Los Intentos de
Consolidación Nacional. La Política de Fusión y la Política de Pactos
La Política de fusión fue una corriente de opinión política en Uruguay de mediados del siglo XIX, que tuvo en Andrés Lamas uno de sus máximos exponentes teóricos y que se materializó políticamente en la formación de la Unión Liberal en 1855. Luego de finalizada al Guerra Grande quedaron delineadas dos grandes corrientes de opinión. Por una parte, dirigentes urbanos de los partidos Blanco y Colorados llamados coloquialmente "doctores" debido a su calidad de intelectuales, impulsaron la "política de fusión", mientras por otra parte, dirigentes rurales, llamados "caudillos" llevaron adelante la "política de pactos". Ambas corrientes buscaban la pacificación del territorio y dejar atrás los males ocasionados por los
continuos enfrentamientos internos que tuvieron su punto más alto en la Guerra Grande. Por un lado la "política de fusión" veía en el caudillismo y la forma de explotación económica de la campaña las causas de los males de la República y propugnaban la creación de un nuevo partido político eliminando los viejos bandos en disputa. Por otra parte la "política de pactos" impulsaba el entendimiento a través de acuerdos entre los partidos en disputa sin renegar de sus divisas.El teórico más
importante de la política de fusión fue el integrante del Gobierno de la
Defensa, Andrés Lamas, quien desde Río de Janeiro afirmó en su manifiesto:
“Primero de
todo preguntémonos: ¿Qué representan esas divisas blancas y esas divisas
coloradas? Representan las desgracias del país, las ruinas que nos cercan, la
miseria y el luto de las familias, la vergüenza de haber andado pordioseando en
los dos hemisferios, la necesidad de las intervenciones extranjeras, el
descrédito del país, la bancarrota con todas sus amargas humillaciones, odios,
pasiones, miserias personales. ¿Qué es lo que divide hoy a un blanco de un
colorado? Lo pregunto al más apasionado, y el más apasionado no podrá mostrarme
un solo interés nacional, una sola idea social, un solo pensamiento de gobierno
en esa división. Mía es esa fórmula de la pacificación de 8 de octubre de 1851:
“Ni vencidos ni vencedores”. Pero concebí entonces, como concibo ahora, la
imposibilidad práctica de toda fusión mientras se conserven las antiguas
denominaciones. Tan mala es una de esas divisas como la otra. Rompo pública y
solemnemente esa divisa colorada, que hace muchos años que no es la mía, que no
volverá a ser la mía jamás. No tomo, no, la divisa blanca, que no fue la mía,
que no la será jamás. Repudiando las divisas, repudio la guerra civil
representadas por ellas. ¿Cuál sería el programa del nuevo partido, del partido
en que se reunieran los que dejen de ser blancos y los que dejen de ser
colorados? Ante todo, el Estado Oriental del Uruguay es y será para siempre
libre independiente de todo poder extranjero. Jamás será el patrimonio de
persona ni de familia alguna. Repetimos: no hay confianza, no puede haberla sin
que salgamos del pantano de nuestros antiguos partidos, sin que nos unamos.
Siempre habrá partidos: pero hagamos partidos pacíficos, legales, que
representen cosas y no nombres...”
Manifiesto
dirigido a los compatriotas. Dr. Andrés Lamas (fragmento), 1855.
En la línea de
esta política, la Asamblea General elegida tras la Guerra Grande tuvo la
intención de designar a una figura que pudiera concitar el consenso al no estar
demasiado vinculado a ninguna de las divisas. Esa figura fue Eugenio Garzón,
pero tras su repentina muerte se terminó designando a Juan Francisco Giró el
cual asumió el 1 de marzo de 1852. Giró había estado vinculado al Gobierno del
Cerrito y fue obligado a renunciar de su cargo ante un nuevo enfrentamiento
civil, esta vez liderado por el caudillo
colorado Melchor Pacheco y Obes.
La
manifestación política de la "política de fusión" fue la fundación de
la Unión Liberal en 1855, cuyo programa de gobierno pretendía sintetizar lo que
consideraban los mejores rasgos de los partidos Blanco y Colorado.
Luego de la
Guerra Grande (1839-1852), el país despoblado, con la ganadería arruinada,
soportando una tutela financiera y política de Brasil, hacía que la
supervivencia de Uruguay en los próximos años fuera muy difícil. La famosa
frase con la que se pretendió dejar atrás los desastres de la guerra, "Ni
vencidos ni vencedores", era reclamada en especial por estancieros y
comerciantes; estos grupos sociales eran muy poderosos, por lo tanto eran
escuchados tanto por blancos y colorados. Todos estaban convencidos que la paz
interna era indispensable para la existencia de la nación, o se corría el
peligro de quedar expuesto a la codicia de Brasil. Pero hubo dos formas
diferentes de concebir la paz.
La Política de
Fusión: fue predicada por el elemento culto de los dos partidos tradicionales,
blanco y colorado. Era los llamados "doctores" o los
"mejores" de ambos lados.
La Política de
Pactos: llevada a cabo por los caudillos también de ambas facciones políticas. Ambas
políticas reflejaban la dualidad el viejo dualismo cultural que el país no
podía superar; ciudad versus campaña. Dentro
del antiguo partido blanco fue Bernardo Berro quien se mostró muy de acuerdo
con la política de fusión; y en el partido colorado fue Andrés Lamas, quien
escribiera un Manifiesto el cual era un alegato en contra de los caudillos y
contra las divisas tradicionales, a las que acusaba de todos los males del
país. Proponía como única solución, la de crear un partido nuevo, la Unión
Liberal, con un programa definido que agrupara a todos los orientales,
olvidándose de los rencores del pasado.
