan Francisco Larrobla. Finalmente, el 25 de agosto de 1825, esa sala de los representantes orientales promulgó tres leyes.

LEYES DE LA FLORIDA (25-8-1825)

PRIMERA LEY: Se declaran  írritos, nulos y de ningún valor para siempre, todos los actos de incorporación, reconocimiento, aclamaciones y juramentos arrancados a los Pueblos de la Provincia Oriental por la violencia de la guerra, unida a la perfidia de los intrusos poderes de Portugal y de Brasil, que la han tiranizado, hollado y usurpado sus inalienables derechos y reduciéndola al yugo de un absoluto despotismo desde el año 1817 hasta el presente de 1825 (...) reasumiendo la Provincia Oriental  la plenitud de los derechos, libertades y prerrogativas inherentes a los demás Pueblos de la tierra, se declara de hecho y de derecho libre e independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil y de cualquier otro del Universo.

SEGUNDA LEY: Queda la Provincia Oriental del Río de la Plata unida a las demás de este nombre en el territorio de Sud América por ser la libre y espontánea voluntad de los Pueblos que la componen, manifestado con testimonios irrefragables y esfuerzo heroico desde el primer período de la regeneración política de dichas Provincias.

TERCERA LEY: (Se establece el pabellón nacional) Hasta tanto incorporados los diputados de esta Provincia a la Soberanía Nacional, se enarbole el reconocido por el de las Provincias Unidas del Río de la Plata a que pertenece.

Los revolucionarios con el poder de la campaña declararon en la Asamblea de Florida, su independencia del Imperio del Brasil y su ímpetu de volver a integrar a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Inmediatamente se reabrieron las hostilidades y los ejércitos revolucionarios chocaron varias veces con los ejércitos del Imperio del Brasil.

Una de las pocas fuerzas militares brasileñas que continuaron sus operaciones en el interior de la Banda Oriental era la comandada por Mena Barreto, quien operaba sobre la costa del río Uruguay, y tenía bajo su custodia una gran cantidad de caballos. Los caballos estaban encerrados en un cuadrilátero casi enteramente rodeado por ríos, al norte de la desembocadura del río Negro en el Uruguay, en el sitio llamado "Rincón de Haedo" o "Rincón de las Gallinas". La entrada al Rincón, hacia el este, estaba cruzada por un zanjón cavado de río a río, con una sola abertura, cerrada también por unas tranqueras, los "Portones de Haedo". Tras pedir autorización a Lavalleja, Rivera decidió dar un golpe de mano y apoderarse de los caballos; inicialmente la idea no era chocar con las fuerzas de Mena Barreto. Al frente de 250 hombres las fuerzas de Rivera cruzaron el río Negro en la madrugada del 23 de septiembre. Entre los oficiales a sus órdenes se contaban los futuros generales Servando Gómez y Julián Laguna. Ocultos durante el resto del día, al amanecer del día siguiente reaparecieron en el interior del Rincón y sorprendieron a la guardia brasileña que custodiaba los portones. De inmediato juntaron las caballadas e iniciaron la retirada a través del portón. En ese momento llegó la noticia de que se dirigían hacia allí las fuerzas de los coroneles Mena Barreto y Jardim; este último había avanzado rápidamente desde Paysandú y momentáneamente se puso al frente del total de 700 soldados brasileños. "La batalla de Sarandí, marcó un momento importante en esta nueva lucha por la Independencia en la Banda Oriental en la medida en que permitió seguir avanzando hacia Montevideo y en definitiva alimentar un partido que en Buenos Aires era favorable a apoyar la guerra contra los brasileños. Este triunfo decisivo en territorio de la Provincia Oriental, va a permitir que estos grupos que en Buenos Aires, dentro del Congreso y la Ciudad eran proclives a lanzarse a la guerra contra los brasileños, terminaran forzando en el Congreso Constituyente, la aprobación de la reincorporación de la Provincia Oriental que había sido votada en la sala de representantes reunida en Florida, el 25 de agosto de 1825. Entonces, para resumir, la Batalla de Sarandí, va a ser marcada por los contemporáneos como ese elemento que permitió forzar a favor de la reincorporación, las decisiones del Congreso Constituyente y a partir de ahí, planteada esta reincorporación, el Imperio de Brasil va a declarar la guerra a las Provincias Unidas y la guerra entre las Provincias Unidas y Brasil se va a desarrollar hasta 1828 en que se firma la Convención Preliminar de Paz."

En definitiva la campaña de las Misiones, en 1828, llevó la guerra al territorio brasileño; definió de ese modo la independencia nacional obligando a negociar inmediatamente.

Más tarde, derrotó a Pedro Echagüe en Cagancha (1839), cuando Juan Manuel de Rosas pretendió extender su hegemonía a nuestra república, aprovechando nuestras divisiones políticas. Fue para Artigas su hombre de mayor confianza y así lo define Lincoln Maiztegui, historiador blanco: "Por encima de sus debilidades humanas y su espíritu pragmático, tuvo siempre como norte la libertad de su patria, que defendió con Artigas contra los españoles, con Juan Antonio Lavalleja contra los brasileños, solo contra los intentos porteños de dividir las tropas orientales y contra ese Rosas que pretendía, según su creencia y la de su círculo, reconstruir el virreinato platense. Heredó una fortuna y murió casi en la miseria. De enorme carisma, mujeriego empedernido y esposo gentil, sus crueldades e intransigencias fueron las de su tiempo y no es más justo enrostrárselas a él más que a Artigas u Oribe. La historia recoge su impar aporte a la génesis y consolidación del Uruguay independiente, sus legendarias dotes de guerrillero y la creación de una de las dos grandes fuerzas que hicieron el país. Ello lo convierte en el más fascinante de los caudillos orientales". Nadie debía dudar pues, que nuestro territorio fue “provincia” desde 1825 hasta el tratado de Paz de 1828. Alfredo Traversoni define así el 25 de Agosto: “Culminación de un movimiento independentista No. Reafirmación del federalismo artiguista No. Afirmación y compromiso de lucha contra toda dominación extranjera, Sí.

Ver:

/www.infobae.com/opinion/2016/09/25/charruismo-rivera-y-la-verdad-historica/

Maiztegui Casas, L. Orientales 1 de los orígenes a 1865. Planeta. Montevideo 2005..

Traversoni. A. Historia del Uruguay. Kapelusz. 1973.

Wikipedia.

 

 

 

 

 

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