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lunes, 17 de agosto de 2015

Buscando el batllismo: Enrique Tarigo y el cambio en Paz.

Fragmento de una entrevista realizada por la revista Reflexiones del Batllismo en febrero de 1986.

Pregunta RB- El Partido Colorado prometió asegurar ante todo la estabilidad institucional. Para ello propuso conducir un cambio en paz. Algunos sectores señalan que para asegurar la paz se olvidó de los cambios. ¿Qué opinión le merecen esas críticas?

E.T. – La misma opinión que me merecen todas las actitudes instantaneístas. Seguramente quienes formulan esa crítica pertenecen a los mismos sectores que en los últimos meses del año pasado, cuando comenzó a producirse cierta distensión en la sociedad civil, a pesar de estar bajo un régimen de dictadura reclamaban la amnistía “total”, “irrestricta” y “ya”.
Lo que esta gente no dice, ni reconoce seguramente, es que este gobierno y este Parlamento democrático, antes de los quince días de instalados habían sancionado y promulgado una ley de pacificación nacional que supuso la amnistía para la totalidad de los autores de delitos políticos y de delitos comunes conexos con delitos políticos que no hubieran cometido delitos de sangre y la libertad, irreversible, aún de estos últimos, si bien no fueron amnistiados.
En tren de contabilizar realizaciones, no debían dudar que fue un “cambio”, y un cambio más que señalado. Al día siguiente de promulgada la ley, hombres y mujeres que hacía años que estaban privados de su libertad, la recuperaron definitivamente.
El cambio más formidable que ha vivido el país, sin duda posible, ha sido transmutar una dictadura- una dictadura que, incluso se endureció en los tres años finales del general Gregorio Alvarez- en  una democracia funcionante,  autentica, en la que  se han respetado y se respetan integralmente los derechos y las libertades de todos. Y bajo el manto de esa transformación profunda, de ese “cambio” tajante y absoluto, se podrían enumerar una serie numerosa de decisiones administrativas, de leyes, de decretos que han ido modificando, enmendando y suprimiendo restricciones y limitaciones injustas. ¿O no es un “cambio” importante la rehabilitación de todos los partidos y grupos políticos, la devolución de sus locales y bienes muebles a dichas entidades y a las agrupaciones sindicales? ¿O no es un cambio haber readmitido, mucho antes de la ley incluso, a la mayoría de los funcionarios públicos destituídos sin expresión de causa a lo largo de los doce años anteriores?
Pero seguramente, entre estos críticos existen muchos de los que antes del Golpe de Estado- por ahora parece que no se animan a repetirlo- afirmaban que los únicos derechos eran los materiales y que los demás- la libertad de expresión, la de asociación, la de reunión, el mismo derecho a la libertad individual y a la integridad de la personalidad del hombre- eran  derechos o libertades “formales” o “burguesas”.
Pero vayamos al campo económico, que parecería ser el único que les preocupa a algunos. ¿Es que puede ignorarse, razonablemente, que en plena época de crisis del país, con enorme generosidad, ha establecido la institución de la revisión periódica- ya no anual, si no cuatrimestral- de los salarios, para acompañarlos al crecimiento del costo de la vida? ¿ Quiere ignorarse que , no ya los salarios nominales que han crecido más del ciento por ciento, sino el salario real  creció un doce y un quince por ciento? Y en este mismo terreno, ¿ puede válidamente ignorarse el tremendo esfuerzo que ha significado para el país una ley como la de refinanciamiento del endeudamiento interno, destinada a salvar de la ruina a productores, industriales y a comerciantes que, en definitiva, le había creído al gobierno de facto y se habían endeudado en dólares cuando en este país hasta los niños sabían desde un par de años antes de la ruptura de la “tablita” que, inevitablemente, esta habría de romperse.
La sociedad uruguaya ha cambiado profundamente en estos diez meses de democracia. Quién así no lo vea, o es ciego o se tapa deliberadamente los ojos con las manos. Ahora, si lo que se pretende es que esta sociedad de economía mixta, que es y seguirá siendo la nuestra, donde conviven las empresas públicas y la actividad privada, se transforme en una sociedad “socialista”, del “socialismo real” como con estudiado eufemismo se llama a las dictaduras comunistas, eso sí no se ha producido ni se va a producir. Por lo menos mientras el gobierno esté en manos del Partido Colorado. Porque el nuestro es un Partido serio, responsable, auténticamente democrático, de raíz profundamente liberal en lo político. Y aunque en materia económica y social sea un partido solidarista, preocupado por el nivel y la calidad de vida de todos y cada uno de los habitantes del país y dispuesto a adoptar todas las decisiones que razonablemente se requieran para ello, es un Partido Reformista y no revolucionario. El Partido Colorado cree, como creemos todos los liberales, que la Revolución se cumplió hace doscientos años, y que de aquí en adelante la gran tarea que nos queda es seguir reformando y cambiar, que es mucho sin dudas, pero la haremos paulatinamente, sin guillotinas, ni paredones, sino respetando la libertad de todos y los derechos de todos.
Ver:

Reflexiones del batllismo, febrero de 1986, páginas 6 y 7.

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