"El ascenso de
Stalin, la Tercera Internacional y la influencia de la URSS en América Latina
en los años 30: Lucha contra el fascismo en el horizonte" Una
aproximación.
En los convulsos años 30, el mundo fue testigo de una serie de acontecimientos que marcaron la historia política y social de la época. En este contexto, el ascenso de Stalin al poder en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el papel de la Tercera Internacional y las relaciones de la URSS con América Latina cobraron gran relevancia. Estos eventos dejaron una huella indeleble en la
lucha contra el fascismo y sus consecuencias se hicieron sentir en todo el continente latinoamericano.
Tras la muerte de Lenin en 1924, José Stalin emergió como
líder supremo de la URSS. Stalin implementó una serie de políticas que
transformaron radicalmente el país. El período conocido como
"stalinismo" se caracterizó por la industrialización forzada, la
colectivización agraria y la represión política. Stalin consolidó su poder y
estableció un régimen autoritario que dejó una profunda marca en la historia
del siglo XX.
La Tercera
Internacional, también conocida como Comintern, fue una organización fundada
por la URSS en 1919 con el objetivo de promover la revolución comunista a nivel
mundial. Durante los años 30, la Comintern desempeñó un papel fundamental en la
difusión de las ideas marxistas-leninistas y la coordinación de los partidos
comunistas en todo el mundo. En la década de 1930, el ascenso del fascismo
representó una amenaza para la estabilidad global. Tanto Stalin como la
Comintern reconocieron la necesidad de combatir este fenómeno y promovieron
activamente la resistencia antifascista. A través de la Comintern, la URSS
brindó apoyo a los partidos y movimientos antifascistas en América Latina,
compartiendo recursos, estrategias y proporcionando asesoramiento político.
La influencia de la URSS en América Latina durante los años
30 fue significativa. La Comintern estableció secciones latinoamericanas en
varios países, y los partidos comunistas locales se convirtieron en actores
políticos importantes. La URSS ofreció apoyo financiero y logístico a estos partidos,
contribuyendo a su crecimiento y consolidación. Además, la URSS fue un
importante defensor de la autodeterminación y la lucha contra el imperialismo
en América Latina, promoviendo la unidad entre los movimientos obreros y
populares de la región. El ascenso de
Stalin al poder en la URSS y la influencia de la Tercera Internacional dejaron
una profunda marca en la historia de América Latina en los años 30. La lucha
contra el fascismo y el apoyo brindado por la URSS a los movimientos antifascistas
en el continente jugaron un papel crucial en la defensa de los valores
democráticos y en la resistencia contra las dictaduras y regímenes
autoritarios. El legado de estos eventos aún se hace sentir en la política
latinoamericana
No se puede decir que el culto al zar y la sumisión a la
Iglesia Ortodoxa Rusa facilitaron el ascenso de Stalin como secretario general
del Partido Comunista y dieron origen al stalinismo. De hecho, la llegada al
poder de Stalin y el establecimiento del stalinismo se caracterizaron por una
ruptura radical con la tradición zarista y la religión en general. El ascenso
de Stalin dentro del Partido Comunista y su consolidación como líder supremo de
la URSS se debieron a una serie de factores políticos, económicos y sociales.
Durante la década de 1920, Stalin fue un político astuto y habilidoso que supo
maniobrar dentro del partido y ganar apoyo de diferentes facciones. Utilizó su
posición estratégica en el partido y su capacidad para establecer alianzas
políticas para alcanzar el poder. Además, Stalin también se benefició de la muerte
de líderes clave del partido, como Lenin, y de la rivalidad interna entre otros
miembros prominentes, como León Trotsky. A través de maniobras políticas y la
consolidación de su poder en los órganos de decisión del partido, Stalin logró
imponer su autoridad y eliminar a sus oponentes.
El stalinismo, como sistema político y económico, se
caracterizó por el control absoluto del Estado y la represión sistemática de
cualquier forma de oposición política. Stalin implementó políticas de
colectivización agraria, industrialización forzada y purgas masivas que
resultaron en millones de muertes y sufrimiento humano. Es correcto afirmar que
la Tercera Internacional, también conocida como Comintern, no logró detener el
ascenso del fascismo en países como Italia y Alemania, ni pudo evitar la
derrota en la Guerra Civil Española. Aunque la Comintern se esforzó por coordinar
y promover la resistencia antifascista en Europa, sus esfuerzos no fueron
suficientes para contrarrestar el avance de los regímenes fascistas.
