En los días previos a la consulta sobre la Constitución proyecta por el gobierno militar un Editorial de Opinar marca con claridad la Tradición republicana, liberal y representativa de nuestro país.
" Señalamos en el editorial de la semana pasada que el proyecto de Constitución por el que habremos de pronunciarnos los uruguayos de aquí a apenas diez días, organiza o estructura el Gobierno, el Poder Ejecutivo como un Poder en el que habrán de coparticipar el poder político y el poder militar y que la preponderancia asignada a los elementos militares frente a los elementos civiles, representados éstos únicamente por el Presidente de la República, convertirá al futuro gobierno y a los futuros gobiernos en gobiernos cívicos-militares como el actual, en los que el poder militar ejercerá una supremacía notoria sobre el poder civil.
Hicimos hincapié, para ello,en la norma proyectada por el Art.79 que instituye al Consejo de Seguridad Nacional como parte integrante del Poder Ejecutivo.
No queremos omitir una breve referencia a la disposición que se proyecta en el Art. 78 porque ella complementa y agrava- si es que la agravación es posible- esa solución militarista que encierra este proyecto de Constitución.
En efecto el Art 78 establece " Es competencia directa de las Fuerzas Armadas...su intervención o representación en organismos o actividades que tengan relación con aspectos concernientes a la seguridad y a la soberanía nacionales"
Ello significa lisa y llanamente la participación militar, la participación de las Fuerzas Armadas en todos los "organismos" y en todas las actividades que tengan "relación" con "aspectos""concernientes""a la seguridad y a la soberanía nacionales"
Como son sin duda, "organismos" relacionados con algún aspecto de la seguridad nacional la ANCAP, la UTE y ANTEL y la OSE y PLUNA y los Ferrocarriles del Estado y los Bancos del Estado y así sucesivamente, esta disposición implica que en todos y en cada uno de dichos organismos deberán tener participación como la tiene ahora, integrantes de las Fuerzas Armadas. (...) Y bien esta organización futura del gobierno, esta organización constitucional del Gobierno Militar no se le ocurrió nunca, jamas, a ninguno de los Gobiernos Militares que la República conoció a lo largo de su historia, porque esta constitucionalización del Gobierno Militar como forma normal de gobierno no se le ocurrió siquiera al Coronel Lorenzo Latorre, ni siquiera al General Máximo Santos.
Y esta solución, que actualmente rige en nuestro país, pero que es una solución de hecho, una solución de facto, una solución anómala, vendría así, a convertirse en una solución constitucional, en una solución de Derecho, en una solución que contaría con el apoyo y con la aceptación expresa de la ciudadanía. Y esta solución actual-repetimos, de hecho, de facto- que ha sido tolerada por la ciudadanía, algunos por complacencia y muchos por impotencia, no puede ser consagrada, a nuestro juicio, con nuestros votos, con nuestra decisión soberana de ciudadanos, de hombres libres, solos con nosotros mismos y con nuestra conciencia cívica y moral en el recinto secreto de la votación.
Y no podemos votarlo, no podemos consagrarlo, no podemos nosotros mismos establecerlo para nosotros y para nuestros hijos y por los hijos por venir de nuestros hijos, porque esta solución contradice veinte siglos de civilización y cultura. El gobierno de los guerreros fue el primer sistema de gobierno que surgió entre los hombres cuando los guerreros surgieron el faz de la tierra; el gobierno de los guerreros, el gobierno de los más fuertes, fue el gobierno primitivo y sigue siendo hoy a fines del siglo 20 un gobierno primitivo en las naciones que están sujetas a este tipo de gobierno.
Pero éste no es, desde hace cientos d años, el sistema de gobierno de los pueblos civilizados. Las Fuerzas Armadas no gobiernan ni en Estados Unidos de América ni en Inglaterra, ni en Francia, ni en Italia(...)
Si es verdad - y como no va a serlo- que la soberanía en toda su plenitud existe radicalmente en la Nación, la soberanía, el pueblo soberano no puede en nuestra opinión, consagrar con su voto una solución por la cual los gobernantes ya no lo serán más aquellas personas que libremente, soberanamente elijamos la mayoría de nosotros cada cinco años, sino quienes desempeñen tales o cuales cargos en el escalafón de las Fuerzas Armadas.
Los demócratas, los liberales, los civilistas, colorados, no podemos votar un proyecto constitucional que desmiente ciento cincuenta años de vida independiente del país, un proyecto constitucional que no es fiel al pensamiento artiguista, que no es otra cosa que el trasplante y la adaptación a estas tierras del pensamiento de la Revolución Norteamericana y de la Revolución francesa.
Porque, y así ha sido destacado y entendido en este país desde largo tiempo atras, el artículo 18 de sus famosas Instrucciones del Año XIII a los diputados orientales-" El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos"- no fue sino el eco absolutamente fiel de la fórmula que venía desde el Norte. del Art. 17 de la Constitución de Massachussets, del Art. 20 de la Declaración de Derechos de Delaware y otras que establecían que " El poder militar será tenido en completa subordinación a la autoridad civil y será gobernado por ella"
No podemos votar afirmativamente este proyecto constitucional, no podemos votar afirmativamente este régimen de gobierno militar, en síntesis final porque no podemos traicionar a Artigas, porque no podemos ser infieles a su pensamiento preclaro gracias al cual somo hoy, y desde hace un siglo y medio largo una Nación orgullosa de su esencia, de su naturaleza, de su alma republicana, democrática y representativa"(Opinar, Montevideo, jueves 20 de noviembre de 1980, Pág. 3)
Hicimos hincapié, para ello,en la norma proyectada por el Art.79 que instituye al Consejo de Seguridad Nacional como parte integrante del Poder Ejecutivo.
