Gestido y el inicio de la violencia.
La visión marxista de los hechos que comenzaron a ocurrir a
partir de 1959 ante el estancamiento productivo y la crisis de la economía
uruguaya a comienzos de los sesenta se resumía en que el capital intentaba salvarse
a costa del salario obrero. Es común ver en publicaciones de la época como
el capitalismos aumentaba su tasa de ganancia intensificando la
explotación del obrero y la eliminación de las “prestaciones sociales” que el
batllismo había instaurado. Acá podemos avanzar hacia una interpretación sobre
la violencia en Uruguay y ver de que modo se puede relacionar la creciente
conflictividad social de esa época con la actuación de los sectores dominantes
que controlaban, es verdad, los instrumentos del aparato productivo y el
surgimiento de la guerrilla revolucionaria. Por supuesto que los sectores
sociales obreros y la visión comunista achacan esto al capital y a la burguesía
en el marco de una visión liberal fondomonetarista. Entre 1957 y 1968 el enfrentamiento
era sectorizado cada grupo dominante se enfrentaba al sector obrero que estaba
vinculado. Las relaciones laborales funcionaban, entonces, según las fuerzas
que cada sector impusiera en las negociaciones. Esto favoreció que surgiese un
sindicalismo corporativista de base marxista que hacía su contribución al
enfrentamiento social. A partir de 1964 la crisis económica se agudiza, la
sociedad le renueva la confianza a la mayoría nacionalista en el marco del
colegiado. Este se muestra bastante distante de la problemática social y ya
comienzan a escucharse rumores de golpe de Estado. Es un reflejo de lo que está
ocurriendo en Brasil donde Estados Unidos apoyó un golpe militar y acá hizo un
movimiento reflejo en la tensión de los grupos sociales de variada visión
política. Si miramos la cantidad de grupos sociales revolucionarios que
empiezas a desarrollarse en nuestro país a partir de los sesenta, la
preocupación incluso alcanza a los hegemónicos e históricos Partido Socialista
del Uruguay y al Partido Comunista. Estos grupos nacientes aglutinaron a
sectores obreros muy postergados y dieron una luz en la violencia a sus
reclamos. En 1967, la ciudadanía puso sus esperanzas en una nueva Constitución, ahora presidencialista y con
fuertes atribuciones al Poder Ejecutivo, a un militar como presidente y el
retorno del Partido Colorado al poder pero con el batllismo un tanto disminuido
por rencillas internas y el fallecimiento de su principal líder Luis Batlle
Berres. La izquierda radical se aglutina en torno al diario Epoca y establecen
puntos en común y allí encontramos los siguientes grupos: Partido Socialista,
Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), Federación Anarquista del Uruguay
(FAU), Movimiento independiente revolucionario, Movimiento de Acción Popular
Uruguayo (MAPU) y un grupo grande de independientes que escondía al naciente
grupo Tupamaros. La plataforma de acción era en primer lugar apoyar la OLAS
(Organización Latinoamericana de Solidaridad) reunida en Cuba, considerar a la
clase obrera como la columna vertebral de la revuelta y la lucha armada como
extensión de la militancia. Estos hechos comienzan a generar preocupación en
los sectores industriales, bancarios y del comercio y le solicitan al
Presidente Oscar Gestido “ que es tiempo de que se pusiera los pantalones” La
respuesta del Poder Ejecutivo la realiza el Ministro del Interior, Augusto
Legnani el 8 de setiembre y será el comienzo de una espiral de violencia de
respuesta desde el Estado a los ataques de los sectores sociales, grupos
radicales y la guerrilla urbana. En su discurso Legnani informa que no será autorizada la reunión en
Montevideo del “Congreso permanente para la unidad sindical de los Trabajadores
Latinoamericanos” en su parte medular sostenía (...)con serena energía el
Gobierno proclama: ni guerrilla contra instituciones democráticas ni cuartel de
operaciones, entrenamiento, preparaciones o maniobras para penetraciones
agresivas a otros Estados”. En este marco Hugo Batalla recuerda un dialogo con
el presidente Gestido en el cual el presidente le confía su visión sobre la
violencia y sobre el futuro tensionado del Uruguay: “ Yo sé que la gente me ha
votado a mí un poco porque en el país hay problemas. Yo sé que en cierto
sentido me ha votado pensando que soy un militar y que como militar puedo
imponer mi bota sobre la gente. Pero soy consciente que la violencia es una
cuestión muy difícil para cualquier país. Usted sabe cuándo entra en la
violencia pero no cuando sale, y mucho peor no sabe cómo sale. Y cuando usted
pone en marcha una solución de violencia, a mitad de camino no la puede parar”.
Fallece Gestido al poco tiempo y la violencia explotó y en realidad, luego de
largos años de sufrirla aun hoy tenemos caminos de salida que no se han
recorrido.