En Italia, el régimen fascista de Benito Mussolini llegó al
poder en 1922, antes de la creación de la Comintern. A pesar de los intentos de
la organización por impulsar la resistencia antifascista en Italia, el fascismo
se consolidó y se mantuvo en el poder durante décadas.
En el caso de Alemania, la Comintern también intentó
organizar la resistencia al ascenso de Adolf Hitler y el Partido Nazi. Sin
embargo, las divisiones y rivalidades internas en el movimiento obrero alemán,
así como la falta de apoyo internacional efectivo, contribuyeron a la
incapacidad de detener el avance del nazismo. Hitler llegó al poder en 1933 y
estableció un régimen dictatorial que desmanteló las instituciones democráticas
y promovió políticas de persecución y exterminio.
En cuanto a la Guerra Civil Española (1936-1939), la
Comintern brindó apoyo a la República española, que se enfrentó a un
levantamiento militar liderado por el general Francisco Franco, respaldado por
las potencias fascistas de Alemania e Italia. A pesar del apoyo de la URSS y de
los voluntarios internacionales que se unieron a las Brigadas Internacionales,
la República fue finalmente derrotada por las fuerzas franquistas en 1939. En
resumen, aunque la Comintern tuvo como objetivo luchar contra el fascismo y
promover la resistencia antifascista en Europa, no logró detener el ascenso del
fascismo en Italia y Alemania, ni evitar la derrota en la Guerra Civil
Española. Factores como las divisiones internas en el movimiento obrero, la
falta de apoyo internacional efectivo y la superioridad militar de los
regímenes fascistas jugaron un papel crucial en estos resultados.
El Pacto Ribbentrop-Molotov, también conocido como Pacto
Germano-Soviético, fue un acuerdo firmado entre la Alemania nazi de Adolf
Hitler y la Unión Soviética deJosé Stalin el 23 de agosto de 1939, poco antes
del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Este pacto sorprendió a la
comunidad internacional, ya que Alemania y la Unión Soviética parecían ser
adversarios naturales debido a sus diferencias ideológicas y políticas.
Existen varias explicaciones para entender este pacto y sus
motivaciones:
- Intereses
estratégicos: Tanto Alemania como la Unión Soviética tenían intereses
estratégicos en ese momento. Hitler buscaba evitar una guerra en dos
frentes, por lo que buscaba garantizar la neutralidad o incluso la
cooperación de la URSS. Por su parte, Stalin, que había observado las
tensiones crecientes en Europa, veía en el pacto una oportunidad para
ganar tiempo y reforzar su posición defensiva.
- Ganar
tiempo y prepararse: La firma del pacto permitió a ambos países ganar
tiempo para fortalecer sus respectivas posiciones militares. Alemania
quería asegurarse de que la URSS no interfiriera mientras se enfocaba en
su ofensiva hacia Europa occidental, mientras que Stalin quería ganar
tiempo para reforzar sus fuerzas armadas y prepararse para una posible
confrontación con Alemania.
- Reparto
de territorios: El pacto también incluía un protocolo adicional secreto
que dividía Europa Oriental en esferas de influencia alemana y soviética.
Este acuerdo permitió a Hitler lanzar su invasión de Polonia sin
preocuparse por una intervención de la URSS, mientras que Stalin se
aseguró de que la Unión Soviética obtuviera ciertos territorios en el este
de Europa.
- Desconfianza
hacia las potencias occidentales: Tanto Alemania como la URSS desconfiaban
de las intenciones de las potencias occidentales, en particular de Francia
y el Reino Unido. Ambos países habían expresado cierto grado de
apaciguamiento hacia las demandas de Hitler, lo que llevó a Stalin a
percibir que no podía confiar en ellos para proteger sus intereses. El
pacto con Alemania le permitió ganar tiempo y explorar otras opciones
estratégicas.
Es importante tener en cuenta que el Pacto
Ribbentrop-Molotov fue un acuerdo oportunista basado en intereses a corto
plazo. Se rompió cuando Hitler decidió invadir la URSS en 1941, lo que marcó un
cambio drástico en las relaciones entre ambos países y llevó a la Unión
Soviética a unirse a las potencias aliadas en su lucha contra la Alemania nazi.
