La fortaleza de la política en un Estado democrático y republicano.
Un país con un Estado democrático y republicano fuerte tiene más probabilidades de tener una política en orden y en evolución, ya que estas características proporcionan los fundamentos necesarios para la estabilidad, la participación ciudadana y la adaptación política. En el análisis de Francis Fukuyama, el desarrollo político se refiere al cambio y la evolución de las instituciones políticas a lo largo del tiempo. Sin embargo, es cierto que las normas culturales y sociales pueden ser menos cambiantes en
comparación con las leyes y las instituciones políticas. Otro elemento crucial que ha contribuido a definir el excepcionalismo uruguayo es la presencia de un Estado benevolente que durante muchas décadas garantizó derechos cívicos, sociales y económicos, dando lugar a una interpretación de lo público como sinónimo de Estado y a la primacía de lo público sobre lo privado. Esta matriz democrático-pluralista, estatalista y partido céntrica de la sociedad uruguaya también se ha caracterizado por la preferencia por vías graduales y reformistas para el cambio social y político y la preponderancia de una cultura política urbana. La creación del Estado de bienestar a principios del siglo XX, con la introducción de una legislación laboral avanzada y reformas sociales sin precedentes en la región y en mundo fue producto del reformismo del primer batllismo. El modelo uruguayo de desarrollo, centrado en el Estado, surgió a principios del siglo XX, durante las presidencias de José Batlle y Ordoñéz, que hoy podemos definirlo como socialdemócrata. Durante las dos primeras décadas del siglo pasado y ante el creciente malestar social y político, el Estado uruguayo implantó reformas legislativas muy avanzadas para la época, como el seguro de desempleo, la baja por maternidad remunerada, el divorcio a petición de la esposa y la jornada laboral de ocho horas. En las décadas siguientes, la clase trabajadora conquistó también un sistema de negociación tripartita entre sindicatos, empresarios y Estado para acordar salarios y condiciones de trabajo. Muchos años después, en el contexto de la pandemia, un periodista británico sostenía que el éxito de Uruguay contra la pandemia del coronavirus se explica por las razones que tienen los ciudadanos uruguayos para confiar en las políticas públicas, y con la existencia de un estado de bienestar que proporciona acceso a pensiones, cuidado infantil, atención sanitaria y educación.La revolución cubana de 1959 marcó el momento en que Uruguay
desarrolló la lógica de confrontación de la Guerra Fría. Además, luego de 93
años de gobiernos dirigidos por el Partido Colorado, la victoria del Partido
Nacional en las elecciones de 1958 cambió la orientación del gobierno, originando
un giro a la derecha en las políticas públicas. Y también alteró la dinámica
interna de las fuerzas armadas. El Partido Nacional había intentado durante
décadas ganarse el apoyo de los altos mandos militares, en particular de los
generales del ejército. El resultado de esas elecciones nacionales aumentó la
influencia de oficiales ideológicamente posicionados mucho más a la derecha que
los generales integrantes de cuadros anteriores.
El 1 de abril de 1964 los militares derrocaron al gobierno
democrático de Brasil encabezado por el presidente João Goulart, dando paso a una
dictadura que se mantuvo más de dos décadas en el país más grande y poblado de
América Latina. El golpe en el poderoso vecino causó gran inquietud en Uruguay
ante la perspectiva de acontecimientos similares en el país.
La Casa Blanca y su embajada en Brasil estaban preocupadas,
ya que el país más grande de Sudamérica viró a la izquierda durante el gobierno
de Goulart.
Siguiendo a José Rilla “En febrero de 1973 se produjo la
insubordinación militar que incluyó la proclamación de una serie de
reivindicaciones encaminadas a cambiar la orientación de las políticas
gubernamentales. La insubordinación debilitó la del presidente Juan María
Bordaberry. Al que, más allá de su debilidad democrática, el sistema político
lo dejó solo. A partir de ese momento, con la formación del Consejo de
Seguridad Nacional, se instituyó la coparticipación militar en la toma de
decisiones en asuntos que trascendían las competencias históricas de las
fuerzas armadas.” Comienza así un examen
del esfuerzo de los actores políticos de la época por producir intelectualmente
un pasado útil para las necesidades de aquel nuevo presente, que dieron el
golpe de gracia al impulso de la lista 15 para la restauración batllista: el
surgimiento de Nardone, el triunfo del Partido Nacional, los quiebres de los
sesenta, desde los Tupamaros hasta el autoritarismo de 1968 enfrentando los desbordes terroristas,
la emergencia del liderazgo de Wilson Ferreira Aldunate, el nuevo protagonismo
de la izquierda, el ingreso de los militares en la política y el lento camino
al golpe de Estado. Es necesario
entender, entonces, nuestra democracia fuerte y con instituciones sólidas que
se han mantenido a pesar de estos sucesos. "Orden y decadencia de la
Política" es un libro escrito por Francis Fukuyama, un reconocido
académico y politólogo, que examina el desarrollo político a lo largo de la
historia y aborda las causas de la decadencia política en las sociedades
contemporáneas.
