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lunes, 10 de octubre de 2022

Las monarquías absolutas: apuntes de clase.

 



En el siglo XVIII los cambios en la sociedad, la evolución de la economía, las formas de administración y la evolución del pensamiento trabajaron en favor del régimen monárquico. La monarquía es la forma política normal del Antiguo Régimen. De allí deriva, un tanto exageradamente, que el Antiguo Régimen es la monarquía. Sin embargo la variedad de formas monárquicas las podemos resumir en tres: la monarquía absoluta, el despotismo ilustrado y la monarquía británica. En cierta

forma Absolutismo no equivale a arbitrariedad. En el siglo XVIII los filósofos y los políticos llaman arbitrario al despotismo cuyo ejemplo lo ubicaban en el Imperio Otomano, en el cual todo se subordina al pensamiento y deseos del sultán. La instauración del absolutismo monárquico es el resultado de una larga evolución que transitó sobre varios factores:

1) La evolución de las ideas. Desde varios siglos atrás se observa una tendencia de ubicar al Estado en un primer lugar. Luego del renacimiento del Derecho Romano se ha recuperado su importancia y simultáneamente se trata de legitimar el poder real del modelo absolutista. Por otro lado y simultáneamente también se agrega una búsqueda de legitimación teológica que va a presentar a la monarquía absoluta como delegada del poder de Dios. Se denominan monarquía de derecho divino.

2)El accionar de juristas y teólogos: se ve reforzado por la opinión pública, sobretodo por la naciente burguesía urbana que se enfrenta desde hace tiempo con las autoridades religiosas y señoriales y que tienden a aceptar la autoridad del Rey. Monarquía y burguesía se alían contra el feudalismo civil y eclesiástico. La autoridad real representaba una protección contra la arbitrariedad feudal, una garantía del orden contra la inseguridad y un factor de progreso económico y social incipiente. Con estos conceptos la monarquía está segura de tener aliados entre los súbditos.

3) Las transformaciones sociales; obran en provecho de la autoridad real. Con un ejército permanente y una administración que se desarrolla desde el siglo XVI al siglo XVIII el dominio absoluto se perfecciona al punto de considerar al modelo absolutista como un símil del Estado moderno.

4) El soberano y sus servidores: van construyendo una administración que provee a la monarquía los medios para satisfacer sus ambiciones, se apoya en las franquicias, disminuye los privilegios obligando a desaparecer toda oposición al Rey de lo que queda del feudalismo y el poder eclesiástico

El absolutismo se superpone a las demás formas políticas. La soberanía monárquica nunca pudo reducir a la nada las libertades de las ciudades. Alexis de Tocqueville demostró que la Revolución prolonga directamente la obra de los monarcas absolutos. Sostuvo en su obre El Antiguo Régimen y la Revolución que lo que los monarcas no pudieron llevar a cabo, si lo hicieron las asambleas revolucionarias cambiando de raíz los particularismos y el orden social. El soberano absoluto no gozaba de todas las facilidades prácticas que el progreso técnico ponía a disposición de los gobiernos. El Imperio napoleónico y los regímenes políticos posteriores ya en el siglo XX van a tener un poder superior al de los monarcas del Antiguo Régimen absolutos o ilustrados. No olvidemos que los monarcas absolutos tuvieron que apelar a la venta de cargos, y una vez propietarios de los mismos  los funcionarios se emancipan. Esto los obliga a comprar los cargos nuevamente pero las finanzas estaban en bancarrota. Estas finanzas estaban en problemas por una pésima administración derivada de una muy injusta e incompleta política impositiva. Si sumamos la organización social desigual con privilegiados y postergados. La gran cantidad de exonerados de pagar impuestos y los costos crecientes del Estado comienza a privar a la monarquía absoluta de las rentas imprescindibles. Lo lógico sería abolir los privilegios y quitar todo el peso de la economía al tercer estado agobiado por la política económica. En resumen podemos afirmar que en el siglo XVIII la monarquía no logró superar contradicciones internas entre un orden social desigual y la lógica de la evolución política. Es claro, entonces, que el desarrollo de la administración y el afianzamiento de la burocracia tuvieron como consecuencia alterar la característica fundamental de la monarquía absoluta: su carácter personal. La esencia misma del modelo reside en la concentración del poder en manos de una sola persona, un soberano que era la ley viviente. A medida que se establece una red de instituciones por las cuales pasa de decisión real, se va estableciendo entre súbditos y soberano una serie de relaciones impersonales y anónimas. Fue durante el reinado de Luis XIV que se presentó el último momento en que el poder del rey y el control de la administración era fuerte. A partir de allí comienza a debilitarse ya en las vísperas de la Revolución Francesa.

Ver:

Rémond, R. El Antiguo Régimen y la Revolución. Vicens Vives, Barcelona. 1983.

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