Lázaro Cárdenas, presidente de México entre 1934 y 1940,
llevó a cabo una política exterior caracterizada por su defensa de la soberanía
y el nacionalismo mexicano. Si bien es cierto que Cárdenas nacionalizó la
industria petrolera en México, incluyendo compañías británicas y
estadounidenses, no se puede afirmar que su política exterior estuviera
exclusivamente basada en esta idea.
El asilo a Trotsky: En cuanto al asilo a León Trotsky, uno
de los líderes de la Revolución Rusa que se había exiliado, Cárdenas le ofreció
refugio en México por razones humanitarias y políticas. Trotsky se encontraba
en oposición a Stalin y al régimen estalinista en la Unión Soviética. Cárdenas,
defensor del asilo y los derechos humanos, proporcionó refugio a Trotsky como
un acto de solidaridad y en línea con sus principios.
Apoyo a la República Española: Durante la Guerra Civil
Española (1936-1939), Cárdenas mostró su apoyo a la Segunda República Española,
que se enfrentaba a la sublevación militar liderada por el general Francisco
Franco. Cárdenas y su gobierno simpatizaban con la causa republicana y veían en
ella una lucha por la democracia y contra el fascismo. Si bien el gobierno de
la URSS también brindó apoyo a la República Española, no se puede decir que el
apoyo de Cárdenas estuviera específicamente orientado a favorecer el
stalinismo. Su apoyo estaba basado en principios de solidaridad, defensa de la
democracia y el rechazo al fascismo.
Es importante destacar que si bien Cárdenas tuvo ciertos
acercamientos con la URSS y compartió algunos objetivos con el stalinismo, su
política exterior estaba fundamentada en la defensa de los intereses de México,
la soberanía nacional y la justicia social. Su gobierno promovió políticas de
reforma agraria, derechos laborales y justa distribución de la riqueza, que
buscaban beneficiar a la población mexicana en su conjunto.
Es importante tener en cuenta que la explicación dada por
los líderes comunistas latinoamericanos sobre el acuerdo entre Hitler y Stalin,
conocido como el Pacto Ribbentrop-Molotov, puede haber variado dependiendo del
contexto y las perspectivas políticas de cada líder y país. Sin embargo, en
general, los líderes comunistas latinoamericanos trataron de justificar el pacto
en función de los intereses estratégicos y la seguridad nacional de la Unión
Soviética.
Algunas de las explicaciones que se dieron incluyeron:
- Ganar
tiempo: Los líderes comunistas latinoamericanos afirmaron que el pacto
permitiría a la Unión Soviética ganar tiempo y fortalecer su posición
defensiva frente a una posible agresión de Alemania. En un momento en que
Europa estaba al borde de la guerra y la URSS no estaba completamente
preparada para un conflicto, el pacto se presentó como una forma de proteger
los intereses soviéticos y evitar un enfrentamiento prematuro con
Alemania.
- Desconfianza
hacia las potencias occidentales: Los líderes comunistas latinoamericanos
argumentaron que el pacto era una respuesta a la falta de apoyo y a las
políticas de apaciguamiento por parte de las potencias occidentales, como
Francia y el Reino Unido, hacia la Alemania nazi. Sostenían que la URSS no
podía confiar en estas potencias para proteger sus intereses y, por lo
tanto, buscó una alianza temporal con Alemania para garantizar su
seguridad y ganar tiempo.
- Protección
de la Revolución Soviética: Algunos líderes comunistas latinoamericanos
presentaron el pacto como una medida necesaria para proteger la Revolución
Soviética y salvaguardar el socialismo en la URSS. Argumentaron que la
alianza con Alemania podía evitar una invasión inminente y, al hacerlo,
proteger los logros del socialismo soviético.
Es importante tener en cuenta que estas explicaciones no
eran necesariamente aceptadas por todos los seguidores políticos de los líderes
comunistas latinoamericanos. Algunos críticos y opositores de estos líderes
vieron el pacto como una traición a los principios de la lucha antifascista y
la solidaridad internacional. Las interpretaciones y justificaciones del pacto
pueden haber variado dependiendo de las circunstancias locales y las posturas
ideológicas de cada partido comunista en América Latina. Después de la invasión
alemana a la Unión Soviética en 1941, Stalin adoptó un papel de liderazgo en la
lucha contra la Alemania nazi y se convirtió en una figura clave en las cumbres
de Teherán, Yalta y Potsdam. Durante estas conferencias, Stalin buscó asegurar
los intereses de la Unión Soviética y desempeñó un papel importante en la
configuración del orden mundial de la posguerra.