No queremos omitir una breve referencia a la disposición que se proyecta en el Art. 78 porque ella complementa y agrava- si es que la agravación es posible- esa solución militarista que encierra este proyecto de Constitución.
En efecto el Art 78 establece " Es competencia directa de las Fuerzas Armadas...su intervención o representación en organismos o actividades que tengan relación con aspectos concernientes a la seguridad y a la soberanía nacionales"
Ello significa lisa y llanamente la participación militar, la participación de las Fuerzas Armadas en todos los "organismos" y en todas las actividades que tengan "relación" con "aspectos""concernientes""a la seguridad y a la soberanía nacionales"
Como son sin duda, "organismos" relacionados con algún aspecto de la seguridad nacional la ANCAP, la UTE y ANTEL y la OSE y PLUNA y los Ferrocarriles del Estado y los Bancos del Estado y así sucesivamente, esta disposición implica que en todos y en cada uno de dichos organismos deberán tener participación como la tiene ahora, integrantes de las Fuerzas Armadas. (...) Y bien esta organización futura del gobierno, esta organización constitucional del Gobierno Militar no se le ocurrió nunca, jamas, a ninguno de los Gobiernos Militares que la República conoció a lo largo de su historia, porque esta constitucionalización del Gobierno Militar como forma normal de gobierno no se le ocurrió siquiera al Coronel Lorenzo Latorre, ni siquiera al General Máximo Santos.
Y esta solución, que actualmente rige en nuestro país, pero que es una solución de hecho, una solución de facto, una solución anómala, vendría así, a convertirse en una solución constitucional, en una solución de Derecho, en una solución que contaría con el apoyo y con la aceptación expresa de la ciudadanía. Y esta solución actual-repetimos, de hecho, de facto- que ha sido tolerada por la ciudadanía, algunos por complacencia y muchos por impotencia, no puede ser consagrada, a nuestro juicio, con nuestros votos, con nuestra decisión soberana de ciudadanos, de hombres libres, solos con nosotros mismos y con nuestra conciencia cívica y moral en el recinto secreto de la votación.
Y no podemos votarlo, no podemos consagrarlo, no podemos nosotros mismos establecerlo para nosotros y para nuestros hijos y por los hijos por venir de nuestros hijos, porque esta solución contradice veinte siglos de civilización y cultura. El gobierno de los guerreros fue el primer sistema de gobierno que surgió entre los hombres cuando los guerreros surgieron el faz de la tierra; el gobierno de los guerreros, el gobierno de los más fuertes, fue el gobierno primitivo y sigue siendo hoy a fines del siglo 20 un gobierno primitivo en las naciones que están sujetas a este tipo de gobierno.
Pero éste no es, desde hace cientos d años, el sistema de gobierno de los pueblos civilizados. Las Fuerzas Armadas no gobiernan ni en Estados Unidos de América ni en Inglaterra, ni en Francia, ni en Italia(...)
Si es verdad - y como no va a serlo- que la soberanía en toda su plenitud existe radicalmente en la Nación, la soberanía, el pueblo soberano no puede en nuestra opinión, consagrar con su voto una solución por la cual los gobernantes ya no lo serán más aquellas personas que libremente, soberanamente elijamos la mayoría de nosotros cada cinco años, sino quienes desempeñen tales o cuales cargos en el escalafón de las Fuerzas Armadas.
Los demócratas, los liberales, los civilistas, colorados, no podemos votar un proyecto constitucional que desmiente ciento cincuenta años de vida independiente del país, un proyecto constitucional que no es fiel al pensamiento artiguista, que no es otra cosa que el trasplante y la adaptación a estas tierras del pensamiento de la Revolución Norteamericana y de la Revolución francesa.
Porque, y así ha sido destacado y entendido en este país desde largo tiempo atras, el artículo 18 de sus famosas Instrucciones del Año XIII a los diputados orientales-" El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos"- no fue sino el eco absolutamente fiel de la fórmula que venía desde el Norte. del Art. 17 de la Constitución de Massachussets, del Art. 20 de la Declaración de Derechos de Delaware y otras que establecían que " El poder militar será tenido en completa subordinación a la autoridad civil y será gobernado por ella"
No podemos votar afirmativamente este proyecto constitucional, no podemos votar afirmativamente este régimen de gobierno militar, en síntesis final porque no podemos traicionar a Artigas, porque no podemos ser infieles a su pensamiento preclaro gracias al cual somo hoy, y desde hace un siglo y medio largo una Nación orgullosa de su esencia, de su naturaleza, de su alma republicana, democrática y representativa"(Opinar, Montevideo, jueves 20 de noviembre de 1980, Pág. 3)