Julio Herrera y Obes nació el 9 de enero de 1841 hijo de
Manuel Herrera y Obes y Bernabela Martínez. Nieto a su vez del Dr. Nicolás
Herrera. Por parte materna era nieto del rico hacendado y comerciante Juan
Francisco Martínez. Por lo tanto era uno de los hijos del patriciado nacional.
Estudió la carrera de Derecho, aunque nunca se presentó a retirar su título. En
1865 fue nombrado secretario del General Flores y con él combatió en la Guerra
del Paraguay. Al retornar se dedicó al periodismo, fue desterrado junto a José
Pedro y Carlos María Ramírez por el presidente Lorenzo Batlle. Integró la
generación principista de 1870, fue ministro de Relaciones Exteriores y en
noviembre de 1872 integra las cámaras. Durante el gobierno del general Máximo
Tajes integró la transición al civilismo. Como Presidente de la República fue
el hombre de la “influencia directriz” y del “colectivismo”, también fue el “dandy”,
el espiritualista, el último romántico, el crítico al espiritualismo y el
Primer Jefe Civil del Partido Colorado. En forma paralela la sociedad si integraba a la vida política.
Los hijos de inmigrantes y los apellidos italianos entraban en escena sustituyendo
lentamente al viejo patriciado. Comienza
la tensión entre los distintos grupos sociales ahora con los obreros y
artesanos, la naciente clase media tomaba forma. Acá comienza el debate entre los modernos partidos populares, el
proletariado rural siguiendo a Aparicio Saravia y el urbano conducido por José
Batlle y Ordóñez. La rivalidad entre Batlle y Herrera y Obes por el liderazgo
comienza bajo estas circunstancias. Herrera y Obes representaba a los “galerudos”
del colectivismo, Batlle a los integrantes del sector popular. El
enfrentamiento con Batlle se desarrolla en etapas que culmina con el ocaso de
Julio Herrera y Obes: el asesinato de Juan Idiarte Borda y su oposición al
Pacto de la Cruz en 1897, el golpe de estado de 1898 que le hace perder la
mayoría parlamentaria y su propia banca de senador, el posterior exilio y su
propia muerte. Viejo, pobre de solemnidad, soltero pero enamorado de Elvira
Reyes, se alojaba en un humilde piso alto de la vivienda del que fuera su
mayordomo en tiempos mejores. El 16 de agosto de 1912 falleció. El Poder
Ejecutivo, presidio por su enemigo político Batlle y Ordóñez le niega el
decreto de honores oficiales votado por el Parlamento. El cadáver esperaba en
el Cabildo, sede del Poder Legislativo, velado por voluntarios. Al día
siguiente, la Asamblea General, debate en medio de un tumulto estimado en 50
mil personas, y levanta las objeciones y la multitud lo traslada la Panteón
Nacional sobre sus hombros.
El Presidencialismo y la influencia directriz.
La presidencia de Julio Herrera y Obes tuvo un significado
doble, en primer lugar fue vista como un triunfo del principismo y del
patriciado, al que no pertenecían ni
Latorre ni Santos. Por otro lado el Partido Colorado se convierte en un
instrumento de poder y será el “ verdadero soporte del Presidente, en una
tendencia a concentración del poder” ( Reyes Abadie). En realidad aparece el
presidencialismo legalista con formal observancia de la Constitución y conviene
recordar la descripción de Alberto Zum Felde: “ En el centro, el Presidente,
rodeado de un núcleo de doctores y personajes solemnes, gozando de altas
prebendas(…) el ejército será un órgano presidencialista” El centralismo se
hizo favoreciendo a Montevideo, en tanto que la campaña estaba sometida a la
ley, a una administración a un Presidente que se manifestaba abiertamente hacia
una concepción unitaria del Estado. La
presidencia de Julio Herrera se sostenía en el concepto de la influencia
directriz que fue enunciada por él mismo en el Mensaje enviado a la Asamblea
General el 15 de febrero de 1893: “ Es indudable que el gobierno tiene y
tendría siempre, y es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y
legítima influencia en la designación de los candidatos del partido gobernante
y entonces del que puede acusársele es del buen o mal uso que haga de esa
influencia directriz; pero mucho menos podrá decirse racionalmente que el
ejercicio de esa facultad importa el despojo del derecho electoral de los
ciudadanos”. Herrera tenía una concepción aristocrática del poder, este debía
ser ejercido por los más cultos. El resultado de esta política fue la formación
del colectivismo, un grupo cerrado y exclusivo dentro del Partido.
Batlle y Ordóñez lucha contra el fraude electoral
En noviembre de 1890, en plena crisis económica, debían realizarse
elecciones legislativas. El Partido Nacional se abstiene de participar
declarando grandes irregularidades en el registro cívico, en tanto era el
propio Batlle el que denunciaba con más vehemencia aun el manejo fraudulento de las elecciones. Se
acusaba, por parte de Batlle, directamente a Herrera y Obes de la comisión de
fraudes y en acto político realizado en 1920 recordaba: “ Herrera y Obes ordenó
que se llevara a su casa el registro cívico del departamento y lo hizo reformar
desde la cruz hasta la fecha agregándole inscripciones fraudulentas(…)no
resultó electo un solo diputado cuya candidatura no hubiera sido del
beneplácito del doctor Herrera” en tanto que ante el hecho real en Minas El Día
denunciaba: “ Esta elección de Minas, en la que se ha pasado por encima de todo
para llevar al senador Prudencio Ellauri, cuya significación política no va más
allá de las que le dan sus vinculaciones con el presidente de la República, es
un colmo de vergüenza. Manejos en intrigas electorales que han rebajado al
Poder Ejecutivo hasta el nivel en que actúa un núcleo de traficantes en
política” Batlle estaba en este momento
en la tarea de organizar el Partido Colorado sobre las bases de la
participación popular a través de los Clubes Seccionales como expresión de las
clases medias.
Obra de la administración Herrera y Obes.
En 1890 fue sancionada la ley 2096 que se convirtió en el
estatuto inmigratorio del Uruguay. La gran crisis económica de 1890 opacó la
aplicación de esta ley. Esta ley tendía a favorecer el desarrollo agrícola. En
1891, la Asamblea autorizó el cambio del nombre del Ministerio de Justicia,
Culto e Instrucción Pública por el de Ministerio de Fomento. Se cumple un auge
ferroviario alcanzando la red a 1572 km. Por lo tanto en su período se avanzó
en la modernización pero fue marcado por la crisis económica. Se firmaron tratados de navegación con
Francia y Alemania. Se unificó la deuda pública transformada en deuda
consolidada del Uruguay mérito de la gestión del doctor José Ellauri y Obes en
Londres en 1891. Se iniciaron las obras de la construcción de la Universidad de
la República y la Estación Central de los Ferrocarriles.