También se
debía cambiar la estructura económica ya que las bases del caudillismo estaban
en la mono producción ganadera y la explotación extensiva. Por lo tanto se debía colonizar la campaña con
extranjeros y promover el desarrollo agrícola. Los doctores blancos y colorados
de Montevideo aceptaron con gusto las ideas de Lamas ya que permitiría:
a) lograr
estabilidad interna.
b) alianza de
los doctores de ambos partidos mediante un programa de ideas.
c) fortalecer a
los políticos urbanos en detrimento de los del medio rural.
Por lo tanto la
política de fusión era un reclamo de paz y orden, pero sobre todo un freno al
caudillismo, la posibilidad de que la ciudad recupere la dirección de la
política del Uruguay.
La Política de
Pactos: Ésta fue promovida por los caudillos, el más famoso fue el Pacto de la
Unión, firmado el 11 noviembre de 1855 entre el caudillo blanco Manuel Oribe y
el caudillo colorado Venancio Flores sin renegar de sus divisas.
El pacto era un
acuerdo entre bandos diferentes que dejaban de lado lo que los diferenciaba.
Fue realizado en contrapartida a la política de fusión, una reacción de los
dirigentes del medio rural frente a lo urbanos que pretendían desplazarlos del
poder.
En ambos casos,
pactándose o fusionándose, el resultado era el mismo, la búsqueda de la paz
interna. La Política de Fusión fracasó:
El presidente Giró debió renunciar luego de un tiroteo entre blancos y
colorados en plena Plaza Matriz durante el festejo de la Jura de la
Constitución el 18 de julio de 1853. El presidente Pereira debió sofocar varias
revoluciones, como la conocida “Hecatombe” de Quinteros (Durazno) que
profundizará más las diferencias entre los colorados y los blancos. Desde 1853
el Partido Conservador llevó adelante varias acciones que pusieron en riesgo el
orden y demostraron la debilidad del gobierno. Este partido estaba integrado
por jóvenes colorados. Muchos de ellos eran militares destacados y civiles
cultos. Querían conservar las tradiciones liberales del viejo núcleo de la
Defensa. Rechazaban la fusión porque veían en ella la entrega del poder a los
blancos. La primera acción del Partido Conservador fue el 18 de julio de 1853 y
hubo varios muertos. En 1855 volvieron a la carga. Hubo dos motines. El último
fue rápidamente controlado por Manuel Oribe y Venancio Flores, que habían
pactado mantener el orden. Los jóvenes del Partido Conservador fueron
desterrados. Nuevamente, en 1858, se alzaron contra el presidente, pero no
tuvieron éxito en el intento de tomar Montevideo y la revolución se desarrolló en
el interior del territorio. Los rebeldes fueron perseguidos por el interior del
país, acorralados por el jefe del ejército del gobierno y derrotados en Paso de
Quinteros. El general Anacleto Medina había prometido respetar las vidas de los
rebeldes, pero recibió órdenes contrarias directas del presidente y fueron
fusilados casi un centenar de rebeldes. Este episodio se conoce como hecatombe
de Quinteros y se convirtió en el hecho de sangre más relevante en la historia
del Partido Colorado. En 1863 el presidente Berro tuvo que enfrentar la
revolución de Venancio Flores que contó con el apoyo del gobierno argentino y
brasileño. Venancio Flores organizó la invasión a Uruguay mientras estuvo
exiliado en Buenos Aires. Allí lo ayudó el gobierno argentino. El presidente
Mitre tenía mucho interés en contar con un gobierno aliado en Montevideo y eso
no era posible con Berro en la presidencia. Flores reclamaba la necesidad de
vengar a los mártires de Quinteros, como una forma de unificar el Partido
Colorado. Al principio no logró sus objetivos: los colorados más cultos
rechazaban una acción encabezada por un caudillo. El gobierno no fue capaz de
aplastar la revolución. El ejército florista tenía una gran movilidad y contaba
con el auxilio de suministros y caballos desde el litoral argentino. En cambio,
el ejército del gobierno se movía lentamente; la sequía había matado a sus
caballos. Por otro lado, el presidente Berro no contaba con un frente político
unificado. Era un anti caudillista y convencido fusionista, y eso le impedía admitir
la colaboración de los viejos caudillos blancos. El desenlace de la revolución
se produjo con la intervención brasileña. El imperio del Brasil necesitaba
contar con los puertos orientales para la futura campaña contra Paraguay.
También defendía a los estancieros riograndenses que se sentían afectados por
la política de Berro contra la extranjerización de la tierra: impuestos,
prohibición de uso de mano de obra esclava e impedimentos para el pasaje de
ganado a Brasil. También con la colaboración de Brasil, los floristas sitiaron
y agotaron la resistencia de Paysandú en un mes. El 20 de febrero de 1865 se
selló la paz. Flores ejerció la presidencia hasta su muerte en 1868, muchos
blancos emigraron y comenzaron a preparar su revolución. Como presidente firmó
un tratado con Brasil y con Argentina, como tercer aliado en la guerra contra
Paraguay. Con la victoria de Venancio
Flores en 1865, finalizó la “Política de Fusión”. El período de 1865 a 1872 se
denomina “Gobierno de divisa”, es decir gobierno de partido, donde los únicos
que van a gobernar eran los colorados. Durante este período serán presidentes
Venancio Flores y luego Lorenzo Batlle
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