En la Conferencia de Teherán (1943), Stalin se reunió con
los líderes de Estados Unidos y el Reino Unido, Franklin D. Roosevelt y Winston
Churchill, respectivamente. Stalin presentó a la Unión Soviética como un aliado
indispensable en la lucha contra Alemania y planteó la necesidad de establecer
una segunda frontera en Europa oriental para garantizar la seguridad de la
URSS. Además, se discutieron los planes para la apertura de un frente
occidental en Europa para aliviar la presión sobre la Unión Soviética en su
lucha contra Alemania.
En la Conferencia de Yalta (1945), Stalin se reunió
nuevamente con Roosevelt y Churchill para discutir la reorganización de Europa
después de la guerra. Stalin defendió la creación de gobiernos prosoviéticos en
los países liberados de Europa del Este, argumentando que era necesario
asegurar la seguridad de la Unión Soviética y prevenir futuras amenazas.
También se acordaron los términos para la rendición de Alemania y la división
del país en zonas de ocupación.
En la Conferencia de Potsdam (1945), Stalin se reunió con
los nuevos líderes de Estados Unidos y el Reino Unido, Harry S. Truman y
Clement Attlee. Durante esta conferencia, se abordaron los temas de la
ocupación y la reconstrucción de Alemania, así como la participación de la
Unión Soviética en la guerra contra Japón.
En estas cumbres, el rol del stalinismo y de Stalin como
líder de la Unión Soviética fue significativo. Stalin buscó asegurar la
influencia soviética en Europa del Este y proteger los intereses de la URSS en
el orden mundial de la posguerra. Su posición de liderazgo, basada en el
poderío militar y el sacrificio de la Unión Soviética en la guerra, le otorgó
una influencia considerable en las negociaciones y en la configuración de los
acuerdos internacionales.
Sin embargo, también es importante destacar que en estas
conferencias hubo tensiones y desacuerdos entre Stalin y los líderes
occidentales. Las diferencias ideológicas y políticas se hicieron evidentes, y
las negociaciones estuvieron marcadas por las luchas de poder y los intereses
nacionales de cada país. A pesar de su papel destacado, Stalin no logró obtener
todas las demandas y objetivos que buscaba en estas cumbres.
El telegrama largo de George F. Kennan y la política de la
Doctrina Truman fueron elementos importantes en la configuración de la política
exterior de Estados Unidos hacia la Unión Soviética y el comunismo. Si bien
estos eventos pueden haber influido en la percepción y la postura del
stalinismo, es importante recordar que el stalinismo ya tenía una ideología y
una agenda establecidas antes de la formulación de la política de contención.
El telegrama largo de Kennan, enviado en 1946, fue un
documento clave en la formulación de la política de contención de Estados
Unidos. En él, Kennan, quien era un diplomático estadounidense en Moscú,
argumentó que la Unión Soviética era una potencia expansionista y que Estados
Unidos debía adoptar una política de resistencia y contención hacia el
comunismo para prevenir su expansión.
La Doctrina Truman, anunciada en 1947, fue una política de
Estados Unidos que buscaba contener la influencia y la expansión del comunismo
en todo el mundo. Esta política se basaba en la creencia de que el comunismo
representaba una amenaza para los valores y los intereses estadounidenses y que
era necesario enfrentarla y frenar su avance.
Es posible que estos eventos hayan radicalizado las posturas
del stalinismo en respuesta a la percepción de una amenaza por parte de Estados
Unidos y sus aliados. El stalinismo ya había experimentado un proceso de
consolidación del poder en la Unión Soviética bajo el liderazgo de Stalin, y la
política de contención podría haber sido interpretada como una agresión y una
amenaza para el sistema soviético.
En respuesta a la política de contención, el stalinismo
podría haber intensificado sus propias medidas de seguridad y control interno,
así como su búsqueda de influencia en el extranjero. Esto se manifestó en una
mayor represión interna en la Unión Soviética, la consolidación del bloque
soviético en Europa del Este y la promoción del comunismo en otros países a través
de apoyo y movimientos de liberación.