En este libro, Fukuyama presenta una perspectiva amplia y
exhaustiva de la política y su evolución. Comienza analizando la formación de
los Estados modernos y el surgimiento de las instituciones políticas como una
forma de proporcionar orden y estabilidad a las sociedades. Examina cómo las
estructuras políticas y las instituciones gubernamentales han influido en el
desarrollo y la prosperidad de las naciones a lo largo de los siglos.
Fukuyama argumenta que la política moderna ha experimentado
una decadencia progresiva, en la que las instituciones políticas se han
debilitado y han perdido la capacidad de gobernar de manera eficaz. Señala la
corrupción, el clientelismo, la falta de responsabilidad y la captura del
Estado por parte de intereses particulares como factores clave en esta
decadencia política.
El autor también examina las consecuencias de esta
decadencia política en la sociedad contemporánea. Sostiene que la falta de una
política efectiva y de instituciones sólidas ha llevado a la desigualdad, el
descontento social y la erosión de la confianza en el sistema político. Además,
argumenta que la globalización y los avances tecnológicos han complicado aún
más la tarea de gobernar, generando nuevos desafíos y tensiones políticas.
A lo largo del libro, Fukuyama plantea interrogantes
fundamentales sobre el futuro de la política y la posibilidad de restaurar el
orden y la efectividad en las instituciones políticas. Propone una serie de
recomendaciones, como la promoción de la transparencia, la rendición de cuentas
y la participación ciudadana activa, con el fin de revitalizar y fortalecer la
política en la era contemporánea.
"Orden y decadencia de la Política" se centra en
el análisis de las causas de la decadencia política en las sociedades
contemporáneas, examinando las instituciones políticas, la corrupción y la
falta de responsabilidad, entre otros factores. Fukuyama aborda temas como la
desigualdad, la erosión de la confianza en el sistema político y los desafíos
de la globalización y la tecnología en la política moderna.
Por otro lado, "Banqueros: el despegue de Wall Street y
el hundimiento financiero" de F. Johnson, citado por Fukuyama, se enfoca
en el auge y colapso del sistema financiero de Wall Street, centrándose en la
crisis financiera de 2008 y los actores clave involucrados en el sector bancario.
Ambos trabajos desde puntos de análisis muy diferentes coinciden en los
factores que crean descreimiento en la política. Si recordamos la postura del
Dr. Jorge Batlle y su equipo durante la crisis del año 2002 reconoceremos en
esa línea la consolidación de una visión profunda, republicana y liberal que
consolidó nuestro sistema político, con el costo hasta la actualidad de pérdida
de peso electoral del Partido Colorado.
En "Orden y decadencia de la Política", Fukuyama
se centra en la decadencia política contemporánea y examina las causas de esta
decadencia en las instituciones políticas y la gobernanza. Analiza la
corrupción, la falta de responsabilidad y otros factores que socavan el
funcionamiento eficaz de las instituciones políticas en la actualidad.
Por otro lado, en "Orden político en sociedades en
cambio", Huntington explora el desarrollo y la transformación de los
sistemas políticos en diferentes sociedades a medida que experimentan cambios
sociales, económicos y culturales. Huntington propone una tipología de los
diferentes tipos de sistemas políticos y analiza cómo los cambios sociales y
políticos pueden afectar el orden político en estas sociedades.
Aunque ambos libros tratan sobre el orden político y la
dinámica del cambio, sus enfoques y argumentos son distintos. Cada autor
presenta su propio marco teórico y evidencia empírica para respaldar sus
argumentos.
El análisis de Francis Fukuyama sobre el surgimiento del
Estado como una transición importante desde las sociedades tribales a la
responsabilidad democrática no se basa en una linealidad estricta, sino más
bien en una perspectiva evolutiva. Fukuyama sostiene que, a lo largo de la historia
humana, las sociedades han experimentado una evolución política, pasando de
estructuras tribales y clanes familiares hacia formas más complejas de
organización política, como los Estados.
