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lunes, 23 de marzo de 2020

El legado de José Pedro Varela: Estado, batllismo y ¿Gramsci? Enfoques polémicos







José Pedro Varela planteó un sistema educativo no centralizado previendo una gran participación de la comunidad para el desarrollo de la Institución Educativa. Esto no determinaba la ajenidad del Estado por el contrario preveía un rol articulador entre lo autonómico y el control total del sistema. La escuela era considerada como el principal nexo articulador de toda la sociedad, y fue tomada por Varela en su visita a los Estados Unidos de donde toma las ideas principales. El Estado determinaría las líneas generales y posteriormente habría gran participación social en los objetivos educativos. Esto está claramente establecido en la tercera parte de La Legislación Escolar, donde se establece que el control partiría de la Comisión Nacional de Educación con funciones muy claras en la formación y
acreditación de los educadores, determinado los textos de estudio y los listados de obras y autores de interés- Desde el punto de vista organizativo la estructura preveía la participación de representantes elegidos por los ciudadanos con la única condición de saber leer y escribir, lo que determinaba el derecho a participación prevista por la Constitución de 1830. Lo novedoso era que en las elecciones de distrito se permitía el voto femenino con la condición de que fueran jefes de familia o fueran contribuyentes directos del Estado. Lo ideal y lo posible Varela lo trataba de conciliar en los fundamentos expuestos en La Legislación Escolar:..."la ley no puede ajustarse estrictamente a los principios teóricos que profesa el que la redacta o aquellos que la sanciones; tiene, para ser eficaz, posible y realizable, que tomar también en cuenta, el estado de la sociedad para la cual se legisla y los hechos que en ella se producen" (Varela, J.P. Página 261) 



Esta coherencia se ve claramente en el tema religioso, prevista como oficial del Estado la Católica, Apostólica y Romana, dejando cierta libertad de opción sin recurrir a artículos inconstitucionales. La enseñanza la llevaría adelante por un cuerpo docente formado al respecto y con un título habilitante. Por eso desde el inicio mismo de un centro educativo la apertura se realizaría con todo el personal especializado y con los elementos educativos necesarios. En algunos lugares del interior profundo el cumplimiento de estas directivas se asemejó a una cruzada heroica con caminos intransitables o inexistentes. Los docentes tendrían un doble control administrativo y burocrático partiendo de la organización y con supervisores que inspeccionaría el correcto funcionamiento de las diferentes áreas. Estos inspectores informarían el funcionamiento de las distintas áreas del sistema. Pero, además, estaba el control de la comunidad que podía cuestionar el funcionamiento de la institución o de los docentes. La formación del docente no solo preveía las herramientas para enfrentar la tarea docente, sino que un marco de materias más amplio se le proporcionaría distintas visiones de la realidad en la cual la concepción de la educación pudiese prender dignificando el rol del docente en la sociedad. Los exámenes serán el fiel de la balanza, cuya aprobación definirá apto al docente egresado para ejercer su profesión. Ya desde el comienzo la participación del docente en determinar aspectos políticos u organizativos de la organización estaba cerrado, sin embargo siguiendo los lineamientos generales había un esbozo de libertad de cátedra. O sea existía una descentralización pero la participación de los subordinados a la estructura era inexistente convirtiéndose en una organización vertical.







Como ocurre en cualquier proceso reformista la teoría y la práctica no siempre fueron de la mano, hubo inconsistencias en los quehaceres docentes por variadas razones. Los maestros conservadores o que directamente se oponían a la reforma era preocupación constante, el propio Varela escribió: " debemos dislocar la vieja escuela, derrumbar el viejo edificio, hacer desaparecer completamente la antigua organización(...) separando a los maestros de sus ayudantes, a los alumnos de sus maestros(..)incluso con el riesgo que se produjera temporalmente el caos" (Varela, Obras Completas, Página 72). Posteriormente Jacobo Varela en su presentación en Congreso Pedagógico de Buenos Aires siguió sosteniendo la argumentación de José Pedro Varela incluso con más precisión: "La mitad de los maestros uruguayos no sirven para nada; esta es la verdad. Y ¿cómo se los arroja a la calle? El uno es bueno, moral y honesto; la otra es una señora encanecida en el magisterio.."  Jacobo Adrian Varela se destacó por su gran capacidad intelectual, era el hermano mayor de José Pedro y fue eclipsado por su hermano y su gran proyección en medios académicos de la época. Sus estudiosos sostienen que protegía a su hermano menor y la guiaba en muchos aspectos, cosa que sin duda lo favorece cuando llega a tener que asumir responsabilidades de gobierno. Un documento muestra su preocupación en aconsejar a su hermano que estaba en los EE.UU: "Observa y estudia bien y no juzgues a los pueblos que visites por los libros que has leído, como hiciste con Portugal, que lo viste con ojos de Byron sin razón y sin justicia en tus apreciaciones a vuelo de pájaro"
En 1882 un crítico del proceso reformista Vareliano, Francisco Antonio Berra sostenía que los maestros de entonces: "estaban acostumbrados a creer que no hay ciencia sin experiencia propia, ni orden de ideas más adelantado(...) que el que ellos conocían y practicaban desde tiempos inmemoriales"