Las purgas masivas llevadas a cabo por Stalin contra sus
opositores durante la década de 1930 no continuaron de la misma manera después
de la Segunda Guerra Mundial. Aunque el régimen estalinista continuó ejerciendo
un control autoritario y represivo sobre la sociedad soviética, las purgas
masivas y las ejecuciones en masa que caracterizaron el período conocido como
el Gran Terror disminuyeron significativamente después de la guerra.
Durante la década de 1930, Stalin llevó a cabo una serie de
purgas políticas que tenían como objetivo eliminar a sus opositores reales o
percibidos dentro del Partido Comunista y la sociedad soviética en general.
Estas purgas implicaron arrestos, juicios sumarios, ejecuciones y deportaciones
masivas de millones de personas, incluidos intelectuales, militares, líderes
políticos y ciudadanos comunes. El Gran Terror alcanzó su punto máximo entre
1936 y 1938.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la situación política
y social en la Unión Soviética experimentó algunos cambios significativos. La
victoria soviética en la guerra aumentó el prestigio y la popularidad de
Stalin, y el régimen se centró más en la reconstrucción y la estabilización del
país. Aunque la represión política continuó, especialmente contra aquellos
considerados una amenaza para el régimen, no se llevaron a cabo purgas masivas
de la misma magnitud que durante la década de 1930.
La progresión del estalinismo en los partidos comunistas
latinoamericanos y su relación con otros partidos de izquierda, especialmente
los partidos socialistas, fue un proceso complejo y variado en cada país. El
estalinismo, como ideología y práctica política basada en los principios y
políticas de Stalin, tuvo un impacto significativo en los partidos comunistas
de la región, pero también generó tensiones y conflictos con otros partidos de
izquierda.
En muchos casos, los partidos comunistas latinoamericanos
adoptaron la línea estalinista y se convirtieron en seguidores y defensores de
las políticas y directivas emanadas de la Unión Soviética. Bajo el estalinismo,
los partidos comunistas se caracterizaron por una estructura de partido
fuertemente centralizada, una ideología ortodoxa y una lealtad inquebrantable a
Stalin y la Unión Soviética. Estos partidos buscaron establecer alianzas con otros
partidos y movimientos de izquierda, pero siempre bajo la premisa de que el
liderazgo comunista tenía la autoridad y el papel principal en la lucha
revolucionaria.
En contraste, los partidos socialistas de la región, que
tenían una tradición política y una visión ideológica distintas, a menudo
mantuvieron una postura más independiente y crítica hacia el estalinismo y la
influencia soviética. Aunque compartían ciertos objetivos y principios con los
comunistas, los socialistas enfatizaban la democracia y la lucha por reformas
sociales dentro del sistema político existente, en lugar de buscar una
revolución completa.
La relación entre los partidos comunistas y los partidos
socialistas latinoamericanos fue a menudo compleja y marcada por rivalidades y
desconfianza mutua. Si bien había momentos de cooperación y unidad en la lucha
contra regímenes dictatoriales o por demandas específicas, también surgían
diferencias ideológicas y tácticas que dificultaban la colaboración a largo
plazo.
A medida que avanzaba el tiempo, la influencia del
estalinismo en los partidos comunistas latinoamericanos comenzó a declinar,
especialmente a partir de la década de 1950. Surgieron divisiones y tensiones
internas en los partidos comunistas, y algunos líderes y militantes se alejaron
del estalinismo y buscaron enfoques más autónomos y adaptados a la realidad
local. Esto dio lugar a la formación de facciones y grupos disidentes dentro de
los partidos comunistas, así como a la aparición de nuevas fuerzas políticas de
izquierda que buscaban alternativas al estalinismo.
La creación de Frentes Populares en América Latina no puede
atribuirse únicamente a la percepción de que la vía revolucionaria no tendría
éxito en los años 50. Si bien es cierto que hubo un cambio de estrategia y
enfoque por parte de algunos sectores de la izquierda latinoamericana, las
razones detrás de la formación de Frentes Populares fueron multifacéticas y
específicas de cada contexto nacional.
En el caso de Guatemala, el gobierno de Jacobo Árbenz
implementó una serie de reformas progresistas, como la reforma agraria y la
nacionalización de la United Fruit Company, que generaron una fuerte oposición
por parte de sectores conservadores y estadounidenses. Árbenz buscó construir
una alianza amplia que incluyera a sectores progresistas, liberales y
comunistas, conocida como el Frente Nacional de Liberación.