Según Fukuyama, el Estado moderno surge como una respuesta a
la necesidad de establecer un orden social y político más complejo, capaz de
manejar desafíos como la seguridad, la justicia y la provisión de bienes
públicos. Esta transición no es lineal ni automática, sino que implica una
serie de cambios y desafíos a lo largo del tiempo.
Fukuyama también argumenta que el surgimiento del Estado no
garantiza automáticamente la responsabilidad democrática. Reconoce que los
Estados pueden adoptar diferentes formas de gobierno, como monarquías,
dictaduras o democracias, y que el proceso de consolidación democrática puede
ser largo y difícil.
Es importante tener en cuenta que el análisis de Fukuyama
sobre la evolución del Estado y la responsabilidad democrática se basa en una
perspectiva histórica y sociopolítica. Reconoce que existen múltiples factores
y contingencias que influyen en el desarrollo político, y que no hay una
trayectoria única o lineal para todas las sociedades.
La evolución del Estado está estrechamente vinculada con el
orden y la decadencia del sistema político. En su libro "Orden y
decadencia de la Política", Fukuyama argumenta que el surgimiento y
desarrollo de instituciones políticas fuertes y efectivas, como el Estado
moderno, son fundamentales para mantener el orden y la estabilidad en una
sociedad.
Fukuyama sostiene que un Estado funcional y sólido es capaz
de garantizar la seguridad, la justicia y el bienestar público, y proporciona
el marco necesario para la prosperidad y el desarrollo. Las instituciones
estatales, como el sistema judicial, la burocracia y las fuerzas de seguridad,
son esenciales para mantener la cohesión social y el funcionamiento adecuado
del sistema político.
Sin embargo, Fukuyama también advierte sobre la posible
decadencia política que puede afectar a los Estados modernos. Señala que la
corrupción, el clientelismo, la falta de responsabilidad y la captura del
Estado por parte de intereses particulares son factores que socavan la eficacia
y la legitimidad de las instituciones políticas.
Cuando las instituciones políticas se debilitan o se
pervierten, el orden político se ve amenazado. Esto puede conducir a la
desigualdad, el descontento social y la erosión de la confianza en el sistema
político. La falta de instituciones políticas sólidas también puede dificultar
la resolución de problemas y la toma de decisiones efectivas, lo que agrava la
decadencia política.
En términos generales, se puede afirmar que un país con un
Estado democrático y republicano fuerte tiende a tener una política más
ordenada y en constante evolución. Un Estado democrático y republicano implica
la existencia de instituciones políticas sólidas, separación de poderes,
rendición de cuentas y respeto por el Estado de derecho.
En este contexto, las instituciones democráticas, como
elecciones libres y justas, un sistema judicial independiente y una prensa
libre, proporcionan los mecanismos necesarios para la participación ciudadana,
la toma de decisiones transparente y el control del poder. Estas instituciones
políticas fuertes ayudan a mantener el orden político y a garantizar la
protección de los derechos y libertades de los ciudadanos.
Además, un Estado democrático y republicano también tiende a
estar abierto a la evolución política. La democracia implica un proceso de
deliberación y debate público, donde diferentes perspectivas e intereses pueden
ser considerados. Esto permite la adaptación y el cambio político de acuerdo
con las necesidades y demandas de la sociedad en constante evolución.
Aunque las normas culturales y sociales pueden ser
relativamente estables, no significa que sean completamente inmutables. Las
sociedades y las culturas están sujetas a cambios a lo largo del tiempo debido
a una variedad de factores, como el contacto con otras culturas, el progreso
tecnológico, el cambio generacional y los movimientos sociales.
Fukuyama también reconoce la interacción compleja entre las
instituciones políticas y las normas culturales y sociales. Las instituciones
políticas pueden influir en las normas culturales y sociales a través de la
promulgación de leyes y políticas que buscan fomentar ciertos valores o
comportamientos. Por otro lado, las normas culturales y sociales pueden afectar
la forma en que se desarrollan y funcionan las instituciones políticas.
Ver:
Fukuyama,F. Orden y decadencia de la política. Deusto,
Barcelona. 2014.
Rilla, J. La actualidad del pasado. Debate, Montevideo 2008.
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