José Pedro Varela ya planteaba claramente su oposición a la alienación del hombre o de la mujer en el trabajo, pues ello anegaba el componente intelectual libre, creador y autónomo. Y sostenía que sin mentes libres, no hay ciudadanía libre. Y sin ciudadanía consciente de la libertad, no había República que defender. Por este motivo, desde la Sociedad de Amigos de la Educación Popular no cesaría de manifestar lo siguiente: “la causa de la educación del pueblo ha de ser simpática a todas las personas ilustradas del país:” “Si el pueblo es embrutecido e ignorante, el trabajo será pobre, rutinario y estéril; si el pueblo es inteligente e instruido, el trabajo será activo, ingenioso y creador. La cuestión es de vida o muerte para la gran industria, la agricultura y el comercio, para la riqueza en fin”  La comprensión de los conceptos manejados por Varela y los pensadores europeos pasa por procesos históricos antagónicos. Varela habla desde una región, y desde un país en la misma, que entabla un proceso complejo y contradictorio. En cuestiones de educación Varela, citando a un autor americano, diría a este respecto: «Franklin, Clay y Webster… eran hijos de trabajadores. Rogelio Sherman, Andres Jackson, Abraham Lincoln, pertenecían a la clase plebeya; un pobre maestro de escuela preside actualmente la Suprema Corte de EE.UU., un sastre de Tenesse ocupa la silla de Washington y el muchacho de un labrador de Ohio es comandante general de nuestros ejércitos…»
Para Gramsci, la superación del folclore, que al igual que la religión y el sentido común dominante habían hecho de los grupos sociales masas de pensamiento disgregado, conformistas, irracionales, acríticos y limitados a cuestiones de fe,  y hallaba en la escuela la superación de tal desigualdad, como principal desarrollo de alternativas. Varela,  en La Educación del Pueblo, se plantea lo siguiente: “La difusión, pues, de los conocimientos útiles, destruye los males de la ignorancia, males que han causado pesares y desgracias a la familia humana». “El sufragio universal supone la conciencia universal y la conciencia universal supone y exige la educación universal”
 En primer lugar  Varela aborda la cuestión del caudillismo entre las fronteras de su país, cuestión que se entrelazaba a la incipiente estructura capitalista de la conformación del Estado nacional uruguayo. Varela fue conocedor del tipo de educación formal e informal que recibían los diferentes grupos sociales de su país,


 En segundo lugar, educación estatal laica: Varela y Gramsci comparten un compromiso evidente por la transformación social. Y el afán de configurar órdenes sociales justos en donde las desigualdades por sociales fueran corregidas, amortiguadas, sancionadas y sustituidas por una igualdad social real en donde la educación fuera el motor desde el cual se distribuyeran las oportunidades y valores para que cada persona hallara una forma social de emanciparse
En tercer lugar, pedagogía con sentido de la emancipación popular: Varela se preocupó de insistir en que cuando alguien de orígenes humildes había comprendido el valor que se desprendía de la elevación intelectual y moral propiciada a través de aprender una suerte de cierto tipo de instrucción, era más necesario todavía que siguiera la vinculación permanente e infatigable con esas mismas clases populares, en la escuela pública, unitaria y común, igualitaria y laica. Varela, como Gramsci después, entendió también la necesidad de explicar las distintas hegemonías históricas y la posibilidad de construcción y dinamización de intentos hegemónicos alternativos de las clases subalternas. Lo expresó en La Educación del Pueblo: «El saber como la luz del Sol, puede y debe alcanzar a todos sin que se empañe su fulgor, ni se aminore su intensidad».
Lo cierto que 20 años después de iniciado el proceso reformista vareliano ya en el Siglo XX y en el desarrollo del primer batllismo convivían modalidades docentes pre reformistas de cuño casi colonial con la nueva visión pedagógica.
Ver:
Ifran, Douglas. De Varela al Plan Ceibal, capítulo 2, Páginas 65-68.Psicolibros, Montevideo, setiembre  2012.
Palomeque, Agapo Luis. Historia de la Educación Uruguaya, tomo 3, Páginas 43-45, De la Plaza , Montevideo 2012.
Gomez Jimenez, Antonio J. tributo a José Pedro Varela: desde la educación del pueblo (1874) hasta la educación universal, pública, laica y gratuita a la clase obrera contemporánea.



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