En el caso de Cuba, la Revolución liderada por Fidel Castro
y el Movimiento 26 de Julio fue un proceso revolucionario más radical y de
lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista. La visión de Stalin
sobre la Revolución Cubana también es compleja. En un primer momento, el
Partido Comunista Cubano no apoyó abiertamente a Castro, pero después de que la
revolución triunfara, la relación entre el gobierno cubano y la Unión Soviética
se fortaleció y se estableció una alianza estratégica entre ambos países.
En general, la visión de Stalin sobre los procesos
revolucionarios en América Latina varió en función de sus propios intereses
geopolíticos y de la situación interna de cada país. Si bien la Unión Soviética
buscaba expandir su influencia y apoyar a los movimientos de izquierda en la
región, también había consideraciones estratégicas y cálculos políticos
involucrados.
Es importante tener en cuenta que el estalinismo no fue una
fuerza homogénea y que hubo diversas interpretaciones y enfoques dentro de los
comunistas latinoamericanos. Algunos sectores se mantuvieron fieles a la línea
estalinista, mientras que otros buscaron enfoques más autónomos y adaptados a
la realidad local. A medida que la Guerra Fría avanzaba, las relaciones y las
alianzas políticas en América Latina fueron influenciadas por múltiples
factores, incluidos los cambios en la política internacional y las dinámicas
internas de cada país.
La falta de denuncias y críticas abiertas al stalinismo
durante décadas se puede atribuir a varios factores. Algunas explicaciones:
- Control
y represión: El régimen estalinista ejerció un control totalitario sobre
la sociedad y suprimió cualquier forma de oposición o crítica. A través
del aparato estatal y de seguridad, como la policía secreta (NKVD), se llevaron
a cabo purgas, represión y censura para silenciar a los disidentes y
eliminar cualquier forma de resistencia.
- Propaganda
y manipulación de la información: El régimen estalinista desarrolló una
maquinaria de propaganda eficiente que controlaba los medios de
comunicación y difundía una narrativa oficial. Se promovió una imagen
idealizada de Stalin y se ocultaron o distorsionaron los aspectos
negativos de su gobierno. Esto contribuyó a la falta de información y
conocimiento público sobre las violaciones a los derechos humanos y los
abusos cometidos durante su mandato.
- Miedo
y temor: La represión y el terror implementados por el régimen estalinista
generaron un clima de miedo generalizado en la sociedad. Muchas personas
tenían temor a expresar críticas abiertas o denunciar los abusos por temor
a represalias, como arrestos, tortura o ejecuciones. El miedo y la
autoperseverancia llevaron a muchas personas a mantenerse en silencio y no
cuestionar el régimen.
- Apoyo
y lealtad: A pesar de las violaciones a los derechos humanos y los abusos,
el estalinismo también contaba con un número significativo de seguidores y
simpatizantes. Muchas personas en la Unión Soviética y en otros países
veían a Stalin como un líder carismático y creían en la causa comunista.
Estos seguidores leales defendían y justificaban las acciones del régimen,
lo que dificultaba las críticas internas.
- Guerra
Fría y rivalidad geopolítica: Durante la Guerra Fría, las potencias
occidentales tenían sus propias agendas y prioridades geopolíticas. En
muchos casos, se enfocaron en la lucha contra el comunismo en general y la
Unión Soviética en particular, lo que implicaba un enfoque selectivo en
las críticas y la denuncia. Además, algunos gobiernos occidentales estaban
dispuestos a hacer la vista gorda a los abusos cometidos por el
estalinismo en aras de mantener alianzas o evitar conflictos directos.
Estos factores y otros más contribuyeron a la falta de
denuncias y críticas abiertas al stalinismo durante décadas. Fue solo a medida
que se revelaron más detalles sobre los abusos y las violaciones a los derechos
humanos durante el régimen estalinista, y a medida que se produjeron cambios
políticos y sociales en la Unión Soviética, que se empezó a cuestionar y
criticar más abiertamente el legado de Stalin y el estalinismo.
Ver:
Aparicio, F. Treinta años de stalinismo en el Uruguay.
Planeta, Montevideo 2022.
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