A lo largo de los siglos se han planteado tres
justificaciones fundamentales de las sociedades liberales:
1)
La primera es pragmática: el liberalismo es una
forma de regular la violencia y permitir que poblaciones distintas convivan
pacíficamente unas con otras.
2)
La segunda es moral: el liberalismo protege la
dignidad humana básica y, en particular, la autonomía humana: la capacidad de
cada individuo de tomar decisiones.
3)
La tercera es económica: el liberalismo promueve
el crecimiento económico protegiendo los derechos de propiedad y la libertad de
realizar transacciones.
El liberalismo está vinculado al método científico. Los individuos son considerados los mejores jueces de sus propios intereses, y son capaces de asimilar y probar información empírica sobre el mundo
exterior al llevar a cabo dichos juicios. Si bien los juicios variarán necesariamente. El argumento a favor del liberalismo se entiende en el contexto histórico en el que aparecieron por vez primera las ideas liberales. La doctrina surgió a mediados del siglo XVII, en una época próxima al fin de las guerras de religión que tuvieron lugar en Europa, un período de ciento cincuenta años de violencia casi permanente provocado por la Reforma protestante. Se calcula que casi un tercio de la población de Europa central murió en el transcurso de la guerra de los Treinta Años, si no como consecuencia directa de la violencia, a causa de la hambruna y las enfermedades provocadas por el conflicto militar. Las guerras religiosas de Europa fueron impulsadas por factores económicos y sociales. como la avaricia de los monarcas que querían hacerse con las propiedades de la Iglesia. Martín Lutero se enfrentó al emperador Carlos V; la Liga Católica combatió contra los hugonotes en Francia; Enrique VIII trató de separar la Iglesia de Inglaterra de la de Roma; y hubo conflictos dentro de las facciones protestante y católica entre anglicanos pertenecientes a las Iglesias alta y baja, entre luteranos y otros. El liberalismo pretendía rebajar las aspiraciones de la política, no como un medio de buscar la vida tal como la define la religión, sino más bien como un medio de garantizar la propia vida, la paz y la seguridad. Thomas Hobbes, que escribía en plena guerra civil inglesa, era monárquico, pero consideraba que un Estado fuerte era fundamentalmente una garantía de que la humanidad no volvería a disputar una guerra de «todos contra todos». Por tanto, el primer deber del Estado era proteger el derecho a la vida. Ése fue el origen remoto de la frase «vida, libertad y búsqueda de la felicidad» de la Declaración de Independencia de Estados Unidos. Partiendo de esa base, John Locke observó que la vida también podía verse amenazada por un Estado tiránico y que el propio Estado tenía que estar limitado por el «consentimiento de los gobernados». Por consiguiente, el liberalismo clásico puede entenderse como una solución institucional al problema de gestionar pacíficamente las diferencias en sociedades plurales. El principio fundamental del liberalismo es el de la tolerancia: no significa que tengas que estar de acuerdo con tus conciudadanos en las cosas más importantes, sino que cada individuo debería poder decidir qué ser sin interferencias por otros ciudadanos o por parte del Estado. El liberalismo establece que el ciudadano puede creer lo que quiera, pero en su vida privada y no tratar de imponer opiniones a los demás.En el último tercio del siglo XIX el liberalismo comienza a
perder imagen y posicionamiento en
Europa debido a múltiples causas, sin dudas la más importante las condiciones
de vida lamentables de los obreros. Hubo intelectuales muy fuertes en denunciar
la situación obrera, sumado a las posturas socialistas y sindicales. La respuesta
lógica fue que el Estado comienza a desarrollar importante legislación laboral
con una serie de reconocimientos al sector obrero y fiscalizaciones y
prohibiciones a los excesos como el trabajo infantil, jornadas laborales,
licencias y descansos obligatorios, por ejemplo. Además el estado comienza a
encargarse de grandes obres públicas y varios servicios que favorecían a la
sociedad en su conjunto. Muchos teóricos entre los que podemos mencionar a
Naumann comienzan a desarrollar un denominado liberalismo social que asumen la
crítica socialista de que la libertad civil no tendría sentido sin solucionar
ciertas condiciones materiales como salarios lógicos, salud y educación. La Primera
Guerra Mundial con su nueva concepción de guerra total, control de producción y
regulación absoluta del trabajo según las necesidades bélicas. En resumen, un
super control de los mercados por el desarrollo de una economía de guerra. Era
muy complejo el rápido retorno a la libertad absoluta de los mercados. Hay que
sumarle a toda esta situación el triunfo bolchevique en 1917 como corolario de
la Revolución Rusa que llevó a toda la generación de los años 20 a soñar con la
utopía socialista. Sin embargo trajo como consecuencia el surgimiento del
fascismo y del nacionalsocialismo y con menos prensa pero con gran incidencia
en el deterioro liberal la Falange Española, la Acción Francesa o el movimiento
de Oswald Mosley con su “British Union of fascists” . No podemos dejar de lado
la crisis de 1929 que produjo desempleos masivos en Europa y en los Estados
Unidos. Es la hora de que los países industrializaos reactiven el gasto público
siguiendo los principios económicos de John M. Keynes. En definitiva, durante
los años treinta los sistemas parlamentarios están en baja y con poco
reconocimiento social que lo ven como algo anacrónico y obsoleto. Predomina las
visiones colectivistas, los partidos de masas, nacionalismos patológicos,
desconfianza en los mercados. Sin embargo, un grupo de intelectuales se reúnen en
Paris entre el 26 y 28 de agosto de 1938 a presenciar y compartir la
presentación de la versión francesa del libro de Walter Lippmann (The Good Society).
Entre los asistentes estaban Raymond Aron, Friedrich Hayek, Ludwig Von Mises, y
Walter Lippmann. La realidad del encuentro era establecer una nueva agenda para
el desarrollo del liberalismo. Los principios fundamentales de este
renacimiento de un nuevo liberalismo eran:
1)
Defensa del Mercado
2)
Mecanismo de precios como única forma de
organización de la economía.
3)
La libertad individual como resultante de lo
anterior.
4)
Defensa absoluta del Estado de Derecho ( Leyes
estables, sistema representativo)
Se propuso, además, la creación de un “Centro Internacional
de Estudios para la Renovación del Liberalismo”. Se debatió el nombre del
movimiento entre “liberalismo de izquierda”, “Individualismo”, “Liberalismo
positivo” hasta que el alemán Alexander Rüstow propone el que será aceptado “neoliberalismo”
para dejar bien en claro que no era el liberalismo clásico manchesteriano. La urgencia
era restaurar rápidamente los mercados y combatir el colectivismo. La postura
radical de los austríacos Hayek y Mises va a predominar.
Ver:
Escalante Gonzalbo, Fernando. Historia mínima del neoliberalismo. México. 2015
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